Me gusta guardar en el interior de mis libros, todo aquello, que ya desde el presente, sé que me gustará encontrar en el futuro cuando los relea, o simplemente los hojeé.
Todos ellos han adoptado un trozo de mi historia enlazada con las suyas propias. Así Alicia, antes de caer flotando en la madriguera o atravesar el espejo, me ofrece el primer dibujo de mi hijo; Crimen y Castigo, en pleno soliloquio sobre la culpa, se toma un respiro para mostrarme la carta de un lector o alumno o amistad; cada uno me acercará lo que fue, junto con lo que es.
Mis libros contienen mi propia historia.
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