jueves, 31 de diciembre de 2015

Año 2016

Cada día se cumple un año, pero parece que se celebra más el de esta noche, así que el umbral de este día con el otro, nos trae trescientos sesenta y seis más.
Que sean, todos y cada uno, grandes.
Besos.

lunes, 28 de diciembre de 2015

Informarse

Se tiende a creer lo que se nos dice, más aún si se activa el sesgo de autoridad que ya comenté, se vive sin esa postura crítica que es la que llevó a unos pocos, da igual la época, a cuestionárselo todo y por lo tanto, a avanzar en la Historia, consiguiendo que ese criterio libre les llevara, muchas veces incluso, a la hoguera o en el mejor de los casos, al ostracismo, pero que ahora, desde la comodidad, veneramos.
Lo malo, es que actualmente, dejamos de pensar, no por miedo, sino por simple despreocupación, desidia, o llanamente, por falta de costumbre.
Se tiende a creer, también, lo que nos conviene, si lo que se nos pone por delante es un crítica negativa contra algo, o alguien, que nos perjudica lo aceptamos sin más.
Y aquí estamos en el siglo XXI cometiendo los mismos errores, haciendo eco de lo que se nos dice, haciéndonos cruces cuando quieren y sin más capacidad de crítica, de investigación, de mirar los dos lados de la moneda para luego, ya, decidir, opinar, criticar.
George Orwell, en su 1984, se acercó más que peligrosamente a esa dictadura perfecta basada en la neolengua, en el no pensar por uno mismo, y en el no sorprenderse por las obvias contradicciones de los que lanzan la información.

viernes, 25 de diciembre de 2015

Nueva novela

Las galeradas de la nueva novela llegaron esta noche, un buen regalo para trabajar estas fiestas. 
Pronto pondré sus primeras páginas aquí. 
Por ahora, agradeceros que me sigáis, que leáis las palabras que dejo en este espacio.
Buenas fiestas.
Gracias.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Nada más

Es curioso, cuando a veces, entramos en casa, o estamos entre amigos, y nos sentimos seguros; es como cuando niños y se jugaba al escondite o cualquier juego de tensión, se tocaba mare, y si lo hacías, estabas a salvo; nadie podía hacerte nada.
De adultos también necesitamos ese refugio incondicional, y como de chicos, no cuestionable, porque a ver, ¿por qué detrás de ese árbol estás libre y más allá, no? era el lugar arbitrariamente elegido para ser zona segura. Como una frontera u otra cuando hay guerras. Es un gran juego también.
Y tampoco nos lo cuestionamos del todo, porque una vez en esa casa, ese país, esa familia, ese amigo..., en realidad, tampoco estamos más seguros que tras el árbol: tan sólo somos unos minúsculos seres habitando un planeta pequeño precariamente en equilibrio en un universo inmenso, desconocido, infinito....
Somos nada sobre nada en la Nada.

jueves, 17 de diciembre de 2015

Puertas

Detrás de una puerta hay otra que abres y que da a un pasillo largo y eterno que comienzas a recorrer, las piernas se cansan pero la mente insiste y no las deja flaquear, las distrae pensando en cualquier cosa, y cuando menos te lo esperas, cuando ya iban solas, llegas al final de ese interminable corredor donde quizá hayan transcurrido años, siglos mientras lo recorrías. Te encuentras con que hay otra puerta. La intentas abrir pero no cede. Estás un rato maniobrando el pomo y hasta la golpeas con el cuerpo, pruebas con los insultos, pero no hay caso: no se abre. Miras a tu alrededor pero solo están las paredes que crean el pasillo por donde viniste. Se te pasa por la mente regresar. Los pies aún duelen, la mente rechaza la idea. Te sientas, después de haber intentado de nuevo abrir la puerta que impide que avances. Puede que hasta caigas en un duermevela que te sumerja en la sensación lejana de que habías abierto una puerta que conducía a otra y que esta daba a un pasillo kilométrico que terminaba a su vez en una puerta cerrada donde te acurrucabas a soñar.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Todo pasa

El tiempo pasa volando, es una expresión que a veces se queda corta, sobre todo cuando miras hacia atrás, y ves todo el tiempo transcurrido: marea.
Lo mejor es contabilizarlo por cosas realizadas, logros superados, metas que aún siguen, pero están más avanzadas, ideas que nos acompañan y crecen.
El tiempo sin nada que lo plasme, parece más muerto, más estéril, más tiempo.
Ese día a día que nunca parece terminar, que nos obliga a salir adelante, a conseguir propósitos, es en realidad el Tiempo, el reloj de arena que miras hipnotizado mientras ves caer los granitos minúsculos de una parte a otra, arriba lleno, abajo, llenándose; ahí está ese discurrir continuo y no notas que se va vaciando; tarda tanto... y cuando más absorto se está viendo pasar la arena, se forma ese remolino arriba, indicando el principio del fin; lo que había en abundancia, se va. Y se va, ves ese último granito caer y ya está, se terminó el tiempo.
Menos mal, que en este caso, aún se le puede dar la vuelta para invertirlo..., pero una vez habrá que no.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Normalidad

El día a día se hace eterno si no lo animamos.
La cuestión es que no lo tomemos como algo inmutable y cotidiano; por mucho que tengamos que pasear por él de la misma manera, con el mismo cuerpo, no tenemos por qué, y ahí viene el aderezo, atravesarlo con los mismos sentimientos ni ideas.
Antes de volcar mis emociones y pensamientos en las hojas, en forma de palabras -cosa que hice desde bien chica-, las soltaba, solo que no conscientemente, las llevaba conmigo, como una bufanda, y miraba la vida a su lado, distorsionando las cosas a mi placer; a veces andaba el camino al colegio como pirata herido, otras como fantasma vengador en busca de su asesino, algunas como detective rastreando misterios -y alguno me fabriqué la mar de interesante-, otras como una gran estrella..., cada día a día, una meta diferente, los pasos que me llevaban a la rutina del colegio iban por un lado, mi mente por otra, la diferencia no era el camino era cómo lo veía cada una de mis creaciones.
Y ahí sigo intentando romper como sea el espejismo de normalidad.

lunes, 7 de diciembre de 2015

Diferencias

Hay preguntas incontestables que seguimos haciéndonos, desde que aprehendimos que no somos eternos.
Una de ellas, es qué sentirá un suicida, por qué adelanta su final, hasta qué punto se arrepiente, cuando ya ve que no hay remedio, de haberse despedido de sí mismo antes de hora.
Los mitos y elucubraciones que se han acumulado a lo largo de la historia sobre ese momento entre la vida y la muerte son muchas y la mayoría hermosas; esa despedida de un estado al otro es lo que más cercano creemos tener; desde Caronte y su barca, las monedas sobre los párpados para pagar el peaje, incinerar el cuerpo para que el humo llegue mejor, enterrar los restos con todos sus bienes y mascotas para que no esté solo cuando despierte en la otra orilla, hasta esa luz que dicen se ve al final de un túnel oscuro donde se proyecta la vida que se vivió, pero esta vez con sentido.
Es como si creyéramos que en esos segundos en los que todavía no morimos pero ya no vivimos, nos dieran la clave: saber antes de desaparecer, o saber que nunca dejaremos de recordarnos. Una última concesión a nuestra capacidad humana de ser uno mismo. La que nos da miedo perder en la Nada.
Por eso, uno que ha acelerado el proceso, a la fuerza, ha de experimentar algo diferente, ya que antes de dar el paso, pertenecía al otro lado, vivía desde él, y ni la vida con su fuerte instinto, le recuperó: ya había cruzado el margen antes de atravesarlo.
Ese instante de tránsito, donde se crean fantasmas y aparecidos, es una zona para soñar que vives, si ya has muerto, o que moriste si aún estás vivo.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Lado oscuro

Solemos sorprendernos gratamente cuando algún conocido da un salto y se pone, durante un tiempo, por delante de lo cotidiano; un premio, un acontecimiento que rompe la rutina, lo que sea..., y si es muy sobresaliente nos gusta decir que lo conocemos, y nos sentimos orgullosos.
Pero a veces, aquellos a los que conocemos y destacan, lo hacen para mal; salen en los medios de comunicación, no por haber descubierto, realizado, ganado algo sino por todo lo contrario, por haber destruido, roto y arrinconado algo. Los ladrones, los asesinos, los desalmandos también tienen conocidos y a veces, la persona que ves en la pantalla, esa que ha cometido una atrocidad, es un rostro que ves a menudo, con quien has compartido tiempo o infancia.
Cierto que también decimos que lo conocimos, pero ya no con orgullo, sino con un velo turbio, oscuro, algunos morboso, otros incrédulos, de que se haya hablado con el protagonista del horror.
Es así, a veces, la gente que conocemos no sólo destaca para bien sino para mal. Y si los primeros pueden llegar a darnos envidia, sana, los últimos, nos dan escalofríos y nos muestran el abismo negro que todos bordeamos.