Ser invisible tiene ventajas e inconvenientes. Y ambas se solapan. Ver el mundo sin ser visto puede ser tan inquietante como al revés. Al no ser presencia visible oirás y observarás situaciones, comentarios, hechos y actos que quizá no seas capaz de aceptar. Si te viesen ni dirían ni harían lo que si ves y escuchas te atravesaría de parte a parte.
No es humano soportar ciertas cosas, la personalidad no aguanta en firme ver, escuchar y saber lo que los demás ocultarían. La verdad es demasiado luminosa, demasiado potente para de golpe venir a darnos en los ojos. La oscuridad desde donde nos movemos, de la que a veces salimos un poco, no admite la transparencia, la invisibilidad, a menos que también tengamos acorazados los sentimientos.
Saber más de lo que podemos asimilar ni es bueno ni es sabio.
No es humano soportar ciertas cosas, la personalidad no aguanta en firme ver, escuchar y saber lo que los demás ocultarían. La verdad es demasiado luminosa, demasiado potente para de golpe venir a darnos en los ojos. La oscuridad desde donde nos movemos, de la que a veces salimos un poco, no admite la transparencia, la invisibilidad, a menos que también tengamos acorazados los sentimientos.
Saber más de lo que podemos asimilar ni es bueno ni es sabio.
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