No era ella, ya no más.
Ni su cuerpo ni su mirada, opaca.
No es ella, ya no más.
No se reconoce, sin energía, apagada,
transformada... ¿en qué?.
Su pelo sin brillo,
su aliento sin vaho,
su boca sin el consuelo de las palabras
que nunca más susurrará.
Nunca más seré yo en ella,
sus recuerdos se apagaron
fundida la ilusión,
la esperanza rota de un nuevo día,
que ya no será.
¡Es mentira!. La mentira de
un cuerpo inerte que ya no puede
mover su voluntad.
No es ella,
aunque ayer aún lo fue.
La vida maneja los cuerpos
que la muerte desmadeja,
esa muerte aborrecida por los vivos
hasta que la entienden.
Lágrimas vertidas que acompañan
al cuerpo antes vivo.
Ahora vacío, abandonado
de sí mismo,
crea estupor ante los ojos que lo sabían vivo.
Ella nunca más será,
nada más, que un instante en mi vida
que también, un día, me abandonará
siendo yo, nunca más ella.
Y ella nunca más yo.
no lloréis una vida,
ResponderEliminarni améis una muerte,
pues las dos son la misma
y las dos, son inertes.
vive lo que hay
vive siempre
y siente,
que tras el sueño de la vida
d emuerte siempre viene.
Mas... si no viviste en vida
la muerte no lo entiende
que el tempo y acorrió
pa la vida, y la muerte..
¡corre raudo
se veloz
que cronos y anos pisa
y el presente... se pasó.
¡a la mierda el pasado!
¡y a la porra el porvenir"
que yo aquí y ahora
del mundo me he de reir.
caanta el poeta
llora el miserable
de ver los colores de la paleta
como ante él se abren.
canta Eva con ese tu Jérez
que ría Monzón de dicha
al verte al revés
riendo en la pena
en la pena... que se fue.
rAFAEL cASTRO mARTÍN