lunes, 1 de septiembre de 2025

Renovación

Unos días donde la rutina ha cambiado, donde los paseos han sido otros, luces, gentes, estímulos distintos. 
Un caos ordenado, un orden caótico que ha modificado rutas, al estar donde no debería haber estado, se han entrecruzado momentos que no habrían sido posibles sin esos kilómetros de tinta, de caminos, de ideas.
No solo se empieza un año cuando se empieza; los años los comenzamos cada día, cada hora, cada segundo. 
Este lo cerraría con folios blancos manchados de palabras, a espera de un año que entrará sin grandes esperanzas pero con pequeñas ilusiones.
Son días retales; los restos que quedan de lo que se esperó, esperando que el nuevo tejido tengo un diseño más luminoso.

lunes, 25 de agosto de 2025

Ayer

    A veces, te das de bruces con objetos del pasado, te encuentras contigo misma, la que eras, la que recuerdas y ya no eres. 
    Tantas cosas olvidadas que se resisten a ese olvido y esperan salir de nuevo a la luz. 
    Encontrarlas es una jugada del tiempo, ese continuo discontinuo que siempre sorprende.
    Cuando te topas con tu pasado, olvidas el presente para ir hacia atrás y mirar tu yo borroso de ayer. Recuperas sensaciones, te asalta el olor, la luz, revives lo que se hizo antes y después de ese tiempo apresado. 
    Te ves como alguien querido que ya no está, quedan esos recuerdos que testifican quien fuiste, que esbozaban quien serías. Quien eres. O no.
    Los acaricias, les exiges que te cuenten cómo fue su vida contigo, que recuperen la viveza de cuando eran imprescindibles. Deseas volver a soñar como soñabas.
    Trazos de un pasado que, por mucho que creas olvidado, está presente en ellos, lo inundan todo.
           Y ahí estás, de pie en tu hoy, mirando tu ayer.

lunes, 18 de agosto de 2025

Fragmento de Laberintos: AQUÍ ESTAREMOS BIEN

 

    A ella tampoco le va bien en casa.
    Lo sé porque somos los únicos que llevamos manga larga en verano, contestamos demasiadas veces me caí, no es grave  y no salimos corriendo de clase para ir a casa.
    Hacemos tiempo.
    Mucho.
    Nos conocemos los parques, las tiendas, las aceras, los descampados. Nos conocen los dependientes, los jardineros, la señora que se esconde tras la cortina para que no la vean mirar. Nos saludan. Nos vigila.
    Tardamos un tiempo en acercarnos; cada uno en un extremo de la calle, de los parques, de las aceras, de los descampados. Nos mirábamos desde lejos comprobando que hacíamos lo mismo; dar tiempo al tiempo para ver si, con suerte, cuando llegue ya se ha ido, no está quien debería estar para cuidarme. Para cuidarnos. 
    Esperar cansa.
    Sobre todo, cuando no hay nada que esperar.

  

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lunes, 11 de agosto de 2025

Fragmento de Laberintos: SU MAMÁ TAMPOCO LO SABE

 

    Hoy ha traído un estuche precioso lleno de lápices de colores. No solo había amarillo, rojo, azul, había un montón de cada uno. Estaban ordenados como el arcoíris y dibujar con ellos parecía divertido; tanto, que cuando la señorita dijo, ahora toca pintar, procurad no saliros del contorno, todos le pidieron que les dejara alguno.
    La primera fue Ana, que es muy mandona, hale, qué bonito, préstame el azul delfín, por favor, y Maribel se lo dejó.
    Entonces, todos se lanzaron a pedirle un marrón oso, un amarillo plátano, el gris acera o el rojo diablo.
    Ella decía, vale, mamá dice que hay que compartir, pero luego me los devolvéis.
    Se montó un lío tremendo.
    Y cuando la maestra dijo vamos, a recoger, no dejéis nada por el suelo que hay que ser considerados con la señora de la limpieza, se montó otro lío tremendo porque el estuche no recuperó su arcoíris completo. Ni por mucho que la profesora, alarmada por los lloros de Maribel, nos pidiera portaos bien, tenéis que devolver lo prestado.
    El estuche quedó tristón, con huecos entre tonos sin luz, como una boca mellada, como la de mi primo que me dijo que por la noche fue el ratoncito Pérez y le cambió el diente por una moneda. Dijo que a mí también se me caerán, y que a cada diente tendré una moneda. No sé si me gusta la idea; me da miedo lo de que sea un ratón y lo de no tener dientes.


   

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lunes, 4 de agosto de 2025

Fragmento de un Laberinto: MÁS ALLÁ DE LAS ROCAS

 

    Todo mi recuerdo huele a salitre, a rocas negras, a peces.  A vidas arrebatadas: el tributo que exige el mar por vivir de él.
    A esos atardeceres también va mi abuela.
    Anda despacito, manchándose de arena.
    Nunca se acerca a las rocas. Ya lo hizo bastante de niña, de moza, de novia, de esposa, de madre. De viuda.
    Prefiere esperarnos cerca del puerto, haciendo como que ve a mi abuelo, al que no conocí, cuando llegaba a salvo en su barco, saltando del mar a tierra, amarrando al Sardinero hasta el día siguiente. Ayudando a los hombres con las redes, la carga, el hielo. Haciendo bromas aliviados. Mañana ya se verá, hoy seguimos bien. Le es más fácil imaginarse otra vida ahí, cambiar su historia solo unos instantes, lo que dura un recuerdo.
    Por eso no baja hasta las rocas desde donde jamás lo verá regresar. Le dolería recordarse en esa espera tensa para asegurarse de que los barcos sobrevivieron al día, al mar, al destino. Al sacrificio.


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lunes, 28 de julio de 2025

Fragmento de un Laberinto: YA ESTABA ROTO

    Se acaba de romper.
    Lo escuché estrellarse contra el suelo haciendo eco dentro de mí.
    Roto en su mirada, en ese silencio tras el estallido.
    Todo roto. 
    Ahora comprendo las señales, cuando no hace falta.
    No supe leerlas.
    Esos gestos distantes, las miradas hastiadas, los monosílabos frecuentes. Tan justificable antes: tuvo un mal día, está cansado, no son horas. Tan evidentes ahora.
    La relación acaba de estallarnos a la cara.
    Nos hemos roto.
    Lo sé antes de querer saberlo. El golpe que anestesia unos segundos antes del dolor.
    Estoy repasando lo que dijimos. Pienso en lo que se pudo decir: y si yo, y si él, y si no, y si entonces…, un infinito imposible de posibilidades malogradas en este mismo segundo donde no puede ser, porque ya fue. Ha sido.
    Está siendo. 
    Acaba de ser.
    Es.
    Lo dicho no tiene vuelta atrás.
    Cuando las palabras estallan nunca encuentras sus pedazos, se clavan dentro.
    De ahí jamás salen por mucho que las distorsionemos; son lo único que nos queda.



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lunes, 21 de julio de 2025

Reseña; La estela del milano negro, de Elena Casero

 

La nueva novela de Elena Casero es una novela negra muy personal. 
La estela del milano negro tiene los elementos del género, desde ellos critica, muestra y nos mete en dos realidades: la de asesinatos, traiciones y giros propias de la novela negra y la del marco donde se dan los hechos: la España rural.
Consigue la intriga de quién ha matado a quien y por qué, pero va más allá: nos muestra la cotidianeidad  de la vida en los pueblos y lo hace desde los habitantes que va interrogando el protagonista, un detective contratado por una mujer del pueblo.  
Como buena novela negra, el narrador es el detective. Desde su voz sarcástica nos muestra, no solo el entramado que va descubriendo, sino su propia vida y debilidades.
Siguiendo la línea clásica de novela negra hay una chica, en este caso, la hija del detective, Olivia. Ella es la segunda narradora del libro. Cuando vemos las cosas desde su perspectiva el capítulo lleva su nombre; su visión crea un contraste interesante con el del padre.
Esos dos narradores nos llevan a conocer a los personajes de un pueblo peculiar donde nos adentramos en un entramado endogámico de muertes y traiciones que no defrauda. El tono irónico con tendencias cínicas es su punto fuerte.
Por otro lado, mientras se va investigando se muestra la realidad dura de las gentes del pueblo que va más allá de la trama detectivesca.
Los personajes que salen cuentan situaciones reales de la vida rural. Elena lo hace metiendo el dedo en la llaga para enterar al lector de que, a veces, el crimen real no es el muerto de turno, es el abandono administrativo y social, los usos y abusos de los que mandan en ese momento, y cómo los invisibiliza la otra parte del país: la urbana.
Los personajes que va conociendo el detective son entrañables. No quiero nombrar ninguno, porque es el lector quién los tiene que ir conociendo, no quiero presentarlos antes de hora, es parte de la intriga. 
Como tampoco quiero desvelar cómo hace quien lo contrata para integrarlo en el pueblo y pueda investigar sin levantar sospechas.
Toda novela de detectives tiene sus misterios y solo la lectura los ha de desvelar. Yo solo recomiendo que vayáis a ese pueblo de la mano del detective y su hija para seguir la estela de milano negro y disfrutar conociendo a sus gentes y sus entramados.
Os gustará.

Editorial Alalimón