Leyendo cómo estaban las cosas hace tiempo, se constata que lo que sucede ahora no es nuevo, para nada.
Las crisis son cíclicas, las variables históricas dan, quizá, el tono diferente, aunque siempre el mismo, y las gentes nos movemos exactamente igual: están los que se dejan mover, los que protestan porque les guían, los que no hacen nada porque se inhiben, los que sí lo hacen pero a su modo, los que ayudan a que se agrande el problema, los que lo ven venir de lejos y se quedan para testimoniar o se van porque no creen poder con ello.
Ahora veo gente iluminada que se lo traga todo, o se sorprende con cosas básicas, o sigue premisas de lo más facilonas o simplemente se tira a la calle porque no tiene nada mejor que hacer y se siente parte de un algo, pero pocos miran más allá del bombardeo informativo, desde un lado y desde el otro. Pocos analizan, razonan y buscan un sentido último, útil y razonable.
Saldremos de esta, como salimos de las demás, pero eso sí: esta historia aún no está escrita, la marcaremos nosotros.
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