jueves, 31 de diciembre de 2015

Año 2016

Cada día se cumple un año, pero parece que se celebra más el de esta noche, así que el umbral de este día con el otro, nos trae trescientos sesenta y seis más.
Que sean, todos y cada uno, grandes.
Besos.

lunes, 28 de diciembre de 2015

Informarse

Se tiende a creer lo que se nos dice, más aún si se activa el sesgo de autoridad que ya comenté, se vive sin esa postura crítica que es la que llevó a unos pocos, da igual la época, a cuestionárselo todo y por lo tanto, a avanzar en la Historia, consiguiendo que ese criterio libre les llevara, muchas veces incluso, a la hoguera o en el mejor de los casos, al ostracismo, pero que ahora, desde la comodidad, veneramos.
Lo malo, es que actualmente, dejamos de pensar, no por miedo, sino por simple despreocupación, desidia, o llanamente, por falta de costumbre.
Se tiende a creer, también, lo que nos conviene, si lo que se nos pone por delante es un crítica negativa contra algo, o alguien, que nos perjudica lo aceptamos sin más.
Y aquí estamos en el siglo XXI cometiendo los mismos errores, haciendo eco de lo que se nos dice, haciéndonos cruces cuando quieren y sin más capacidad de crítica, de investigación, de mirar los dos lados de la moneda para luego, ya, decidir, opinar, criticar.
George Orwell, en su 1984, se acercó más que peligrosamente a esa dictadura perfecta basada en la neolengua, en el no pensar por uno mismo, y en el no sorprenderse por las obvias contradicciones de los que lanzan la información.

viernes, 25 de diciembre de 2015

Nueva novela

Las galeradas de la nueva novela llegaron esta noche, un buen regalo para trabajar estas fiestas. 
Pronto pondré sus primeras páginas aquí. 
Por ahora, agradeceros que me sigáis, que leáis las palabras que dejo en este espacio.
Buenas fiestas.
Gracias.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Nada más

Es curioso, cuando a veces, entramos en casa, o estamos entre amigos, y nos sentimos seguros; es como cuando niños y se jugaba al escondite o cualquier juego de tensión, se tocaba mare, y si lo hacías, estabas a salvo; nadie podía hacerte nada.
De adultos también necesitamos ese refugio incondicional, y como de chicos, no cuestionable, porque a ver, ¿por qué detrás de ese árbol estás libre y más allá, no? era el lugar arbitrariamente elegido para ser zona segura. Como una frontera u otra cuando hay guerras. Es un gran juego también.
Y tampoco nos lo cuestionamos del todo, porque una vez en esa casa, ese país, esa familia, ese amigo..., en realidad, tampoco estamos más seguros que tras el árbol: tan sólo somos unos minúsculos seres habitando un planeta pequeño precariamente en equilibrio en un universo inmenso, desconocido, infinito....
Somos nada sobre nada en la Nada.

jueves, 17 de diciembre de 2015

Puertas

Detrás de una puerta hay otra que abres y que da a un pasillo largo y eterno que comienzas a recorrer, las piernas se cansan pero la mente insiste y no las deja flaquear, las distrae pensando en cualquier cosa, y cuando menos te lo esperas, cuando ya iban solas, llegas al final de ese interminable corredor donde quizá hayan transcurrido años, siglos mientras lo recorrías. Te encuentras con que hay otra puerta. La intentas abrir pero no cede. Estás un rato maniobrando el pomo y hasta la golpeas con el cuerpo, pruebas con los insultos, pero no hay caso: no se abre. Miras a tu alrededor pero solo están las paredes que crean el pasillo por donde viniste. Se te pasa por la mente regresar. Los pies aún duelen, la mente rechaza la idea. Te sientas, después de haber intentado de nuevo abrir la puerta que impide que avances. Puede que hasta caigas en un duermevela que te sumerja en la sensación lejana de que habías abierto una puerta que conducía a otra y que esta daba a un pasillo kilométrico que terminaba a su vez en una puerta cerrada donde te acurrucabas a soñar.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Todo pasa

El tiempo pasa volando, es una expresión que a veces se queda corta, sobre todo cuando miras hacia atrás, y ves todo el tiempo transcurrido: marea.
Lo mejor es contabilizarlo por cosas realizadas, logros superados, metas que aún siguen, pero están más avanzadas, ideas que nos acompañan y crecen.
El tiempo sin nada que lo plasme, parece más muerto, más estéril, más tiempo.
Ese día a día que nunca parece terminar, que nos obliga a salir adelante, a conseguir propósitos, es en realidad el Tiempo, el reloj de arena que miras hipnotizado mientras ves caer los granitos minúsculos de una parte a otra, arriba lleno, abajo, llenándose; ahí está ese discurrir continuo y no notas que se va vaciando; tarda tanto... y cuando más absorto se está viendo pasar la arena, se forma ese remolino arriba, indicando el principio del fin; lo que había en abundancia, se va. Y se va, ves ese último granito caer y ya está, se terminó el tiempo.
Menos mal, que en este caso, aún se le puede dar la vuelta para invertirlo..., pero una vez habrá que no.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Normalidad

El día a día se hace eterno si no lo animamos.
La cuestión es que no lo tomemos como algo inmutable y cotidiano; por mucho que tengamos que pasear por él de la misma manera, con el mismo cuerpo, no tenemos por qué, y ahí viene el aderezo, atravesarlo con los mismos sentimientos ni ideas.
Antes de volcar mis emociones y pensamientos en las hojas, en forma de palabras -cosa que hice desde bien chica-, las soltaba, solo que no conscientemente, las llevaba conmigo, como una bufanda, y miraba la vida a su lado, distorsionando las cosas a mi placer; a veces andaba el camino al colegio como pirata herido, otras como fantasma vengador en busca de su asesino, algunas como detective rastreando misterios -y alguno me fabriqué la mar de interesante-, otras como una gran estrella..., cada día a día, una meta diferente, los pasos que me llevaban a la rutina del colegio iban por un lado, mi mente por otra, la diferencia no era el camino era cómo lo veía cada una de mis creaciones.
Y ahí sigo intentando romper como sea el espejismo de normalidad.

lunes, 7 de diciembre de 2015

Diferencias

Hay preguntas incontestables que seguimos haciéndonos, desde que aprehendimos que no somos eternos.
Una de ellas, es qué sentirá un suicida, por qué adelanta su final, hasta qué punto se arrepiente, cuando ya ve que no hay remedio, de haberse despedido de sí mismo antes de hora.
Los mitos y elucubraciones que se han acumulado a lo largo de la historia sobre ese momento entre la vida y la muerte son muchas y la mayoría hermosas; esa despedida de un estado al otro es lo que más cercano creemos tener; desde Caronte y su barca, las monedas sobre los párpados para pagar el peaje, incinerar el cuerpo para que el humo llegue mejor, enterrar los restos con todos sus bienes y mascotas para que no esté solo cuando despierte en la otra orilla, hasta esa luz que dicen se ve al final de un túnel oscuro donde se proyecta la vida que se vivió, pero esta vez con sentido.
Es como si creyéramos que en esos segundos en los que todavía no morimos pero ya no vivimos, nos dieran la clave: saber antes de desaparecer, o saber que nunca dejaremos de recordarnos. Una última concesión a nuestra capacidad humana de ser uno mismo. La que nos da miedo perder en la Nada.
Por eso, uno que ha acelerado el proceso, a la fuerza, ha de experimentar algo diferente, ya que antes de dar el paso, pertenecía al otro lado, vivía desde él, y ni la vida con su fuerte instinto, le recuperó: ya había cruzado el margen antes de atravesarlo.
Ese instante de tránsito, donde se crean fantasmas y aparecidos, es una zona para soñar que vives, si ya has muerto, o que moriste si aún estás vivo.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Lado oscuro

Solemos sorprendernos gratamente cuando algún conocido da un salto y se pone, durante un tiempo, por delante de lo cotidiano; un premio, un acontecimiento que rompe la rutina, lo que sea..., y si es muy sobresaliente nos gusta decir que lo conocemos, y nos sentimos orgullosos.
Pero a veces, aquellos a los que conocemos y destacan, lo hacen para mal; salen en los medios de comunicación, no por haber descubierto, realizado, ganado algo sino por todo lo contrario, por haber destruido, roto y arrinconado algo. Los ladrones, los asesinos, los desalmandos también tienen conocidos y a veces, la persona que ves en la pantalla, esa que ha cometido una atrocidad, es un rostro que ves a menudo, con quien has compartido tiempo o infancia.
Cierto que también decimos que lo conocimos, pero ya no con orgullo, sino con un velo turbio, oscuro, algunos morboso, otros incrédulos, de que se haya hablado con el protagonista del horror.
Es así, a veces, la gente que conocemos no sólo destaca para bien sino para mal. Y si los primeros pueden llegar a darnos envidia, sana, los últimos, nos dan escalofríos y nos muestran el abismo negro que todos bordeamos.

lunes, 30 de noviembre de 2015

Ausencias

Escuché de un pintor una frase que no creo que olvide nunca. Estaba explicando cómo dibujar; "¿ves ese árbol?, sus ramas, hojas..., si lo quisieras pintar tendrías que fijarte en ellas, esbozarlas. Eso es lo que nos enseñaron desde chicos: pinta lo que ves. Pues bien, se ha de ir más allá: se ha de pintar lo que no se ve también, sobre todo, lo que no se ve: el hueco que dejan las ramas, el cielo que permite ver la distancia entre las hojas. Se ha de aprender a ver lo que el objeto elegido libera, y a su vez, tapa".
Cierto. Se ha de aprender a vivir con lo que se tiene y con lo que se tuvo, con lo que se recuerda y con lo que se ha olvidado; la vida está hecha de tonos, de presencias y ausencias, de recuerdos y realidades inmediatas, de sueños y de logros. Pintar los días es saber ver lo que tienen y lo que justo por tenerlo, no tienen.
Las ausencias, el hueco de las presencias, también forman parte de la realidad, quizá son lo más real que hay.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Silencio

El silencio es un estado difícil de conseguir, en la ciudad casi imposible, ni en las horas más entradas de la noche, donde los camiones de riego van avanzando despaciosamente mojando el asfalto, limpiando las calles del día, del ajetreo. O pasos que resuenan con fuerza por el eco de la luna. O algún que otro grito alcoholizado.
En la propia casa, el silencio está roto por miles de ruidos, crujidos, vecinos que se acuestan tarde, el disparador de la luz del rellano, el goteo de un grifo.
El campo, por mucho que se piense lo contrario, es aún más ruidoso; todos esos animales nocturnos que reviven con la negrura bajo el fresco sin sol, son de lo más escandalosos e inquietantes; ese ulular, gruñido, croar o rascar. Esos pasos suaves, nerviosos, de algo que no ves pero sientes recorrer al lado.
Y el viento, el viento que suena a través de los árboles de día y noche, que cuando encuentra oquedades canta, como cuando se mete juguetón entre botellas o agujeros entre piedras, dependiendo de la zona.
Y lo que más escándalo hace: el propio silencio; que zumba con ese sonido suyo, cuando nada viene a molestarlo y él mismo se anula.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Depende

De que poco tiempo se dispone, y a la vez, qué largo parecen ciertos días. 
Si miramos atrás, comprobamos que no hace nada, éramos otros; nos sorprende constatar lo rápidamente que han pasado los años, pero eso no quita que nos impacientemos por lo que tarda en llegar lo que esperamos.
Ese pasado, por supuesto, estuvo lleno de momentos lentos, tediosos, malos, de incertidumbre o simplemente, que ni sentimos pasar, pero no los recordamos, vemos lo que fue, comprimido, sentimos que fueron días intensos, plenos, donde éramos conscientes de todo. Falso. Pero de ahí viene la sensación de que antes todo iba mejor. 
Cómo nos dejamos engañar por el tiempo, nos tiene cautivos, y lo único que nos libera es nuestra imaginación, desde donde surgen proyectos, hechos con los que aprehendemos el tiempo y logramos atraparlo a nuestra vez.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Diálogos imposibles

Ahora todos podemos opinar a mayor escala, están los medios para ello. Y se opina. Y opinan los demás sobre lo opinado y ahí entra el caos. 
Qué poco se sabe sobre opinar; o se dice que sí a todo lo expuesto, con una aquiescencia sospechosa, o se ataca frontalmente, muchas veces sin fundamento. 
No se sabe pensar conscientes de que existen otros puntos de vista, se aferran al suyo con uñas y dientes, y si se les contradice, se ofenden hasta el ridículo para dolidos, revueltos, atacar.
No nos enriquecemos con otros modos de ver; los anulamos a gritos, creyendo que si no nos secundan, es que nos agreden. No hay calma ni inteligencia en ver en otros, lo que a uno pudo habérsele escapado, añadiendo información, aunque no sea necesario estar de acuerdo.
Jamás se habla serenamente, nos enrocamos en esa única visión y la defendemos hasta el absurdo, ofendidos y solos, incapacitándonos para argumentar, crecer, saber.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Tesoros

No hay nadie que no tenga una caja de latón guardada, llena de recuerdos, ilusiones, anhelos y suspiros; en ella está esa parte íntima que sacamos de su escondrijo, casi a escondidas, como si conspiráramos contra la vida, cuando no nos ve nadie, cuando hartos del barullo de afuera, buscamos reencontrarnos con esos sueños nuestros envueltos en un papel de seda crujiente para compararlos con los de ahora, y comprobar que no se van tanto, que en realidad, siempre hemos deseado lo mismo, siendo nosotros iguales de niños, de jóvenes, de adultos, como lo seremos de ancianos. Los ojos que nos miran en el espejo al buscarnos siempre nos observan con la inocencia de quien no sabe muy bien qué hace detrás del azogue.
El jaleo diario, la inercia, los logros sociales y personales no son nada comparados con esa cajita de latón, la que se guarda en lo más hondo del armario, entre jabones, toallas y ropa blanca o en el altillo, bien resguardada de posibles curiosos. Nuestra esencia representada en recortes, juguetes, apuntes, diversos objetos sin sentido para nadie que no seamos nosotros, sin magia para quien no los sabe ver con la mirada del recuerdo; se confundirían con su forma, dejando de ver su fondo.
Todos somos especiales en algo, tenemos el don de aquello que mejor hacemos, a donde regresamos tras un día cansado, buscando las actividades que más nos gratifican, las nuestras; ese libro empezado, quizá esa receta, la quiniela, repasar la ropa, bordar, crucigramas guardados de revistas encontradas, la guitarra que nos envuelve, un bordado que adornará el cojín, ese partido, aquella serie..., tantas cosas como gente hay, todas igual de válidas porque cumplen su misión: la de aguardarnos en casa, junto al rincón secreto de la caja, para dar sentido al día a día, hacerlo más nuestro.
Son en esos momentos únicos y privados, repasando con los dedos los objetos invisibles de esa cajita de latón, lo que nos da la sensación de que estar vivos vale la pena.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Imágenes sin alma

Hoy todos disponemos sin mucho esfuerzo de esos quince minutos de fama que señaló Warhol. No es malo ni bueno. Es.
La tecnología nos da acceso a mostrar nuestras vidas, creaciones, momentos, pensamientos, o lo que creamos conveniente, de un modo fácil e inmediato; nos da el poder de ser lo que no somos o ratificar lo que soñamos ser.
Como siempre llegan los abusos y banalidades de ese poder, de esa fama inmerecida y efímera que nos sube a una nube cada vez más endeble, inestable, torpe.
Las vidas de los demás se nos señalan como magníficas, entretenidas, repletas de viajes, momentos intensos, buscando la envidia, quizá, o puede que escondiendo las frustraciones diarias: un disimulo o engaño de lo que no tenemos.
Lo interesante es comprobar que esos momentos que se nos ofrecen geniales están hechos de lo que vemos cada día por la calle: personas pendientes de fotografiar en su móvil lo que es imposible que vivan porque lo están despersonalizando ellos mismos. 
O vives el momento para luego rememorlo, o lo apresas sin vivirlo ni recordarlo, dando como resultado imágenes sin alma. 


lunes, 9 de noviembre de 2015

Cábalas

Hay quien postula que el mundo entero puede interpretarse en números, que la Naturaleza es legible, que ellos son la base de cualquier actividad. Incluido el arte.
Cierto que la música es matemática pura y el sonido, longitudes de ondas: el La, para serlo, ha de estar a 440 Hz.
Los colores también vibran, dependiendo de a qué velocidad, será azul o amarillo; se ve el que el objeto rechaza; el único color que no posee. Vemos el que no hay.
Las palabras también se pueden substituir por números, cuántos códigos apasionantes lo hacen y lo han hecho. Y sólo han podido descifrarse a su vez, por números y sus combinaciones --uno de los más espectaculares, en su cifrado y descifrado, fue el utilizado por los alemanes en la Segunda Guerra--.
Con la ciencia, es obvia la utilización de los números, no vale la pena ni mencionarlo, estadística incluida, que agrupa parámetros, que en un principio, no eran susceptibles de ser contados.
El universo tampoco se escapa, ni el infinito ni su principio...
Así parece que todo se puede contar, y si no, se busca el modo de hacerlo.
Es una forma de comprender lo que nos rodea.
Eso sí, en todo esto, algo me da vértigo, y es que nos basamos en axiomas; en que dos más dos, siempre da como resultado, cuatro..., pero ¿y si no es así? Seguro que ese mareo, también se puede expresar numéricamente. La ley de la incertidumbre está ahí.
Si somos fórmulas matemáticas, podríamos buscar un resultado mejor.

jueves, 5 de noviembre de 2015

Añicos

Si miramos de una vez cualquier todo, este pierde individualidad; se convierte en una masa donde los detalles desaparecen.
Como dicen; si un hombre, o mujer, pudiese ver cómo será su vida de golpe, se suicidaría. Y me lo creo. Es un "todo", ahí quedaría lo absurdo, la amalgama sin detalle de unos hechos, el sinsentido de recorrer las horas sin más. Y quizá por eso nadie tiene ese don, porque el ir despacio, segundo tras segundo, sin saber siquiera lo que sucederá en el siguente, nos da el ánimo, o engaño o esperanza de que existe ese cambio que uno quiere, porque todos queremos que el minuto que precede al eternamente presente, sea mejor.
No es agradable vernos esas horas, ese futuro, ya empaquetado, rutinario, inamovible y estancado. Es mejor desmenuzarlo, pasarlo de puntillas sin romper la ilusión de que no es un bloque, sino que está compuesto por miles de fracciones interesantes

lunes, 2 de noviembre de 2015

Días

Andar, observar, pensar, perderte entre tus hilos mientras el cuerpo te lleva a donde has de ir. Entras, aún de día. Estás ahí, mucha gente nueva, apenas se habla; usan el móvil para hablar, para no sentirse fuera de lugar, buscan voces amigas más allá de la gente nueva, nadie rompe el hielo, tímidas palabras, miradas, sonrisas breves. Pasa el tiempo. Situados, el entorno deja de ser algo novedoso, ya se ha pisado, observado. Nos sentamos, hablamos, leemos, los pensamientos se comparten, las miradas ya no son esquivas: la palabra nos ha presentado, nos movemos más a gusto, los móviles ya no son necesarios. Descanso. Encuentros, intercambios, probamos sabores nuevos, nos adentramos en nuevas miradas; nos reconocemos ya. Ya no somos extraños, los corrillos se agrandan, las conversaciones fluyen. La noche ya llegó afuera. El día no se ha ido en vano.

jueves, 29 de octubre de 2015

Relato para la Noche de las Ánimas: ANA

 Esta leyenda la tenemos que empezar en una mañana de otoño no muy fría y debajo de una lápida. Ahí es donde Ana decidió que ya estaba bien, que ya no quería seguir de muerta.
El inicio de este proceso irreversible lo dio un capricho del destino, pues quiso la vida, con sequías y malas cosechas, con hambruna y plagas, que los habitantes del pueblo que rodeaba al cementerio, se marchasen lejos en busca de otros nortes, desperdigándose cada uno con sus sueños, sin volver a saber nadie de nadie, dejando las casas para escombros y los huesos para el olvido.
Así pues, la muerte no pudo reunir a Ana con sus padres y hermanos bajo la misma tierra perdida en la eternidad. A las demás ánimas, todavía doloridas por la vida, y mucho más conformes con su condición de muertas, les trajo sin cuidado que los vivos dejasen de ir a visitarlas. Pero a Ana, que fue la última y más joven sepultada antes del éxodo, no. Sus recuerdos no le llegan tan lejos como su lápida recuerda a todo aquel que quiera leerla:

1887-1899
ANA RUBIO MARÍN
TUS PADRES Y HERMANOS NO TE OLVIDAN

Y esa última frase, escrita para siempre en presente, que Ana estaba condenada a leer una y otra vez, y la injusticia vital del olvido, más que la muerte, fue lo que la empujó hacia el peligroso umbral que existe entre lo inerte y lo animado.
     Cuando las últimas flores, ya nunca más renovadas, se confundieron con la tierra, Ana empezó, sin ayuda de los vivos, a recordarse a sí misma. Sabía que una mala enfermedad fue lo que la quitó de viva, pues la evidencia que todos los muertos tienen para reconocer su nueva condición, en Ana, es el susurro del doctor a su madre; "No tiene cura, solo queda esperar y rezar". 
     Confusamente recuerda a un hombre vestido de negro, que despedía un olor muy intenso, cada vez que movía sus brazos hacia su frente. Le oyó, pero no le entendió, hablaba en latín. Lo mismo le pasaba cuando iba a misa con sus padres los domingos, no entendía nada, aunque le gustaba cómo retumbaban las palabras por toda la iglesia y cómo el eco las alejaba y acercaba, convertidas en olas invisibles.
Pero, ahí en su cama no sonaban tan soñadoras, y tenía calor, mucho calor. Un calor que le abrasaba sus pulmones cada vez que intentaba refrescarlos con aire… y a partir de ahí, poco a poco fue retrocediendo hacia atrás en sus recuerdos, que se mezclaban sin sucesión en el tiempo. El olor del perfume de su madre cuando la arrullaba. El susurro de su padre conversando con el abuelo. El dolor que le hizo su hermano al estirarla del pelo… y poco a poco, llegó a otro tipo de recuerdos, llegó a los recuerdos que sólo dan la muerte y la constancia. Llegó a recordar lo que su madre sentía mientras la arrullaba y lo que el abuelo pensaba mientras le hablaban y el porqué de los celos de su hermano.
Era como un caleidoscopio reflejado, a su vez, en un espejo. Era la eternidad. Pero no era suficiente para Ana vivir muerta lo ya pasado, quería, en su rebeldía a desaparecer de la memoria de los vivos, ser recordada. Ana estaba decidida a regresar de dónde vino y ver lo que las otras almas no añoraban.
Se cerró el círculo sobre ella y se supo repudiada. Había cruzado lo incruzable, ya no estaba sólo muerta. Sabía lo que tenía que hacer, como lo supo, instintivamente, al nacer y al morir. Cogió sus huesos envueltos en su mortaja y bien agarrados, para no perder su identidad, salió por un sendero lleno de hojas, que no crujieron bajo sus pies, a recordarse una y otra vez, usando las almas, aún encadenadas al cuerpo que a bien tuvieran verla, en ese estado que entre los vivos llamamos fantasmas.

lunes, 26 de octubre de 2015

Caos

Si fuéramos conscientes de que vivimos sobre un minúsculo planeta que da vueltas sobre su eje y alrededor de un sol que algún día dejará de brillar, que forma parte de una galaxia que a su vez está contenida en un Universo que ya se ha demostrado que no es infinito y que acabará o expandiéndose o contrayéndose, a ver qué opción es peor, digo, si fuéramos conscientes de semejante inestabilidad, mezcla fortuita entre absurda y genial, no nos preocuparíamos tanto de ciertas cosas.
Pero es imposible no hacerlo, nuestro propio universo, el que contenemos en nuestro yo profundo, o no tanto, ha de atarearse con lo que nos circunda; con que los precios suben, los niños crecen, los amigos no llaman, la pareja nos da problemas, no llego a donde quiero, no se cumplen las expectativas... nuestras vidas nos parecen mezquinas cuando las comparamos con otras, más terribles o importantes; nuestro rostro, al que veces vislumbramos en los espejos, nos sorprende mirándonos, acuciados por los problemas diarios y corriendo de un sitio para otro a ver si arreglamos algo... pero sin ser conscientes de donde tenemos puestos los pies: Sobre un suelo perdido en un universo desconocido.
Esta realidad debería situarnos y permitirnos vivir mejor, con más confianza en el caos, pues de ahí sale y surgió todo.

jueves, 22 de octubre de 2015

Respiremos

Hay temporadas donde parece que los mismos sucesos se precipiten o les pase a mucha gente conocida; hay fechas donde naces bebés, se celebran casamientos, no paran de haber accidentes o buenas noticias, o se mueren: esta época parece que toca morir. 
No hay día en que no me entere del fallecimiento de alguien conocido, aun de manera lejana. "¿Sabes?, la señora del quinto ha muerto", "¿Cómo puede ser? si la vi hace nada"... 
Efectivamente, ese comentario tan poco original es el que se hace cuando te informan de que precisamente esa señora a la que no hace tanto, ni tan poco como crees, saludaste, ya no volverá a decirte nada en el rellano nunca más.
Y eso da qué pensar: ahora estás, ahora no estás; no tiene por qué haber previo aviso: tan solo dejas de ser lo que solías ser, y con esa ausencia, replanteas a los que quedamos las incógnitas ancestrales a las que no sabemos contestar y con las que vivimos, hasta que seamos nosotros los que sorprendamos al resto; "pero...¿cómo? si la vi ayer..."
Hasta entonces, respiremos.

lunes, 19 de octubre de 2015

Estados irreales

Momentos donde uno se recoge, abstrayéndose.
Grietas en la manera de mirar el entorno y a uno mismo que agudizan los sentidos interiorizándolos. 
El tiempo transcurre desordenadamente, agrandando los segundos para contener esos pensamientos nítidos, algo inquietantes, que surgen cuando el mundo se nos congela.
Dentro de esa burbuja hervimos en una realidad a la que no prestamos atención; evoluciona por debajo de la cotidiana. 
Es entonces cuando vemos esa mosca, que no para de acicalarse con sus patas, chocar contra el cristal de la ventana que nos muestra esa calle, agrandada en sus detalles, incolora o demasiado chillona, depende.
Sentimos las ideas cruzarnos, sin orden ni necesidad de fijarse, sabiendo que una de ellas tiene la clave de toda la existencia pero que por eso mismo, solo se pasea por nuestra consciencia, libre. No la alcanzaremos jamás. 
Eso sí, su estela, ilumina algo la oscuridad de la incomprensión, aunque apenas sea en esos estados irreales adonde a veces nos asomamos.

jueves, 15 de octubre de 2015

Edades y palabras

Un niño chico conversando con su abuela, ambos en sus mundos lejos del mundo. 
El pequeño sin dominar las palabras, le cuenta lo que solo la madre entendería si estuviese cerca, con una seriedad y concentración admirables. La abuela le responde; a ella sí se la entiende aunque no se la comprenda: habla de otros tiempos, de gente ya muerta, de días acabados; muestra sus recuerdos como si no lo fueran y siguieran vivos.
Se miran y sonríen. El nieto la escucha mientras la mujer anciana comparte con él esa vida que fue, que no es, pero sigue siendo ahora, entre ellos. Luego él le cuenta lo que ella imagine y atenta le acaricia la manita.
Dos personitas unidas por la intimidad de las palabras, a pesar de que en uno ni lo sean todavía, y en la otra se filtren desde el pasado.

lunes, 12 de octubre de 2015

Tecnología

Me gusta observar, mirar a la gente como va andando y hablando por sus móviles, si te acercas un poco, sigues la conversación sin problemas, van contando sus asuntos como si estuvieran en el salón de su casa, cosa que no hacen si están diciéndoselo a un amigo presente. Es curioso, pero al hablar con un interlocutor que no está, es como si nosotros tampoco, como cuando un niño cierra sus ojos y dice, no estoy, no me ves.
Se escuchan sin querer problemas laborales, sentimentales, prácticos, triviales, cotidianos. Tenemos una puerta abierta a sus vidas desde ese creerse solos. Y cada vez se ven más personas solas que cogen el teléfono para sentirse acompañados en el trayecto, o con música, para lo mismo.
La tecnología parece que esté hecha para invadir el mundo de uno, esa soledad necesaria para escuchar los propios pensamientos. Si es así: Peligro.

jueves, 8 de octubre de 2015

Nueva novela

En marzo, bajo el sello de Sargantana, saldrá mi nueva novela. 
El proceso siempre ilusiona, siendo lo mismo cada vez, no lo es. Las historias que me dictaron sus personajes ya tienen ganas de andar solas. Espero que os las encontréis por el vuestro y os acompañen un tramo.
Gracias por leerme


Quimeras

Lo que vemos no es nunca lo que es. No solo por la barrera de nuestros sentidos sino por nuestra propia limitación al entender, ver, oír, sentir y deducir.
Somos lo que creemos ser, y no suele coincidir con lo que somos; si nos conociéramos, si pudiéramos encontrarnos fuera de nosotros, igual no querríamos ser ni amigos; creo que nos decepcionaríamos profundamente, porque no coincidiríamos en nada.
Hacer el esfuerzo de comprender que no entendemos, que no sabemos, que la vida no es solo sueño sino espejismo, nos liberaría de la carga de creernos algo más de lo que somos; nadie aun siendo todo.

lunes, 5 de octubre de 2015

De oráculos y destinos

Cuánto se dice sobre el Destino, el Azar, qué de movimientos ha creado: Oráculos, Religiones, Supersticiones.
Desde que los humanos sabemos que vamos a morir, queremos dejar algo detrás y asegurarnos que hay algo más adelante. 
Tenemos consciencia de nuestros actos y sabemos que dependemos de ellos y de algo más; sin saber qué mas, intuimos, o queremos intuir, que no solo contamos con nosotros, si así fuera, la responsabilidad abismal que tendríamos sería insoportable; si solo nuestras acciones fueran el motor del futuro, del presente, de la vida, nos quedaríamos paralizados antes semejante carga; insoportable para un simple humano, para eso se crearon los Dioses, el Azar, el Destino y lo demás, porque si tuviéramos que caminar por el presente atentos a cada minuto, sin saber en cuál se decide nuestro futuro, no seríamos capaces de ser.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Relato, 4 y última Parte: La cena

El marido, agobiado, callado, encontró en su cuñado, el segundón, y la mujer de Alejandro, su misma actitud. Miraban hacia todos los lados posibles, disimulando que estaban ahí. Los primos, callados, sin haber encontrado un punto de complicidad entre ellos, se habían cerrado al entorno y cada uno se martirizaba por no haber podido cumplir sus planes. El resto se había lanzado a una batalla campal pertrechados con todas las armas y actitud del vencedor: nadie iba a ceder. “Qué lástima de cena”. Y se dedicó, con la cuchara, a dibujar en el plato, con el resto de la fresa ablandada, rayas y círculos.
En el fragor de la batalla, se sacó el tema del testamento, de la herencia, de las partes que tocarían a unos y a otros. Su mujer enarbolaba que si no le pagaban más, ella debería tener más parte; los demás arremetían con furia calculada sobre esa proposición y los otros, cada vez más empequeñecidos, se dirigían unas sonrisas tímidas y avergonzadas de quien conoce al causante de alguna vergüenza pública.

Nadie había subido a ver a la madre, anciana inválida, que desde arriba se enteraba de todo, porque sus facultades mentales estaban intactas. No era la primera vez que era testigo de semejante sangría. Su mente estaba tan lúcida como maltrecho su cuerpo. Pidió a Elena, la sirviente, una chica dulce y educada que la cuidaba, que la incorporase un poco, y abriera la puerta para poder escucharles. “¡Ay, hija! De verdad que me apena que tengas que oír esto”. “No se preocupe, señora”. Y disimulaba, como si los que estaban sacándose los ojos no fueran carne y sangre de la anciana cariñosa y amable con la que pasaba las tardes, leyéndola, sacándola a pasear y aprendiendo de las anécdotas que ninguno de sus nietos quiso ser depositario. “Anda cierra ya. Aburren, siempre con lo mismo”. “Si”, “¿Quieres jugar un rato a las cartas? Con este ruido me será imposible dormir”. “Vale, buena idea. ¿a qué le apetece jugar?” “A la canasta, ¿quieres?” “Sí”. Y Elena, cerró la puerta, cogió la baraja del cajón de la mesita y empezó a repartir.
La anciana la miraba con cariño y respeto. Estaba tan a gusto con esa joven llena de vida, ganas de aprender; le había aconsejado estudiar y ella, ilusionada le preguntó si valdría, “Claro que sí, preciosa. Yo te ayudaré”. Y se matriculó, y entre las dos estudiaban para los exámenes, visitaban museos y cines.
“Qué cariñosa es se decía, como muchas otras veces, cuando la observaba moverse, atenderla, estudiar concentrada. Cuánto se va a sorprender, y no sólo ella, cuando se lea mi testamento y sepa que se lo dejé todo.”
“¿Tiene buen jugada, señora? No para de sonreír, seguro que tiene una buen baza y gana”.

“Seguro, no lo dudes, pequeña. Seguro”.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Relato, 3 Parte; La cena

Alejandro fue el tercero en llegar junto con sus padres, los tres más bien callados, y con una tensión que se podía cortar, entraron para completar el número de asistentes a la cena. Saludaron al resto y la anfitriona, con la sonrisa falsa y nerviosa pegada a los labios, que se le había puesto desde el primer timbrazo, ordenó a Elena, la chica interna, que sirviese la cena. Dijo dónde tenían que sentarse todos y una vez colocados, tras el ajetreo de sillas y servilletas desplegadas, dejó que un silencio incómodo y espeso se instalase entre todos. Los entrantes, unos fiambres comprados para la ocasión, ayudó, al menos, a tenerles ocupados. Las primeras frases se gastaron en albar la cena, no con gran entusiasmo, ya que lo que se servía tampoco era para tanto, pero rompió el silencio denso para ocuparlo por un silencio más ligero.
Santiago sudaba a medida que iban acabando los platos, conocía a su mujer y sus sonrisas falsas no le engañaban, suponiendo que a los demás tampoco. A su lado estaba el hermano mayor de su mujer, Alejandro, que serio, se limpiaba la boca tras haber mojando en la salsa; tenía la actitud del cazador avezado que no se va a dejar sorprender por la presa, a pesar de lo mucho que cueste tenerla a tiro, sabedor de que no va a errar. Su mujer, Carmela, una coqueta insustancial, tan estúpida como a simple vista parece, le miraba de allá para cuando, con el miedo de quien tiene una orden que cumplir y no sabe si meterá la pata, si será capaz de llevarla a cabo; observaba todo con sus ojos agrandados por el excesivo maquillaje que no cubría completamente las imperfecciones y signos evidentes de una edad que quería ocultar. El hijo, guapo pero insulso, no seguía para nada los intentos de Sara para conversar, haciendo que la muchacha quedase patética al reírse sola de sus propios comentarios. Al lado de su hija, sentada con la rigidez que la caracterizaba, estaba su cuñada, con la cara de quien no va a dejar pasar ni una. Llevándose a la boca la cena como si estuviera envenenada. “Una lástima de cena”. Suspiró y deseó que no fuese demasiado catastrófico el desenlace.


Y como todo llega, su mujer abrió la boca, en pleno helado de fresa y nata con sirope, para decirles lo que habían venido a escuchar, y de lo que se habían protegido desde casa. “Bueno, ya sabéis que mamá… “ No pudo decir más, las defensas preparadas de antemano surgieron a la vez. Un guirigay de palabras entrecruzadas ininteligibles, pero predecibles, clamaron al unísono, donde “no pienso ceder más”, “no creas que vas a poder abusar así”, “pues llévala a un geriátrico”, “al menos así, sabremos dónde va el dinero”, retumbó por el salón, amargando el helado que se derretía, indefenso, en los platos.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Relato, 2 Parte: La cena

No era Alejandro, sino la tía Marisa con su marido, Alberto. Era la pequeña, aunque a estas alturas, con los cincuenta bien cumplidos, quedaba ridículo que lo estuviese recordando continuamente, no tuvo hijos, “Por egoísta, y ahora mira, más sola que la una” decía siempre con un reproche y una maldición velada, que el marido nunca acabó de entender de su mujer, la anfitriona de la cena. Eran cuatro hermanos, dos chicas; Marisa y ella, Marta, y dos chicos; Alejandro, el mayor y Andrés el segundón, como despectivamente le llamaba también su mujer; “Ése nunca hará nada, ya verás” y de nuevo le sumía en la atmósfera amarga con la que rodeaba a la familia, “Son todos unos don nadies que se creen dioses. Siempre criticando y dándose aires, y diciendo qué se ha de hacer; ellos los perfectos, y mira, ¿quién es la que se ha quedado a mamá? ¿Quién es la que carga con todo? ¡Ellos no, claro!, ellos sólo saben criticar y escurrir el bulto. ¡Pues se acabó! Ya estoy harta”. “Vale, cariño, tranquila, no te sulfures. Haz lo que tengas que hacer”. y se marchaba con el periódico al jardín, esperando que se le pasara el enfado, sabiendo que hasta la siguiente factura aguantaría sin despotricar. Por eso le extrañó tanto que así, en frío, le dijera, camuflado en consulta, que iba a dar una cena para los hermanos. “¿Cómo lo ves, cielo?” Y él que sabía cómo tenía que verlo, le dijo que “adelante, cariño, seguro que es una buena idea”. Y sin más, viéndola contenta tras la inútil aprobación, se olvidó. Hasta hoy; el día de la cena.

 “Tu hermana es una arpía”. “¿Y qué quieres que haga?” “Pues no vayas”. “Mujer, he de ir, quédate tú si no te apetece, pero mamá… “ “Sí, claro, la excusa ideal. Sabes perfectamente lo que quiere; más dinero, y yo no estoy dispuesta”. Alberto hastiado, cansado de la eterna conversación, intentó ponerse en su sitio, uno que había perdido antes de ocuparlo. “Pues no vengas”. “Sí, eso, y así te podrá ningunear y sacarte más dinero para cuidarla. De eso nada, voy contigo”. Y le dio el día, el viaje en coche y no cambió de actitud hasta que le abrieron la puerta en casa de la hermana. Saludó a la cuñada con una gran sonrisa y empezó a alabar las mejoras de la decoración con una ironía hiriente que era imposible que pasara desapercibida. Temía la vuelta a casa. Él se acercó a su cuñado, y dándole la mano, se fueron al jardín a no decirse nada, después de darle dos besos a la huraña de su sobrina que decepcionada comprobó que no era el primo quien había llamado al timbre.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Relato, 1 Parte: La cena


“¿Está todo preparado?” La pregunta hecha cientos de veces esa tarde recorrió la casa y obtuvo tres respuestas afirmativas cansadas de repetirse y al unísono. “Sí, señora”; “Sí, mamá”; “Sí, cariño”. A pesar de oírlas, no las escuchó, y la mujer siguió con la actividad inútil de quién no sabe qué hacer y quiere hacerlo todo. “¿Qué hora es ya?” “Las siete” “Dios mío, qué tarde, ¿cómo es que aún no ha venido nadie?” No hubo respuesta; estaban cansados y todavía no había ni empezado la cena. Una cena incómoda tanto para los que estaban en casa como para los que no habían llegado. “No es una buena idea, cielo, piénsalo bien. No va a funcionar”. Pero el sentido común del marido no tenía ascendente sobre su esposa, que cuando se empeñaba en algo, no había más que hacer. “Tenemos que reunirnos, es imprescindible. Nadie quiere responsabilizarse y yo estoy harta que me den largas. Sabes que es necesario: todo ha de quedar claro antes de que mamá… “ y en ese punto, invariablemente se paraba. No le gustaba ni le parecía delicado acabar lo obvio. Había aprendido a vivir sin enfrentarse a lo desagradable, si podía evitarlo. “Sigo creyendo que no es una buena idea.” Dijo Santiago, más por costumbre que por reivindicar su postura ya que pocas veces, más allá de la mera cortesía en preguntarle, se le escuchaba la respuesta. “Por Dios, qué tarde”. Y corriendo de un lado al otro del comedor intentaba que el tiempo hiciera lo mismo. La hija, cansada y de mal humor porque esa noche la obligaban a estar en casa, habiendo tenido que anular una cita con sus amigos, decidió hacer patente su disconformidad por todos los medios posibles; no contestando, hasta que el peligro de una bofetada era inminente, no ayudando en nada a fuerza de ser incompetente en cualquier encargo, estar sin arreglar, y ahora, a punto de que empezasen a llegar, irse a su cuarto. No quería estar allí. Se sentía víctima y arrastraba su desdén en un silencio que ella pensaba digno y contestando con unos monosílabos más parecidos a gruñidos que a respuestas.

“Ve a ver cómo está la abuela, anda”. Y sin molestarse, para nada, en articular algo inteligible, salió del comedor escaleras arriba para tumbarse en la cama, por supuesto, sin cumplir el encargo. “¡Qué fastidio!” Y cogió el teléfono para amargarse con los detalles de la cita a la que no podía asistir, cosa en la que le ayudaba con sumo placer la amiga a quien llamaba; “Qué pena que no vengas hoy, precisamente, que vienen todos”. Con esa frase daba un interés a la reunión que, de ningún modo, tenía: sería una tarde más, donde la gente se aburriría como siempre, pero la ausencia de la joven daría brillo y al menos durante un rato, habría tema para comentar. Sara, estuvo haciéndose mala sangre al teléfono hasta que el primer timbrazo indicó que al menos alguien, había aceptado la invitación de mamá. Se sobresaltó, colgó y abrió el armario para buscar qué traje que ponerse; una cosa era ser una víctima de las circunstancias y otra bien distinta no estar presentable. Además, a lo mejor venía Alejandro. Incluso puede que fuese él quien había llamado. Se metió en el cuarto de baño y empezó a arreglarse a toda prisa.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Una vez será que no

El tiempo pasa volando, es una expresión que a veces se queda corta, sobre todo cuando miras hacia atrás, y ves todo el tiempo transcurrido: marea.
Lo mejor es contabilizarlo por cosas realizadas, logros superados, metas que aún siguen, pero están más avanzadas, ideas que nos acompañan y crecen.
El tiempo sin nada que lo plasme, parece más muerto, más estéril, más tiempo.
Ese día a día que nunca parece terminar, que nos obliga a salir adelante, a conseguir propósitos, es en realidad el Tiempo, el reloj de arena que miras hipnotizado mientras ves caer los granitos minúsculos de una parte a otra, arriba lleno, abajo, llenándose; ahí está ese discurrir continuo y no notas que se va vaciando; tarda tanto... y cuando más absorto se está viendo pasar la arena, se forma ese remolino arriba, indicando el principio del fin; lo que había en abundancia, se va. Y se va, ves ese último granito caer y ya está, se terminó el tiempo.
Menos mal, que en este caso, aún se le puede dar la vuelta para invertirlo..., pero una vez habrá que no.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Tiempos

Dominar el tiempo, moverte por él hacia atrás, hacia delante, pasear por los siglos como quien anda por las avenidas de una ciudad desconocida, parándose en los escaparates a contemplar sin prisa, por ejemplo, la evolución de los mamíferos, el alzamiento de un pueblo, el nacimiento de la escritura o lo que fuese que se nos antojara. Tendríamos el tiempo a nuestros pies, no habría secreto inexpugnable ni teorías falsas: podríamos constatarlas todas, porque al dominar el tiempo, dispondríamos del que necesitásemos para asistir a cualquier acontecimiento.
Podríamos leer todos los libros escritos, recuperar los ejemplares destruidos por el fuego en Alejandría, conversar con los Griegos, desayunar con los reyes…, da vértigo. Es abrumador: todo aquí y ahora.
Otra ventaja sería que podríamos, a nuestra conveniencia, acelerarlo o frenarlo, según nos apeteciese. Ese aspecto es más prosaico, casero e intrascendente pero para nada menos útil y práctico, es más, yo diría que es el que se usaría con mayor frecuencia, al fin y al cabo, por mucho dominio sobre el tiempo que tuviéramos, no dejaríamos de ser humanos, es decir, seres especializados en nosotros mismos, no muy inteligentes y poco globales, salvando honrosas excepciones.
Así que ya veo al que domine el tiempo, después de haberse paseado por sus épocas predilectas y visitado a sus personajes históricos más admirados, usando su poder para adivinar resultados de quinielas, loterías, averiguar qué pondrán en un examen, acelerar momentos aburridos y detener los ideales, hasta que por duración ilimitada, dejen de serlo tanto y pasen al primer grupo; el de los aburridos.
Creo que es mejor dejar el tiempo como está, supongo que la imaginación es la mejor ayuda para dominar, no sólo el tiempo, sino su ausencia.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Justificaciones cómodas

Pensar por uno mismo siempre es difícil, cuando se empieza a hacerlo, o se debería, se tiene unos trece o catorce años y hasta tú mismo te das cuenta de que tus ideas son meras mezclas de muchas; ese amigo que admiras, restos de las de los padres, tímidas aportaciones de un pensamiento propio incipiente... pero son distintas a las que antes pensabas, eso sí lo notas. Y lo coges y vas limando, quitando lo que sobra, leyendo sobre lo que quieres saber desde las bases y asombrándote de todo, ya que las raíces son siempre increíbles, sobre todo, cuando has visto primero las ramas, las hojas, las flores, y creces, y te afianzas en tu visión de las cosas, cada vez más tuya, cada vez menos entreveradas de otros punto de vista. Y sigues, y para ello nunca dejas de curiosear, dejarte sorprender, y la inflexibilidad la rechazas por lo que tiene de corsé limitador, y junto con tus pensamientos, van tus actos, y cada año son más afines, y si no, paras y miras y cambias.
Eso es lo que tendría que ser. Pero me temo, que la adolescencia, ahora mismo, solo es una excusa para que al gritar, tus padres te justifiquen porque las hormonas van locas. 
Lo que va loco es otra cosa.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Palabras prestadas

¿Tenemos la posibilidad de vivir a la carta? Es decir, ¿podemos manipular la vida, acoplarla a nuestro gusto, mover las variables que queramos para estar cómodos en ella?
Las palabras ayudan, son la materia prima de los pensamientos, y éstos son los que nos enfocan los sucesos, tanto internos como externos.Somos un organismo vivo que ha de sobrevivir al entorno, depende de cómo lo asimilemos, actuaremos. La mente, cambiante, nos guía. Está comprobado.

Las palabras moldean los pensamientos, dan nombre a las emociones, ayudan a construir nuestro universo, encarrilan los sucesos. También recogemos las de los otros, que mezclándose con las que tenemos, nos garantizan mejores pensamientos, emociones, universos.

jueves, 3 de septiembre de 2015

De ventanas e insectos

Es entre fascinante, y algo tonto, ver cómo las moscas, o cualquier insecto volador, quieren salir de un recinto por una ventana cerrada, golpeándose continuamente a cada intento contra el cristal sin lograrlo, pero ellas siguen. Y siguen. 
Da igual las veces que han procurado avanzar por ese lugar imposible, como mucho, dan unas vueltas por la zona, y otra vez; sin remedio se aplastan contra ese muro invisible, incomprensible, que las aparta de lo que transparenta, de ese exterior liberador.
Y de ahí no se van. "Pobres"; pensaba de niña, no saben.
Ahora de adulta las sigo observando, pero mientras a la vez que las miro golpeándose contra esa realidad invisible, veo a los que estamos fuera, en ese lugar al que quiere ir donde las personas nos chocamos también, una y otra vez, contra paredes invisibles que nos ofrecerían algo más, si las traspasamos... o eso creemos. Y seguimos. Una y otra vez, todos embistiendo esas barreras que no vemos, pero están, sin que nadie haya aprendido aún a abrir la ventana.

lunes, 31 de agosto de 2015

Es

La soledad no es estar solo, uno la encuentra en compañía también, a veces más que sin ella.
Las personas somos islas flotantes que nos vamos acercando unas a otras para crear continentes ficticios, pues al ser bloques individuales, los vamos moviendo con respecto al viento, al estado de ánimo, a la vegetación, a las tendencias, las brisas: cambiamos la topografía al gusto.
Hay pobres islas que creen en la unidad perdurable, en la geografía estática, en las palabras y movimientos de las otras rocas flotantes, hasta que se giran y comprueban que no, que donde había una palmera ahora está el mar, o esa montaña que parecía tan inamovible, es ahora arena lisa.
Y no es malo. Ni es bueno. Es.
Lo terrible es creer en lo inmutable y no cambiar ni dejar cambiar.

jueves, 27 de agosto de 2015

Apresar

El tiempo no se para, ¿o si?, quizá no hemos probado a vivir sin su cálculo, evitando ese rigor, ese marcarnos la vida. 
Su medida existe desde las civilizaciones más remotas; de siempre se buscó pautarlo, acompasarlo al ritmo de producción, encasillando las estaciones para reconocer cuándo cosechar, cuándo recolectar, anticipando riadas, fríos, inundaciones.
Actualmente, en esta parte del mundo autonombrada civilizada, lo medimos a la milésima de segundo, no hay gesto vital libre de su vigilancia. La sensación de que nos dirige es agobiante.
Pero puede que no sea el Tiempo quien lo haga, sino nosotros mismos al haber querido apresarlo. 

lunes, 24 de agosto de 2015

Atravesar días

Andar, observar, pensar, perderte entre tus hilos mientras el cuerpo te lleva a donde has de ir. Entras, aún de día. Estás ahí, mucha gente nueva, apenas se habla; usan el móvil para hablar, para no sentirse fuera de lugar, buscan voces amigas más allá de la gente nueva, nadie rompe el hielo, tímidas palabras, miradas, sonrisas breves. Pasa el tiempo. Situados, el entorno deja de ser algo novedoso, ya se ha pisado, observado. Nos sentamos, hablamos, leemos, los pensamientos se comparten, las miradas ya no son esquivas: la palabra nos ha presentado, nos movemos más a gusto, los móviles ya no son necesarios. Descanso. Encuentros, intercambios, probamos sabores nuevos, nos adentramos en nuevas miradas; nos reconocemos ya. Ya no somos extraños, los corrillos se agrandan, las conversaciones fluyen. La noche ya llegó afuera. El día no se ha ido en vano.

jueves, 20 de agosto de 2015

Poema: Maneras

Maneras de vivir,
sentires diferentes,
bullicios desconcertantes,
olores penetrantes,
callejuelas laberínticas,
gritos aturdidores.
Mentes ocupadas de maneras distintas,
unidas en su sentirse vivas,
distintas en sus opciones.
Todos podríamos ser todos.

Cada instante es eterno
y  uno sólo abarca
todo el ciclo vital;
a cada segundo se nace,
se ríe, se muere, se duda,
se traiciona, se odia, se ama.
Cada segundo es la vida completa
del que podríamos haber sido
del que quizá seamos,
riendo, naciendo,
muriendo, traicionando.

Cada segundo sólo nos recuerda
que no somos nada.
Suspendidos en el infinito, desconocido,
sin tiempo,
sin línea más allá del segundo constante,
diferente, turbante,
bullicioso, innegable.

Maneras de vivirlo

lunes, 17 de agosto de 2015

Destruir es más fácil

Uno construye, otro viene y lo destruye. Y así van las cosas. A cualquier nivel. No es una queja, es una realidad. Lo que intentamos siempre, después de la destrucción es que no nos afecte demasiado, o ver por qué fue arrasado y empezar a crear de nuevo, lo roto o quizá otra cosa.
Desde la autoestima, hasta una ilusión, o un proyecto, un trabajo, un algo..., uno hace y otros deshacen. Y la primera vez que te enfrentas a eso, de niño, es cuando empiezas a entrar en el mundo del adulto. Dejas la ingenuidad, aprendes a defenderte, a entender que dejar, no es que te quiten las cosas, que a esperar de alguien algo, no es frustrarte porque no te lo den..., aprendes a que a pesar de que te destruyan, has de ser mucho más fuerte, y seguir creando.

jueves, 13 de agosto de 2015

Captura

El tiempo no se para, ¿o si?, quizá no hemos probado a vivir sin su cálculo, evitando ese rigor, ese marcarnos la vida. 
Su medida existe desde las civilizaciones más remotas; de siempre se buscó pautarlo, acompasarlo al ritmo de producción, encasillando las estaciones para reconocer cuándo cosechar, cuándo recolectar, anticipando riadas, fríos, inundaciones.
Actualmente, en esta parte del mundo autonombrada civilizada, lo medimos a la milésima de segundo, no hay gesto vital libre de su vigilancia. La sensación de que nos dirige es agobiante.
Pero puede que no sea el Tiempo quien lo haga, sino nosotros mismos al haber querido apresarlo. 

lunes, 10 de agosto de 2015

Observar

Nuevas vidas que te encuentras cada día; observas a las personas que comparten tu espacio diario, intentando deducir, a partir de lo que ves en esos instantes, cómo serán sus días, en qué trabajarán, cuales serán sus anhelos, odios, frustraciones y deseos. Por mucho que lo intentes, seguramente, ni te acercarás a su realidad, pero a veces, es posible que sí lo hagas. Nunca podrás saberlo. Y es bueno, el espacio para soñar, para imaginar, siempre está abierto, es posible que la verdad decepcione, que esa mujer de mirada perdida, ese hombre agobiado que se obstina en mirar al suelo, esos chicos nerviosos que aún no manejan el cuerpo de adolescentes recién estrenado, no tengan las expectativas ni los anhelos o problemas que les has creado. Quizá la mujer absorta sólo tenga sueño, o el hombre distraido esté pensando en el partido de antenoche y los jóvenes aprendices de adultos ni siquiera sean conscientes de que piensan.
Nosotros mismos somos diana de otras miradas, otras conjeturas y alguno habrá que acierte, que se acerque a la raíz misma de nuestra rutina. Nunca podremos saberlo.
A veces, sin embargo, se cruzan las miradas del que observa con quien es observado y sientes que los papeles son intercambiables; nos reconocemos, y en ese momento, optamos por acercarnos o dejarles ir, puede que prefiramos entablar conversación, compartir deducciones y definir posturas, o más bien, sonreír con complicidad, y seguir anónimos, dejando que nos adivinen y adivinando.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Renovarse

Días de encuentros, renovaciones, propuestas interesantes, de cerrar trabajos y de abrir otros. Pero no porque acabe un año, sino por el cambio geográfico.
Volar lejos de la rutina siempre nos instaura en otra dimensión donde siendo los mismos, no los somos, haciendo lo de siempre, sabe diferente: Levantarse en otra cama, oler otro café, pasear con los mismos pies otras aceras, renueva. Te acerca a ese lado inquieto que lo cotidiano, asututamente para que no se te le escapes, te esconde.
Cierto que mientras recorres esos planes con la ilusión de la novedad, ya casi hechos en la mente mientras te asomas sorprendiéndote de cada esquina, te crees dueña del destino, y que cuando los estés mirando, otra vez desde tu día a día, no solo no estarán tan claros sino que tenderán a alejarse, a desvanecerse en lo improbable.
Es entonces cuando no hay que darse por vencida y darles alas, esquivando el intento de lo habitual que querrá atarte a su lado.

jueves, 30 de julio de 2015

Así es

Pensar por uno mismo siempre es difícil, cuando se empieza a hacerlo, o se debería, se tiene unos trece o catorce años y hasta tú mismo te das cuenta de que tus ideas son meras mezclas de muchas; ese amigo que admiras, restos de las de los padres, tímidas aportaciones de un pensamiento propio incipiente... pero son distintas a las que antes pensabas, eso sí lo notas. Y lo coges y vas limando, quitando lo que sobra, leyendo sobre lo que quieres saber desde las bases y asombrándote de todo, ya que las raíces son siempre increíbles, sobre todo, cuando has visto primero las ramas, las hojas, las flores, y creces, y te afianzas en tu visión de las cosas, cada vez más tuya, cada vez menos entreveradas de otros punto de vista. Y sigues, y para ello nunca dejas de curiosear, dejarte sorprender, y la inflexibilidad la rechazas por lo que tiene de corsé limitador, y junto con tus pensamientos, van tus actos, y cada año son más afines, y si no, paras y miras y cambias.
Eso es lo que tendría que ser. Pero me temo, que la adolescencia, ahora mismo, solo es una excusa para que al gritar, tus padres te justifiquen porque las hormonas van locas. 
Lo que va loco es otra cosa.

lunes, 27 de julio de 2015

Envidias

Solemos sorprendernos gratamente cuando algún conocido da un salto y se pone, durante un tiempo, por delante de lo cotidiano; un premio, un acontecimiento que rompe la rutina, lo que sea..., y si es muy sobresaliente nos gusta decir que lo conocemos, y nos sentimos orgullosos.
Pero a veces, aquellos a los que conocemos y destacan, lo hacen para mal; salen en los medios de comunicación, no por haber descubierto, realizado, ganado algo sino por todo lo contrario, por haber destruido, roto y arrinconado algo. Los ladrones, los asesinos, los desalmandos también tienen conocidos y a veces, la persona que ves en la pantalla, esa que ha cometido una atrocidad, es un rostro que ves a menudo, con quien has compartido tiempo o infancia.
Cierto que también decimos que lo conocimos, pero ya no con orgullo, sino con un velo turbio, oscuro, algunos morboso, otros incrédulos, de que se haya hablado con el protagonista del horror.
Es así, a veces, la gente que conocemos no sólo destaca para bien sino para mal. Y si los primeros pueden llegar a darnos envidia, sana, los últimos, nos dan escalofríos y nos muestran el abismo negro que todos bordeamos

jueves, 23 de julio de 2015

Mirar, miradas

Miramos, pero pocas veces vemos porque estamos demasiado pendientes de entenderlo. Nuestra manera de acercarnos a las cosas es experimentándolas, de bebés tocándolo todo y ya desde niños mirando, observando, atentos y curiosos a lo que nos rodea. 
Pero esa mirada tiene defectos; es nuestra, por lo tanto la interpretamos a nuestro modo, nos perdemos los matices, los colores, lo que no encaja con lo que creemos: está sesgada. 
Pero no tenemos otro modo de aprender, la curiosidad solo se sacia atendiendo a lo que tenemos delante. Lo que podemos hacer es educarla, mirar siempre sin prejuicios, mirar más allá de lo que vemos, mirar lo de siempre como si fuera nuevo. 
Con la mirada también aprendemos a conocer, a conocernos;  los ojos chocan contra los ojos de aquellos con quienes nos encontramos por primera vez, y desde ese escrutinio, cada partícula de luz recogida, nos sacude, mientras lo interpretamos; la mirada mutua se convierte en información, y aunque sesgada, esa primera vez suele ser bastante certera; aún no tenemos más datos y la intuición, esa manera de aprehender el mundo, nos asiste. Luego ya si volvemos a encontrarnos con esas pupilas, rellenamos con vivencias los huecos y domesticamos esa primera impresión. Ahí la mirada no estará sola. Ya no será la única que nos muestre lo que vemos, lo que queremos ver o lo que nos negamos a mirar de nuevo.
Vemos mejor que miramos aunque a veces, prefiramos cegarnos y nuestra mirada se oculte entre lo que en realidad no queremos ver.

lunes, 20 de julio de 2015

Tejidos

Unos días donde la rutina ha cambiado, donde los paseos han sido otros, luces, gentes, estímulos distintos, donde buenos amigos han compartido su tiempo, sus risas, sus palabras, sus juegos y días conmigo. Un caos ordenado, un orden caótico que ha modificado rutas, al estar donde no debería haber estado, se han entrecruzado momentos que no habrían sido posibles sin esos kilómetros de tinta, de caminos, de ideas.
Empieza un nuevo año pero solo para el calendario, los años los comenzamos cada día, cada hora, cada segundo. Este lo cierro con folios blancos, cuartillas manchadas, una nueva pluma, varios libros esperando, muchos ya viajados. Un año que entrará sin grandes esperanzas pero con pequeñas ilusiones.
Son días retales; los restos que quedan de lo que se esperó, esperando que el nuevo tejido tengo un diseño más luminoso.

jueves, 16 de julio de 2015

Trozos

Si miramos de una vez cualquier todo, este pierde individualidad; se convierte en una masa donde los detalles desaparecen.
Como dicen; si un hombre, o mujer, pudiese ver cómo será su vida de golpe, se suicidaría. Y me lo creo. Es un "todo", ahí quedaría lo absurdo, la amalgama sin detalle de unos hechos, el sinsentido de recorrer las horas sin más. Y quizá por eso nadie tiene ese don, porque el ir despacio, segundo tras segundo, sin saber siquiera lo que sucederá en el siguente, nos da el ánimo, o engaño o esperanza de que existe ese cambio que uno quiere, porque todos queremos que el minuto que precede al eternamente presente, sea mejor.
No es agradable vernos esas horas, ese futuro, ya empaquetado, rutinario, inamovible y estancado. Es mejor desmenuzarlo, pasarlo de puntillas sin romper la ilusión de que no es un bloque, sino que está compuesto por miles de fracciones interesantes.

lunes, 13 de julio de 2015

Poema: Soledad


No hay soledad más triste
que la de la compañía no buscada,
más negra que la del que amó y perdió,
más brillante que la propia,
más indiferente que la del mar.
No existen continuos inmutables,
milagros deslumbrantes,
nada cambia en la oscuridad interior,
profunda, indiferente, propia,
la intentamos aliviar, proyectar en otros,
ilusión de nosotros mismos
que acallamos, negándole su expresión,
su nada,
su compañía,
nuestra soledad.


jueves, 9 de julio de 2015

Nunca

Nunca parar, nunca estarse quieto, sobre todo, cuando más quieto se querría estar. Cuando no sabes para qué moverte, o no ves el porqué de intentar nada, ahí, es donde más necesidad hay de hacer lo que sea; dar una vuelta, aventurarse por diferentes calles, nuevos barrios, distintas tiendas donde comprar lo de cada día, entrar donde nunca se había entrado. Lo que sea.
Y sí, seguramente, ni ese día ni el siguiente ni quizá el otro sucederá nada extraño, sí que se irá la apatía, eso al primer intento, pero con los días, cambiada la rutina, sucederán imprevistos. Es una verdad, casi axioma vital.
Nunca parar. Nunca estarse quieto. Nunca. Ni cuando no vemos motivo para adelantar ni siquiera un paso.
Hay que darlo.



Para Carolina... 

lunes, 6 de julio de 2015

Mentiras

Vivimos con mentiras, de ellas y para ellas: la sociedad las fomenta; lo aprendemos de niños cuando la injusticia del engaño nos viene a romper la inocencia, no solo porque sucedió, sino porque se acepta.
La vida social es un entramado de falsedades a cualquier escala: banales, peligrosas, dañinas, estúpidas.
La verdad también nos la ocultamos a nosotros mismos; amenazas que desmontarían el precario equilibrio de esa red trenzada de conveniencias, hasta que nos estalla dentro, mostrando la propia conciencia olvidada. Si nos supera, nos hunde; si lo superamos, rasgamos el tejido falso, atando algunos hilos con ideas nuestras. Tan duras siempre. Tan necesarias.
No hay nada más aterrado que encontrarte ante una verdad sin lazos ni adornos, tal cual es. 
Todo gobierno está basado en el engaño; lo que trasciende al público, no es real. Tampoco lo es lo que ocultan.

La verdad está escondida en la incapacidad de comunicar lo que sentimos, lo que somos, lo que anhelamos. 
No por nada se les concede el don de la verdad a los niños chicos y los locos: viven aparte de la trampa mortal viscosas de las mentiras consentidas.