lunes, 3 de marzo de 2025

Nada

Cuando entramos en casa nos sentimos seguros, a salvo. 
Se necesita un refugio incondicional, una zona segura. Lo buscamos desde niños, ya sea haciendo casitas con mantas,  en árboles, en juegos, ese tocar mare que te salva de que te pillen. 
De adultos buscamos lo mismo, estar seguros en ese país, con esa pareja, en ese trabajo.
Y tampoco nos cuestionamos si son o no seguros de verdad, más allá de querer que lo sean, porque una vez en esa casa, ese país, ese amigo, en realidad, tampoco estamos más seguros que bajo las mantas o tras un árbol: solo somos unos seres minúsculos habitando un planeta pequeño  en equilibrio precario flotando en un universo inmenso y desconocido.
Somos nada sobre nada en la Nada.

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