Hay distintas imágenes que nos trasmiten diferentes sensaciones, y lo curioso es que nos suelen despertar lo mismo a todos, independientemente de las culturas, la geografía y la Historia. Al igual que los gestos, que mundialmente los hacemos y los comprendemos de idéntica manera; el de enfado, el de miedo, de risa, de querer comer. La gesticulación es universal. La imitamos nada más nacer y la reconocemos instintivamente. Nos ayuda a elegir gente y lugares.
Así pues un niño pequeño inspiraré ternura, un animal salvaje inquietud, un paisaje hermoso, paz. Ejemplos los que se quieran, y es que los humanos nos comunicamos con imágenes, gestos y sensaciones, más de lo que creemos.
Biológicamente estamos dispuestos para analizar lo que nos rodea y responder adaptativamente al entorno; un icono que inspire miedo nos hará retroceder, uno que nos muestre a un bebé, nos despertará los instintos primarios de conservación de la especie para cuidar de él, otra que más bien indique peligro, nos pondrá en guardia.
Y eso es igual para todos los humanos, da igual la cultura, el idioma, el carácter; ahí, reaccionaremos como estamos programados.
En realidad somos una raza, la humana, y no pocas veces, nos olvidamos de que somos animales, con instintos y un largo historial de rasgos y conductas adquiridas.
Sí que somos algo más que la herencia genética, por supuesto, somos individuos que aprendemos y crecemos únicos, pero eso no debería hacernos creer más especiales de lo que somos; pequeños seres adaptados a las circunstancias, que han arraigado en el hábitat que les otorgó la posibilidad de ser. Ni más ni menos.
Así pues un niño pequeño inspiraré ternura, un animal salvaje inquietud, un paisaje hermoso, paz. Ejemplos los que se quieran, y es que los humanos nos comunicamos con imágenes, gestos y sensaciones, más de lo que creemos.
Biológicamente estamos dispuestos para analizar lo que nos rodea y responder adaptativamente al entorno; un icono que inspire miedo nos hará retroceder, uno que nos muestre a un bebé, nos despertará los instintos primarios de conservación de la especie para cuidar de él, otra que más bien indique peligro, nos pondrá en guardia.
Y eso es igual para todos los humanos, da igual la cultura, el idioma, el carácter; ahí, reaccionaremos como estamos programados.
En realidad somos una raza, la humana, y no pocas veces, nos olvidamos de que somos animales, con instintos y un largo historial de rasgos y conductas adquiridas.
Sí que somos algo más que la herencia genética, por supuesto, somos individuos que aprendemos y crecemos únicos, pero eso no debería hacernos creer más especiales de lo que somos; pequeños seres adaptados a las circunstancias, que han arraigado en el hábitat que les otorgó la posibilidad de ser. Ni más ni menos.
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