Sus palabras las veía en imágenes descomponibles. El árbol en
ramas, hojas, sabia... la tierra, sus distintas capas, con sus
distintos elementos, y en sus diferentes edades... el agua
microscópica... el principio del entrecruzamiento de genes...
--¡Pero esto es una enormidad! --exclamé
abrumado.
--Esto es sólo la puerta, amigo mío. Sólo la puerta me costó
diez años paró unos segundos
y luego me formuló otra pregunta--.
¿Para qué sirven las puertas?
--Para entrar.
--¡Eso es! Aún queda pasar adentro, imaginar lo que hay, las
gentes que ahí viven, lo que piensan, lo que están haciendo... y
nunca repites, porque aunque hayan otros árboles, sus semillas serán
siempre diferentes, sus crecimientos distintos, sus climas
irrepetibles... y con los hombres, mucho más evidente.
--¿Y ya lo has visto todo?
--No. Pero ya he logrado llegar a otro plano.
--¿Otro plano?
--Sí. ¿Qué ves?
--Una casa con una puerta...
--No --dijo con suavidad--.
¿Qué ves?
--Un cuadro.
--¡Exacto! Después de todo, sólo es un cuadro que alguien pintó
y que alguien mira. Está colgado en una pared de un museo que lo
contiene y que para acceder al mismo se tiene que traspasar una
puerta --ese es el otro plano, el
plano que se acerca a lo real.
Las infinitas posibilidades de cada ejemplo sugerido por mi amigo
eran impensables... el autor tuvo que tener sus circunstancias que le
llevaran a pintar ese --y no otro-- cuadro... los que lo mirábamos, pensarnos, conocernos... --lo
más difícil que hay--. Luego el
museo, su sitio en el pueblo, las gentes que en él viven...
--¿Sólo se acerca a lo real? --Aún
me atreví a preguntar.
--Sí, los planos se van cerrando, acercándose en sus límites
finitos a lo infinito. Pero no hay un plano real. Hay un punto, sólo
un punto en el centro del infinito que genera todos los planos... y
aún así, algo más habrá.
--¿Y en qué plano estás?
--¿Lo quieres saber, de verdad?
--Sí, claro.
--Con lo que te revele no podrás volver a ser el que ahora eres.
--No me importa. Mi ser ahora, es querer saber.
Me miró y lentamente empezó el final.
--Esto no es un cuadro, no estamos en un museo.
Esto es un relato, tan sólo somos la mezcla arbitraria de letras
unidas por una idea que alguien materializa.
No estamos hablando. Nos están leyendo.
--¿Son esos ojos que nos leen, el centro del punto? ¿Son ellos el
infinito?
Mi amigo se echó a reír.