Es divertido, a la vez que un poco triste, ver cómo siempre han exisistido listillos que juegan con la ingenuidad de la gente y se aprovechan de ella para colar productos de pacotilla.
Uno de los iconos del Lejano Oeste, indiscutible, es el vendedor ambulante, ese mercachifle que intenta vender a la gente elixires milagrosos que todo lo curaban, ya fuera la calvicie, la gripe, la obesidad. Ahí están, clamando su mercancía junto con sus ganchos entre el crédulo público, que picaba y se llevaba todas las botellas que podían.
No retrocedo a las curas milagrosas de meigas ni hechiceras, pero ahí queda dicho. Desde que el mundo es mundo, se intenta el engaño.
Y ahora en pleno siglo XXI no iba a ser el final. Los anuncios increíbles, tanto en prensa, como en televisión y ordenador -que se note, al menos en la difusión, que estamos avanzados-, se sigue intentando vender timos: que si esto te hará más joven, más delgada, corta mejor, pinta sin manchas, calienta en invierno, cura en verano..., seguimos bombardeados por los mismos embaucadores de antes, y sí, siguen vendiendo.
Es que claro, quién pude resistirse a creer en los sueños, a que por el módico precio de tanto, se consiga lo que la voluntad o las circunstancias nos lo pone difícil... somos fáciles de engañar porque queremos creer que no es un engaño. Sólo un sueño cumplido.
Uno de los iconos del Lejano Oeste, indiscutible, es el vendedor ambulante, ese mercachifle que intenta vender a la gente elixires milagrosos que todo lo curaban, ya fuera la calvicie, la gripe, la obesidad. Ahí están, clamando su mercancía junto con sus ganchos entre el crédulo público, que picaba y se llevaba todas las botellas que podían.
No retrocedo a las curas milagrosas de meigas ni hechiceras, pero ahí queda dicho. Desde que el mundo es mundo, se intenta el engaño.
Y ahora en pleno siglo XXI no iba a ser el final. Los anuncios increíbles, tanto en prensa, como en televisión y ordenador -que se note, al menos en la difusión, que estamos avanzados-, se sigue intentando vender timos: que si esto te hará más joven, más delgada, corta mejor, pinta sin manchas, calienta en invierno, cura en verano..., seguimos bombardeados por los mismos embaucadores de antes, y sí, siguen vendiendo.
Es que claro, quién pude resistirse a creer en los sueños, a que por el módico precio de tanto, se consiga lo que la voluntad o las circunstancias nos lo pone difícil... somos fáciles de engañar porque queremos creer que no es un engaño. Sólo un sueño cumplido.
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