viernes, 30 de diciembre de 2011

Retales

Unos días donde la rutina ha cambiado, donde los paseos han sido otros, luces, gentes, estímulos distintos, donde buenos amigos han compartido su tiempo, sus risas, sus palabras, sus juegos y días conmigo. Un caos ordenado, un orden caótico que ha modificado rutas, al estar donde no debería haber estado, se han entrecruzado momentos que no habrían sido posibles sin esos kilómetros de tinta, de caminos, de ideas.
Empieza un nuevo año pero solo para el calendario, los años los comenzamos cada día, cada hora, cada segundo. Este lo cierro con folios blancos, cuartillas manchadas, una nueva pluma, varios libros esperando, muchos ya viajados. Un año que entrará sin grandes esperanzas pero con pequeñas ilusiones.
Son días retales; los restos que quedan de lo que se esperó, esperando que el nuevo tejido tengo un diseño más luminoso.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Tablero

Hay veces en las que se vive fuera de la vida, una suerte de vida donde se observa la Vida, no se es activa; solo testigo de cómo los demás la viven. Una mirada atenta a esas acciones en las que por un motivo u otro no se forma parte. Quieta, te mueves como un fantasma corpóreo, comprobando cómo las personas van evolucionando, dando vueltas y recorriendo trechos, ilusionándose ante esas acciones realizadas que darán lugar a hechos creados desde ellas. Y ves, desde esa barrera, la evolución del tablero vital de esas piezas vivas. Y deduces las partidas, anticipando jugadas, finales, rodeos. Y aciertas porque no estás en él, no eres parte integrante del tablero, solo una pieza invisible que observa, entremezclada entre ellos, visibles y reales, lo que acabará siendo un juego cerrado. Lo que ahora solo es un movimiento tras otro. Vidas vistas tras el velo de la inacción. Solo así se logra comprender lo imposible; el dudoso privilegio de no ser siendo.

martes, 27 de diciembre de 2011

Érase una vez...

Los cuentos para niños suelen comenzar por un "érase una vez" o "érase que se era", incluso "hacía muchos años"... todas ellas meras fórmulas para situar la acción en un pasado lejano, tanto, que ninguno pueda pensar que lo que les van a contar se parece en algo a sus vidas cotidianas; así las princesas y dragones, reyes destronados, casas de chocolate, ogros malvados, brujas inmisericordes serán seres de otras dimensiones, realidades que no interfieran con las suyas. Pero lo hacen, a los pequeños esas criaturas les son tan cercanas como el mismo narrador, cierran sus ojos, o los abren, y se meten de lleno en ese tiempo pretérito que no les protege el presente. Los duendes y fantasmas conviven con los vecinos y porteros, ogros y trasgos se sientan junto a tíos y abuelas, los niños perdidos no son más extraños que los propios amigos, y ese intento de alejarlos de los sueños, no solo no tiene éxito sino que aún crea una atmósfera de misterio intemporal más real que el reloj que marca la hora de la merienda o del cuento.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Líneas y puntos

Somos la frontera entre nosotros y lo que son lo otros.
Actuamos, pero las consecuencias se escapan al radio de acción de uno, se esparcen, rebotan, y conmueven a los demás, queramos o no. Somos protagonistas y observadores de esa misma acción por igual, lo que hacemos, a veces regresa como un boomerang, otras ataca por la espalda, muchas ni sabemos de sus consecuencias, las menos no tienen. Cada minuto lo único que lo enlaza a nosotros con el siguiente es la memoria de lo que hicimos, de lo que trajo después, y al no tener el don, o la maldición, de volver sobre los pasos dados, vamos poniendo un pie tras otro creando acciones y reacciones.
Somos ese punto que al moverse es línea y que dibuja algo imposible de entender sin todos los demás puntos que lo van enlazando. Somos nosotros y los otros, nunca diferentes aún a pesar del entorno, quizá condenados a repetir lo que hicimos si pudiéramos rehacer lo hecho.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Fechas a calzador

Mucha gente se me sorprende cuando contesto a la pregunta hecha por ellos mismos de si me gusta la Navidad o de con quién me reuno a comer o cenar ese día, o días, porque digo que en realidad, me da igual que sea o no Navidad, que yo vivo el tiempo a mi modo, siempre caótico, y en absoluto tiene que ver con el calendario, que no me siento a la mesa con nadie de mi familia, que suelo irme de viaje aprovechando los días libres, que no los voy a perder en compromisos a los que de niña no pude eludir, y que ahora, gracias a esto de crecer, sí puedo. Decido dónde, con quién y cuándo estar, comer y viajar.
Sí, algunos me miran con espanto, otros con pena, muchos con escepticismo. Pero pocos me comprenden.
Los días, las fechas deberían ser más íntimas, no tan todos-a-una. Yo celebro lo que quiero cuando quiero, ni la salida del año me interesa, ni comer con quienes no ves más que ese día ni sentir ese supuesto espíritu solidario justo, y solo, en estos días.
Nadie debería hacer nada por mandato del calendario, sino solo cuando verdaderamente se sienta. Huyo de las fechas impuestas, embutidas con calzador.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Poema; Última noche

Última noche. Lo siente.
No cerrará los ojos hoy.
La corteza de la oscuridad, lo desconocido
le obligan a lo imposible:
No dormir. Soñar.

Sueña con el niño que fue,
cuando el tiempo aún era absoluto,
lo inmediato ley,

y el deseo única verdad.
Repasa quien fue,
cómo se marcó el camino
por dónde creció.

Le escuecen los ojos que no cierra;
le lloran sin saber por qué:
¿Por qué su vida acabó?,
¿por cómo la vivió?,
¿por qúe intuye la que descartó?

El adolescente, el joven, el adulto,
el que cada día, sin pensar,
abría los ojos,
sus ojos,
y miraba sin ver
que un día; hoy, mañana, ayer
no verían más.

Su última noche. Lo sabe.
Sueña que intenta no dormir,
mientras con los ojos cerrados duerme.
Hoy no los volverá a abrir.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Todo continúa

Siempre es durísimo constatar que la vida sigue perfectamente sin uno. Si tú paras, el mundo no lo hace contigo. Donde eras importante, dejas de serlo, solo el recuerdo de tu sombra continúa. Y no es malo, es necesario, pero duele; no es fácil asimilar, cuando lo ves, que al irte, y regresar, nada es igual aunque sea lo mismo. Ya no estás, la gente se mueve sin ti, las cosas sobrevivien a la ausencia de tu tacto, de tu mirada. Has tenido que parar, pero no el resto, que funciona exactamente igual, sin cambios en ese oscilar ondulante de ausencias cubiertas por presencias nuevas... en tu pupitre se sienta otro, en el trabajo otro explica, en las risas de ellos, no está la tuya... pero siguen, todo sigue sin ti.
Es lo que hace que podamos soportar las ausencias; olvidarlas. Con cariño, pero con firmeza, las llevamos a esa zona de niebla donde los márgenes dejan de ser nítidos.
Somos fantasmas de nuestra propia presencia. Ausencias vivas.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Relato. La maleta (para Bea)

Ahí estaba. Hacía ya una semana que Julián la había colocado en el primer plano de su escaparate. Una maleta forrada de etiquetas de diferentes colores, una por cada país que había visitado. La fascinaba. Le costó mucho entrar en la tienda del prestamista y pedirle por favor que se la dejara mirar, tocar. Con los dedos recorría cada pegatina y memorizaba su nombre: Estambul, París, Londres, El Cairo, Madrid, Milán... países exóticos, lejanos. Cuando el dueño le pedía por favor que se marchase, que molestaba, iba directa a la biblioteca para bucear en la única enciclopedia que había, una polvorienta y anticuada. Recorría de nuevo con los dedos las imágenes de esos nombres para darles vida; así París dejó de ser un nombre hueco para llenarse de bulevares, cafés, catedrales y torres de metal; Londres se vistió de parques, museos, relojes y niebla. Y así con cada uno de los lugares visitados por la valija, hasta que la bibliotecaria, una mujer seca que había perdido los sueños entre esos libros, le pedía también que se marchara, que debía cerrar. La niña asentía y dejaba atrás esas ciudades a las que se juró que iría junto con la maleta. Debía ser suya. Y eso hizo al día siguiente de tomar la resolución. Entró en la tienda del prestamista, “¿Otra vez vienes a verla?”; “Sí, señor, pero quiero comprarla”, y le dio un montón de monedas sudadas por haberlas llevado en su puño bien apretado desde que las sacó la noche anterior de su hucha. “Tenga” y el hombre las recibió con seriedad. No eran muchas. La miró. “Sé que aún me falta, ¿verdad?”, “Sí”. “Ya”, la pequeña era consciente de que con lo poco que había reunido no era suficiente, pero eso no la paró. “Mire, es que no quiero que la venda, yo se la iré pagando, cada semana le traeré más monedas, pero no se la dé a nadie más. Es mía”. Julián, serio, abrió un cajón de detrás del mostrador, sacó un papel y garabateó cifras y fechas. La niña, con los ojos muy abiertos, observaba cómo hacía. “Toma, esto es un pagaré”, ella asintió sin saber qué era eso, pero alcanzaba a intuir que tenía su importancia. “¿Ves? Aquí anotaré todas las monedas que traigas, y cuando esté pagada, te la podrás llevar”. La carita roja de emoción contestó con un gesto; las palabras no le salían. Aturullada, balbuceó unas gracias y salió. Comenzó a caminar, y solo a la altura del parque se dio cuenta de que era propietaria de la maleta. Dentro sentía como si hubiese hecho un pacto con el diablo, pero le dio igual. Esa propiedad la sacaría del pueblo, del destino cerrado que la esperaba si se quedaba en él. Le abría las puertas del mundo. Y semana tras semana iba a ver a Julián, que con ademanes graves para que ella comprendiese que la tomaba en serio, cogía las monedas que Adela reunía trabajando como zurcidora, lavando ropa o fregando suelos. Tardó muchas semanas en completar el pago. Ya había dejado de ser una niña cuando el prestamista le dijo mirando el pagaré que ya era suya, que podía llevársela, y Adela, casi sin fuerzas para cogerla, la tomó del asa, y con ella en su mano, dejó atrás ese mundo limitado y se enfrentó a otro destino. El que ella fue creando pegando, viaje tras viaje, nuevas etiquetas en su maleta.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Días mágicos

Son fechas extrañas las que se avecinan. De niños no creo que haya nada mejor que esperar con esa ilusión totalitaria infantil que se cumpla lo que se escribió en una carta, a cambio de haber sido buenos.
No creo que sean los regalos en sí los que hagan que los niños se sientan tan entusiasmados, sino que los traigan seres mágicos, personajes de cuento, jueces del Bien y del Mal, seres absolutos como ellos.
Los niños creen. Y esa fe hace que efectivamente, estas fechas sean especiales. Nos contagian a los adultos y nos reducen a los críos que fuimos, casi oímos junto a ellos el paso de los camellos o el ruido del trineo o vemos las siluetas de esos Reyes Magos cargados de regalos; hasta distinguimos entre los demás el que hemos pedido en esa carta con letra infantil, apenas inteligible, bordeada de sueños.
Son días para ellos, para la infancia, para recordar a la familia, sabores únicos, olores jamás repetidos, casas ajenas calentitas, un ir de aquí para allá, y todo eso unido al nudo en el estómago del susto de si nos traerán o no lo que pusimos en esa carta festoneada de azul y echada en ese buzón de correos especial. Como esos días.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Apatía

Esta mañana he oído de un buen amigo, "ya qué importa nada, me da igual todo", y es que a veces, es cierto, da igual todo. La sensación de no ser dueño de tus movimientos es cansina y puede llevar a ese n¡hilismo atroz.
Y no hay fórmula mágica ante ese desánimo, cuando uno está así, solo quiere que ese todo pase, sentirse de nuevo uno mismo, aunque esa apatía también es legítima. No es fácil levantarse cada día y enfrentarse a un vacío, un agujero que absorbe las energías y un darse contra la pared diario.
Está en esto de respirar.
Solo se puede esperar, apretar los puños y procurar mirar alrededor. No todo es negro ni blanco ni gris. Ni de colores.

martes, 13 de diciembre de 2011

Fracciones

Si miramos de una vez cualquier todo, este pierde individualidad; se convierte en una masa donde los detalles desaparecen.
Como dicen; si un hombre, o mujer, pudiese ver cómo será su vida de golpe, se suicidaría. Y me lo creo. Es un "todo", ahí quedaría lo absurdo, la amalgama sin detalle de unos hechos, el sinsentido de recorrer las horas sin más. Y quizá por eso nadie tiene ese don, porque el ir despacio, segundo tras segundo, sin saber siquiera lo que sucederá en el siguente, nos da el ánimo, o engaño o esperanza de que existe ese cambio que uno quiere, porque todos queremos que el minuto que precede al eternamente presente, sea mejor.
No es agradable vernos esas horas, ese futuro, ya empaquetado, rutinario, inamovible y estancado. Es mejor desmenuzarlo, pasarlo de puntillas sin romper la ilusión de que no es un bloque, sino que está compuesto por miles de fracciones interesantes.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Inertes

Hay personas que se conforman con vivir sus sueños desde el sofá; los imaginan, se recrean en ellos, y recuerdan desde lo imposible lo que nunca sucedió; conformándose con ensoñaciones a las que pueden dominar, manipular, retocar y cambiar porque levantarse del sofá y emprender la lucha es duro.
Del anhelo a la realidad hay muchos pasos, todos vacilantes y difíciles, que se basan en la voluntad contra la frustración constante. Dominarlo no es fácil. Por eso los más pusilánimes con idear se conforman, consiguen creerse especiales, héroes de muchas contiendas, ya que en la mente se llega siempre a lo que uno quiere, y encima, son de los que saben más que nadie, ya que desde la teoría toda práctica está superada de antemano, por la razón innegable de que al no hacerse, no se falla.
Cuánta gente critica cómodamente desde su sofá, creyéndose en la cima de todas las montañas.
Los únicos que miran desde ahí, son los que eligieron una o dos montañas a lo sumo y jámás dejaron de poner un pie delante del otro, a pesar del desánimo y de las críticas de los sofás.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Gentes

Andando entre la gente, mucha gente, con la iluminación de estas fechas, lucecitas que ayudan a dar una sensación de irrealidad, quizá pensadas para provocar el consumo, ese impulso condicionado de anuncios, Navidad, gastos...
Cuántos somos. Cuánta gente que no conocemos nos vamos encontrando en esas calles iluminadas. Cada uno con su mundo, historia, pensamientos; sin conocernos pero rozándonos, escuchando retazos de sus conversaciones, compartiendo durante un segundo sus preocupaciones, alegrías, inquietudes.
Quizá entre ellos estén los que en un futuro serán amigos, compañeros, vecinos. Los que ahora miramos y no reconocemos podrían convertirse en gente con la que quedar algún día. No se sabe. No nos hemos encontrado en un ámbito propicio para el trato, solo unos instantes, unos segundos donde hemos intercambiando el mismo lugar, las mismas luces, el mismo tiempo.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Parones

No me importa pasar horas y horas en trenes, autobuses, coches, aviones viendo pasar el paisaje al ritmo de los pensamientos, es más, me gusta. Pero si se paran, no. Cada parada, ya sea por un atasco, semáforo, estación, me rompe el hilo de mis ideas, me las deja cojas, en espera. Es irritante. El movimiento las empuja, fluyen.
Ir de un sitio a otro es un momento irreal, no estás en ninguno punto; ni el de inicio ni el de término, vives en un puente entre ellos, la actividad cesó en el primero y no se puede comenzar aún en el segundo. No hay. La espera, el tiempo que se tarda en recorrer ese espacio es de uno. Es como un regalo. Unas horas únicas.
Sé de gente que las aborrece, se aburre, se cansa, va lleno de crucigramas o libros o música. Pero a mí me gusta llenarlas de ideas sin metas, de pensamientos libres porque no tienen razones prácticas de ser: solo son.
Por eso cuando se para el vehículo, los matan, los despiertan, los vuelven a la realidad de un tiempo ya medido. Y dentro de esos metrónomos los sueños dejan de volar.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Tormentas

Contra el viento poco se puede hacer. Como mucho arriar velas y esperar que amaine.
Si vas contracorriente no solo no llegas sino que te agotas. Hay que saber mirar el mar revuelto, ser parte de la tormenta, aunque si se pone brava, no está de más ajustarse el chaleco salvavidas porque cuando las cosas van en contra, no es seguro el final. Puede ser que se acabe en una balsa, o sobre un tronco o bajo el mar, ese que se ríe de todos manipulando su oleaje y divirtiéndose a nuestra costa.
No siempre se sale indemne. No siempre se puede contar un final feliz.
Ahora toca aferrarse, observar los cielos negros, la mar agitada, y el viento en contra.
Mañana igual sale el sol.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Ajustes

Cómo me gusta que de repente todos los planes cambien de arriba a abajo por algún imprevisto -si es bueno, mejor-. Ahí estás; con el día montado, ajustado hasta el milímetro, y zas, te entra algo no contado que has de reubicar para que encaje.
Las prioridades primero, a lo que se puede posponer se le mira de reojo para ver que conviene; si mañana o si con un esfuerzo, hoy. Aceleras la rutina, que suele llevarse a cabo con calma, sobre todo, por lo pesado que es hacerla día tras día tras día, y esa prisa hasta la anima.
Intentas que no se pase nada; la mente trabaja deprisa para maximizar el éxito y asentarlo todo lo más eficazmente posible. Son varias las maneras de reubicar las piezas del tétrix improvisado, y cuando sientes que esa es la mejor, un orgullo infantil te invade. Hecho. Ya está todo en orden; se ha logrado sacar más partido a las mismas horas. Grande.
Ahora a disfrutar de la pieza que nos hizo distribuir la mañana de nuevo. Lo que cabe en un día es más de lo que ponemos. Siempre.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Juegos

De entre todo lo que me quedé de mi niñez jugar es de lo que más aprecio, no he dejado de disfrutarlo jamás.
Lo más complicado es encontrar adultos que piensen igual, porque lo normal es que te miren raro si tras una cena sacas un tablero, cartas o dados. Bajas puntos. Ellos también. Pocos han sido los que no solo han aceptado el tablero sino que han aportado los suyos; veladas hasta las mil sin darse ni cuenta, risas y audacias, normas para saltárselas y complicidades, conversaciones espontáneas más allá de ese río, o espada con esmeraldas, ese buhonero errante o disparos mal dados. Las palabras también juegan y nos envuelven con su sabiduría. Amigos con los que compartir risas y juegos. Qué difícil. Ahora es la distancia la que nos impide desplegar las cartas, pero lo haremos.
Mientras tanto, yo he de seguir jugando. Y me he tenido que refugiar en las pequeñas consolas con sus entretenidas historias a las que mueves, y donde sufres y encuentras monstruos y tesoros y prueban tu habilidad y paciencia, que te llevan a un mundo muy parecido al de los libros pero donde los guías tú. Donde juegas. Fue mi hijo quien me los descubrió, que para que no jugara solo de chico, estaba allí y desde allí me fui a aquí; a jugar yo sola contra esos genios del mal y superar retos fantásticos, ingeniosos y divertidos.
Sí, soy adicta a cualquier juego que me abra la imaginación, la risa, las palabras, la amistad, los retos y el disfrutar de un buen rato. Besos a J. A. M. N. y B.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Cajas chinas

Poca gente se resiste a no abrir una caja cerrada, si está abierta le da menos importancia. La que llama la atención es la oculta. Y si cuesta abrirla, más aún. Cuando más complicado sea conseguir su contenido, más nos empeñaremos en lograrlo.
Si esa caja tuviese uno de esos candados chinos sin entrada para llave, un puzzle perfecto, ideado por esa sutiliza oriental a prueba de la escasa paciencia occidental, ya sería una cuestión vital lograrlo. Aunque nos pasemos días mirando el cerrojo inescrutable, no dejaremos la caja cerrada. Ver su interior se convertirá en una meta, pensaremos, cuando estemos alejados del reto, en cómo hacerlo y nada más llegar, lo pondremos en práctica; si no funciona, nos llevaremos nuestra frustración para convertirla en nuevas energías. Cuando más nos cueste, más empeño pondremos.
Y si no cejamos, si no es demasiado para nosotros, al final, abriremos la caja. Y miraremos dentro.
Haya lo que haya, incluido nada, jamás encontraremos un tesoro mejor porque dentro está nuestro éxito.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Palabras y silencios

Encuentro, cuando busco entre los recuerdos, que mis momentos más entrañables siempre han estado rodeados de palabras y silencios.
Las buenas conversaciones, la gente que sabe usar las palabras, el reto de devolverlas, el juego que se crea entre todos. Lo que se calla más que lo que se dice. El lenguaje corporal que conozco bien y desde donde no se sabe mentir como con la boca, aporta aún más.
Una buena conversación se va animando, tensando, se hace creativa y va de tema en tema, buscando argumentos en los lugares menos inesperados y nos sorprende con ellos. Es un duelo increíble, mágico, sensible, divertido, y une. Da pie a más.
Es difícil que algo una más que esos momentos de complicidad, intimidad, a menos que sean los silencios. Ellos en su elocuencia muda, saben transmitir paz, emociones, sensaciones y nos abren desde dentro hacia afuera lo que somos, queremos, son y quieren.
Pueden pasar horas, quizá, sin pensar que estamos pensando, sin oír voces, pero nunca transcurren sin silencio, el de verdad, el que nos dice tanto.