sábado, 27 de agosto de 2011

Ilusión

El tiempo de renovación va en paralelo a los espacios nuevos.
Cuando más fuera se está de la rutina, más fácil es hacer planes y verlos terminados; hacer cambios y buscar nuevos modos de vida, más allá de la vida que lleva uno: todo se renueva, reverdece y se afianza. Viendo pasar paisajes al ritmo de los kilómetros, observando caras nuevas, paseando por calles, al principio desconocidas, para poco a poco andarlas como si lo hubieras hecho toda la vida, es el motor que nos distancia de lo doméstico y nos sitúa para vernos desde otras perspectivas. Cada olor, sabor, voz, abrazo, paseo, visita nueva nos marca y separa de lo cotidiano. Desde ahí, no nos parece posible recuperar lo de atrás; nos apuntala para realizar, cuando lleguemos, todo lo que en esos días nos ha traído la imaginación.
Como todo llega, también llega todo: el regreso a esa rutina lejana, a la que se le ha quitado un poco el polvo desde la novedad. En la maleta te traes, no solo lo que te llevaste, sino las fuerzas para quedarte en ella unos meses más, antes de languidecer de nuevo y tener que dejarla en casa, otra vez, para recuperar la ilusión de poderlo todo.

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