lunes, 31 de diciembre de 2012

2013

Es un año que empieza, como empieza uno a cada segundo, pero este cierra calendarios y propone novedades.
Que lo sean de verdad, buenas, malas, terribles y mágicas, como es cada día.
Buen año nuevo, buen día nuevo.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Tiranos del mundo

La maldad no se puede negar; está presente diariamente, aunque lo normal es verla pasar de cerca sin que nos toque, pero cuando lo hace, cuando pega de lleno, la reacción inmediata es asombrarnos de que exista. 
Pues existe.
El Mal abstracto, igual que el Bien abstracto, es más fácil de entender; son constructos etéreos, casi, con los que podemos vivir; y claro, todos elegimos el bando del Bien. Solo faltaría. Pero el mal y el bien, son las acciones diarias, los modos de movernos con nosotros mismos y los demás. Es el grado de manipulación más allá de unos fines, más allá de lo normal. Todos manipulamos, conscientes o no, saberlo es lo que nos frena; buscar el porqué, mirar los motivos propios y no hacerlo, lo da la madurez, el sentido común, el conocimiento de uno mismo. 
Pero hay personas que se esconden en un halo de pureza, se proclaman de la facción del bien, y desde ahí, sin introspección, porque para eso están situados en el bando de la verdad, van creando a su alrededor movimientos de otros a su favor, exigiendo, desde la dictadura emocional, desde el miedo, que se les dé lo que quieren, y si para eso han de moldear, incluso mutilar las intenciones naturales de los demás, lo hacen; sin problemas, jamás tendrán remordimientos porque nunca se verán como los malos; ante ellas, no lo son. Si alguien falla, no son ellas, fueron los demás que no actuaron como debieran; es decir, como mandaron.
Una vez obtenido el beneficio, suelen apartar a quienes se lo dieron, cansadas de la facilidad con que se lo ofrecen. Sueltan y siguen buscando personas, que ingenuas o deprevenidas, no sepan aún que el mal, en abstracto, es más fácil de detectar que el mal que conllevan las personas actuando desde el egoísmo y la tiranía, porque normalmente, esos tiranos, saben hacerse de querer, de admirar incluso.
Si no, por qué el día del entierro de Stalin hubieron tantos muertos al intentar acercarse a su cadáver, avalanchas humanas para dar el último adiós a quien les esclavizó.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Tránsitos

Hay preguntas incontestables que seguimos haciéndonos, desde que aprehendimos que no somos eternos.
Una de ellas, es qué sentirá un suicida, por qué adelanta su final, hasta qué punto se arrepiente, cuando ya ve que no hay remedio, de haberse despedido de sí mismo antes de hora.
Los mitos y elucubraciones que se han acumulado a lo largo de la historia sobre ese momento entre la vida y la muerte son muchas y la mayoría hermosas; esa despedida de un estado al otro es lo que más cercano creemos tener; desde Caronte y su barca, las monedas sobre los párpados para pagar el peaje, incinerar el cuerpo para que el humo llegue mejor, enterrar los restos con todos sus bienes y mascotas para que no esté solo cuando despierte en la otra orilla, hasta esa luz que dicen se ve al final de un túnel oscuro donde se proyecta la vida que se vivió, pero esta vez con sentido.
Es como si creyéramos que en esos segundos en los que todavía no morimos pero ya no vivimos, nos dieran la clave: saber antes de desaparecer, o saber que nunca dejaremos de recordarnos. Una última concesión a nuestra capacidad humana de ser uno mismo. La que nos da miedo perder en la Nada.
Por eso, uno que ha acelerado el proceso, a la fuerza, ha de experimentar algo diferente, ya que antes de dar el paso, pertenecía al otro lado, vivía desde él, y ni la vida con su fuerte instinto, le recuperó: ya había cruzado el margen antes de atravesarlo.
Ese instante de tránsito, donde se crean fantasmas y aparecidos, es una zona para soñar que vives, si ya has muerto o que moriste si aún estás vivo.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Retos que llevan a otros retos

Tener metas es necesario. Y duro. 
Necesario porque conseguirlas guía las horas, el esfuerzo, ilumina lo oscuro que sería dejar pasar las horas, los días, los años viendo cómo desaparecen sin más logros ni acumulaciones, sin haber materializado ningún deseo.
Y duro porque alcanzar la meta es un reto muchas veces agotador; dependiendo de lo ambiciosa que sea puede desesperar hasta llegar, incluso, a perder el sentido, por andarse entre frustraciones y fracasos.
Hay que entender que desear algo, intentar conseguirlo, está en regatear los acontecimientos, es el arte de procurar que encaje lo que queremos con lo que sucede. 
Uno quiere que las cosas ocurran como las ha ideado, pero las situaciones se dan independientemente de nuestros sueños. Solo suceden.
Aún así, mejor tener un porqué, siendo conscientes de que no es un fracaso cada vez que un intento no sale como se pensó. 
Lo realmente importante es seguir enfocando, superando, moldeando lo que se quiere.
Cualquier meta es un reto que lleva a otros retos.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Cadenas

Uno construye, otro viene y lo destruye. Y así van las cosas. A cualquier nivel. No es una queja, es una realidad. Lo que intentamos siempre, después de la destrucción es que no nos afecte demasiado, o ver por qué fue arrasado y empezar a crear de nuevo, lo roto o quizá otra cosa.
Desde la autoestima, hasta una ilusión, o un proyecto, un trabajo, un algo..., uno hace y otros deshacen. Y la primera vez que te enfrentas a eso, de niño, es cuando empiezas a entrar en el mundo del adulto. Dejas la ingenuidad, aprendes a defenderte, a entender que dejar, no es que te quiten las cosas, que a esperar de alguien algo, no es frustrarte porque no te lo den..., aprendes a que a pesar de que te destruyan, has de ser mucho más fuerte, y seguir creando.

martes, 18 de diciembre de 2012

Somos

Los problemas, verlos, saber qué hacer, solucionarlos en suma, es de lo más fácil que hay: quién no entiende que un borracho terminaría con su problema simplemente dejando de beber. Es obvio.
Pero ahí está lo duro; en dejar de beber, en dejar de ver a esa persona, o en no comer tanto, en hacer más ejercicio, o en cambiar de empleo, casa, pareja, hábito, ciudad..., lo que es tan sencillo de ver y comprender, es lo más complicado de hacer.
Ni el borracho deja de beber simplemente, ni se cambian hábitos ni se dejan personas. Sabiéndolo, se sigue jugando, bebiendo, robando, impostando, sufriendo con él o con ella, muriéndonos poco a poco atrapados en nuestros propias trampas tan fáciles de ver, tan imposibles de abandonar.
Y así vamos viviendo, muriendo, actuando contra nosotros mismos, desajustando lo que se arreglaría con no mirar atrás, evitándolo, comportándonos de modo opuesto. Pero nos aferramos a los recuerdos, al instante de placer dudoso que nos ata, al yo erróneo. No sabemos liberarnos de nuestra propia condena; la que nos encarcela en lo más profundo de nosotros: la incapacidad de dejar atrás lo que nos impide ir hacia adelante.
Somos la contradicción del propio deseo.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Comunicación

Es gratificante intercambiar palabras, pero aún lo es más compartir el silencio. Sentirse plenamente comprendido sin necesidad de diálogo, a gusto con la ausencia de cualquier estorbo que amenace romperlo. Sólo se podría admitir un suave contacto, un leve roce, una ligera presión. Nada más.
Esos momentos blancos dicen más y son mas profundos que horas de conversaciones, planes, caminos, imágenes. Sólo cerrar los ojos y escuchar lo inaudible, lo que ni uno sabe que lleva dentro ni se dice; el ruido diario lo enmudece.
Silencio en compañía. Sin tensión. Sin tiempo.
El lujo de oír tu silencio escuchando ese otro silencio igual de mudo y vital, nos confiere la sensación de entenderlo todo sin necesidad de explicar nada, lo que no logran las palabras, eternas liantas. Pueden pasar minutos, segundos, horas o años, en la misma posición sin hablar, intercambiando sensaciones conocidas, recuperadas o nuevas: un transvase ancestral de paz, tranquilidad.
Puede que nuestros antecesores se sintieran así hace tanto, no hace nada, ante el fuego, recogidos, sin apenas modo de hacerse entender por un lenguaje incipiente pero ya hermanados en las emociones, lucha, curiosidad, afán por estar juntos; necesidad de ser unos en otros. Quizá ese silencio atávico sea el que se convoca cuando encuentras con quien compartirlo.

Y en ese silencio se dice todo.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Solo para niños

Son fechas extrañas las que se avecinan. De niños no creo que haya nada mejor que esperar con esa ilusión totalitaria infantil que se cumpla lo que se escribió en una carta, a cambio de haber sido buenos.
No creo que sean los regalos en sí los que hagan que los niños se sientan tan entusiasmados, sino que los traigan seres mágicos, personajes de cuento, jueces del Bien y del Mal, seres absolutos como ellos.
Los niños creen. Y esa fe hace que efectivamente, estas fechas sean especiales. Nos contagian a los adultos y nos reducen a los críos que fuimos, casi oímos junto a ellos el paso de los camellos o el ruido del trineo o vemos las siluetas de esos Reyes Magos cargados de regalos; hasta distinguimos entre los demás el que hemos pedido en esa carta con letra infantil, apenas inteligible, bordeada de sueños.
Son días para ellos, para la infancia, para recordar a la familia, sabores únicos, olores jamás repetidos, casas ajenas calentitas, un ir de aquí para allá, y todo eso unido al nudo en el estómago del susto de si nos traerán o no lo que pusimos en esa carta festoneada de azul y echada en ese buzón de correos especial. Como esos días.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

12-12-12-12

Es una hora normal, las doce, de un día anodino, el doce, del último mes del año, el doce del dos mil doce

12h-12-12-12

Es lo que es; un ajuste humano del Tiempo inasible.

martes, 11 de diciembre de 2012

Mensajes vivos

Leyendo sobre el pueblo armenio, que también le tocó vivir el horror de su genocidio en este siglo pasado, supe historias de sus deportaciones contadas con esa magia, entre superstición y fe, característica de ellos; sus andares bajo el terror lo llevaron con una dignidad serena.
Una de las historias es la que fragmento ahora: para comunicarse entre las distintas zonas donde iban siendo arrastrados y ubicados utilizaron un método de lo más ingenioso.
Llamaban a uno de los niños huérfanos, los padres no les dejaban irse de su lado, que aún tuviera fuerzas y dándole comida para el trayecto y órdenes detalladas de cómo moverse por la noche hasta llegar el emplazamiento final, le limpiaban la espalda, y lo hacían tumbarse con los brazos en cruz. La piel sin grasa por la falta de alimentos era perfecta para hacer las veces del papel, le escribían con una pluma toda la superficie hasta la rabadilla, y el niño aguantaba el dolor, al principio más soportable, luego menos, de la punta de la plumilla rasgando su espalda. Una vez terminado el mensaje, se le ensuciaba la piel con lodo para que no se viese lo que llevaba si lo apresaban y lo mandaban al otro lado, con la advertencia de que si lo iban a coger se tirase al río Eúfrates, por cuyos márgenes iría hasta el campamento, para que mojada, la piel escupiera la tinta y nadie leyese lo que no tocaba. A la vuelta era el mismo proceso.
Mensajeros de mensajes vivos.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Telas

Cuando chica me entusiasmaban los nombre de los tejidos y el mundo que los rodea: seda cruda, chantilly, franela, organza, blanco roto, puntilla, cenefa, griega, organdí... me parecían más nombres de postres que telas. En vez de ver vestidos imaginaba pasteles, nata, chocolates. Me era imposible creer que esos nombres definieran otra cosa.
Tuve la suerte de poder pasearme de niña entre rollos de telas, botones dorados guardados en esas cajitas marrones que se abrían sin abrirse del todo para evitar que se cayeran, y señalados con una muestra del botón que contenían; me encantaban. Y ver cómo el sastre pintaba con grisú sobre las telas, mientras miraba sus notas, incomprensibles, de las mediciones que hacía antes a sus clientes con un metro que llevaba colocado al cuello para medirlo mientras le obligaba a moverse como él quería, "A ver, suba los brazos, mueva la cadera", mientras anotaba o dictaba cifras y nombres divertidos en la libreta que luego miraría para trazar ese cuerpo sobre la tela elegida; 23 de sisa, 70 de cintura.
También recuerdo el aparato que servía para afilar el grisú; una jaulita con láminas en la parte de arriba que permitía moldearlo y dejaba que el polvo fino fino cayese dentro. Cuando no me veían abría la caja y metía el dedo para probarlo; me gustaba ese sabor que me recordaba las telas de nombres de postres.
Y los hilos y las agujas y los alfileres y los mostradores de maderas nobles y olorosas y la gente cosiendo y hablando sin perder puntada.
Esos recuerdos siguen vivos y el no ser capaz de ver tejidos ante nombres como nylon o muselina también.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Exigencias

Los vivos necesitamos de los muertos para encontrar un sentido a la muerte. Los cuidamos y mimamos, les compramos nichos, ataúdes, panteones cómodos y lujosos. Les llevamos flores, los invocamos desde tableros, rezos, fotos que presiden salones o llenan cajones, entre pétalos secos. Los llevamos en el recuerdo, entre las palabras cuando añoran, en los momentos cuando algo vivo nos los trae.
Es como si no quisiéramos admitir su marcha, su huida casi a traición de una vida que nos impone un final. Los vestimos de fantasmas y apariciones, letras, colores y notas. No les dejamos ir, nos negamos a quedarnos solos, esperamos de ellos que nos digan, al menos, qué nos espera, qué tienen ellos que no tenemos nosotros, los vivos.
Les demandamos una respuesta. Y no nos la dan.

martes, 4 de diciembre de 2012

Crear

Es curioso que se diga que un artista llega a la cima de su creación cuando alcanza, por ejemplo: un pintor, un cuadro en blanco; un escritor, una frase mínima con la quintaesencia del todo; un músico, tres notas condensadas en ellas la música de las esferas.., es decir cuando lo que creas roza la Nada: la esencia del todo dicho con nada.
Puede ser, sí, a lo mejor la búsqueda de uno mismo, de la vida a través de la disciplina elegida, del porqué de las cosas, nos lleve de la ilusión de crear, a crear investigando y desplegando todas las etapas, para acabar donde se empezó: en nada. `
Quizá el recorrido valga la pena, porque ciertamente, no se vuelve al mismo punto, se ha dado la vuelta al mundo, al propio universo, y si se parte sin nada para regresar con nada, no se puede negar lo mucho que se vio de todo.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Excusas

Pensar por uno mismo siempre es difícil, cuando se empieza a hacerlo, o se debería, se tiene unos trece o catorce años y hasta tú mismo te das cuenta de que tus ideas son meras mezclas de muchas; ese amigo que admiras, restos de las de los padres, tímidas aportaciones de un pensamiento propio incipiente... pero son distintas a las que antes pensabas, eso sí lo notas. Y lo coges y vas limando, quitando lo que sobra, leyendo sobre lo que quieres saber desde las bases y asombrándote de todo, ya que las raíces son siempre increíbles, sobre todo, cuando has visto primero las ramas, las hojas, las flores, y creces, y te afianzas en tu visión de las cosas, cada vez más tuya, cada vez menos entreveradas de otros punto de vista. Y sigues, y para ello nunca dejas de curiosear, dejarte sorprender, y la inflexibilidad la rechazas por lo que tiene de corsé limitador, y junto con tus pensamientos, van tus actos, y cada año son más afines, y si no, paras y miras y cambias.
Eso es lo que tendría que ser. Pero me temo, que la adolescencia, ahora mismo, solo es una excusa para que al gritar, tus padres te justifiquen porque las hormonas van locas. 
Lo que va loco es otra cosa.