Siempre me ha costado distinguir las fechas, me muevo por el calendario sin fijarme, desde siempre. Quienes me conocen no se extrañan que les pregunte qué día es, o qué mes, incluso qué año. Para mí es un continuo, no veo separación entre los días, ni entre las horas; solo estoy ahí.
Tengo la agenda clara, trabajo cuando toca, termino los proyectos, cuando estoy sola, no me pauto para comer, no miro el reloj; no me interesa. Dejé de llevarlo hace años. El tiempo no lo contabilizo. Y claro, nunca sé en qué momento estoy moviéndome.
Pero me siento más libre. Los días, a veces, se me pasan como semanas, hoy mismo, sé que lo empecé de lunes, pero a mitad de la tarde, saliendo del libro que estaba leyendo, estaba convencida de que era sábado, intenté recordar la semana, pero no pude. Normal, aún no ha sucedido.
A ver qué tal sale, a ver si supera esa semana fantasma que en unos segundos, me vino a la mente, cuando le pedí las cuentas.
Tengo la agenda clara, trabajo cuando toca, termino los proyectos, cuando estoy sola, no me pauto para comer, no miro el reloj; no me interesa. Dejé de llevarlo hace años. El tiempo no lo contabilizo. Y claro, nunca sé en qué momento estoy moviéndome.
Pero me siento más libre. Los días, a veces, se me pasan como semanas, hoy mismo, sé que lo empecé de lunes, pero a mitad de la tarde, saliendo del libro que estaba leyendo, estaba convencida de que era sábado, intenté recordar la semana, pero no pude. Normal, aún no ha sucedido.
A ver qué tal sale, a ver si supera esa semana fantasma que en unos segundos, me vino a la mente, cuando le pedí las cuentas.
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