viernes, 30 de julio de 2010

Brillos

Creo que en toda infancia hay una atracción irresistible hacia todo lo que brilla. Como pequeñas urracas, los niños se lanzan a por cualquier trocito de luz; cristalitos, piedras pulidas, trozos de lágrimas de cristal, cuentas, abalorios, papelitos de plata o de colores..., caleidoscopios de objetos inservibles para los adultos, maravillosos tesoros para los niños.
A mí aún me siguen llamando la atención, me gusta lo que brilla, me acerco a mirar cuando veo algo que desde el suelo chispea, refulge llamándome.
Entiendo que los aborígenes se admiraran ante la bisutería traída adrede para lograr lo que lograron; expolios y trueques desventajosos para ellos, pero imposible resistirse.
Y cuanto menos valor tengan esas gotas del luz, más bonitas son. Porque lo hermoso que tienen es eso; luz y no valor material, son sueños escondidos, deseos encerrados que nos llaman, que se encienden.
Quién puede resistirse a una ilusión que llama brillando.

jueves, 29 de julio de 2010

Profetas

Es verdad que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Ahí entran, normalmente, familia, amigos, vecinos, gente que conoce de primera mano al profeta, ya sea artista, filósofo, músico..., cualquier disciplina es válida.
El ver a alguien moverse, desde siempre, al lado, cerca, con las mismas circunstancias que ellos, hace que o no lo vean o no quieran verlo. Ya sea por falta de perspectiva o por exceso de celos, la gente grande no se ve grande desde cerca.
Todos tenemos comportamientos diferentes en distintos contextos, y un amigo siempre verá distinto al genio de como lo ve un admirador -que por cierto, daría lo que fuera por poder estar en el lugar del amigo-.
Es como si al ver el lado cotidiano, supusiera un problema ver el aspecto genial de quien sea.
Si se trata de celos, envidia o simple incapacidad, es ya porque hay que asimilar que cada uno llega hasta donde llega, y si otro hay mejor, es complicado aunque deseable, reconocerlo... a pesar de estar en tu tierra.

miércoles, 28 de julio de 2010

Seguir

Dicen que el alma está atrapada en el cuerpo. Pues digo que también podría ser al revés, que sea el alma la que atrape al cuerpo, que sea ella la que lo engañe para seguir aquí, viviendo a través de él, que le haga pensar que ha de seguir adelante, que ha de resistir un día más, un año más, un fracaso más.
No sé por qué ha de ser exclusivo del alma el ansía de trascender. Se la ha pintado como espiritual, noble, firme... y a lo mejor es todo lo contrario, es un aliento que engaña al cuerpo para que siga al pie del cañón, más allá de toda duda razonable, contra todo pronóstico, en las circunstancias más extremas.
También puede que no sean dos cosas distintas, sino la misma y que se confabulen para tirar hacia adelante, a pesar de la lógica.
O puede que esa sea la lógica; seguir, y que ni alma ni cuerpo tengan nada que ver en ese instinto de supervivencia, aunque lo dudo, algo hay que reclama el esfuerzo de seguir en pie.

martes, 27 de julio de 2010

Nada

Estar vivo debería ser algo más que respirar; tener ilusiones debería ser más que soñar; trabajar, más que ganar dinero; andar, más que poner un pie delante del otro; reír, más que emitir ruido; hablar, más que dejar libres las palabras; leer, más que amontonar páginas; educar, más que dar órdenes; implicarse, más que firmar papeles; luchar, más que esconderse tras las ideas.
Estar vivo ha de ser algo más, si no el poco sentido que tiene recorrer los días segundo a segundo, sería no sólo absurdo, sino vacío.
Y eso es lo peor que puede tener una vida: nada.

lunes, 26 de julio de 2010

Un pájaro

Hacía calor, todos sentados con los equipajes cerca, cansados, esperando. Arriba un gran reloj al que consultábamos cada poco pero nada. Aún no era la hora. Nos mirábamos con disimulo, algunos con curiosidad cansina, otros con los ojos cerrados bien agarrados a las bolsas y encima, el reloj enorme indiferente a todos y a todo.
Entonces, sin saber de dónde ni cómo, un pajarito recién aprendido a volar, joven, inexperto, apareció por entre los asientos, cantaba y picoteaba las miguitas de una galleta rota de antes por una niña. Era casi onírico verlo ahí, sin árboles ni plantas, rodeado de sillas frías, gente de paso, tiendas asépticas, pero ahí estaba, alegre, confiado y revoloteando, ya que no volando aún, por entre las patas y piernas.
Y no fui la única que lo vio, una mujer mayor lo seguía también y su mirada alegre se vino a chocar contra la mía, divertida, y entre las dos existió, durante unos segundos, una complicidad y una corriente cálida, que nos dio el haber avistado al pajarito joven equivocado. Antes nadie ahí había sonreído, demasiado ocupados en pensamientos y planes; ese pajarillo fuera de contexto, inspiraba ternura, alegría, y seguro que más de una mirada se cruzó, no sólo las nuestras.
Nos despedimos con una sonrisa en los ojos cuando una de las dos se levantó para irse. Por fin el reloj había marcado la hora.

domingo, 25 de julio de 2010

Singularidades comunes

Somos una raza extraña. La cantidad de variaciones que se da en esta especie humana, todo cabe: gente enorme, altísima, encorvada hasta lo imposible, tuerta, hermosa, enana, de pigmentaciones extremas, feas, con deformaciones varias, perfectas; todos los extremos están ahí. Moralmente es lo mismo, sólo que no se aprecia a simple vista.
Uno se queda quieto, observando, y ante él pasean cientos de rasgos, ninguno igual pero todos semejantes. Siempre son dos ojos, aunque varíen en luz, color, visión, incluso en número, pero el lugar es de dos. El cíclope ya queda para la imaginación colectiva, aquélla que todavía insiste más en las diferencias extremas.
Es espectacular observarnos, somos una raza fascinante. Seguro que las demás especies también tienen esos matices; cualquiera que entienda se admirará de esos tonos, esas manchas, ese comportamiento.
Pero me gusta observar la nuestra, lo iguales que somos en nuestras diferencias.

sábado, 24 de julio de 2010

Regreso

Recién llegada, esperando irme de nuevo, cansada, pero con ganas de saludar, de escribir, mis dedos no podían esperar más. Así que les he dejado componer estás pocas frases, si no, se me rebelarán, y los necesito.

jueves, 22 de julio de 2010

Calles

Calles nuevas, carreteras desconocidas, plazas, iglesias, gentes a las que crees reconocer por la costumbre de verlas, pero imposible que lo sean, por estar a cientos de kilómetros de donde viven.
Todo es asombroso, diferente, sabiendo que es por la novedad, que con poco tiempo, dejará de serlo, pero ahora no es el caso.
Buscar rinconcitos que se vengan conmigo para siempre, como ese parque donde los pavos reales andan orgullosos y sin cortapisas, entre árboles enormes que nos esconden el sol mientras una buena amiga, sabia y generosa, me muestra lo más hermoso de sus dominios adoptados.
Una terraza donde espolvorean agua para humedecer un ambiente tórrido, casi axfigsiante.
Tejados que apuntan desde arriba las hermosas casas que tienen debajo.
Calles nuevas, carreteras desconocidas.
Qué bien poder recorrerlas.

domingo, 18 de julio de 2010

Reencuentros

Estos días van a ser de reencuentros, tanto con gente muy especial como con lugares entrañables, de ahí, seguro, conoceré a nuevas gentes, nuevos lugares que fermentarán en el invierno, en ese tiempo que arropa lo nuevo, lo sedimenta y lo mejora.
Otra vorágine de kilómetros, palabras, ilusiones para compartir el poso que dejó este año y soñar con vosotros el que traerá el siguiente.
Nos vemos en breve.

sábado, 17 de julio de 2010

Supervivientes

Es sabido que los que sobrevivirán a un ataque nuclear, entre otros insectos, serán las cucarachas. Son seres que tienen el don de repugnar a un alto porcentaje de la raza humana. Es algo que me han preguntado mucho, cómo es posible que ante semejante birria de bicho, sin capacidad de picar o inyectar veneno, seres que de un sólo pisotón, acaban con esa existencia a prueba de bombas atómicas, den jaque a tantos.
Es avistar una cucaracha en la propia casa, y comenzar un zafarrancho de combate, a veces, con gritos de asco y de incapacidad para enfrentarse con el enemigo. Son realmente repulsivas.
Y lo son, y así lo sentimos la mayoría, por aprendizaje vicario, observacional, hemos visto cómo dan asco a nuestros mayores y hemos aprendido a asquearnos, en ocasiones, hasta el punto de no poder ni acercarse y sudar frío; son los protagonistas absolutos de muchas fobias.
La pregunta entonces va más allá, cuestionando por qué nuestros educadores les tuvieron asco. Y es que son habitantes de zonas húmedas y normalmente infectadas, dañinas para el ser humano, ellos no transmiten enfermedades por si mismos, pero si surgían, era un indicativo de suciedad, de posibles males. Por eso se les temía antaño, por eso se ha ido transmitiendo, observando las reacciones de asco de generaciones en generaciones y se llega hasta el rechazo actual, y sí, sule darse más en mujeres, porque simplemente, ellas han estado al cargo de limpiar los hogares, de preservar la higiene de los suyos; ver una de éstas, indicaba que había algún peligro infeccioso.
Ahora esas supervivientes a la hecatombe, siguen paseándose por cocinas ajenas, tranquilas a los pisotones; saben que sobrevivirán.

viernes, 16 de julio de 2010

Relato; Más allá de las rocas

De los primeros recuerdos que tengo está el de salir todas las tardes, antes de que el sol se pusiera, con mi cubo y mi pala, hacia las rocas. Era el punto desde donde mejor veía mi madre si ya llegaba papá. Los barcos pesqueros que habían terminado de faenar se acercaban cargados, o no, al puerto situado más allá de esas rocas negras llenas de vidas primitivas; cangrejos, berberechos, mejillones, seres extraños que se refugiaban o anidaban entre los recovecos de esas piedras impresionantes, eternas, contra las que se golpeaba el mar una y otra vez, rompiéndose en una espuma blanquísima que me salpicaba dándome a probar, quisiera o no, su sabor salado, el picor en los ojos si no los había cerrado por pillarme desprevenida, y ese olor a infinito, a misterio; lleno de peligros y traición.
Mamá siempre me instaba a darme prisa. Ansiosa, tensa, me vestía casi con brusquedad, con las manos torpes por la urgencia, y no se calmaba hasta que no descubría el barco, hasta que no escuchaba la señal convenida desde novios, desde ese primer día en el que salió al mar: dos toques largos y uno corto que retumbaban, compitiendo por oírse de entre las demás señales acústicas que los otros barcos también emitían anunciando a los suyos, que una vez más, el mar les había permitido regresar. Mamá no paraba hasta verle, oírle, entonces respiraba, su rostro se relajaba y se acercaba a jugar conmigo; me enseñaba a coger con mi palita esos seres tan raros, medio monstruos, medio chiste, que acabábamos comiendo en casa, cocinados a toda prisa en la cocina antes de que papá llegase con sus historias del día, buenas o malas, impregnando el ambiente de ese olor a mar que habitaba en casa: todo ahí dentro olía a salitre, a vida arrebatada, a rocas negras.
A veces también venía mi abuela; lentamente se acercaba a donde estábamos, sola, el abuelo odiaba bajar a las rocas, le parecía de mujeres no esperar al hijo en el mismo puerto para ayudar a los hombres con las amarras, las redes, la carga. Nunca bajó a las rocas, no quería saber por anticipado si los barcos sobrevivieron al día, al mar, al destino. El abuelo curtido por el sol y la sal se negaba a estar junto a nosotras: tres generaciones que habían aprendido a mirar más allá de las rocas, esperando al padre, al marido, al hijo.

miércoles, 14 de julio de 2010

Zanahorias

Hay veces que da una pereza realizar lo que uno quiere, la tendencia suele ser la de mantenerse en la posición todo-igual-que-siempre.
Cada vez que te enfrentas a un cambio, aún agradable, es una violencia contra la rutina. Se hace porque luego uno lo agradece, se alegra de esa nueva actividad, pero la verdad es que llevarla a cabo es un esfuerzo.
En vacaciones mucha gente no va realmente de vacaciones, se las toma como una obligación más, una rutina estival donde todo está exactamente igual que el resto de los días. Y lo bueno que tienen los días libres es que son libres, se puede hacer lo que se soñó entre tarea y tarea. Y más de uno, deja los sueños aparcados poniéndose cualquier excusa para no hacer lo que tenía ganas cuando no podía.
Gran paradoja, cuando se puede realizar lo anhelado, muchos, dejan de quererlo, prefieren seguir sin lanzarse, sin atreverse. Quizá es que no eran sueños reales, puede que tan sólo fueran zanahorias inalcanzables, adrede, atadas a un palo para ir a por ellas, sabiendo que nunca podrían acortar esa distancia.
Una cosa es soñar y otra despertar en el sueño.

lunes, 12 de julio de 2010

Decisiones

Cuando uno se siente acorralado, sin más camino, es angustioso, y lo único que salva la situación es saber que siempre se puede decidir.
No me tiran, me voy. Esa frase, casi un chiste, no es lo tanto. Si se puede elegir, todo cambia. Aún si sólo existe esa salida, aún si es imperativo pasar por ella, si se ha decidido, elegido ir, la angustia desaparece, en su lugar llega el esfuerzo, la asimilación de la nueva realidad, cierto, pero desaparece lo que nos debilita; la indefensión de las circunstancias ajenas a nosotros que nos obligan a cruzar esa puerta, la que daríamos lo que fuera por no tener que atravesarla, pero eso es otro tema.
Si somos dueños de nuestras decisiones, somos libres, aún estando entre rejas.

domingo, 11 de julio de 2010

El azar

¿Es cierto que hagamos lo que hagamos, no podemos acelerar las cosas y que es el tiempo, la casualidad, el que va poniendo las piezas?
Asusta.
Si fuera así, es tal cual una invitación a no hacer nada, porque para qué, si nada depende de uno.
No sólo asusta, sino que es demencial. Sobre todo, porque si miramos hacia atrás, sí es cierto que muchas de las cosas sucedidas, han sido debidas al azar; por estar ahí en el momento preciso, por haber hecho aquéllo y no lo otro...
Sólo que me niego a creerlo a pie juntillas. No, no ha de ser sólo producto de la casualidad, sería terrible. Quiero pensar que es más bien como lo que dijo Picasso; que la inspiración existe: surge tras horas y horas de trabajo.
Ahí lo veo yo. La vida nos sitúa, cierto, pero tras horas y horas de intentar vivirla cómo queremos, con nuestro esfuerzo detrás, nuestros sueños delante y sin perder la perspectiva, así cuando el azar actúe, al menos, lo hará en la dirección correcta.

viernes, 9 de julio de 2010

Circos

Las gentes necesitamos distracciones masivas, no ya las propias, las que cada uno guste, sino las que se crean a propósito para distraernos del entorno social.
Es una hábil maniobra que desde el Teatro Griego, pasando por El Circo Romano -veáse la diferencia evidente entre ambas civilizaciones-, se ha ido transformando a lo largo de los siglos, hasta digamos, por poner un ejemplo, el fútbol.
Mientras se tenga algo delante que tape, que distraiga y arranque pasiones, mientras se pueda tener un punto común entre todos, en los que se aunen unos con otros, se dejen a un lado discrepancias, rencores, y rencillas, mientras se cree un puente de comunicación, y se creen expectativas ante un evento que trascienda a las preocupaciones diarias, se tiene una válvula de escape a ese mismo día a día, que en vacas flacas, se hace realmente difícil de encarar.
Así que las sociedades nos lo dan. Nos dan esos espectáculos que nos adormecen un tanto, ya que cegarnos, sería francamente complicado... ¿o no tanto?

jueves, 8 de julio de 2010

Es igual de verde aquí que allí

Cada uno intenta moverse como puede, sobrevivir a las horas, respirar a su aire. Creo que en el fondo, nos envidiamos unos a otros, miramos con ojos codiciosos esas otras vidas que se nos presentan, y no podemos evitar un sentimiento de insatisfacción cuando revisamos las nuestras propias, a las que vemos casi con desprecio, cosa normal, porque convivimos con ellas, y lo habitual pierde, por desgracia, el misterio.
Soñamos con lo que no tenemos y tienen otros, suspiramos por los movimientos ajenos, y ninguneamos los propios; eso nos sucede a todos, sólo varía el grado en el que lo llevamos a cuestas; porque quién está libre de tirar la primera piedra y decir en alto que no, que él o ella, nunca ha deseado ser otro, vivir de modo diferente, envidiar la yerba más verde del otro lado..., no veo piedras caer.
No, la insatisfacción es connatural al ser humano, el ver la fachada linda, por no vivir en la casa, también.
Pero hay que saber que nosotros mismos, los que a veces, nos cansamos de nuestra vida sosa, lenta, aburrida, inútil, también somos objeto de las envidias ajenas.
Nos envidiamos unos a otros, pensando en que "ellos" no pasan por donde nosotros; y claro que pasan; todos padecemos lo mismo: insatisfacción.
La vida nos pilla a todos, hagamos lo que hagamos, a partir de ahí, verás que verde es la propia yerba; qué bien se está siendo uno en su césped.

miércoles, 7 de julio de 2010

Recordamos

Dentro del tiempo, hay tiempos, momentos, épocas, y el único hilo conductor que tienen, es nuestra memoria. Somos la suma de los recuerdos vividos, pero también somos quienes vivemos el momento sin que sea aún una imagen almacenada.
Las personas con trastornos de memoria, siguen siendo ellas, aún en los casos más complejos, donde son incapaces de guardar ningún suceso mientras los viven, simplemente son, a la vez, vida y recuerdo de esa vida.
Los que tienen revuelta la memoria, no dejan de ser ellos; qué más da si viven sin tiempo, si no acatan el continuo en el que nos movemos los demás, la intensidad del día a día, es mayor que el nuestro.
Y en esos recuerdos que nos dan identidad, muchas veces, dejamos olvidados, los que no fueron; sueños, ilusiones, imaginaciones. A veces son más reales esas presencias ausentes, esos jirones al despertar de los mundos oníricos.
Nuestros recuerdos, nuestro yo, no sólo es un almacén de momentos reales, sino oníricas y anheladas. Somos portadores de algo más que la mera vida. Somos vida.

martes, 6 de julio de 2010

Ajuste

La de vueltas que se da, a veces, antes de empezar a hacer lo que se tiene que hacer.
Es como si se nos ocurrieran mil cosas justo cuando tenemos que comenzar con la tarea obligada, damos rodeos mentales y reales, vamos allá, acá, bebemos agua, volvemos a mirar donde no hacía falta que mirásemos ni antes ni ahora, nos acercamos con decisión al foco del trabajo pendiente, para, fíjate, descubrir que falta algo y salir a buscarlo con alivio, aunque un alivio algo cansado ya de dar vueltas.
Al final, no hay más, uno se pone a ello, y aunque al principio aún se haga a regañadientes, poco a poco, te vas adentrando más y más en la tarea -sea ésta la que sea-, y el tiempo empieza a volar y ya se está completamente a gusto trabajando.
Y justo en ese punto, donde seguirías horas y horas, precisamente, ellas, las horas, vienen a interrumpirte con la necesidad de otro orden de cosas; hay que dejar ese trabajo para hacer otro.
Cómo fastidia tener que acabarlo, casi tanto como haber tenido que empezarlo.

lunes, 5 de julio de 2010

Dos lados

Saber distinguir las distintas emociones que nos visitan, reconocerlas en uno y en los demás, es casi imprescindible. Si no, se es pasto de los manipuladores, o presa de depresiones o ansiedades.
No nos engañemos, no es amargo identificarlos, pero sí es suicida ignorarlos. Se ha de vivir sin miedos, entre los demás y con uno mismo, pero no sin chaleco antibalas, eso no lo recomiendo. Los tiros vienen por donde menos te los esperas; hay que cuidarse.
La ingenuidad per se, no es mala, pero es terrible si la utilizamos para no querer ver los demás sentimientos; fuera la crueldad, la mentira, el engaño, el hastío, el desamor... ahí está lo grave, no querer enfrentarse al mundo como es, con lo malo y lo bueno, si sólo se quiere ver lo bueno, eres pasto de lo malo.
La vida es completa con ambos lados, sólo hay que estar atento. No tener miedo al miedo y reconocer en uno, en todos, las dos partes.

domingo, 4 de julio de 2010

Nudos

Creo que las personas, todas, estamos unidas por un hilo invisible que nos entrama, vamos conociéndolas a lo largo de la vida y tejemos acciones que nos dibujan la vida. Solos no haríamos nada, entre todos, nos aportamos ideas, risas, respuestas, preguntas, lágrimas y apoyos. Somos una red en la que cada nudo ayudamos al siguiente a apretarse.
Una bien grande que se va creando viva, algunos de los nudos se deshacen, otros se aprietan con más fuerza. Los hay muy cercanos y necesarios, los hay laxos y distantes, pero todos y cada uno, están ahí.
El ser humano es un animal social, incluso los que se apartan y quedan lejos del tapiz. Y desde cada uno se abre un mundo de posibilidades, con su propio tema, que enriquece el nuestro.
Estamos ahí, contentos de poder participar, de encontrarnos y reconocernos, cuando nos cruzamos con uno de esos nudos lo sabemos; poseen ese color que faltaba, esa textura deseada, esa forma conocida: qué hermoso seguir tejiendo, cada día, cada nueva risa, cada palabra, cada ayuda.

sábado, 3 de julio de 2010

Preguntando

"¿Y esto qué es?"; "Es una tuerca"; "¿Y para qué sirve?"; "Para atornillar cosas, mira, ¿ves? como este columpio, está atornillado al suelo"; ¿Por qué está atornillado al suelo, mami"; "Para que todos los niños que se monten en él puedan columpiarse sin miedo a caerse"; "A caerse, ¿de dónde?"; "Del columpio, si el columpio no estuviese atornillado al suelo, os caeríais todos"; "....pues yo me caí el otro día con el abuelo, y estaba atornillado, ¿no?"; "Ya, es verdad, pero te caíste tú, no el columpio"; "¿El columpio también se cae al suelo, entonces?"; "Si no está atornillado, sí, para eso está atornillado con la tuerca, ahora ya sabes para lo que sirve"; "....ya... pero, sirve también para más cosas, ¿no?"; "Claro, piensa para qué más cosas puede servir"

Si no se cierra la puerta a la curiosidad de un niño, el mundo será un lugar mejor, sin duda. Cuando ese niño sea adulto sabrá situarse y situar la vida de la manera más conveniente posible, y él a su vez, abrirá nuevas puertas a la observación, curiosidad y motivación, para que otros niños entiendan que pueden manejar sus destinos, hasta donde éstos se dejen, claro.

jueves, 1 de julio de 2010

Almas sabias

Hay gente que sin tener que recorrer el mundo o vivir muchas y diversas situaciones, asimila y entiende la experiencia de la vida, de las cosas, la razón de ser del centro mismo de las almas.
Y al contrario, gentes que no paran, que van de allá para acá, que un lunes se despiertan en un sitio y a final de semana se acuestan en otro, pueden ser totalmente permeable a cualquier intento de interiorización.
Unos, hagan lo que hagan, vean lo que vean, es como si tuvieran una capacidad mayor para observar, deducir y comprender, y los otros, aunque lo tengan delante, son incapaces de sumar dos más dos. La sabiduría no viene, sólo, de vivir, sino de aprehender lo vivido, independientemente de la naturaleza de lo experimentado.
Siempre me gustó Mss Marple, el alter ego de Ágatha Christie, esa anciana de apariencia anodina, casera, que no salió de la verja de su jardín más que en contadas ocasiones, pero que sin embargo, entendía el alma humana como nadie. O las hermanas Brönte, con Emily a la cabeza, que supieron plasmar la pasión desde su vida recatada y doméstica.
Ellas son del primer grupo, el que consta de personas que saben ver y entender desde su propia profundidad, hombres y mujeres con una percepción del mundo perspicaz y honda. Vidas intensas más allá de lo mundano. Almas sabias.