Que no vivas tiempos extraordinarios, es un proverbio chino, muy adecuado siempre, entre la maldición y el aviso.
Y es justo lo que estamos haciendo: vivir una época extraña de la que no sabemos cómo terminará. Eso es lo que tiene vivirla, que no se sabe qué va a suceder, cómo acabará, qué decisiones han de ser las correctas.
Es esa duda, esa incertidumbre, la que agrava la situación, esta y cualquiera, las que cuando luego se estudian, a toro pasado, son tan fáciles de ver.
Por eso es extraordinario, porque no se puede ver más allá de lo que se va viviendo desde ese nuevo ángulo, ese nuevo modo de vivir dado por unas circunstancias atípicas.
Que pronto sea una historia para contar, ya vivida.
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