sábado, 5 de mayo de 2012

Engaños, caminos fáciles

Es divertido, a la vez que un poco triste, ver cómo siempre han exisistido listillos que juegan con la ingenuidad de la gente y se aprovechan de ella para colar productos de pacotilla.
Uno de los iconos del Lejano Oeste, indiscutible, es el vendedor ambulante, ese mercachifle que intenta vender a la gente elixires milagrosos que todo lo curaban, ya fuera la calvicie, la gripe, la obesidad. Ahí están, clamando su mercancía junto con sus ganchos entre el crédulo público, que picaba y se llevaba todas las botellas que podían.
No retrocedo a las curas milagrosas de meigas ni hechiceras, pero ahí queda dicho. Desde que el mundo es mundo, se intenta el engaño.
Y ahora en pleno siglo XXI no iba a ser el final. Los anuncios increíbles, tanto en prensa, como en televisión y ordenador -que se note, al menos en la difusión, que estamos avanzados-, se sigue intentando vender timos: que si esto te hará más joven, más delgada, corta mejor, pinta sin manchas, calienta en invierno, cura en verano..., seguimos bombardeados por los mismos embaucadores de antes, y sí, siguen vendiendo.
Es que claro, quién puede resistirse a creer en los sueños, a que por el módico precio de tanto, se consiga lo que la voluntad o las circunstancias nos lo pone difícil... somos fáciles de engañar porque queremos creer que no es un engaño. Solo un sueño cumplido.

2 comentarios:

  1. Mercachifles de sentimientos y emociones. Pero la ingenuidad llega un momento en que se rebela, una vez visto el embuste y el engaño. Los daños pueden ser profundos y la negación como dices a ver ese engaño puede ser terca, incapaz de recibir ese revés tan feo y prefiriendo pensar que algo fue real, pero está claro que la lección que nos da sabernos engañados es valiosa: no hay más pócimas ni elixires milagrosos a partir de entonces... y mientras, ese vendedor de falsas ilusiones sigue vacío de un lado para el otro buscando un público que crea sus mentiras, hasta que jamás nadie crea en sus cuentos y hasta que sus zalamerías de truhán y camelador le estallen en los ojos...

    ResponderEliminar
  2. las ganas de soñar, a veces, salen caras....

    ResponderEliminar