lunes, 3 de noviembre de 2025

Nada

Rodearse de nada,
del silencio del viento
entre las hojas,
del murmullo de insectos,
del correr del agua.
De nada.
Rodearse de otros pensamientos,
de ideas silenciadas
entre el tiempo,
del susurro de los sueños,
del andar del universo.
De nada.

lunes, 27 de octubre de 2025

Vacío

Esa insatisfacción vital.
Ese bordear el vacío
para no caer,
para cegarse,
para creer que no es,
que no está,
que somos sin él
a pesar de él.

lunes, 20 de octubre de 2025

Escondites inseguros

Los niños cuando juegan al escondite han de tocar mare para estar a salvo; ahí nadie puede hacerte nada.
De adultos también necesitamos ese refugio incondicional, algo irreal y arbitrario, porque a ver, ¿por qué detrás de ese árbol estás seguro y más allá, no? Porque es el lugar elegido para ser zona segura. Como una frontera cuando hay guerras; el gran juego.
Los niños no se cuestionan por qué, solo van y se salvan.  
Los adultos, en realidad, tampoco estamos más seguros que los críos en su mare, da igual el país, la frontera, la casa..., tan sólo somos unos seres minúsculos habitando un planeta pequeño en equilibrio precario dentro un universo inmenso, desconocido, infinito.... o no.
Somos nada sobre nada en la Nada.

lunes, 13 de octubre de 2025

Desde las cenizas

¿Qué siente el fénix cuando arde?
Me pregunto si sabe que renacerá, o si, por el contrario, se abandona, casi agradecido, a las llamas porque ya hacía tiempo que estaba débil, apagado, apático, triste, al comprobar sus plumas mustias, opacas, cerca del final.
No sé si cada vez que ese fuego interno lo reduce a cenizas le duele, o lo espera con el ansia de la renovación.
Qué animal más extraordinario, renacer de sus cenizas, resurgir de su propia decadencia, levantar el vuelo aún más fuerte que antes de morir abrasado por una llama que no quema, renueva.
Pero... ¿y si no lo sabe? Qué espantoso tiene que ser sentirse arder, no entender ni de dónde salió el fuego, ni por qué lo envuelve. Impotente protagonista de un proceso ancestral que lo reducirá a un polvillo gris. A nada. Pero no para él.
Cómo será cuando cada una de esas cenizas se busquen para unirse, recuperando la energía, la forma, la belleza imperfecta de la vida.
Desde lo inerte surgirá con más fuerza, más libre, porque ha vencido a la muerte. Otra vez.
Bella metáfora, bonito consuelo. O terrible maldición: depende de saber si el fuego te consume o te libera.

lunes, 6 de octubre de 2025

Ataduras

Cada época tiene sus cadenas.
Un eslabón de esta es ir retransmitiendo al segundo cómo vivimos. Se envían y se ven fotos como para montar millones de vidas distintas, aunque iguales: encuentros, comidas, anécdotas, lugares, logros, bromas. 
Somos testigos de cada paso, cada estado de ánimo, cada evento. 
Nos bombardean y contraatacamos bombardeando, no podemos quedarnos atrás o dejaremos de existir.
Convertidos en personajes de nuestra propia ficción diaria, nos vemos viviendo, nos reducimos a fotos, porque parece que recordar lo que vemos desde nuestros ojos ya no sirve: debemos vernos viéndonos mientras nos ven.

lunes, 29 de septiembre de 2025

Escapar

Los años pasan, se escurren; lo vivido nunca es lo que se deseó; se mira atrás con cierto recelo, añorando lo que se hubiese realizado mientras se barajan esos "si hubiera..", atascados en esa certeza de equivocación, aliviada al intuir que no todo se hizo mal.
El tiempo tiene eso, que no regresa, que amordaza cualquier nuevo intento de vivir lo mismo. Nos deja el recuerdo de lo que creemos que se hizo, porque ni siquiera es lo que fue.
El tiempo, esa cárcel que nos atrapa desde que aprehendemos que nos gobierna, y del que hay que procurar un modo de escapar: solo encontré la imaginación.

lunes, 22 de septiembre de 2025

Mensajeros

Leyendo sobre el pueblo armenio, que también le tocó vivir el horror de su genocidio en este siglo pasado, supe historias de sus deportaciones contadas con esa magia, entre superstición y fe, característica de ellos; sus andares bajo el terror lo llevaron con una dignidad serena.
Una de las historias es la que fragmento ahora: para comunicarse entre las distintas zonas donde iban siendo arrastrados y ubicados utilizaron un método de lo más ingenioso.
Llamaban a uno de los niños huérfanos, los padres no les dejaban irse de su lado, que aún tuviera fuerzas y dándole comida para el trayecto y órdenes detalladas de cómo moverse por la noche hasta llegar el emplazamiento final, le limpiaban la espalda, y lo hacían tumbarse con los brazos en cruz. La piel sin grasa por la falta de alimentos era perfecta para hacer las veces del papel, le escribían con una pluma toda la superficie hasta la rabadilla, y el niño aguantaba el dolor, al principio más soportable, luego menos, de la punta de la plumilla rasgando su espalda. Una vez terminado el mensaje, se le ensuciaba la piel con lodo para que no se viese lo que llevaba si lo apresaban y lo mandaban al otro lado, con la advertencia de que si lo iban a coger se tirase al río Eúfrates, por cuyos márgenes iría hasta el campamento, para que mojada, la piel escupiera la tinta y nadie leyese lo que no tocaba. A la vuelta era el mismo proceso.
Mensajeros de mensajes vivos.