lunes, 12 de julio de 2010

Decisiones

Cuando uno se siente acorralado, sin más camino, es angustioso, y lo único que salva la situación es saber que siempre se puede decidir.
No me tiran, me voy. Esa frase, casi un chiste, no es lo tanto. Si se puede elegir, todo cambia. Aún si sólo existe esa salida, aún si es imperativo pasar por ella, si se ha decidido, elegido ir, la angustia desaparece, en su lugar llega el esfuerzo, la asimilación de la nueva realidad, cierto, pero desaparece lo que nos debilita; la indefensión de las circunstancias ajenas a nosotros que nos obligan a cruzar esa puerta, la que daríamos lo que fuera por no tener que atravesarla, pero eso es otro tema.
Si somos dueños de nuestras decisiones, somos libres, aún estando entre rejas.

2 comentarios:

  1. ¿Y qué ocurre si sólo nos creemos dueños de ellas?

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  2. Es que lo somos, nos lo creamos o no, lo somos... si no, simplemente, perdemos el control de nuestra vida, y eso nunca es bueno.

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