martes, 29 de mayo de 2018

Todo pasa

Los años pasan, se escurren; lo vivido nunca es lo que se deseó; se mira atrás con cierto recelo, añorando lo que se hubiese realizado mientras se barajan esos "si hubiera..", atascados en esa certeza de equivocación, aliviada al intuir que no todo se hizo mal.
El tiempo tiene eso, que no regresa, que amordaza cualquier nuevo intento de vivir lo mismo. Nos deja el recuerdo de lo que creemos que se hizo, porque ni siquiera es lo que fue.
El tiempo, esa cárcel que nos atrapa desde que aprehendemos que nos gobierna, y del que hay que procurar un modo de escapar: solo encontré la imaginación.

martes, 22 de mayo de 2018

Ser

Cuando puedes pasarte una tarde entera observando cómo unas hormigas se ajetrean, o te abismas en el agua de un río mientras fluye, o el cielo se oscurece mientras escuchas, desde un lugar fijo, lo que los que se mueven van contándose, o las horas transcurran pensando en vidas que no existen porque las imaginas. 
Si tu tiempo se abre a otras dimensiones, tu mente está ocupada en traspasar la capa de realidad y las ideas no son las habituales. Cuidado. Estás en el límite del ser, de crear o destruir. 
Pensar es lo único que tenemos.
Y dudar de lo pensado.

jueves, 17 de mayo de 2018

Todo

Es gratificante intercambiar palabras, pero aún lo es más compartir el silencio. Sentirse plenamente comprendido sin necesidad de diálogo, a gusto con la ausencia de cualquier estorbo que amenace romperlo. Sólo se podría admitir un suave contacto, un leve roce, una ligera presión. Nada más.
Esos momentos blancos dicen más y son mas profundos que horas de conversaciones, planes, caminos, imágenes. Sólo cerrar los ojos y escuchar lo inaudible, lo que ni uno sabe que lleva dentro ni se dice; el ruido diario lo enmudece.
Silencio en compañía. Sin tensión. Sin tiempo.
El lujo de oír tu silencio escuchando ese otro silencio igual de mudo y vital, nos confiere la sensación de entenderlo todo sin necesidad de explicar nada, lo que no logran las palabras, eternas liantas. Pueden pasar minutos, segundos, horas o años, en la misma posición sin hablar, intercambiando sensaciones conocidas, recuperadas o nuevas: un transvase ancestral de paz, tranquilidad.
Puede que nuestros antecesores se sintieran así hace tanto, no hace nada, ante el fuego, recogidos, sin apenas modo de hacerse entender por un lenguaje incipiente pero ya hermanados en las emociones, lucha, curiosidad, afán por estar juntos; necesidad de ser unos en otros. Quizá ese silencio atávico sea el que se convoca cuando encuentras con quien compartirlo.

Y en ese silencio se dice todo.

martes, 15 de mayo de 2018

Reseña de En esa delgada línea

RESEÑA DE TINO PERTIERRA


El juego de las memorias que Eva Monzón emprende con “En esa delgada línea” un atrevido viaje literario de narraciones cruzadas.
Todo un desafío. Eva Monzón muestra en En esa delgada línea “cómo nos narramos lo que sucede, lo que nos pasa, dando así sentido a lo vivido, aunque no sea lo que ocurrió, de hecho, no suele serlo. Inventamos sobre la realidad, una que se nos revela como real al contárnosla y contarla. La necesidad de dar sentido al sin sentido de la vida es tan humana como falsa: nunca somos los mismos, como pasa con los ríos de Heráclito en su devenir, pero necesitamos crearnos una identidad donde sentirnos reales, sentirnos yo. La memoria es un juego de narraciones auto contadas que nos va configurando, y que vamos cambiando”.
Ese laberinto está llevado al límite y, además, intenta también “mostrar que existe un lugar, más allá de los opuestos, que los contiene a ambos, es decir, existe esa delgada línea donde aún se es de noche y de día, se odia y se ama, se vive y se está muerto. El narrador de la novela está inmerso en varios opuestos, y junto con él, su memoria es un caos de historias prestadas que confunden lo que se quiso contar para evitarse enfrentarse a él mismo”.
Somos lo que nos contamos, atención, “aunque lo que nos contemos, no haya sido. El protagonista tiene unas características muy peculiares, y pronto nos enfrentamos, junto a él, a sus dudas, sus necesidades, sus historias, porque necesita entender, situarse. Comienza contando las vidas de las víctimas que un asesino mató a tiros hasta que lo pararon. Desde ellas, se va creando un entramado donde vienen otras a trenzarse, siendo el narrador el receptor de todas, porque al estar en coma, ni aquí ni allí, hace las veces de un aparato receptor libre para sintonizar las historias de los que no quieren desaparecer, de los que quieren contarse, ser, aunque sea a través de él”.
Ese juego de memorias, “donde él mismo no sabe bien quién es, ni que hace allí, se abre desde las reflexiones que va haciéndose al escribir sin escribir, porque no puede físicamente, sobre lo real y lo irreal, sobre la verdad y la mentira, sobre quienes somos sin nosotros, sin nuestras historias, sin la memoria que nos une en una consciencia supuestamente conocida y familiar: el yo. Él pasa de la ficción a la realidad con facilidad, crea personajes basándose en personas que son o fueron reales, porque lo que busca es saber quién es,
por qué está en coma, por qué no recuerda”.
Por eso “decide escribir sin hacerlo lo que ahora tiene como verdadero, y vamos viendo mientras se desarrollan esas historias cómo va dudando, cómo manipula, y cómo, cuando finalmente descubre lo que parece la verdad, busca esconderse de nuevo en la mentira de los recuerdos no recuperados. Un poco lo que hacemos todos, versionar nuestras vidas para salvaguardar la imagen que tenemos de nosotros mismos, una que intentamos elevar y embellecer a toda costa. La verdad duele tanto que no se la suele mirar a los ojos. En este caso, la mira a través de las historias de otros".


lunes, 14 de mayo de 2018

Reseña de la novela


Reseña de Tino Pertierra en La Nueva España de En esa delgada Línea.

Gracias.




martes, 8 de mayo de 2018

Solos

Paso a paso, pie tras pie, mirando a lo lejos, fijándonos en lo cercano, a veces, girando para echar una última ojeada a lo que dejamos atrás, recorremos segundo a segundo lo que será inamovible.
Y solo una vez. 
Y solos. 
Que nadie venga a decirnos que es ahí o allá donde tenemos que pisar, porque nadie lo sabe, ni los que nos lo indican, ni nosotros. Solo andamos dependiendo de lo que vamos aprendiendo o acumulando, será nuestro error y nuestro acierto, ser o dejarnos llevar; andar o parar; quejarnos o no hacer demasiado caso, el justo, el necesario para no parar, porque aunque nos dejemos caer, los segundos siguen, aunque nos detengamos el tiempo no lo hace. La vida sigue sin nosotros. Y no debería ir sola, las expectativas del camino son a veces el mismo lastre, otras el motor. Qué difícil acompasar el ritmo de los sueños, realidades, desilusiones y esperanzas al paso de un camino hecho de tiempo. El nuestro.

jueves, 3 de mayo de 2018

Días y días

Unos días donde la rutina ha cambiado, donde los paseos han sido otros, luces, gentes, estímulos distintos, donde buenos amigos han compartido su tiempo, sus risas, sus palabras, sus juegos y días conmigo. Un caos ordenado, un orden caótico que ha modificado rutas, al estar donde no debería haber estado, se han entrecruzado momentos que no habrían sido posibles sin esos kilómetros de tinta, de caminos, de ideas.
Los años los comenzamos cada día, cada hora, cada segundo. Este lo cierro con folios blancos, cuartillas manchadas, una nueva pluma, varios libros esperando, muchos ya viajados. Un año que entrará sin grandes esperanzas pero con pequeñas ilusiones.
Son días retales; los restos que quedan de lo que se esperó, esperando que el nuevo tejido tengo un diseño más luminoso.