Es una época oscura, más de lo que queremos pensar.
El ambiente, la gente, los enfoques empiezan a cerrar filas en torno a una individualidad negra; un sálvese quien pueda, un mirar por uno mismo, un embrión que va creciendo con el malestar.
Cierto que también, y sin ser una contradicción sino un refuerzo de la crisis personal, se crean colectivos que arropan y se arropan ante un malestar común, se van haciendo grupos donde el problema de uno se hace de todos, porque a todos les atañe. Y surgen como setas.
No podemos negar que estamos inmersos en un caos del que no se sabe muy bien cómo se va a salir, eso lo sabrán quienes estudien este trozo de Historia, conocerán al empezar el tema el porqué y cómo se solucionó. Porque bien o mal, esta época desestabilizadora se asentará. Lo que no sabemos, quienes la vivimos, es qué hacer, dónde ir, cómo movernos. Estamos presos en y de los sucesos porque son los nuestros; la solución la tenemos nosotros; así que no la vemos.
Mientras tanto los individuos nos alejamos unos de otros, intentando encontrarnos.
Y no, ahí no estamos.