-¿Otro plano?
-Sí. ¿Qué ves?
-Una casa con una puerta...
-No -dijo con suavidad-. ¿Qué ves?
-Un cuadro.
-¡Exacto! Después de todo, sólo es un cuadro que alguien pintó y que alguien mira. Está colgado en una pared de un museo que lo contiene y que para acceder al mismo se tiene que traspasar una puerta -ese es el otro plano, el plano que se acerca a lo real.
Las infinitas posibilidades de cada ejemplo sugerido por mi amigo eran impensables... el autor tuvo que tener sus circunstancias que le llevaran a pintar ese -y no otro- cuadro... los que lo mirábamos, pensarnos, conocernos... -lo más difícil que hay-. Luego el museo, su sitio en el pueblo, las gentes que en él viven...
-¿Sólo se acerca a lo real? -Aún me atreví a preguntar.
-Sí, los planos se van cerrando, acercándose en sus límites finitos a lo infinito. Pero no hay un plano real. Hay un punto, sólo un punto en el centro del infinito que genera todos los planos... y aún así, algo más habrá.
-¿Y en qué plano estás?
-¿Lo quieres saber, de verdad?
-Sí, claro.
-Con lo que te revele no podrás volver a ser el que ahora eres.
-No me importa. Mi ser ahora, es querer saber.
Me miró y lentamente empezó el final.
-Esto no es un cuadro, no estamos en un museo.
Esto es un relato, tan sólo somos la mezcla arbitraria de letras unidas por una idea que alguien materializa.
No estamos hablando. Nos están leyendo.
-¿Son esos ojos que nos leen, el centro del punto? ¿Son ellos el infinito?
Mi amigo se echó a reír.
No hay comentarios:
Publicar un comentario