miércoles, 23 de mayo de 2012

Rotos

Los malentendidos siempre tontos al principio, pocas veces son dramáticos en sus comienzos, aunque los hay, como el que provocó la detonación de la segunda bomba atómica sobre Japón, pero vamos, en general se empieza por un no comprender un gesto, unas frases, alguna actitud, que en sí mismas, no eran nada, pero por lo que sea, activa un mecanismo interno y tuerce, desde ese mismo momento, todo lo que venga de esa persona o fuente; empezamos a sesgar, a tergiversarlo todo desde ese chispazo, y vemos lo que no hay, dando a cambio una actitud equívoca que consigue que la persona también nos rechace, y como en una cadena, ese mismo rechazo provocado por nosotros mismos, nos confirma que algo había, y entonces sí que la chispa prende un fuego, a veces, devastador.
No hablamos con sinceridad, no decimos lo que pensamos, nos lo callamos y lo tapamos bajo la capa siniestra del malentendido y buscamos confirmación entre otros, agrandando el abismo.
Y si alguna vez se pone en claro ese roto, casi siempre, si hay buena voluntad, o si no, con el tiempo, se ve que todo ha sido por nada. Una amistad, una pareja, un trabajo, una postura... todo es susceptible de romperse en mil pedazos por no hablar con sinceridad, desde dentro. Y por no escuchar al otro, sólo oyendo lo que uno quiere oír.

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