Cuando puedes pasarte una tarde entera observando cómo unas hormigas se ajetrean, o te abismas en el agua de un río mientras fluye, o el cielo se oscurece mientras escuchas, desde un lugar fijo, lo que los que se mueven van contándose, o las horas transcurran pensando en vidas que no existen porque las imaginas.
Si tu tiempo se abre a otras dimensiones, tu mente está ocupada en traspasar la capa de realidad y las ideas no son las habituales. Cuidado. Estás en el límite del ser, de crear o destruir.
Pensar es lo único que tenemos.
Y dudar de lo pensado.
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