Manga por hombro, a veces uno tiene la sensación de que nada está en su
sitio; es como un gran chiste sin gracia; lo evidente es imposible, las
esperanzas puestas en un empeño claramente erróneo, gente involucrada en
gente equivocada, sueños irrealizables que estallan en la cara...
Y sí, hay veces que cumplir un anhelo es cuestión de tenacidad, pero en
otros casos la derrota está cantada. ¿Cómo distinguir? Gran pregunta.
Normalmente se sabe, uno intuye que por ahí no es, algo escuece, tortura, rasca. No fluye; demasiadas dudas, esfuerzos más allá de lo razonable, lloros excesivos, búsqueda de afirmaciones demasiado frecuentes..., avisos todos de que algo no encaja, de que vamos por un camino demasiado trillado. No es el nuestro.
Normalmente se sabe, uno intuye que por ahí no es, algo escuece, tortura, rasca. No fluye; demasiadas dudas, esfuerzos más allá de lo razonable, lloros excesivos, búsqueda de afirmaciones demasiado frecuentes..., avisos todos de que algo no encaja, de que vamos por un camino demasiado trillado. No es el nuestro.
Ahí viene el replanteamiento de profesión, vida, pareja, amistades,
ciudad, casa, ilusiones. Y con él en la mano, vuelta de nuevo a
comprobar, si esta vez el trayecto solo será duro, difícil, arduo, pero
no imposible.
Hay que saber rectificar a tiempo para conseguir lo que queremos, no lo
que nos habíamos empeñado en querer. Sí, es complicado distinguir, pero
en el fondo lo sabemos, si dejamos a un lado la cobardía, el orgullo
herido y el miedo al cambio, muy adentro conocemos dónde estamos, qué
queremos y en qué punto nos perdimos. ¿O no?
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