lunes, 28 de agosto de 2023

Ir

De un espacio a otro no hay tanto.
En el traslado te llevas contigo, solo cambia el escenario. 
Eres más tú fuera de tu propio ámbito, un tú que no conoces, que te pone a prueba, que ha de crear nuevas rutinas.
A ti no te dejas, solo abandonas, por un tiempo, al que vive cómodo.
Ir de un lugar a otro, llegar, situarte en él, soñar con el siguiente, lejos de todo, menos de ti mismo, es irse sin irte.

lunes, 21 de agosto de 2023

Días

Unos días uno se siente invencible, otros vencido.
No se tiene muy claro por qué unos sí y otros no, pero pasa, varía el cómo vemos y sentimos las cosas, las pequeñas y las grandes. 
El enfoque se desenfoca, o enfoca tan bien, que duele de lo nítido. 
Es cómo las miramos lo que cambia, es evidente, ellas siguen igual, indiferentes a nuestra mirada. 
Aun así, sabiéndolo, comprendiendo que somos nosotros quienes ponemos voz a nuestras emociones, las dejamos mudas muchas veces.
Puedo que eso haga de nosotros unos invencibles vencidos. 
O unos vencidos invencibles, depende del día.

lunes, 14 de agosto de 2023

Solo

La soledad no es estar solo, uno la encuentra en compañía también, a veces más que sin ella.
Las personas somos islas flotantes que nos acercamos unas a otras para crear continentes ficticios: cambiamos.
Hay islas que creen en la unidad eterna, en la geografía estática, hasta que se giran y comprueban que donde había una palmera ahora está el mar, donde estaba esa montaña hay arena.
Y no es malo. Ni es bueno. Es.
Lo terrible es creer en lo inmutable y no cambiar ni dejar cambiar.

lunes, 7 de agosto de 2023

Vacaciones imaginarias

 

Si pudiera pasar las vacaciones dentro de un libro o película, obra de teatro, serie, dibujos animados, una canción, si pudiera ser real lo que tantas veces imaginé real, sería aterrador y nada fácil de elegir: adónde ir, a cuál optar tras haber estado en todos y cada uno de los libros leídos, películas vistas o música disfrutada.

Porque ir a ellos no sería como siempre fui, siendo los personajes, sino yo: mis vacaciones en sus mundos. Repito, aterrador, y a la vez, estimulante, como todo lo terrorífico.
Sería estar ahí sin que se me notara, disfrutando su mundo sin romperlo, como dicen que se trastoca el futuro si vas al pasado y modificas algo.
Con esa libertad de no quedar entre las páginas me encantaría pasear por el patio de butacas, mezclarme con los espectadores, exigiendo que un escritor me dé sentido, consiga meterme en una obra, en la vida, ser Personaje en busca de autor: vacaciones de mí misma.
O tomaría prestada la Máquina del tiempo de H.G. Wells para ir más allá de ese mundo antipático y cruel de los Morlocks, y viajar a todas partes, o mejor aún, entrar en la TARDIS del Doctor Who y tener las vacaciones que de verdad querría, visitar los espacios en distintos tiempos: ir al Londres de Jack el Destripador, al Egipto de las Pirámides, a la Grecia de Homero, al Bagdad de Las mil y una noches, a la Venecia de Mann.
Y el último día de vacaciones lo prolongaría en Macondo, observando cómo trascurren Cien años de soledad.