No
hay soledad más triste
que
la de la compañía no buscada,
más
negra que la del que amó y perdió,
más
brillante que la propia,
más
indiferente que la del mar.
No
existen continuos inmutables,
milagros
deslumbrantes,
nada
cambia en la oscuridad interior,
profunda,
indiferente, propia,
la
intentamos aliviar, proyectar en otros,
ilusión
de nosotros mismos
que
acallamos, negándole su expresión,
su
nada,
su
compañía,
nuestra
soledad.
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