La lluvia llama a la melancolía, a los recuerdos, al interior de uno.
Verla caer, sentirla mojar la tierra, oler su paso
tiene un no sé qué de nostalgia, de renovación, de primitivo.
Remueve.
Grita en silencio. Calla llamando para despertar
un no sé qué de vida, de pasado antes del
pasado.
De infinito.
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