Andas, observas, piensas, perdiéndote en ti, mientras el cuerpo te lleva a donde vas.
Llegas. Entras.
Estás ahí, mucha gente nueva que apenas se habla, miran el móvil para no sentirse fuera de lugar, buscan lo conocido entre la novedad.
Nadie rompe el hielo a excepción de algunas palabras tímidas, vistazos rápidos, sonrisas breves.
Pasa el tiempo.
Situados, el entorno deja de ser extraño.
Nos sentamos, hablamos, leemos, los pensamientos se comparten, las miradas menos esquivas. Las palabras fluyen, los móviles se apartan.
Descanso.
Encuentros, intercambios, probamos sabores nuevos, nos reflejamos en ojos que nos reconocen. Ya no somos extraños, los corrillos se agrandan, las conversaciones surgen.
La noche llega.
El día no se fue en vano.
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