jueves, 31 de mayo de 2012

Se puede

Manga por hombro, a veces uno tiene la sensación de que nada está en su sitio; es como un gran chiste sin gracia; lo evidente es imposible, las esperanzas puestas en un empeño claramente erróneo, gente involucrada en gente equivocada, sueños irrealizables que estallan en la cara...
Y sí, hay veces que cumplir un anhelo es cuestión de tenacidad, pero en otros casos la derrota está cantada. ¿Cómo distinguir? Gran pregunta.
Normalmente se sabe, uno intuye que por ahí no es, algo escuece, tortura, rasca. No fluye; demasiadas dudas, esfuerzos más allá de lo razonable, lloros excesivos, búsqueda de afirmaciones demasiado frecuentes..., avisos todos de que algo no encaja, de que vamos por un camino demasiado trillado. No es el nuestro.
Ahí viene el replanteamiento de profesión, vida, pareja, amistades, ciudad, casa, ilusiones. Y con él en la mano, vuelta de nuevo a comprobar, si esta vez el trayecto solo será duro, difícil, arduo, pero no imposible.
Hay que saber rectificar a tiempo para conseguir lo que queremos, no lo que nos habíamos empeñado en querer. Sí, es complicado distinguir, pero en el fondo lo sabemos, si dejamos a un lado la cobardía, el orgullo herido y el miedo al cambio, muy adentro conocemos dónde estamos, qué queremos y en qué punto nos perdimos. ¿O no?

miércoles, 30 de mayo de 2012

Pregunto

Hoy expongo una pregunta abierta, la cuestión es, si pudiéramos volver a elegir una situación ya experimentada, sin saber qué sucedió después de haberla decidido, si se pudiera volver atrás en el tiempo, pero sin la experiencia de lo ocurrido, si tuviéramos las mismas circunstancias y manera de ser y ver las cosas; ¿volveríamos a elegir lo mismo o no?

Es decir, ¿son nuestras decisiones más azarosos de lo que pensamos, o por el contrario, es lo único que podemos hacer dados esos mismos parámetros?
¿Somos lo que vamos creando, o simplemente somos?

martes, 29 de mayo de 2012

Gracias

Gracias a todos los que me habéis felicitado. Así da gusto empezar el año. Besos, a los que pueda, se los daré directamente, ante un café y rodeados de palabras.

domingo, 27 de mayo de 2012

Somos, o no...

El tiempo del que disponemos es más bien breve, aunque a veces nos parezca eterno. Pero no lo es. Y además lo infrautilizamos. Lo desconocemos.
Creo que por eso, una máquina del tiempo, es algo que todos hemos soñado tener, en cualquier época y civilización; algo que te muestre cómo era el mundo antes de nacer y cómo será sin ti.
No nos acaba de gustar saber que el mundo existía antes de uno y que seguirá después, nos vemos como la medida del universo -cosa infantil pero hasta lógica, ya que es a través de nuestros sentidos cómo reconocemos el mundo-, por lo tanto, sin nosotros, el universo entero, deja de tener significado real.
Esas ganas de trascender a nuestro tiempo, al Tiempo, de pasearse por entre otras civilizaciones, pasadas, presentes y futuras, nos suaviza un poco la limitación vital, tan mínima.
Da vértigo ver detrás de ti, delante, y no verte.

viernes, 25 de mayo de 2012

Mentes

Solemos creernos lo que nos dicen, es parte de la economía que usa el cerebro; esos caminos cortos que utiliza para no sobrecargarse: los sesgos, que básicamente clasifican la información excesiva que lo rodea de una manera muy particular. El sesgo de autoridad, hace que tendamos a creernos todo lo que venga de alguien a quien le demos esa facultad, ya se por cargo, vestimenta o lo que sea que nos imponga.
También está el sesgo halo, donde damos a la persona, por extensión, virtudes que no posee sólo por el hecho de que tenga una.
En la mente individual se dan docenas de sesgos que hacen que la realidad sea distinta para cada cual, por eso es tan difícil coincidir en dos versiones parecidas de un mismo hecho, por eso, y porque también por economía, tendemos a no comprobar si la información es o no verdadera, no falsamos, y eso nos lleva a errar más de lo que querríamos.
La mente se defiende de la sobrecarga, pero la personalidad ha de ser más lista y exigirle más; pensemos más allá de lo que creemos. Funciona.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Rotos

Los malentendidos siempre tontos al principio, pocas veces son dramáticos en sus comienzos, aunque los hay, como el que provocó la detonación de la segunda bomba atómica sobre Japón, pero vamos, en general se empieza por un no comprender un gesto, unas frases, alguna actitud, que en sí mismas, no eran nada, pero por lo que sea, activa un mecanismo interno y tuerce, desde ese mismo momento, todo lo que venga de esa persona o fuente; empezamos a sesgar, a tergiversarlo todo desde ese chispazo, y vemos lo que no hay, dando a cambio una actitud equívoca que consigue que la persona también nos rechace, y como en una cadena, ese mismo rechazo provocado por nosotros mismos, nos confirma que algo había, y entonces sí que la chispa prende un fuego, a veces, devastador.
No hablamos con sinceridad, no decimos lo que pensamos, nos lo callamos y lo tapamos bajo la capa siniestra del malentendido y buscamos confirmación entre otros, agrandando el abismo.
Y si alguna vez se pone en claro ese roto, casi siempre, si hay buena voluntad, o si no, con el tiempo, se ve que todo ha sido por nada. Una amistad, una pareja, un trabajo, una postura... todo es susceptible de romperse en mil pedazos por no hablar con sinceridad, desde dentro. Y por no escuchar al otro, sólo oyendo lo que uno quiere oír.

lunes, 21 de mayo de 2012

Apostar

Dejar algo detrás de cada día, que no pasen en vano esas veinticuatro horas en las que está fragmentado, que conste que hemos recorrido todos los segundos para algo, para alguien.
Trascender, mirar atrás y constatar que nuestro paso no fue invisible, sirvió.
Todos buscamos anclarnos en la marea absurda del caos. Es gratificante tomar el timón, ser, no sólo estar.
Los años pasan igualmente, qué mejor que dejemos nuestra impronta, nuestros sueños convertidos en realidad. No permitirnos, por pereza, por desidia, por excusas, abandonarlos, abandonarnos.
Aunque para eso tengamos que forzarnos, incomodarnos, traernos a la dura disciplina que conlleva convertir lo onírico en realidad. Y cuesta.
Hay que ser valientes, luchar contra los límites para eliminarlos, derrocarlos, ampliarlos, construir sin ellos, lo que muchos, creerán quimeras. Incluso a pesar de que lo sean.
Arriesgarse a ser ese que se sueña.

sábado, 19 de mayo de 2012

Shhh

Para, escucha con atención..., ¿oyes algo? es tu respiración, y si estás más atento, oirás el latido de tu corazón y si esperas un poco, te escucharás, no dejas de hablarte, de decirte cosas, todas paralelas y simultáneas a tus pensamientos, acciones, movimientos y hasta ideas. Si sigues atento notarás tu cuerpo, los pies en el suelo, las piernas, los brazos moviendo el ratón, los ojos que leen y reciben la luz de la pantalla, quizá te estés moviendo en la silla, ya un poco cansado de estar sentado, pensando mientras lees en lo que tienes qué hacer a continuación.
Shhhh, escucha..., son los ruidos que te rodean, los que hace tu casa, o la oficina, ese ciber café quizá, y huele..., son aromas domésticos, que te reconfortan y te dan seguridad... tus sentidos viven, te muestran el entorno, tu cerebro los descodifica a la vez que enciende tus pensamientos, recuerdos, ideas, planes, y acciona con eficacia todos los órganos de ti mismo que tú no eres consciente de usar o mover, tu pecho se mueve al respirar, tus células se regeneran, tu pelo crece, tus uñas también, estás gastando energía, oxígeno, estás ocupando un lugar en el universo único, sientes, sueñas, lees, piensas, opinas, vives....shhh, atento... escucha la vida.

jueves, 17 de mayo de 2012

Infancia

Hola; Hola; ¿Qué haces, preciosa? La niña estaba sentadita ante un pupitre de plástico en su casa, tenía muchos folios delante y otros tantos en un montón, los iba garabateando, y me explicaba qué eran; esto es una nube, esta mi casa, mira, ¿ves?, es mamá. Y así iba nombrando cada uno de los dibujos. Qué bonitos, iba halagando, y ella sonreía. Hasta ahí, normal. Lo que no lo era tanto, es que detrás de ella había una cunita con un hermanito recién nacido al que trataba como si no existiera; un ser invisible.
Quería saber hasta qué punto, la niña, negaba esa realidad y procuraba llevar la atención y la conversación hasta él, pero no había manera, se escurría con una habilidad pasmosa; negaba, no sólo su presencia sino su propia existencia. Incluso cuando el bebé lloró un poquito, aproveché su llanto para indicarle si creía que el hermanito querría algo. La pequeña ni se inmutó, no es que preguntara, qué bebé, o contestara que no había escuchado nada, es que trató la cuestión como si no la hubiera dicho. No había niño rival por ahí, sólo dibujos y llamar mi atención, sobre todo, si miraba en la dirección de la cuna, ahí hasta me estiraba de la ropa para que admirara sus obras. Por lo tanto sabía. Por lo tanto era consciente. Por lo tanto, a la tierna edad de tres años el ser humano ya está capacitado para intentar cambiar la realidad a su gusto, para no querer enfrentarla.
Cuántos facturas pendientes tenemos los humanos.

martes, 15 de mayo de 2012

Relato. 6 y última Parte,Némesis

A las doce en punto ahí estaba.
Había mucho tráfico, pero poca gente transitaba las aceras; dos mujeres hablando entre ellas con sus pequeños de la mano; tres jóvenes discutiendo y un hombre cargado con bolsas de un gran almacén.
     Me paseaba inquieta, sin dejar de mirar mi reloj. Las doce y doce. Entonces sucedió. Todo encajó. En el trigésimo segundo se abrió una grieta en el tiempo sólo para mí. Pude verlo todo ralentizado, actuar fácilmente.
     La mujer iba hablando con la otra y de repente, sin avisar, su pequeñina se le soltó de su mano para salir corriendo. La madre, viendo que su niña iba directa a  cruzar la calle, echó a correr y a gritar su nombre. La pequeña le llevaba ventaja, era imposible que la diera alcance.
Fui yo quién la cogió justo en el cruce, a las doce y trece exactamente. La madre, temblando me la recogió dándome las gracias con la voz quebrada. A las doce y catorce, la grieta se cerró y mi alrededor se descongeló, volviendo todo mi entorno a moverse al ritmo al que estaba acostumbrada.

Desde entonces he recibido muchos sobres grises, los hay también negros, en ellos los encargos no son tan gratos, aunque aprendí que son igualmente necesarios. Todos no podemos vivir eternamente.
     Poco a poco empecé a distinguir a mis compañeros, estamos por todas partes, somos de todas las edades, apariencias y colores que pueda imaginarse. Ese viejecito que te impide pasar y llevas prisa. La persona que se equivoca de teléfono llamando al tuyo y que te retrasa. Un chico que está ahí justo para decirte lo que necesitas oír.
      Nuestras intervenciones, casi siempre, pasan totalmente inadvertidas. Hay casos en los que ni nosotros mismos sabemos sus consecuencias.
Eso sólo lo sabe Ella, nosotros nos limitamos a ejecutar lo escrito. Somos simples piezas meticulosamente organizadas cuyo significado sólo se ve en el todo.
Nos llaman de muchas maneras. A mí, por la que más me gusta que nos conozcan es por Destino.
 

lunes, 14 de mayo de 2012

Relato. 5 Parte, Némesis

 Acabé lo que quedaba de la mañana como una autómata, sobresaltándome cada vez que me dirigían la palabra. Por fin llegó la hora de irse a casa.
Cuando llegué me precipité literalmente hacia el buzón. ¡Ahí estaba!. Pero ya no era azul sino violeta.
Tardé en abrirlo. Lo dejé encima de la mesa e intenté convencerme de que no me asustaba su contenido. Pero las manos temblorosas con las que finalmente lo abrí,  mostraban bien a las claras lo contrario.
     Esta vez  la única frase estaba sustituida por un párrafo entero:
 “Depende de ti que el mirar no sea sólo ver; que el buscar en los demás lo que uno no tiene, no sea  sólo estupidez; que el asimilar vidas ajenas, no sea sólo esterilidad. Únete”
Lo leí muchas veces y en ninguna de ellas saqué nada en claro. Todo era absurdo. Pero esa mujer borrosa existía. Y las cartas, de alguna manera, eran un inquietante reflejo de mi misma.
     Esa noche las imágenes y los ecos que surgieron de mis sueños fueron los de mi vida entera -juguetes, olores, risas, personas, iras-. Toda ella representada por un imposible suceder de tiempos. Creí que estaba en la antesala de mi muerte donde, según dicen, quizás a modo de alegato, se proyectan los contradictorios pasos dados y la comprensión última del camino andado.
Pero no había luz alguna a dónde dirigirse después. No supe morir, o simplemente no era ése el fin del recorrido.  Desperté desconcertada y ansiosa.
Y ese día el sobre fue de color gris.
     “A las doce y trece minutos en el cruce de Colón con Labradores”.

domingo, 13 de mayo de 2012

Relato. 4 Parte, Némesis

 Pasó una semana en la que nada relevante sucedió, casi olvidé el asunto de los sobres. Mi ánimo también se había olvidado de sus anhelos, volviendo a adormecerse. Todo empezaba a adquirir, de nuevo, la pátina del tedio.
Ahí estaba yo, un lunes, sirviendo cafés y tapas cuando la volví a ver. Mi cuerpo se estremeció, no sé si de miedo o de alivio. 
Estaba sentada en una mesa y de alguna manera, tuve la certeza que estaba relacionada con los sobres. No quise atenderla, temía acercarme a ella, ya lo haría cualquier otro. Pasó bastante rato y nadie iba, sin darme cuenta apenas de lo que hacía, urgí a mi compañero que fuese a atenderla.
 
-Juan, ve a ver que quiere la señora de la mesa seis.
-¿Qué señora?
-La de la seis.
-Carmen, en la seis no hay ninguna señora.
-Claro que hay. Mira  -le dije crispada.
Y los dos miramos.
-¿La ves ahora?
-No, no hay nadie -le miré de reojo. No bromeaba, es más, estaba a punto de enfadarse. Dirigí mis ojos hacia ella.
No era posible que no la viera. Estaba sentada con las manos apoyadas en la mesa seis. Ahora me estaba mirando tranquila, a sus ojos se asomaba una advertencia. Con un escalofrío le dije a mi compañero que ya se había ido, que sentía haberle gritado y Juan se fue a seguir atendiendo a otras mesas, rezongando.
Me acerqué medio temblando cuando Juan entró a la cocina, dejándome sola.
-¿Quién es usted? ¿Qué quiere? 
-No te asustes -notó mi miedo-. No soy ningún fantasma -leyó en mi mente-. Ya te lo diré.
-¿En un sobre? -me oí decir.
     En ese momento un cliente me reclamó desde la barra, empecé a dirigirme hacia allá y cuando me giré para pedirle que no se fuese, ya lo había hecho. No estaba. No pude recordar sus rasgos.

sábado, 12 de mayo de 2012

Relato. 3 Parte, Némesis

De esos casos tengo varios. Personas a las que conoces en sus actividades, conversaciones, acontecimientos pero a las que no puedes saludar y saciar tu curiosidad directamente, porque ellas no te conocen a ti.
     En ese andar mío, sin saberlo, me topé con la primera experiencia de lo que ahora soy. Escuché una conversación construida por unas palabras que me llegaron nítidas desde una de esas terrazas provisionales que instalan en verano. 
-Pues como te dije por teléfono si no llego a tropezar con ese tipo en medio de la estación, hoy no lo cuento.
-¿Pero qué pasó?.
-Pues eso, que el hombre salió de no sé dónde y tropezó conmigo. Yo me caí y mi maleta se abrió. Todo por el suelo, y el autobús a punto de salir. Tuve que recogerlo todo. Por mucha prisa que me di no llegué a coger el autobús.
-Pues menos mal, ¿no?.
-Sí. Ahora los que fueron en ese autobús están muertos... y yo gracias al  que él me tiró al suelo, estoy vivo.

Oírlos había sido fácil pero yo quería verlos, y al girarme disimuladamente para conseguirlo, me llevé un sobresalto. Al lado de los dos jóvenes que conversaban, paseando, estaba la mujer que me había pedido un café y un bollo esa misma mañana.

El segundo sobre lo recogí del buzón al día siguiente, aunque ahora sospecho que fue echado la misma noche que el primero. También azul. Y era inquietante:
 “Con nosotros encontrarás tu camino”.
Ahora parecía provenir de una de esas sectas no tan inocuas como parecen que surgen y desaparecen a cientos. Con cierta aprensión lo puse junto con el primero.

viernes, 11 de mayo de 2012

Relato. 2 Parte, Némesis

Todo esto puede no parecer extraño, y de hecho no lo es. Lo insólito es que cuando pensé en ella no pude evocarla de ninguna manera. Se me había borrado su aspecto
     Al llegar a casa y abrir el buzón cogí, por primera vez, el sobre de color sin sello con mi nombre en él. Era azul y su contenido desconcertante:
“Nosotros también coleccionamos vidas”.
Eso ponía. No sabía si era una broma, una amenaza, un juego o quizás publicidad.  Al poco me olvidé de ella y la tiré junto con el resto del correo, mayormente propagando, a la papelera. No tenía ganas de nada. Era uno de esos días donde la rutina abruma y lo cotidiano anula.
     Me sentía acorralada por mi situación actual. El descontento vital, ese traidor que cada uno acalla cómo puede y al que yo adormezco  dejándolo ir a la deriva, parecía decidido a despertar.                      
     En un intento de huir de mi misma, aún sabiéndolo inútil, salí de casa para deambular como me gusta. Eso significa andar sin rumbo fijo y  pensar en miles de cosas simultáneas hasta que alguien me llama la atención y mi mente le acapara completamente, dejando de pensar en mí y liberándome de errores y contradicciones.
A veces la persona que sigo, ya la he visto antes. 
Como a la mujer en la que me fijé en un pueblo de veraneo, a trescientos kilómetros de un bar de mi barrio, en donde la volví a ver por segunda vez. A partir de ese segundo encuentro la he visto regularmente a lo largo de la ciudad -encontrándomela en los atascos, en algún gran almacén -y a lo largo del tiempo -embarazada, con su nene paseando en algún jardín-.

jueves, 10 de mayo de 2012

Relato. 1 Parte, Némesis

Hoy, después de tantos, no me sorprendió encontrármelo en mi buzón. Por supuesto era de color gris. Había aprendido a saber de qué color sería el sobre. El primero me llegó el día en el que ella entró por primera vez en el bar. Yo trabajo en un bar.
     Cuando empecé a servir detrás de una barra hace unos siete años, lo tomé como un trabajo provisional. La pereza de buscar otra cosa y la traidora seguridad de los ingresos fijos, me domesticaron. Ya no buscaba, como solía, nada alternativo. No se estaba tan mal. Pero hay días, en los que las ilusiones renacen escociendo de nuevo, y fue en uno de ésos cuando ella apareció por primera vez.
     Soy muy observadora, me encanta contemplar a la gente, intentar adivinar sus ocupaciones, sentimientos, maneras de ser... soy una espectadora. Ahora sé que no soy la única que vive la vida a través de los demás, dejando a un lado la suya  propia... Ahora sé que esa disposición mía es algo especial.
Con ella entrando en el bar empezó la manifestación de mi don.-
-Un  café cortado y uno de esos bollos, por favor.
Su voz ronca, de registros apenas audibles, me sobresaltó. No me había dado cuenta de que nadie hubiese entrado, ni había oído la puerta abrirse, sólo la vi cuando me habló desde uno de los taburetes fijos al suelo que hay delante de la barra. 
Hasta ahí, todo normal. Le di lo que me pidió y me pagó. Empecé a colocar los platos para los cafés en fila a lo largo de la barra, esperando los almuerzos rápidos de las once, cuando más jaleo hay.
Al acabar miré hacia ella pero ya no estaba. Tampoco la había sentido salir.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Miradas

Miramos, pero pocas veces vemos porque estamos demasiado pendientes de entenderlo. Nuestra manera de acercarnos a las cosas es experimentándolas, de bebés tocándolo todo y ya desde niños mirando, observando, atentos y curiosos a lo que nos rodea. 
Pero esa mirada tiene defectos; es nuestra, por lo tanto la interpretamos a nuestro modo, nos perdemos los matices, los colores, lo que no encaja con lo que creemos: está sesgada. 
Pero no tenemos otro modo de aprender, la curiosidad solo se sacia atendiendo a lo que tenemos delante. Lo que podemos hacer es educarla, mirar siempre sin prejuicios, mirar más allá de lo que vemos, mirar lo de siempre como si fuera nuevo. 
Con la mirada también aprendemos a conocer, a conocernos;  los ojos chocan contra los ojos de aquellos con quienes nos encontramos por primera vez, y desde ese escrutinio, cada partícula de luz recogida, nos sacude, mientras lo interpretamos; la mirada mutua se convierte en información, y aunque sesgada, esa primera vez suele ser bastante certera; aún no tenemos más datos y la intuición, esa manera de aprehender el mundo, nos asiste. Luego ya si volvemos a encontrarnos con esas pupilas, rellenamos con vivencias los huecos y domesticamos esa primera impresión. Ahí la mirada no estará sola. Ya no será la única que nos muestre lo que vemos, lo que queremos ver o lo que nos negamos a mirar de nuevo.
Vemos mejor que miramos aunque a veces, prefiramos cegarnos y nuestra mirada se oculte entre lo que en realidad no queremos ver.

martes, 8 de mayo de 2012

Por el barrio

Con las prisas se suele comprar en las grandes superficies y creo que de vez en cuando, hay que pasarse por las pequeñas tiendas del barrio, ajeno o propio, no para comprar cosas prácticas sino para sumergirse en ellas, en sus dueños y su clientela, que suele ser mayor, y escuchar las historias que se cuentan, algunas casi folletines, que van evolucionando de día en día, de barra de pan en barra de pan; te enteras de operaciones, enfermedades, esperanzas humildes y alegrías domésticas. La interacción entre el dueño o dueña y sus parroquianos es entrañable.
Hoy en una pequeña panadería he visto que había un perchero de donde colgaban muchos sacos del pan, de esos de tela a cuadritos con el nombre "pan" bordado con mimo o de ganchillo sobrio, y me pregunté para qué estarían ahí, para venderse, quizá, pero no, son los sacos de pan de las clientas que los dejan y así el panadero los llena del pan recién horneado y ellas, a la vuelta de las otras compras, tienen sus barras calentitas y mimadas. No sé por qué me vino a la mente una guardería de panecillos.
Una señora mayor vino a por su saco, y mientras pagaba le contaba su última entrega familiar y el panadero le hablaba sobre Rusia y lo cara que estaba la harina, y los dos, satisfechos de la conversación y la transacción, se despidieron hasta mañana.

lunes, 7 de mayo de 2012

Mejor hacer

Pocas veces suceden las cosas como uno las había previsto, pocas por no decir ninguna. Y aún así nos empeñamos en anticipar, en planear lo implanificable, intentamos controlar lo imposible.
Supongo que es una manera de creernos que nuestros sueños dependen de nosotros, y no es así; ellos sólo son nuestros mientras los ideamos, cuando se trasladan a la vida real, dejan de serlo inmediatamente; ahí nos ponemos en manos del azar, los demás, las contingencias, los imponderables: el sueño se evapora en la realidad, luego ya lo recuperaremos, volverá a nuestro mundo, en forma de recuerdos, entrará a formar parte de la imaginación, pues nunca, lo que rememoramos, es real; meros jirones de lo que sucedió, y al no serlo, es nuestro por completo de nuevo.
Sucede a menudo, que además lo que queremos no suele ser lo que nos pasa sino algo que ni soñamos y, a veces, no siempre, es hasta mejor de lo que pudimos imaginar.
La Vida nos vive y nuestra obligación es intentar vivirla a Ella con todos los medios a nuestro alcance, incluido el creer que si planificamos, lograremos algo. 
Yo prefiero la voluntad de hacer a planificar.

domingo, 6 de mayo de 2012

Renovarse o morir

Días de encuentros, renovaciones, propuestas interesantes, de cerrar trabajos y de abrir otros.
Volar lejos de la rutina siempre nos instaura en otra dimensión donde siendo los mismos, no los somos, haciendo lo de siempre, sabe diferente: Levantarse en otra cama, oler otro café, pasear con los mismos pies otras aceras, renueva. Te acerca a ese lado inquieto que lo cotidiano, asututamente para que no se te le escapes, te esconde.
Cierto que mientras recorres esos planes con la ilusión de la novedad, ya casi hechos en la mente mientras te asomas sorprendiéndote de cada esquina, te crees dueña del destino, y que cuando los estés mirando, otra vez desde tu día a día, no solo no estarán tan claros sino que tenderán a alejarse, a desvanecerse en lo improbable.
Es entonces cuando no hay que darse por vencida y darles alas, esquivando el intento de lo habitual que querrá atarte a su lado.

sábado, 5 de mayo de 2012

Engaños, caminos fáciles

Es divertido, a la vez que un poco triste, ver cómo siempre han exisistido listillos que juegan con la ingenuidad de la gente y se aprovechan de ella para colar productos de pacotilla.
Uno de los iconos del Lejano Oeste, indiscutible, es el vendedor ambulante, ese mercachifle que intenta vender a la gente elixires milagrosos que todo lo curaban, ya fuera la calvicie, la gripe, la obesidad. Ahí están, clamando su mercancía junto con sus ganchos entre el crédulo público, que picaba y se llevaba todas las botellas que podían.
No retrocedo a las curas milagrosas de meigas ni hechiceras, pero ahí queda dicho. Desde que el mundo es mundo, se intenta el engaño.
Y ahora en pleno siglo XXI no iba a ser el final. Los anuncios increíbles, tanto en prensa, como en televisión y ordenador -que se note, al menos en la difusión, que estamos avanzados-, se sigue intentando vender timos: que si esto te hará más joven, más delgada, corta mejor, pinta sin manchas, calienta en invierno, cura en verano..., seguimos bombardeados por los mismos embaucadores de antes, y sí, siguen vendiendo.
Es que claro, quién puede resistirse a creer en los sueños, a que por el módico precio de tanto, se consiga lo que la voluntad o las circunstancias nos lo pone difícil... somos fáciles de engañar porque queremos creer que no es un engaño. Solo un sueño cumplido.

jueves, 3 de mayo de 2012

Luces y sombras

Sombras.
Las hay que nos protegen al escondernos de quienes no queremos que nos encuentren; tenebrosas porque nos asustan, al ocultarnos tras ellas realidades; amigas cuando nos cuentan fantasías; terribles si nos paralizan con su negra impenetrabilidad; amables al dejarnos jugar con ellas.
Siempre me han llamado la atención.
Enredarme en mi propia sombra al andar mientras muestra mi figura deformada según la luz que incide. Coger un objeto, someterlo a un foco y contemplar los reflejos negros en la pared.
Las sombras chinescas, qué preciosidad, qué manejo de la otra cara de la luz. Quién no ha proyectado con sus manos, más o menos torpes, figuras de animales sobre la pared. Quizá el antecesor más viejo del cine.
Peter Pan la va perdiendo porque quiere ser independiente de su forma, hacer su voluntad, escuchar los relatos que el niño no podía.
¿Cómo seríamos sin sombra, sin esa estela negra que nos sigue a todas partes confirmándonos que somos corpóreos?
Puede que menos seguros, más inquietos, puede que hasta tuviéramos que enfrentarnos a otra dimensión, una sin relieve, sin luz ni sombras.
Pero como suele suceder con las cosas que nos acompañan siempre, no les hacemos ni caso hasta que dejan de estar ahí. Puede que si un día no hubiese sombras, la luz tan blanca nos cegara. Puede.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Juegos de palabras

Lo que fue, no es,

lo que es, no fue.

Fue lo que fue. Es lo que es.

Lo inamovible es y fue, será y es.

Es inmutable lo que no fue, mutable lo que aún no es, será.

Los días son, luego fueron, posiblemente, serán.

Los años no son nada de lo que fueron, recuerdos de lo que son, sombras que serán.

Sueños; nieblas idas, búsquedas agazapadas que fueron.

Somos, fuimos, seremos, ¿o somos quienes fuimos antes de ser?

No somos nada que no fuéramos, sombras soñadas de quienes fuimos.

Siendo los que somos, ¿quiénes somos?

Qué somos, quiénes seremos, qué fuimos..., ¿somos?

Sólo eso, juegos de palabras, enredos del ser.




Me han pedido que lo vuelva a poner en estos fragmentos, ahí está, besos R.

martes, 1 de mayo de 2012

Romper el hechizo

A veces, sin saberlo, vivimos bajo el influjo de un hechizo, no somos conscientes de que estamos encantados porque consiste, precisamente, en eso, en que actuemos y pensemos bajo una normalidad nada sospechosa; vamos tirando, riéndonos, trabajando, felices y despreocupados: todo va bien. Pero no es verdad, el hechizo nos engaña dándonos patrones falsos, expectativas irreales y apreciaciones imperfectas, eso sí, impecables, somos incapaces de sabernos hechizados. Hasta que, de repente, y sin previo aviso, despertamos.
Así es, el encantamiento no es tan perfecto, si miramos por casualidad en otra dirección, o alguien nos desvía del maleficio sin querer, es suficiente para que se nos derrumbe por completo ante los ojos; ruinas y escombros de esa vida perfecta que pensábamos nuestra.
Una vez roto el encantamiento, y después de un tiempo prudencial en el que el polvo se disipa, el ruido atronador que nos dejó sordos se silencia, y el desconcierto de constatar que nada es real se asimila, atinamos a mirar a nuestro alrededor y comprobar que nada de lo que dábamos por cierto, lo es; no hay suelo bajo los pies. El hechizo, roto, no tenía previsto concedernos otra realidad sin su apoyo. Qué amargo sabor el del ruido, el del polvo, el de la nada.
No nos hemos de quedar demasiado rato contemplando las ruinas de lo que no fue, hay que apresurarse, encaminar el ánimo hacia otro lado, buscar cómo reconstruir lo que no se ha roto, ya que no era real; un simple hechizo que nos despistó el camino. Cuando entendamos eso, el maleficio se habrá deshecho del todo y veremos que no hay ruinas, ni ruido. Hay lo que él ocultaba.
Y cada uno sabrá ver lo que ha de ver.