1) ¿Dónde y en qué situación te encuentras?
2) ¿Cómo te imaginas el escenario inmediato y cuáles serían, a tu juicio, las consecuencias a medio y largo plazo en lo social, cultural, económico y político?
2) ¿Cómo te imaginas el escenario inmediato y cuáles serían, a tu juicio, las consecuencias a medio y largo plazo en lo social, cultural, económico y político?
3) Tras el decreto de estado de alarma, ¿de qué modo afrontas tu confinamiento? ¿Qué lecturas y/u otras actividades llevas a cabo?
4) Comentarios y conclusiones.
1) Estoy en Valencia, en casa, algo soso, lo confieso. Sé de casos donde les pilló el estado de alarma en situaciones difíciles: en medio del mar, de viaje, lejos para regresar; con lo que, en todo caso, la incertidumbre se suma a un exilio forzoso. Pero a mí, no; yo en casa, imaginado cómo sería este confinamiento si no estuviera en ella. Un modo como otro cualquiera de pasar el tiempo.
2) El escenario inmediato es fácil de imaginar: es tal cual está siendo ahora, la gente, el mundo, se ha unido para actuar juntos –cosa sorprendente y única–, respondiendo de un modo coherente, solidario y responsable en la mayoría de los casos. El mundo entero. Eso es algo grande. No sé hasta cuándo nos portaremos así de bien, supongo que hasta que pase el peligro y un poco más, como cuando un corredor llega a la meta pero no puede parar hasta que sobrepasa unos metros más.
Las consecuencias a medio y largo plazo serán duras, de ajustes, de pagar las facturas de la falta de facturas ahora. Dependerá de cómo lo gestionen los que están al mando, de cómo lo aceptemos los que los pusimos al mando. Se puede imaginar todo: desde el caos, hasta su contrario. Lo que creo que sucederá es que las aguas, tras varias turbulencias, volverán a su cauce, lo que no sé es el tiempo que necesitarán para aclararse del barro. La gente olvidamos pronto. Pero lo que sí tenemos es lo que se está haciendo. Lo que estamos haciendo.
Las consecuencias a medio y largo plazo serán duras, de ajustes, de pagar las facturas de la falta de facturas ahora. Dependerá de cómo lo gestionen los que están al mando, de cómo lo aceptemos los que los pusimos al mando. Se puede imaginar todo: desde el caos, hasta su contrario. Lo que creo que sucederá es que las aguas, tras varias turbulencias, volverán a su cauce, lo que no sé es el tiempo que necesitarán para aclararse del barro. La gente olvidamos pronto. Pero lo que sí tenemos es lo que se está haciendo. Lo que estamos haciendo.
3) La efectividad de acatar el estado de alarma se debe, creo, en gran parte a las redes sociales, a esa globalización y cercanía que nos ofrecen. Desde ellas se convocan muchos eventos, se manipula incluso –hay ejemplos recientes claros–, pero, en este caso, ha ayudado a entender el panorama de una manera rápida y eficaz. Internet ayuda, no solo a eso, sino a no encontrarnos solos, ni perdidos, a poder hablarnos, vernos, trabajar, mover el mundo aunque sea a distancia. Eso es grande. Sin Internet y lo que supone el confinamiento sería atroz, la soledad terrible y el caos económico mucho mayor de lo que es.
El confinamiento puede ser estupendo, pero puede ser un infierno, depende de con quién te haya tocado quedarte atrapado. Eso puede desesperar a cualquiera, no solo es no ver a quien quieras, sino ver a quien no quieres todas las horas del día, todos los días. Ahí hay un problema, una crisis grave, no solo global, sino particular.
Yo, por mi parte, no lo llevo mal porque es como suelo vivir. En casa, con libros, creando palabras, dando clases online, contestando mails, viendo cine, codeándome con el arte, que no me suele fallar.
El confinamiento puede ser estupendo, pero puede ser un infierno, depende de con quién te haya tocado quedarte atrapado. Eso puede desesperar a cualquiera, no solo es no ver a quien quieras, sino ver a quien no quieres todas las horas del día, todos los días. Ahí hay un problema, una crisis grave, no solo global, sino particular.
Yo, por mi parte, no lo llevo mal porque es como suelo vivir. En casa, con libros, creando palabras, dando clases online, contestando mails, viendo cine, codeándome con el arte, que no me suele fallar.
4) Creo que ya he comentado más de lo que se me preguntaba en las demás preguntas, tampoco es cuestión de que, como hay tiempo, o eso se supone, lo tengáis que usar leyéndome. Pero creo que estamos viviendo tiempos extraordinarios, ese proverbio chino entre aviso y maldición: “Que no vivas tiempos extraordinarios”. Y creo que, por ahora, lo estamos haciendo bien, casi todos. Y espero que lo que vayamos haciendo nos permita, al tiempo, mirar atrás, cuando se haya terminado lo que ahora ignoramos cómo acabará, y digamos y digan: “Lo hicimos bien, lo hicieron bien”.
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