Unos días uno se siente invencible, otros vencido.
No se tiene muy claro por qué unos sí y otros no, pero pasa, varía el cómo vemos y sentimos las cosas, las pequeñas y las grandes.
El enfoque se desenfoca, o enfoca tan bien, que duele de lo nítido.
Es cómo las miramos lo que cambia, es evidente, ellas siguen igual, indiferentes a nuestra mirada.
Aun así, sabiéndolo, comprendiendo que somos nosotros quienes ponemos voz a nuestras emociones, las dejamos mudas muchas veces.
Puedo que eso haga de nosotros unos invencibles vencidos.
O unos vencidos invencibles, depende del día.
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