martes, 30 de noviembre de 2010

Destacar

Solemos sorprendernos gratamente cuando algún conocido da un salto y se pone, durante un tiempo, por delante de lo cotidiano; un premio, un acontecimiento que rompe la rutina, lo que sea..., y si es muy sobresaliente nos gusta decir que lo conocemos, y nos sentimos orgullosos.
Pero a veces, aquellos a los que conocemos y destacan, lo hacen para mal; salen en los medios de comunicación, no por haber descubierto, realizado, ganado algo sino por todo lo contrario, por haber destruido, roto y arrinconado algo. Los ladrones, los asesinos, los desalmandos también tienen conocidos y a veces, la persona que ves en la pantalla, esa que ha cometido una atrocidad, es un rostro que ves a menudo, con quien has compartido tiempo o infancia.
Cierto que también decimos que lo conocimos, pero ya no con orgullo, sino con un velo turbio, oscuro, algunos morboso, otros incrédulos, de que se haya hablado con el protagonista del horror.
Es así, a veces, la gente que conocemos no sólo destaca para bien sino para mal. Y si los primeros pueden llegar a darnos envidia, sana, los últimos, nos dan escalofríos y nos muestran el abismo negro que todos bordeamos.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Cárcel

Siempre he pensado que el tiempo es una cárcel y que los primeros barrotes se colocan cuando empiezas a aprender a medirlo.
De niños da igual hoy que ayer que mañana, y más aún el mes pasado o el año que viene; se vive al instante, con todo lo de hermoso y terrible que tiene, ya que se vive de manera absoluta, es lo que hay aquí y ahora; aún no hay recuerdos o si existen son difusos y vagos.
Con el lenguaje comienza a forjarse la jaula, pero todavía queda el concepto tiempo, la experiencia de anticipar, de recuperar, de soñar.
Pero llega y con ella, se cierra la puerta. Ya está, estamos dentro del paso inexorable del segundo a segundo, sin poder saltarnos ni uno, quizá, el sueño, la necesidad de que esas gotas de tiempo se aceleren, sea una liberación vital del goteo diario, un descanso de la rutina carcelaria temporal.
Pero dentro de esa prisión, la que nos separa de lo deseado con lo real, estamos libres para movernos, para romper rutinas si es necesario, o para crearlas, para vivir en el tiempo, acortando el espacio que media entre nuestros sueños y sus metas.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Poema, Enigma

Una puerta cerrada; un enigma.
franquearla; una desilusión.
La búsqueda de lo imposible,
la necesidad de lo imaginario.
La realidad, por sí misma insuficiente,
la entremezclamos con imposibles.
¿Quién puede sobrevivir a sus sueños?,
despertarlos es una pesadilla.

Descubierto lo posible, se anula lo imposible,
cerramos la ilusión tras la puerta abierta.
Parapetarnos tras lo fugaz, lo inalcanzable,
los pasos sin huella.
Refugiarnos en lo no-posible
bregar con lo hecho, asumir lo deshecho,
sobrevivir al desencanto que trae
el abrir una puerta cerrada.
Resolver un enigma,
dejar de crear un misterio.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Asombro

Dejarte sorprender por lo que te rodea es más una actitud, que un rasgo. Mirar con ojos nuevos lo viejo, pasear a lo largo del día pendiente del pulso de los acontecimientos es un buen viaje. Y da igual que el entorno sea siempre el mismo, porque si lo miras bien, no lo es. O si lo observas desde otro ángulo.
La habituación es tan sólo otro de los famosos recursos del cerebro para no sobrecargarse, pero rebelándote contra él, puedes moverte cada vez por un barrio diferente, escuchar conversaciones distintas y hasta pensar en ideas menos cotidianas.
La capacidad de asombro, la necesidad de curiosear, el querer ver más de lo que capta el ojo, es un ejercicio de la voluntad, sólo de niños es como respirar.
Vale la pena ejercitarlo.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Cuidado

Se empiezan a ver indicios evidentes de que se acerca la Navidad, no hay supermercado sin turrón a la venta, ni tiendas sin adornos chillones y festivos, todo reclamos para consumir, en resumen.
Y es que la Navidad, esa fiesta que se supone es para reencuentros familiares, buenos deseos, paz, milagros cotidianos y luces de esperanza, hace mucho que se convirtió en disgustos alrededor de una mesa, malhumor, guerra, tropiezos varios y sobre todo, consumo. Mucho consumo. Primero en la mesa, luego en los regalos, más tarde en la fiesta de fin de año, luego en el primero de año, así la tradición queda establecida: este año, aunque sea nuevo, se gasta lo mismo y más, si puedes. Más regalos, cenas fuera, regalos, vestidos, peinados complicados, salas de fiestas abarrotadas, más comida, visitas obligadas...
Creo que el espíritu de las fiestas hace mucho que se esfumó, se convirtió en obligaciones y tarjetas de crédito. Y lo peor es cuando se va, y ves a tu alrededor la tierra quemada; kilos de más, regalos que no gustan o que arruinaron presupuestos, familias más tensas, amigos menos amigos... y todo por querer meter con calzador lo que no se puede: disfrutar de las cosas, de la gente, de regalar y que nos regalen cuando queramos, no cuando un calendario cada vez más interesado nos lo obligue.
Así que, cuidado.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Escribir

A la conclusión que hemos llegado, y a la que llegamos siempre, una amiga poetisa y yo cuando hablamos, es que lo importante de escribir no estriba en estar delante de personas que te escuchen, hayan sido convocadas o no, amigos o incondicionales. Lo que mueve la poesía, las palabras, son las ganas, la necesidad de escribirlas, esa desazón que te recorre por dentro hasta que las liberas; ese agobio diario si no te has puesto a plasmarlas en el papel, en la pantalla; es salpicarlas por todas partes, que no dejen de mojarlo todo, cualquier superficie, cualquier lector que las atrape y se las lleve consigo, para reescribirlas, para que le crezcan por dentro y le den una pequeña lucecita, un ligero calor, ese cosquilleo agradable que hacen al moverse cuando están en uno.
Eso es escribir. Lo demás son daños colaterales.

martes, 23 de noviembre de 2010

Para qué preocuparse

Es curioso, cuando a veces, entramos en casa, o estamos entre amigos, y nos sentimos seguros; es como cuando niños y se jugaba al escondite o cualquier juego de tensión, se tocaba mare, y si lo hacías, estabas a salvo; nadie podía hacerte nada.
De adultos también necesitamos ese refugio incondicional, y como de chicos, no cuestionable, porque a ver, ¿por qué detrás de ese árbol estás libre y más allá, no? era el lugar arbitrariamente elegido para ser zona segura. Como una frontera u otra cuando hay guerras. Es un gran juego también.
Y tampoco nos lo cuestionamos del todo, porque una vez en esa casa, ese país, esa familia, ese amigo..., en realidad, tampoco estamos más seguros que tras el árbol: tan sólo somos unos minúsculos seres habitando un planeta pequeño precariamente en equilibrio en un universo inmenso, desconocido, infinito....
Somos nada sobre nada en la Nada.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Conocer

No nos conocemos unos a otros... cierto, ni aún que se conviva, ni se hable, ni se divierta ni se le tenga en la familia..., cierto. No sabemos nada.
Pero la pregunta más terrible es: ¿Qué queremos saber, hasta dónde nos molestaríamos por querer conocer, cuánto esfuerzo emocional estamos dispuestos a invertir?
Y si esa pregunta obtiene una contestación más o menos positiva, aún hay otra: ¿Cómo olvidarnos de ser nosotros para ser esa persona a la que queremos ver sin nuestra propia visión? Y tras esa pregunta, para quien llegue a ese nivel, todavía le queda otro escalón más: aceptar esa persona tal como es, sin más.

Cierto, no nos conocemos, pocos invierten tiempo y ganas en el intento y menos llegan a conseguirlo. Y la paradoja, es que cuando más nos vaciamos de nosotros mismos, más nos conocemos desde ese fondo insoldable para los demás y para uno. Somos el reflejo que nos devuelven y que devolvemos.

sábado, 20 de noviembre de 2010

El sentido de la vida

¿Cuál es el sentido de la vida? Sí, una pregunta muy directa y muy absurda también, porque no tiene una sola contestación, hay tantas respuestas como almas vivas, cada una de ellas le da sentido a su manera, a su sentir o a su no sentir.
Se puede teorizar largo y tendido, de hecho se hizo y se hace, y no se llega a ningún punto, quizá porque el punto es tan grande y abarca tanto que no se le ve. Nietzsche dijo; "Yo tengo mi manera, tú la tuya, el otro la suya, por lo tanto no hay una sola manera." Y es cierto. Lo que también es verdad es que sí hay algo en común a todas esas maneras y respuestas; en todas sin excepción, se busca encontrar ese equilibrio entre la sinrazón de un estar respirando, respirar y sentirnos bien por hacerlo: la respuesta variará pero querrá atar esos tres principios.
Otra cosa que puede desconcertarnos es que, en el caso de que nos sintamos contentos por haber llegado a una solución, es efímera esa euforia, ya que la solución varía en el tiempo, debido a que cambiamos de circunstancias vitales y el último punto, se ha de revisar con frecuencia.
Por lo tanto, todavía hay más maneras de las que auguró Nietzsche, ya que la manera de uno, tampoco sirve para toda esa vida en busca de sentido.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Movimiento

Ves cómo el mundo pasa ante ti, tú en un barco, en tu vida, y navegas lentamente, surcando el tiempo, y la brisa de las horas te envuelve, y miras a tu alrededor y compruebas la estela que dejas atrás, blanca, espumosa, cuajada.
Si la brisa molesta, puedes enfundarte en un jersey abrigado, suave, para aguantar un poquito más el embite de las olas, de esas gotitas que a veces hasta duelen por la velocidad a la que chocan contra nuestra cara. Saladas a veces, como las lágrimas.
Ahí de pie, sin hacer más que contemplar el mundo azul, puedes pasar la vida, pero si quieres, aún en ese barco en movimiento, puedes moverte a tu vez, caminar, recorrerlo todo, correr incluso. Y así, la velocidad normal e invariable del barco que no está en tu mano modificar, la amplías y aumentas con la tuya propia, la que sí es susceptible a tu voluntad.
Y desde ese movimiento eterno, involuntario, se añade ese otro movimiento finito pero voluntario.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Excusas

La de vueltas que se dan para no hacer lo que se tiene que hacer. Antes de ponerse a la faena, parece que se necesite rondarla, ya sea estudiar, escribir, pintar, hacer las camas..., uno sabe que lo ha de hacer, y lo intenta, y se sienta y entonces recuerda que tenía que mirar algo, lo mira, se sienta, entonces piensa que no, que antes ha de coger esto o lo otro, lo vuelve a retrasar. Se vuelve a situar, se vuele a desubicar, y así hasta que finalmente, ataca la faena y ya con el tiempo más justo del que hubiera tenido si hubiese empezado cuando comenzó a intentarlo, se le llevan los mil demonios por no tener tiempo.
Pero al día siguiente sucederá tres cuartos de lo mismo. Eso sí, si se dispone de tiempo, si no, la verdad, ni te lo piensas, te sientas y lo haces de un tirón para luego salir corriendo al exterior.
Es como si al disponer de más tiempo, lo utilizáramos peor. Mira que nos gustan las paradojas en esto de movernos contra la entropía.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Sesgos

Solemos creernos lo que nos dicen, es parte de la economía que usa el cerebro; esos caminos cortos que utiliza para no sobrecargarse: los sesgos, que básicamente clasifican la información excesiva que lo rodea de una manera muy particular. El sesgo de autoridad, hace que tendamos a creernos todo lo que venga de alguien a quien le demos esa facultad, ya se por cargo, vestimenta o lo que sea que nos imponga.
También está el sesgo halo, donde damos a la persona, por extensión, virtudes que no posee sólo por el hecho de que tenga una.
En la mente individual se dan docenas de sesgos que hacen que la realidad sea distinta para cada cual, por eso es tan difícil coincidir en dos versiones parecidas de un mismo hecho, por eso, y porque también por economía, tendemos a no comprobar si la información es o no verdadera, no falsamos, y eso nos lleva a errar más de lo que querríamos.
La mente se defiende de la sobrecarga, pero la personalidad ha de ser más lista y exigirle más; pensemos más allá de lo que creemos. Funciona.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Piramidal

Cuando algo no te gusta, hay tres soluciones básicamente: o intentas no verlo y dejarlo correr, o te rasgas la vestiduras ante la desesperación pero no lo solucionas, o con calma te planteas, que aunque no te guste nada, aunque quisieras desaparecer, no puedes así como así, por lo tanto, miras de frente eso tan terrible y lo desmenuzas hasta que puedas enfrentarlo, arreglarlo, minimizarlo, asimilarlo.
Y sí, hay tragos terribles, pero si los sitúas, si le das la perspectiva correcta, es más fácil sobrellevarlos. La cima de esa jerarquía ha de ser la muerte, desde ahí hasta abajo, se colocan los problemas de mayor a menor importancia, y en la base, se coloca siempre la pasividad, el dejar que todo suceda y no mover un dedo.
De esa pirámide siempre se sale fortalecido, atravesar esos laberintos llenos de trampas y maldiciones nos dejan nuevos.
Teniendo a la muerte como opción, lo demás, en serio, se aligera. Siempre una buena visión desde arriba, lo abarca todo mejor.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Esfuerzos

Cierto que sin tiempo acumulado y trabajo sistemático nunca hay resultados, y es igual de cierta la desesperación de ver ante uno todo lo que queda al empezar cualquier proyecto; se hace interminable, ante ti está el pasillo que si no atraviesas, no llegas, y quieres llegar, y si se pudiera, en ese mismo momento en el que has hecho el propósito de cruzarlo, lo harías: correrías hasta el final. Pero es imposible la mayoría de las veces, lo normal es que en ese arrebato obligado de los comienzos, no se pueda terminar.
Y sabes, desde que eliges hacerlo, el camino más o menos arduo que te aguarda, días tras día, paso tras paso, ánimo tras desánimo, todo para llegar a una meta que quieres, que has decidido rebasar.
Y sí, aquí estamos una vez más ante ese camino largo y costoso que promete un final anhelado. Si se pudieran tener las mismas fuerzas y energías que se tienen en el primer paso, si se pudiera conseguir todo en ese momento de euforia, se habrían hecho millones de más cosas de las que hay. Quizá es una ley natural de supervivencia, quizá las ideas también tiene selección natural, y sólo deban materializarse las que de verdad lo merezcan y sean más fuertes.
Puede que la Humanidad y su bagaje lo agradezca. Pero así, al pronto, mira que cuesta emprender esos caminos.
Hale, primer paso hoy. Y sé que habrá un segundo.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Vidas

No se puede evitar mostrar la personalidad de uno en todo lo que hacemos, en cómo nos movemos y arreglemos el entorno; en la casa, la cartera, el bolso, la ropa, los gestos... el lenguaje corporal y la ordenación del espacio privado nos delata. Nadie escapa a eso.
Si encontramos, por ejemplo, una cartera y en ella hay una estampita de una Virgen, fotos de niños y adultos, recibos atrasados, nos hacemos una idea del dueño... dueña, más bien: vemos una mujer mayor de las de misa diaria, con sus nietos adorados y muy metódica, y de paso ya. nos imaginamos que su casa estará llena de tapetes de ganchillo, figuritas de dudoso gusto, todo muy reordenado y relimpio y con alguna que otra planta. Puede que con gato, puede que no. No, sin gato.
Es apasionante conocer las personalidades a través del rastro que van dejando, verdaderas novelas vivientes.
Cómo me gusta leerlas.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Relativo

El tiempo cuando más lo persigues, más se escurre. La manera de medirlo es la clave, si lo tienes todo al segundo parece que no llegas, si se te desbarata uno, todo se va al traste; la ansiedad crece y el día se deshace.
En cambio si se le deja transcurrir y no se va a contracorriente, todo encaja; uno se pasea entre las tareas y las realiza con calma.
Es casi una paradoja, cuando más tiempo necesitas, menos tienes. Cuando se es niño, el tiempo pasa en un día como un mes; en vacaciones un día puede durar minutos, o si estamos a gusto. El tiempo mueve a las sociedades dependiendo de cómo lo movamos a él. Es relativo.
Einstein dijo, en su ley, que esa relatividad no afectaba a la vida diaria, que era inapreciable, que el movimiento del tiempo en el espacio, no era cuantificable. Pero sí lo es, varía dependiendo de dónde te desenvuelves y cuándo.
Todo es relativo.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Poema: Ella

No era ella, ya no más.
Ni su cuerpo ni su mirada, opaca.
No es ella, ya no más.

No se reconoce, sin energía, apagada,
transformada... ¿en qué?.
Su pelo sin brillo,
su aliento sin vaho,
su boca sin el consuelo de las palabras
que nunca más susurrará.

Nunca más seré yo en ella,
sus recuerdos se apagaron
fundida la ilusión,
la esperanza rota de un nuevo día,
que ya no será.

¡Es mentira!. La mentira de
un cuerpo inerte que ya no puede
mover su voluntad.
No es ella,
aunque ayer aún lo fue.

La vida maneja los cuerpos
que la muerte desmadeja,
esa muerte aborrecida por los vivos
hasta que la entienden.

Lágrimas vertidas que acompañan
al cuerpo antes vivo.
Ahora vacío, abandonado
de sí mismo,
crea estupor ante los ojos que lo sabían vivo.

Ella nunca más será,
nada más, que un instante en mi vida
que también, un día, me abandonará
siendo yo, nunca más ella.

Y ella nunca más yo.

martes, 9 de noviembre de 2010

Invasiones

Me gusta observar, mirar a la gente como va andando y hablando por sus móviles, si te acercas un poco, sigues la conversación sin problemas, van contando sus asuntos como si estuvieran en el salón de su casa, cosa que no hacen si están diciéndoselo a un amigo presente. Es curioso, pero al hablar con un interlocutor que no está, es como si nosotros tampoco, como cuando un niño cierra sus ojos y dice, no estoy, no me ves.
Se escuchan sin querer problemas laborales, sentimentales, prácticos, triviales, cotidianos. Tenemos una puerta abierta a sus vidas desde ese creerse solos. Y cada vez se ven más personas solas que cogen el teléfono para sentirse acompañados en el trayecto, o con música, para lo mismo.
La tecnología parece que esté hecha para invadir el mundo de uno, esa soledad necesaria para escuchar los propios pensamientos. Si es así: Peligro.

lunes, 8 de noviembre de 2010

El lado oscuro

Dentro de la creación, innerente a ella quizá, cohabita normalmente una tendencia oscura que no se da tanto en otros parámetros.
Hay como una necesidad tirana que arrastra hacia la disciplina adecuada. El artista no es que sea diferente al no artista, teniendo en cuenta que todos tenemos en nuestras personalidades los mismos ingredientes, sólo varían las cantidades, digo que el artista posee en su centro una necesidad vital de crear y que si no se canaliza, se malogra, se convierte en algo oscuro y no en la obra de arte a la que estaba destinada.
Por ejemplo, las mentiras. Los escritores han de fabular, inventar, crear con la realidad, es algo más fuerte que ellos mismos. Está ahí el mundo para ser reeinventado, y si no se lleva al papel, se lleva a la mentira, y desde ahí a sentirse culpables, estafadores, o simples infelices, en vez de cogerlas, moldearlas y crear.
Con las demás disciplinas sucede lo mismo: un niño que no para quieto, quizá sea bailarín; una persona que busca y rebusca el equilibrio, sería un buen intérprete; un exagerado, un actor... cientos de ejemplos.
El lado oscuro tiene también su lado luminoso. Sólo hay que elegir.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Si no quiero, no lo veo

Hola; Hola; ¿Qué haces, preciosa? La niña estaba sentadita ante un pupitre de plástico en su casa, tenía muchos folios delante y otros tantos en un montón, los iba garabateando, y me explicaba qué eran; esto es una nube, esta mi casa, mira, ¿ves?, es mamá. Y así iba nombrando cada uno de los dibujos. Qué bonitos, iba halagando, y ella sonreía. Hasta ahí, normal. Lo que no lo era tanto, es que detrás de ella había una cunita con un hermanito recién nacido al que trataba como si no existiera; un ser invisible.
Quería saber hasta qué punto, la niña, negaba esa realidad y procuraba llevar la atención y la conversación hasta él, pero no había manera, se escurría con una habilidad pasmosa; negaba, no sólo su presencia sino su propia existencia. Incluso cuando el bebé lloró un poquito, aproveché su llanto para indicarle si creía que el hermanito querría algo. La pequeña ni se inmutó, no es que preguntara, qué bebé, o contestara que no había escuchado nada, es que trató la cuestión como si no la hubiera dicho. No había niño rival por ahí, sólo dibujos y llamar mi atención, sobre todo, si miraba en la dirección de la cuna, ahí hasta me estiraba de la ropa para que admirara sus obras. Por lo tanto sabía. Por lo tanto era consciente. Por lo tanto, a la tierna edad de tres años el ser humano ya está capacitado para intentar cambiar la realidad a su gusto, para no querer enfrentarla.
Cuántos facturas pendientes tenemos los humanos.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Cantidad y calidad

Ahora, más que nunca, se puede acceder a esos quince minutos de gloria que nos espera a cada uno, prometidos por A. Warhol.
Sí, ahora uno puede hacer lo que quiera y verlo en pantalla; fotos, escritos, música, pensamientos, comentarios... todo, la red nos abre las puertas, no sólo al mundo, sino desde nuestro mundo hacia el de los demás.
Es un arma de doble filo, por supuesto, como todo. Pero aquí, en la superabundancia de información se confunde lo irrelevante y lo banal con lo bueno y digno, los ídolos de pies de barro, el imperio de la estupidez se pasean con mucha más fuerza que en otros medios.
Ahora la tecnología permite lo que sólo con dinero y esfuerzo lograban unos pocos, ya fuese en imágenes, sonido, palabras, pintura..., ahora cualquier móvil graba cualquier cosa y al minuto puede ser, no sólo visto por millones de personas, sino tratado como lo mejor del momento, desbancando a los que de verdad se lo trabajan. Se confunde calidad con cantidad sin más criterio, sin más análisis: lo ven todos, lo veo yo; te gusta, pues a mí también.
No es una crítica, para nada, del medio, creo en la creatividad, en las oportunidades, en la diversión, en compartir lo que se hace.
Mi comentario va dirigido más bien, al temor, de que entre tanta información superficial, terminemos con la capacidad de crítica, con la gente que de verdad hace algo interesante, y quizá, con la calidad; que al final, quede sepultada entre tanta cantidad y bajo esa peligrosa pereza que se da al no ejercer el propio criterio.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Asideros

Vivir no es fácil, es más, a veces es muy difícil. Pero la misma vida te va ayudando a vivirla con pequeños placeres que van y vienen; como ese té que prepara una amiga tan especial, ese café que sirven en un bar amable, el paseo del parque que ahora está hermoso por el otoño, esa serie a la que le esperas cada capítulo con ganas, uno de tus autores preferidos que va a sacar otro libro, una cerveza fría, ese plato de champiñones que hace tu amigo insuperable, la risa de un niño que frecuentas... son tantas cosas, y nos enganchan por épocas, y cuando ya no son esos, y por lo que sea, nos topamos con ellos en la nueva rutina, un velo de recuerdos nos invade, nos retrotrae al tiempo donde nos ayudaron a pasar los días, y los vemos nítidos, ante nosotros. Y si todo va bien, recordaremos los buenos momentos, si va menos bien, también invocarán los malos que hubieron, nos reiremos sintiéndonos casi ingenuos por haberlos necesitado ayer, y sin más, los dejaremos donde los encontramos -o tiraremos- para ir, inmediatamente, a aferrarnos a los de hoy. Sin ser casi conscientes de que serán recuerdos mañana.
La idea es ir viviendo.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Somos

Más de una vez, y más de dos, nos enfadamos con nosotros mismos, nos sorprendemos haciendo o diciendo justo lo contrario de lo que nos habíamos prometido hacer o decir. Nos pillamos los dedos aceptando algo que no queríamos, o realizando lo que nos dijimos que ni de broma haríamos.
Pero no es porque seamos imprevisibles, es que aunque no queramos, dependemos del contexto en el que nos movemos, no somos solos, somos entre y con gente.
Es como una broma pesada, si te mantienes inflexible llevando a ultranza lo que crees que eres y piensas, tampoco te sientes satisfecho, y si te vas demasiado de los parámetros en los que te crees moverte, menos.
Y es que creo que somos quienes somos a pesar de lo que creemos que somos.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Celebraciones

Estamos en días de cementerios, tumbas, flores, suspiros, alguna que otra lágrima, sacar fotos en sepia o ya amarillentas por los años para verlas, paseos melancólicos, recuerdos.
No me acaba de gustar que hayan días señalados para nada, ni para visitar a los muertos, ni para los buenos sentimientos, ni para el padre, la madre, el cáncer, la infancia..., sé que hay trescientos sesenta y cinco días al año, hora más hora menos, y que a algunos les encanta, y más, de una parte hasta ahora, etiquetarlo todo y decidir por los demás, cómo sentir, qué celebrar y cuándo.
No me gusta.
Yo quiero recordar a mis muertos cuando entre ellos y yo nos apetezca, quiero sentir paz y amor al mundo no sólo el veinticinco de diciembre, no deseo celebrar ni un san Valentín ni un día de la madre cuando lo marque un calendario, ni siquiera me gusta que el treinta y uno de diciembre se haya de festejar que se acabó el año; cada día se acaba el año, ya que cada día, hace un año que fue ese día.
Decididamente, no me gusta que me empaqueten de serie cada veinticuatro horas, ya es dura la rutina como para que encima, te la impongan de afuera.