miércoles, 31 de agosto de 2011

Relato: Nannie

Asomada a la ventana vio cómo el sol se iba apagando. Malo. Ya era de noche y aún no había llegado. Aunque todavía podía haber suerte y que no lo hiciese. El papá que llegaba cuando todo estaba oscuro no era el mismo que el que lo hacía cuando las sombras no invadían la calle, la casa.

Con solo cuatro años conocía muy bien cómo reaccionar ante ese padre oscuro; le había costado más de un golpe, no comprendía por qué su olor, sus manos, su voz cambiaban tanto, por qué gritaba en vez de decirla que era su princesita; más de una vez y de dos, tuvo que correr, despavorida, a esconderse de él, porque no era él. No era su papá, era ese señor que llegaba apestando y a quien mami intentaba aplacar con susurros. Aprendió a reconocer la señal de la madre de ojos desperados y manos crispadas, que la mandaba a su cuarto, a encerrarse con llave, a meterse debajo de la cama, bien agarrada a Nannie, su muñeca preferida, de cabellos de lana negra y ojos de botón reluciente. Y ahí, abajo, sin sentir la dureza del suelo ni su tacto frío, sudaba y tranquilizaba a Nannie, casi sin hablar, por miedo a que ese señor, las encontrara. Aprendió a no escuchar los gritos sordos de su madre, ni los golpes feroces de él. Si cerraba muy fuerte los ojos, hasta hacerse daño, hasta ver luces de colores sin abrirlos, solía pasar el tiempo más rápido.

El miedo lo tenía ya dentro; imposible que se fuera, ni en el patio del parvulario, ni en los parques ni a pleno sol, ni siquiera cuando era papá quien estaba a su lado jugando. Ya no. Porque una vez, lo vio transformarse ahí mismo. Antes aún, cuando estaba papá, sabía que era imposible que el otro viniese. Pero ya no. Ese día supo que papá era él, esa tarde dejó de tener cuatro años sin haber cumplido ni uno más, esa noche dejó de esperar a su papá y aprendió a sobrevivir con el otro, el que cogió a Nannie, pensando que era ella, y la estampó contra la pared mientras gritaba que lo dejase en paz, que no lo mirase así, que no podía soportar sus ojos, esos ojos abiertos, confiados, de botones negros brillantes.

martes, 30 de agosto de 2011

Caos

Si fuéramos conscientes de que vivimos sobre un minúsculo planeta que da vueltas sobre su eje y alrededor de un sol que algún día dejará de brillar, que forma parte de una galaxia que a su vez está contenida en un Universo que ya se ha demostrado que no es infinito y que acabará o expandiéndose o contrayéndose, a ver qué opción es peor, digo, si fuéramos conscientes de semejante inestabilidad, mezcla fortuita entre absurda y genial, no nos preocuparíamos tanto de ciertas cosas.
Pero es imposible no hacerlo, nuestro propio universo, el que contenemos en nuestro yo profundo, o no tanto, ha de atarearse con lo que nos circunda; con que los precios suben, los niños crecen, los amigos no llaman, la pareja nos da problemas, no llego a donde quiero, no se cumplen las expectativas... nuestras vidas nos parecen mezquinas cuando las comparamos con otras, más terribles o importantes; nuestro rostro, al que veces vislumbramos en los espejos, nos sorprende mirándonos, acuciados por los problemas diarios y corriendo de un sitio para otro a ver si arreglamos algo... pero sin ser conscientes de donde tenemos puestos los pies: Sobre un suelo perdido en un universo desconocido.
Esta realidad debería situarnos y permitirnos vivir mejor, con más confianza en el caos, pues de ahí sale y surgió todo.

domingo, 28 de agosto de 2011

Después

Cuando se regresa de cualquier sitio que no es el tuyo habitual, se recuerda con una nitidez límpida, dilatada en el tiempo; lo que duró tres horas, se guardará en la memoria como meses.
Caminar arriba y abajo, buscar en el mapa lo que quieres ver en la realidad, no encontrarlo, dar vueltas, volver tras los pasos dados, observando lo que no se habría visto sin ese despiste, toparte con ello sin darte cuenta; reírte con un amigo que tiene la paciencia de hacer de Cicerone y que te ofrece, con una sonrisa, sus dominios, mientras te reflejas en los espejos de un famoso café, o eliges menú delante de un museo importante.
No paras de caminar, de observar, de mirar viendo, de sentir pensando. Reencuentros entrañables, compañías nuevas y no tanto, levantarte casi cada día en una cama diferente, dormir apenas, respirar ambientes vertiginosos, procurando fijarlos bien para no perder detalle.
Y al regreso, constatar en el calendario que solo fueron unos días, no unos años, que todo te espera tal y como lo dejaste, aunque tú no eres quien se fue, pero sabes que poco a poco, irás siéndolo. No te queda más remedio que encajarte de nuevo, pero eso sí, con tus nuevos recuerdos.

sábado, 27 de agosto de 2011

Ilusión

El tiempo de renovación va en paralelo a los espacios nuevos.
Cuando más fuera se está de la rutina, más fácil es hacer planes y verlos terminados; hacer cambios y buscar nuevos modos de vida, más allá de la vida que lleva uno: todo se renueva, reverdece y se afianza. Viendo pasar paisajes al ritmo de los kilómetros, observando caras nuevas, paseando por calles, al principio desconocidas, para poco a poco andarlas como si lo hubieras hecho toda la vida, es el motor que nos distancia de lo doméstico y nos sitúa para vernos desde otras perspectivas. Cada olor, sabor, voz, abrazo, paseo, visita nueva nos marca y separa de lo cotidiano. Desde ahí, no nos parece posible recuperar lo de atrás; nos apuntala para realizar, cuando lleguemos, todo lo que en esos días nos ha traído la imaginación.
Como todo llega, también llega todo: el regreso a esa rutina lejana, a la que se le ha quitado un poco el polvo desde la novedad. En la maleta te traes, no solo lo que te llevaste, sino las fuerzas para quedarte en ella unos meses más, antes de languidecer de nuevo y tener que dejarla en casa, otra vez, para recuperar la ilusión de poderlo todo.

viernes, 26 de agosto de 2011

Mañana de nuevo

Gracias a todos por haber ido mirando las entradas, invisibles, ya que al no poder conectarme en estos días de kilómetros y novedades, no podía pasar las palabras aquí, pero mañana, de nuevo, estaré compartiendo todo lo que he visto, pensado, imaginado y soñado en este caos de días.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Ondas

Es más difícil encontrar ondas para poder enviar estas palabras más allá de mi imaginación. Las ideas se renuevan, pero fijarlas, estos días, va a ser todo un reto.
Es curioso lo que nos cambia la tecnología las prioridades o costumbres.
De redactarlo todo en papel y luego, con calma y arropados por un tiempo más rutinario, pasarlo a limpio para enviarlo, a donde fuera que se enviase, a esto, a depender de si unas ondas lo permiten o no. Las palabras van directas de la mente al cyber espacio, de mi imaginación a la vuestra, y si no, se va como loca, buscando un locutorio o bar con ondas más bebida donde sentarse, pensar, escribir y compartir.
Ahí estamos, unidos por unas palabras que se mueven por un espacio, hace poco, impensable.

lunes, 8 de agosto de 2011

Trucos

Aún sabiéndolo, pocas veces, vemos más allá del envoltorio, sea este bueno o malo.
Que las apariencias engañan lo tenemos aprendido, pero no le hacemos el caso que merece. El aspecto roñoso de un forro hecho con papeles de periódico, puede camuflar un libro interesantísimo, un vestido barato o roto, puede esconder una belleza de mujer, un traje ajado y brillante en las zonas de roce, un cuerpo musculoso y ágil. Ejemplos, cientos.
Y al revés lo mismo, el efecto halo, funciona en las dos direcciones, un aspecto impecable, nos hará creer que lo que envuelve es bueno, a la fuerza.
Nos dejamos engañar por todos los clichés; si vemos a alguien vestido del uniforme de su profesión, tenderemos a hacerle caso; sus palabras tendrán más autoridad cuando lo lleve puesto, así pues, cualquiera que esté vestido con bata blanca, por ejemplo, tendrá más credibilidad si nos dice algo referente a la salud que sin ella (de lo que se aprovechan, sin límites, los publicistas) o si es un artista, solo por ser bueno en lo suyo, lo que diga o haga, será más imitado que si lo dice cualquier otro.
Somos de lo más simple, nos engañan con el truco del conejo y el sombrero cuando quieren. En todo. La libertad de pensamiento ha de comenzar con saber que a veces, lo que pensamos, simplemente, es el reflejo de lo que quieren que pensemos... cuidado.

viernes, 5 de agosto de 2011

Efímero

En las vacaciones aún es más obvio esa necesidad que tenemos de que cada segundo tenga contenido, de que el efímero paso del tiempo conste de alguna manera. Se toma como excusa el hecho de estar en un entorno diferente, para hacer fotos, que no es si no una forma de apresar el tiempo, de atarlo como sea a un presente huidizo, y que al verlas, al compartirlas, seamos conscientes de que sí estuvimos allí, de que sí vivimos, de que lo efímero de ser, sigue siendo válido.
Ahora, con el acceso universal a internet y con él, poder prolongar nuestros quince minutos de gloria en muchos más, también alargamos el momento que vamos viviendo, casi a la vez, haciendo y colgando fotos desde los móviles más avanzados directamente a las ondas; desde la física del tiempo real al mundo ideal. Es casi cómico ver cómo los grupos de gente viven el momento trasladándolo a ese mundo virtual al instante. Ratificando que viven, que son, que hacen algo interesante, lo estén haciendo o no, es irrelevante en este caso.
Lo efímero de ese segundo único que vamos viviendo en cadena, que solo existe en el momento y que el recuerdo le dará significado en los siguientes, es tan corto, tan mínimo, que de alguna manera, hemos de atarlo al tiempo, a nuestro tiempo.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Poema; ENIGMA

Una puerta cerrada; un enigma.
Franquearla; una desilusión.
La búsqueda de lo imposible,
la necesidad de lo imaginario.
La realidad, por sí misma insuficiente,
la entremezclamos con imposibles.
¿Quién puede sobrevivir a sus sueños?,
despertarse es una pesadilla.

Descubierto lo posible, se anula la meta,
cerramos la ilusión tras la puerta abierta.
Parapetarnos tras lo fugaz, lo inalcanzable,
los pasos sin huella.
Refugiarnos en lo no-posible
bregar con lo hecho, asumir lo deshecho,
sobrevivir al desencanto que trae
el abrir una puerta cerrada.
Resolver un enigma,
dejando morir un misterio.

lunes, 1 de agosto de 2011

Relato, 4 y Última parte; TRISTÁN

A las seis en punto, uno de los hombres, vestido completamente de negro, salió de detrás del teatrillo y de la tela negra que habían colocado como fondo para comenzar a mover sus labios. Resumió lo que iban a ver, la historia de tres hermanos príncipes que se pelearían por el reino y la mano de una bella princesa, que terminaría prisionera de un mago malvado, y que solo uno de ellos lograría vencer. Y eso pasó, y mucho más.

El telón se levantó y unos muñecos delicados, vivos, se movieron ante los ojos de todos, obedientes a unos hilos casi invisibles, que les unían a unas cruces de madera que manejaban los hombres negros. Pero iban más allá, los gestos delicados, los movimientos de cabeza, manos, pies, las luchas y destrezas con espadas, los galopes a caballo, el temible mago que se convirtió en dragón, iban más allá de esos hilos; tenían vida propia.

Tristán observaba cómo se movían las manos de los hombres y algo muy profundo se le removió por dentro: es lo que quería hacer, era su lenguaje, el de los gestos, pero completo, los dedos hablaban más allá de las palabras: creaban vida, la que se movía bajo sus órdenes a través de los hilos; la que se debatía abajo, en el fantástico escenario, y con esos seres expresivos sin necesitar palabras dichas, solo gestos precisos y movimientos hermosos.

Él era un titiritero desde siempre.

Entonces sacó a su muñeco del bolsillo y supo que sería su primer títere, que lo trabajaría en madera hasta tener uno que pudiera expresarse a través de sus dedos, y a la vez de sí mismo. Esa simbiosis de voluntades era lo que veía ante él. Miró a su hombrecito de corteza y entendió lo que ahora le decía: sabía quién era y qué sería desde ese mismo momento. Irradiaba tanta luz que su madre se asustó un poquito, solo hasta que ella misma entendió el porqué de su emoción al ver a esos muñecos vivos: Miró a su hijo y no pudo evitar que sus ojos se humedecieran. Era uno de ellos.