Sin cambios no hay vida. Lo inmutable no existe.
Tenemos la sensación de vivir días iguales, sucesos mínimos. No vivir incluso.
El movimiento es tanto que ni lo notamos.
No podríamos ser si lo pensáramos, si nos asomásemos a los cambios internos y externos constantes, al viaje diario de un planeta en una galaxia incierta, al viaje que hacemos nosotros en nosotros.
Al cambio. A lo mutable.
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