lunes, 31 de marzo de 2014

Érase una vez

Los cuentos para niños suelen comenzar por un "érase una vez" o "érase que se era", incluso "hacía muchos años"... todas ellas meras fórmulas para situar la acción en un pasado lejano, tanto, que ninguno pueda pensar que lo que les van a contar se parece en algo a sus vidas cotidianas; así las princesas y dragones, reyes destronados, casas de chocolate, ogros malvados, brujas inmisericordes serán seres de otras dimensiones, realidades que no interfieran con las suyas. Pero lo hacen, a los pequeños esas criaturas les son tan cercanas como el mismo narrador, cierran sus ojos, o los abren, y se meten de lleno en ese tiempo pretérito que no les protege el presente. Los duendes y fantasmas conviven con los vecinos y porteros, ogros y trasgos se sientan junto a tíos y abuelas, los niños perdidos no son más extraños que los propios amigos, y ese intento de alejarlos de los sueños, no solo no tiene éxito sino que aún crea una atmósfera de misterio intemporal más real que el reloj que marca la hora de la merienda o del cuento.

viernes, 28 de marzo de 2014

Modos de hacer

Hay muchas formas de crear y muchos modos de hacerlo.
Está el que acaba rápidamente lo que sea que crea que está creando, porque lo que le interesa es el reconocimiento inmediato de ese público aquiescente, no se expone por supuesto, a otro tipo de crítica, va a lo seguro; gente que le alabará esa obra acelerada que no durará en absoluto ni antes de que se realice la siguiente.
Están los que no acaban nunca lo que se llevan entre manos por estar pendientes de lo que será pero, que de hecho, no es: demasiadas expectativas y sobrevaloración de lo que se quiere hacer, se desaniman al comprobar que ni de lejos, es esa gran obra, así que no la terminan jamás, empezando otra que seguirá los mismos pasos; ninguno. 
Y los que valoran lo que hacen y lo ejecutan en silencio, en sus talleres, mesas, lienzos, calladamente, sin aspavientos, sin prisas, sin buscar los aplausos, con el rigor de su propia crítica. Ellos crean y de este grupo es de donde, cuando las circunstancias se dan, surgen los que moverán el mundo.
Nunca de los que piensan que son ellos quienes lo mueven.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Si la vi ayer

Hay temporadas donde parece que los mismos sucesos se precipiten o les pase a mucha gente conocida; hay fechas donde naces bebés, se celebran casamientos, no paran de haber accidentes o buenas noticias, o se mueren: esta época parece que toca morir. 
No hay día en que no me entere del fallecimiento de alguien conocido, aun de manera lejana. "¿Sabes?, la señora del quinto ha muerto", "¿Cómo puede ser? si la vi hace nada"... 
Efectivamente, ese comentario tan poco original es el que se hace cuando te informan de que precisamente esa señora a la que no hace tanto, ni tan poco como crees, saludaste, ya no volverá a decirte nada en el rellano nunca más.
Y eso da qué pensar: ahora estás, ahora no estás; no tiene por qué haber previo aviso: tan solo dejas de ser lo que solías ser, y con esa ausencia, replanteas a los que quedamos las incógnitas ancestrales a las que no sabemos contestar y con las que vivimos, hasta que seamos nosotros los que sorprendamos al resto; "pero...¿cómo? si la vi ayer..."
Hasta entonces, respiremos.

lunes, 24 de marzo de 2014

Lejanias cercanas

Dos tardes especiales, dos tardes con dos amigas entrañables, de esas que da igual el tiempo que pase, da igual lo que pase, porque nada más estar ahí, estamos ahí, compartiendo lo que sucedió entre la última vez y esta, poniendo en claro, y oscuro, todo lo humano y lo divino, recuperando el tiempo sin ellas, y haciendo acopio hasta el próximo encuentro.
Una poetisa, y una conocedora de almas; palabras hermosas y certeras, risas y recuerdos, no de lo que compartimos, sino de lo que les sucedió, lo que nos sucedió, pero que al contarlo, ya no es exclusivo de ninguna porque pasa a ser de las dos; ese trasvase de experiencias, sueños, proyectos, ánimos, entendimiento, reconocimiento; ese mirarse en la otra, comprobando, una vez más, por qué somos amigas, por qué se pueden ir cinco horas sin darnos cuenta, por qué se hace el esfuerzo de coger trenes y de andar kilómetros bajo la lluvia para encontrarnos, sentirnos cerca y darnos fuerza.

viernes, 21 de marzo de 2014

Trozos



No hay nada seguro, lo que creemos tener no lo tenemos, lo que pensamos saber, no es tan cierto. La vida en sí misma es insegura. Nos agita y vapulea quitándonos y dándonos lo que ni imaginamos, todo es cambio: hemos de adaptarnos. Esa seguridad cómoda que como espejismo nos parece real, no lo es.Nada bajo el sol lo es.Los cambios continuos es la única variable inamovible. Lo que ahora es, no lo será un día cuando abramos los ojos y veamos que todo es distinto a lo soñado, planeado, vivido, y a pesar de eso, se ha de seguir, desde la incertidumbre de estar vivos.Una puerta sin puerta que nos muestra, invariablemente, lo lejos que estamos de esa comodidad cotidiana que estalla en mil pedazos cada día. Unos más que otros.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Parar

Días bulliciosos donde lo urgente quita tiempo a lo importante, donde atravesarlos es un reto casi heroico, donde sobrevivirlos una meta utópica; días repletos de actividades, acotados por el reloj, enmarcados por necesidades impuestas.
Qué banales son.
Hay lugares donde la vida se toma de otro modo, no con calma, sino con la conciencia de que se está vivo, que respirar y mirar y hablar o callar es más importante que hacer lo impuesto desde cotos ajenos.
A veces se ha de parar aunque el mundo se nos caiga, porque si no, quienes caen somos nosotros, en la vacuidad.

viernes, 14 de marzo de 2014

Bullicio

Desde un rinconcito se ve bien el mundo, al menos, se observa. 
Los ancianos tienden a asomarse a los balcones de sus casas, sobre todo ellas; pararse quietos, acodados en la barandilla, atentos a ese ir y venir del trasiego humano, donde quizá estuvieron mezclados de jóvenes, o puede que más tarde se unan a él para pasear, sentarse en los bancos o conversar con amigos que también dejaron su atalaya para distraer las horas un ratito, pasando a ser observados desde otros rincones, desde otros ojos.
Ver la vida moverse, bullir, habría de ser una de las ocupaciones diarias para entendernos cuando entremos en ella, cuando sintiéndonos atrapados en sus prisas, sepamos ralentizar y sentirla. 

miércoles, 12 de marzo de 2014

Solo una vida

Qué poco tiempo para hacer todo lo que uno desearía, no da para nada; qué limitaciones tiene esto de vivir y qué de contradicciones: cuando menos tiempo tenemos, más queremos, y al contrario.
Cuantos más libros leemos, menos sabemos; la curiosidad se nos despierta y nos lleva a constatar, cada vez, que por mucho que buceemos en lo que nos intriga, siempre hay algo que se nos resiste, que no aprehendemos, que nos falta: un enlace nos lleva a otro y ese a otro más, de un lugar iríamos a otro sitio y de este a aquel de allá; las ganas de saber, de entender, de conocer, de investigar, de soñar son infinitas porque siempre hay algo más.
Pero solo si se busca, si uno se molesta en usar la mente, si decide pensar por sí mismo, si quiere conocer lo que pasó antes de uno y lo que sucede ante uno, ya sea cerca o lejos: qué abanico infinito posee lo finito. 
Qué desperdicio tener solo una vida.

lunes, 10 de marzo de 2014

Consenso

Este mes, de nuevo, manipularemos el tiempo; los relojes marcarán otra hora, nos situaremos más cerca del sol, oscurecerá igual, pero en nuestra apreciación, se hará de noche más tarde. Qué fácil parece así mover el Tiempo, es solo cuestión de ponerse de acuerdo. Aquí no valen opiniones, se pueden tener, claro, pero acatando la orden. Se trastocan las manecillas y punto. Como con los semáforos, en rojo paras, o las consecuencias son tan obvias que nadie cuestiona el no hacerlo.
Es triste que solo nos pongamos de acuerdo en normas tan básicas, en aquellas en las que ir en su contra nos perjudica: no se puede ir una hora, antes o después, desacompasado con el resto; no se debe tentar la suerte con los colores del tráfico...
Pero en cosas más vitales, importantes y trascendentes, las opiniones nunca se aunan; solo marcan más las diferencias.

viernes, 7 de marzo de 2014

Cuenta atrás

Lo cerca que pasan de uno las desgracias, a veces, y sólo le rozan; un coche que pasa tan al lado que te vuela la ropa, un tropiezo que de haber perdido el equilibrio te hubiera precipitado escaleras abajo, una tapa de alcantarilla medio rota vista a tiempo y salvada, un golpazo de manillar que te evita una caída grave... cientos de ejemplos, que vienen a confirmarte que aún se te quiere entero.
Pero al contrario también sucede, cuántas veces, al explicarnos alguien el accidente tonto de tal cuando se rompiera una pierna o de cual que lo dejó casi muerto, nos damos cuenta de que tampoco tiene lógica ninguna: No se sabe por qué los accidentes acechan casi a diario y algunas veces logran su propósito y otras no.
Lo llaman, azar, o no era tu hora, o destino, o lo que quieran, pero nadie sabe aún el porque de esas amenazas reales que acechan por las esquinas de la vida cotidiana. Puede que sea simplemente la cuenta atrás.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Solos

Cada vez nos comunicamos menos, pero no entre los demás, que también, sino con nosotros mismos. 
No nos dejamos ni un solo segundo a solas, nos negamos a entrar en esa zona donde viven los pensamientos, evitamos sentir que sentimos, luchamos contra la propia opinión, de tal suerte que ni pensamos ni sentimos ni creemos porque lo diluimos todo entre la excesiva información que nos buscamos, el miedo a sentir y la ignorancia para creer.
Nos hemos cerrado por pánico a experimentar sentimientos incómodos, por horror a indagar entre la información, por pereza para conseguir un pensamiento propio, por desidia ante el trabajo de la mente.
Estamos tan solos que ni con nosotros mismos nos comunicamos; solos entre cientos de mentes yertas.
 

lunes, 3 de marzo de 2014

Relato; 3 y última Parte; Libros

Todo podía haberse quedado en la anécdota de imaginarme quién lo hizo, pero esa noche, en vez de dejarme llevar por el libro, me la pasé imaginando la vida del profesor: alguien decepcionado con su vida, al que toda una juventud de esfuerzos le había dejado, no unos recuerdos con los que compartir las horas que le quedaban por llenar, sino momentos descarnados que le hacían reconocerse en frase tan real para él, tan anodina para cualquiera que no se sintiese triste, gris, pobre y jubilado de maestro.
 También pensé que si iba a la biblioteca, ahora que sus horas dependían de él, su vida no podía ser ni tan gris ni tan triste: disponía de todo el tiempo para sumergirse en esos libros a los que no pudo dedicar sus tardes cuando era más joven, cuando las horas nos viven y no al revés. Ahora todos los libros querrán elegirlo.
 Después pasé a intentar imaginar su aspecto; quizás fuese correctamente vestido, de oscuros, puede que un bastón le ayudase, seguro que era de modales impecable y dejaba que su mirada se alejase del presente, ensimismándose en otros recuerdos. Su carácter debía de ser irritable y su paciencia poca domada: seguro que los niños y él pasaron un infierno juntos en el aula. No recuerdo cuando me dormí y pasé, de pensar a soñar.
A la mañana siguiente, me desperté cansada, miré el reloj desorientada, intentaba hilvanar  jirones de un sueño que aún estaba fresco, pero como ocurre cada vez que se le intenta retener, se me iba esfumando, vaciándose de contenido y lógica. Siempre me ha sorprendido la viveza de las imágenes oníricas, sin entender del todo, cómo puedo verlas sin mirarlas, desde dentro del recuerdo de su luz, con sus propias leyes físicas.
La cuestión era, que lo que había soñado, me cambió las expectativas del día, y de todo, desde aquella mañana.
Me fui a la biblioteca, pero no a por libros, sino a por los que los leen. Mi tiempo tenía sentido.
Tenía que encontrar al maestro triste y gris. Al hombre obsesivo del doble triángulo.
Tenía que coger más libros, leer en ellos las pistas de sus anteriores lectores; deducir su carácter, su aspecto, sus anhelos, inquietudes y vidas. Buscarlos entre las estanterías, deduciendo, por cómo trataron los libros, su manera de moverse, de vestir, de vivir. Comparándolos con los rastros que ellos mismos dejaron tras sus lecturas, escritos entre lo ya escrito, dejando sus manías y sus vidas reales entre las impresas, entrelazando lo mezquino con lo grandioso, renovando lo épico con lo diario.

Y desde entonces, aquí vivo: entre libros.