Hay sucesos en la vida que nos marcan un antes y un después.
En ese momento, a veces, intuimos que algo nació o murió delante de nosotros, que nada será igual a partir de ahí. Otras, es sólo al sentir que el día a día no marcha como siempre, cuando investigamos y nos ponemos delante de lo que nos rompió el preacario equilibro, situándonos antes ese inciso vital que nos separó de nosotros mismos, otra vez; la rutina tendrá que amoldarse, los pensamientos mudarse, los sentimientos reagruparse: volver a instaurarnos en las horas.
Al final, da igual que lo que nos trastocara nuestro mundo fuera bueno o malo, hemos de asimilarlo, renacer, entendernos con ese nuevo cambio, amoldarnos a esa molestia que vino a irritarnos la comodidad. Hacerla perla.
Nunca somos del todo los mismos, nuestra actividad diaria puede serlo, pero jamás nosotros, aunque sólo seamos conscientes de esa desigualdad interna cuando algo viene a arrojarnos a ese vacío que se nos viene encima ante la pérdida de la seguridad creada para creernos que siempre somos los mismos.
En ese momento, a veces, intuimos que algo nació o murió delante de nosotros, que nada será igual a partir de ahí. Otras, es sólo al sentir que el día a día no marcha como siempre, cuando investigamos y nos ponemos delante de lo que nos rompió el preacario equilibro, situándonos antes ese inciso vital que nos separó de nosotros mismos, otra vez; la rutina tendrá que amoldarse, los pensamientos mudarse, los sentimientos reagruparse: volver a instaurarnos en las horas.
Al final, da igual que lo que nos trastocara nuestro mundo fuera bueno o malo, hemos de asimilarlo, renacer, entendernos con ese nuevo cambio, amoldarnos a esa molestia que vino a irritarnos la comodidad. Hacerla perla.
Nunca somos del todo los mismos, nuestra actividad diaria puede serlo, pero jamás nosotros, aunque sólo seamos conscientes de esa desigualdad interna cuando algo viene a arrojarnos a ese vacío que se nos viene encima ante la pérdida de la seguridad creada para creernos que siempre somos los mismos.
Somos los mismo, como la estalagtita, la estalagmita, los árboles.... seres que crecemos y lo que cambian son nuestras dimensiones, no nuestra esencia. Si no, no nos reconoceríamos, no nos amaríamos...
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