Me pasé toda la noche --que no se
acababa nunca--, intentando
descifrar su contestación. Finalmente llegó la hora de abrir el
museo.
Cuando le saludé, no sé qué ansía me notó en mi voz, que
mirándome desde sus profundos ojos oscuros me invitó a sentarme con
él en el banco. Me quería aclarar la pregunta que no llegué a
formularle.
--Lo que te voy a contar no es nuevo, en absoluto. Todos los grandes
pensadores, Aristóteles, Copérnico, Nietzsche, Einstein..., nos lo
han indicado una y otra vez a lo largo del tiempo. Otros nos lo han
hecho llegar por medio de las palabras: Shakespeare, Calderón,
Unamuno, Borges... --me nombró
muchos más pero yo sólo retuve unos pocos de los que ya había oído
antes--.
--¿Qué ves en ese cuadro? --me
preguntó. Y yo se lo describí.
--¿Sólo ves eso? --estuve
intentando ver algo más. Intenté describirlo más por lo menudo,
pero me interrumpió suavemente.
--Después del cuadro. ¿Qué ves después del cuadro?
Le miré desvalido.
--No te preocupes. A mí me costó media vida.
Mirándome con una intensidad casi hiriente, me empezó a explicar
cómo ver el cuadro.
--En ese cuadro se puede ver lo infinito, ya que en él se repite lo
finito una y otra vez.
Ante mi estupor le oí preguntarme qué veía primero.
--Una puerta cerrada.
--Esa puerta está hecha de madera. ¿No?
--Sí, de madera, parece.
--Pues piensa que para hacerla se necesitarían árboles. Piensa en un árbol. La semilla, la tierra, el agua, el tiempo que necesitó para crecer y ser cortado y dar otras semillas... piensa en los animales que vivieron en él y gracias a él..., en el hombre que lo taló, con su nacer, sus circunstancias, que a su vez te llevarán a otro comienzo. Todo siempre encadenado, y a su vez, ramificado.
--Pues piensa que para hacerla se necesitarían árboles. Piensa en un árbol. La semilla, la tierra, el agua, el tiempo que necesitó para crecer y ser cortado y dar otras semillas... piensa en los animales que vivieron en él y gracias a él..., en el hombre que lo taló, con su nacer, sus circunstancias, que a su vez te llevarán a otro comienzo. Todo siempre encadenado, y a su vez, ramificado.
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