domingo, 31 de enero de 2010

Valentía

Dejar algo detrás de cada día, que no pasen en vano esas veinticuatro horas en las que está fragmentado, que conste que hemos recorrido todos los segundos para algo, para alguien.
Trascender, mirar atrás y constatar que nuestro paso no fue invisible, sirvió.
Todos buscamos anclarnos en la marea absurda del caos. Es gratificante tomar el timón, ser, no sólo estar.

Los años pasan igualmente, qué mejor que dejemos nuestra impronta, nuestros sueños convertidos en realidad. No permitirnos, por pereza, por desidia, por excusas, abandonarlos, abandonarnos.
Aunque para eso tengamos que forzarnos, incomodarnos, traernos a la dura disciplina que conlleva convertir lo onírico en realidad. Y cuesta.
Hay que ser valientes, luchar contra los límites para eliminarlos, derrocarlos, ampliarlos, construir sin ellos, lo que muchos, creerán quimeras. Incluso a pesar de que lo sean.
Arriesgarse a ser ese que se sueña.

viernes, 29 de enero de 2010

No se cambia, se evoluciona

Pero, ¿se puede cambiar?, es una de las preguntas que me hacen con más frecuencia.
¿Puede alguien cambiar? Si en ese cambio viene implícito el dejar de ser quien se es, la respuesta es, no.
Somos quienes somos desde que nacemos hasta que nos vamos, la esencia no se modifica. Pero si matizamos, sí que existe un cambio, se da cuando mejoramos aspectos de nuestra personalidad, maneras de enfocar el mundo que nos ayudan más.
Hay gente que tiene miedo a deshacerse de hábitos, aun sabiendo que les dañan, por miedo a dejar de ser ellos mismos. Eso no es así. No. Les tranquilizo, les aseguro que si logran abandonar esas reacciones sesgadas, serán incluso más ellos mismos que si siguen atados a esos lastres a la hora de actuar. Son esas cadenas las que les hacen vivir tan difícil.
Estamos en continuo cambio, desde el primer minuto de vida aprendemos ya continuamente y acomodamos lo nuevo a lo que teníamos, vamos estructurándonos, siendo.
Pero nadie deja de ser quien es, sólo se aprende a ser más libre sin aquello que nos amarga la vida, esas ideas erróneas que nos filtran la realidad deformada y nos hacen actuar de forma distorsionada.

En un anciano se reconoce al niño que fue, quizá más sabio, quizá menos, pero los ojos de ambos son los mismos, su alma sólo ha pasado por el tiempo dentro de él, de ella. ¿Ha cambiado? No sé. Puede que haya mejorado, o empeorado, pero lo seguro es que ha vivido. Bien o mal, eso lo dirá el brillo de esa mirada.

jueves, 28 de enero de 2010

Sólo un instante en el Tiempo. Eso somos.

Qué extraños somos los humanos, raza supuestamente racional, diferentes al resto por nuestra metacociencia, el lenguaje, la consciencia del tiempo, la curiosidad, los errores sistemáticos, las preguntas universales incontestables, el afán de superación, la necesidad de aprobación.

Que evolución más extraña hemos tenido, siendo unas de las criaturas más frágiles de por aquí, nos hemos adaptado a los medios más hostiles, reproduciéndonos y habitando cualquier parte del planeta, indiferentes al clima, al potencial alimenticio, a la geografía. Nos adecuamos a lo que sea. Si no hay carne, ya nos buscamos la vida--entre ellas la antropofagia--. Si no hay suficiente sol, pues la piel se nos hará más blanca para asimilarlo mejor. Qué es excesivo el calor, la pigmentación llegará al negro. Creamos sociedades con las ideologías necesarias para sobrevivir, tanto a lo geográfico como a lo histórico, que van evolucionando a la vez que los cambios topológicos y sociales.

Vinimos para quedarnos, está claro. Sólo que no para siempre. Eso no lo vemos tanto. Y deberíamos, porque una cosa es adaptarnos al medio y otra, bien distinta, cambiar el medio más allá de lo prudente. Somos una raza extraña que depende demasiado de lo que no poseemos y tendemos a apropiarnos de lo que nos sustenta. Habría que ver dónde acaba la evolución y dónde empieza la destrucción.

De todos modos, aunque no lleguemos a ver los límites, el planeta lo hará. Y otra especie vendrá a ocupar el espacio que ahora creemos exclusivo nuestro. Nosotros, un mínimo punto en el tiempo evolutivo real.

martes, 26 de enero de 2010

La suerte

Buena suerte, mala, ¿existe esa distinción? ¿Tenemos las personas esa opción, la de ser catalizadores de alguna de las dos, o es, quizá, cuestión de azar?
Se cataloga de gafe o cenizo a quien atrae lo más negro de las casualidades, de tener buena estrella a quien convoca a su paso acontecimientos aparentemente gratuitos y afortunados.
Puede que haya un imán personal para atraer a un tipo u otro de suerte, puede. No creo. A la larga, a veces, lo que parecía bueno, no lo es, y lo malo deja de serlo.

La apreciación de esas circunstancias sí es real. La mente humana que siempre mira hacia adelante, se deja engañar por esa fijación en anticipar y cerrarlo todo , se engaña y nos engaña, no sabe mirar para atrás, ni por los lados, ni siquiera en segmentos, le cuesta. Sólo ve lo que ve, y nos lo hace creer. Hay que ser más listos que nuestras propias mentes y no dejarnos traicionar por su pobre lectura de la realidad.

La suerte no es más que un pobre comodín que surge de la incapacidad de la mente para investigar minuciosamente dónde, por qué y para qué, suceden las cosas, que nunca son ni serán, lo que parecen.

lunes, 25 de enero de 2010

Las palabras

¿Tenemos la posibilidad de vivir a la carta? Es decir, ¿podemos manipular la vida, acoplarla a nuestro gusto, mover las variables que queramos para estar cómodos en ella?
Las palabras ayudan, son la materia prima de los pensamientos, y éstos son los que nos enfocan los sucesos, tanto internos como externos.
Somos un organismo vivo que ha de sobrevivir al entorno, depende de cómo lo asimilemos, actuaremos. La mente, cambiante, nos guía. Está comprobado.

Las palabras moldean los pensamientos, dan nombre a las emociones, ayudan a construir nuestro universo, encarrilan los sucesos. También recogemos las de los otros, que mezclándose con las que tenemos, nos garantizan mejores pensamientos, emociones, universos.



domingo, 24 de enero de 2010

Ausencia

La ausencia siempre es la confirmación de la no presencia. Pero nunca es absoluta, existe el recuerdo, el cariño, los instantes eternos pasados.
Las ausencias nos recuerdan que hubo presencias, eso impide el olvido. Eso impide el vacío.

No por eso deja de doler, el egoísmo del que sigue presente, se manifiesta en la dolorosa certidumbre de que no habrá nunca más presencia. Pero sí hay, está dentro de cada uno de los que compartieron sus momentos, los que ahora ya son recuerdos.

La no presencia, no es total ausencia.

sábado, 23 de enero de 2010

Invisibilidad

Ser invisible; de chica me habría encantado, ahora no tanto.
Lo que me apasionaba de niña, eso de que no te vieran y estar enterándome de todo sin que supieran de mi presencia, me parecía el colmo, lo más divertido. Ahora no. Te puedes llegar a topar con lo que desearías no haber visto ni oído en tu vida. La invisibilidad es imprevisible, un dudoso poder donde el tiro no es difícil que salga por la culata. No me arriesgo. Ahora no.

De niña duelen las cosas, pero de otra manera, es un dolor agudo, lleno de rabia, de lágrimas abundantes. Pero ya está. Ya pasó. Ser invisible no tiene tanto coste emocional, pero a medida que vas creciendo, el dolor que trae la traición es más lacerante. Oír lo indebido arrasa, deja tierra quemada, no te lo puedes quitar de la cabeza, lo escuchas en eco una y otra vez. Si aún siendo visible, a veces, te has de enfrentar a situaciones que no habrías querido presenciar, vete a ir jugando con fuego, exponiéndote al mundo sin que éste te vea, sin que suavicen los términos, las actuaciones por tu presencia..., no te ven, pueden moverse con entera libertad.

Cierto que así tendrías una valoración real de lo que piensan de ti y te ayudaría a conocerte mejor -después de asimilar el dolor del choque de contrastes entre quien crees que eres, con quien eres, o creen que eres-, pero ¿es necesario esa franqueza abierta hasta lo desgarrador? Cada uno que se responda. Pero quizá por eso no somos invisibles.

Sí, claro también puedes ver cosas maravillosas, pero, quién se arriesga...



viernes, 22 de enero de 2010

Cuando...

Cuando nada parece moverse y todo se mueve. Cuando no se quiere mirar atrás y acuden los fantasmas. Cuando lo incierto se hace más nebuloso, cuando el equilibrio se tambalea, cuando ningún recurso funciona, cuando más lejos parece el ahora, cuando nada está en su sitio..., entonces es que estás vivo.

Si a pesar de los fantasmas, el movimiento, las tinieblas, el equilibrio roto, la vida se nos hace patente, es que la crisálida que nos envuelve está a punto de romperse. Tiempo al tiempo.

No existe el cambio sin más, el esfuerzo de localizarnos en el caos, el dolor de lo que no es y pudo ser, los recuerdos que ya no serán, todo nos llama, nos rodea, nos ayuda a darnos cuenta de que somos, de que vivimos, de que cambiamos.

miércoles, 20 de enero de 2010

Catástrofes

La fragilidad del ser humano.
Nos vamos moviendo sin darnos verdadera cuenta de dónde estamos pisando: La Naturaleza. El planeta está vivo y se mueve, evoluciona. Hay terremotos, tsunamis, volcanes, movimientos continuos imperceptibles que a veces se hacen patentes, recordándonos lo que tenemos bajo nuestros pies. Eso sin meternos en que, más allá de las crisis de la Naturaleza, vivimos sobre un minúsculo planeta inmerso en una galaxia dentro de un universo del que no conocemos nada, ni siquiera si se está expandiendo o contrayéndose...

Pero no iba por ahí hoy, iba por nosotros, por nuestra fragilidad, en lo fácilmente que nos rompemos, y no sólo físicamente, sino también psicológicamente.
Tras cualquier desastre natural, después del estupor, cuando nos situamos, dejamos a parte cualquier vestigio de civilización, regresamos al nivel más primitivo: hay que sobrevivir, el sálvese quien pueda impera.
Se rompe cualquier norma social, la Naturaleza primaria es quien manda ahora, a cualquier nivel, mientras el resto, los que no hemos sido, todavía, sometidos a sus leyes, intentamos preservar la sociedad, las normas, la civilización, aunque sea con la fuerza, el miedo.
Regresar a la normalidad a los que han vivido lo poco normal que es estar vivos, es casi un sinsentido.
Pero hemos de volver a poner límites, los que se necesitan para seguir creyendo que estamos seguros en casa, que no estamos en vilo continuamente, a merced de nuestro propio planeta y sus evoluciones.
Somos frágiles, hemos de hacernos fuertes, aunque sea entrecerrando los ojos para no ver con claridad dónde estamos: en un planeta vivo que vive independientemente de nosotros.

martes, 19 de enero de 2010

Mente libre

Al cabo del día, miles de pensamientos puros van y vienen, algunos se quedan, los concretamos, otros, si disponemos de cómo registrarlos, los apresamos toscamente a lo que sea, al papel, a la memoria, pero la gran mayoría se nos escapan, huyendo con sus contenidos. Qué rabia no dar abasto.

Me encanta dejar que mi mente sintonice esas ideas incipientes; quito barreras, la vacío para que recoja cualquier vibración, cualquier emisión de mi entorno. Ella libre, y yo apartada para no molestarla; que actúe sin mí. Luego cuando venga ya me contará.

Hay tal cantidad de sensaciones, ideas, imágenes, recuerdos, visiones, que marean, abruman. Se ha de seleccionar, discriminar, exponiéndose a olvidar las mejores, de las que ahora sólo queda la terrible convicción de que se fueron sin captarlas, dejándonos la estela de un contenido irrecuperable. Otras ideas parecidas vendrán, pero sabes que ya no contarán lo mismo: ese pensamiento nunca regresará, a veces, cuesta evitar que se escapen llenos. Son tantos los que se cruzan.

Qué maravilla dejar que lo más profundo de uno se sienta libre para irse y regresar mientras el cuerpo descansa de la carga de esos pensamientos que a veces nos atosigan y otras nos alivian.

lunes, 18 de enero de 2010

Luces amigas

Todos intentamos trascendernos, buscar un resquicio de eternidad, un hueco nuestro más allá del que ocupamos.
La búsqueda nos puede llevar toda la vida, porque qué es la vida sino búsqueda.
Encontrar ese lugar bajo el sol, no es tan fácil, ni tan difícil: sólo es.
Es vida.

A veces te encuentras gente que busca en tu misma dirección y las sombras se despejan un tanto, iluminando el camino un poco.
Otras, las tinieblas son espesas y no ves nada; ni camino ni contraluces.
Paciencia, siempre algo, alguien te vendrá al paso.
Quiero agradecer a esas luces que me están alumbrando mi oscuridad, su luz, y deseo que yo, en algo, ilumine la suya.
Nos encontramos en esa búsqueda, en esa senda que llaman vida. Qué triste sería sin vosotros.

viernes, 15 de enero de 2010

Se puede, si se cree

No debe haber habido nadie que no haya soñado con trasgredir las leyes de la física; quién no ha deseado volar, ser invisible, estar en todas partes a la vez, transportarse molecularmente de un lugar a otro, leer mentes, mover objetos con el pensamiento...
Esa constante en no acabar de aceptar las limitaciones físicas que nos hacen vulnerables, es universal. La imaginería colectiva crea mitos continuamente a ese respecto, malos y buenos.
La realidad la sublimamos así, negándola, ampliando las capacidades humanas hasta puntos imposibles, los que no tenemos ni tendremos. Aunque aquí, se podría discutir, ya que esos sueños de ser más de lo que somos, es lo que efectivamente nos ha hecho evolucionar; cada disparate en su momento, dejó de serlo por la fe de quien no sólo soñó con volar, sino que empezó a creérselo.

Las leyes físicas, quizá como todas, están para romperlas. Las burlas, incluso persecuciones trágicas de los muchos visionarios que decidieron seguir sus intuiciones, sus observaciones, sus fracasos y aciertos, son la base de la tecnología actual.
Menos mal que no nos conformaremos nunca con aceptar que tan sólo somos humanos, seres más que vulnerables, hechos de sueños, deseos, errores, quimeras y fuerza de voluntad.

jueves, 14 de enero de 2010

Extremos

Un cuento de Ana María Matute me impresionó vivamente; el protagonista simplemente se tumbaba sobre la tierra para no levantarse más, no tenía ni las ganas ni le veía motivo al asunto. Sólo quería estar ahí, acostado, mirando el cielo, sintiendo la tierra, el césped, el aire, sin tener la necesidad de ir a ningún sitio o realizar nada. Dejar que el tiempo pasase por encima de él, sin que él tuviera que utilizarlo, llenarlo. No volver a levantarse. Y no lo hizo.
Qué paz debió sentir una vez resuelto a que la vida le resbalase, y que desolación tuvo que experimentar para llegar a esa paz, a ese nivel de inactividad.

En otra ocasión, lo que se me quedó grabado, fueran las palabras de Borges cuando se refirió a que él quería morir, pero morir del todo. A la pregunta de si no creía en que se sobreviviría tras la muerte, contestó que si el quería desaparecer era para hacerlo completamente; no soportaría que su mente siguiera pensando toda la eternidad; quería, por favor, la negrura, la nada inimaginable del vació, del no pensamiento.
Me estremeció. Deseaba la anulación de su memoria, de su yo, de lo que a los demás nos da vértigo nada más pensarlo; a dónde irán mis recuerdos cuando mi cuerpo no los contenga, dónde estará mi yo, ese al que, aunque no muy bien, me acompaña cada día y me reconozco en él. Él ya no quería seguir siendo él.
Qué mente más cansada debía tener, cuántas vueltas no le daría a la vida, ahí, quieta, ciega, ansiosa, trabajada, agotada.

Hay ejemplos de ese cansancio vital, que nos entra a todos y reconocemos en otros, llevados a extremos terribles. Gracias a ellos, me dan ganas de seguir adelante, no tumbarme, no negarme.

miércoles, 13 de enero de 2010

Cadenas

Todos vamos unos detrás de otros, a veces, cambiamos la posición en la cola, pero no más. Creemos que el de delante está mejor que el que tenemos atrás, y así vamos, anhelando puestos.
Hay diferentes tipos de colas, está la de las ambiciones, donde se van subiendo puestos para constatar que siempre hay uno más adelante.
Está la de la sabiduría, que por mucho que se avance nunca se ve el adelanto, es más, uno cree estar por momentos más cerca del primer puesto a cada paso.
Luego la de los sentimientos, en la que nos perseguimos unos a otros, sin lograr ajustar las emociones porque misteriosamente, se suele buscar a quien no nos busca y ser objeto de la atención de quien no queremos.

Somos una cadena de eslabones sin principio ni final que vamos dando vueltas buscando sentido a la sinrazón.

martes, 12 de enero de 2010

La aquiescencia

Sé de personas que no necesitan de sí mismas para vivir, simplemente respiran, hacen lo que toca, se mimetizan de quienes las rodean, ponen sus aspiraciones donde todos, suda, trabaja, se divierte, acumula, llora, juega, conversa..., actúa igual al grupo, y si cambia de gente, hará entonces lo que ellos dicten; familia, amigos, trabajo. Da igual, esa persona no será persona sola, será lo que le dicten.

Hay que relacionarse, somos animales sociales, y es un gustazo enriquecerse unos de otros, y aprender y admirar, o no; ser entre seres. Pero los camaleones no son, se mimetizan, se dejan arrastrar por las circunstancias, las ideas ajenas, las acciones de los demás. Y así van.

Las sociedades más sumisas están llenas de personas así, las educan así y así se dejan vivir sus vidas; a todo dicen sí y a nada hacen ascos, si es lo que dice el resto que hay que hacer, claro.
Supongo que es una manera más de tiranía, la de fomentar la estupidez. Educar a la gente para que crezca sin voluntad, sin esfuerzo personal, sin motivaciones, sin metas. Es una de las garantías más seguras para dominar.

lunes, 11 de enero de 2010

Una idea

De chica, cuando me enteré que el tiempo y el espacio eran relativos, se me ocurrió pensar, que en realidad, todos estamos ya muertos, como la luz de algunas estrellas ya extinguidas: un simple reflejo de lo que fuimos.
Somos esas estelas en el tiempo, hologramas lentos que proyectan lo que hicimos, un segundo, un parpadeo temporal de nuestro propio tiempo ya terminado, fantasmas de nosotros mismos. Ilusiones.
No he descartado del todo la idea, cierto que tengo la sensación de moverme, pensar -por lo tanto, ser-, soñar, decepcionarme, ilusionarme de nuevo, hacer planes..., sí, esas sensaciones me parecen reales, pero no me garantizan que no hayan sucedido ya. No sé si estoy en mi parámetro temporal real.
Cada segundo es medido por un reloj, aparato imperfecto que marca lo infinito en partes, para darnos la seguridad del movimiento. La física, las matemáticas, la ciencia en general, nos dice que todo es medible. Sí, menos la imaginación.

Puede que nos imaginemos viviendo, cuando en realidad, ya estamos muertos, meros reflejos de lo que fuimos.
Es una idea.

domingo, 10 de enero de 2010

La montaña azul

La vida te pilla por todos los lados.
Qué frase más cierta, es verdad. Hagas lo que hagas, no vas a estar satisfecho, envidiarás al de enfrente sin saber que él mismo te envidia a ti. Lo que tú anhelas del otro es lo que él no soporta más y al revés.

Si pudiéramos vivir más de una vida, más de una situación, ser más de uno, entonces al experimentarlo todo, no tendríamos necesidad de creerlo mejor. Puede que esa necesidad de trascender nuestros límites sea el empuje de la creación para cualquier disciplina; un actor que deja su vida para meterse en otras, el pintor plasmando mundos imposibles, un músico armonizando melodías únicas y diferentes, el escritor que se mueve desde dentro de sus personajes...

Pero no sólo el arte da esa vía de escape a esa única vida, también las colecciones que te llevan a indagar y buscar algo más que lo que conllevan las veinticuatro horas diarias, o la marquetería o los puzzles, o cultivar flores... todo lo que nos distraiga de nosotros mismos y que necesite de nuestro esfuerzo nos afianza y nos suaviza esa envidia hacia lo que no tenemos o creemos que nos gustaría ser.

Igual que la leyenda del hombre que quería ir a esa lejana montaña azul porque la de detrás de su casa era marrón, y anduvo y anduvo meses hasta que llegó a ella. Y sólo entonces entendió que no era la montaña que quería; ya no era azul, sino marrón, ahora la azul era aquella que dejó. Era la lejanía la que cambiaba el color.
Y como no podemos alejarnos de nosotros mismos, como de la montaña, mejor saquemos provecho de nuestra situación, esa que otros, seguro, desean y nosotros odiamos. Azules somos todos, y marrones también.

sábado, 9 de enero de 2010

Vidas que no son vidas

Trozos de cristales rotos, alambradas de púas, campos yermos, desolación. Hay imágenes que nos dibujan inmediatamente el dolor, la angustia, la soledad, el miedo, es difícil ver algo hermoso tras esos términos. Es como si se pintara todo en grises y negros. Es terrible.
Han habido vidas a las que las han abocado a esos paisajes, sin quererlo, sin poder elegir. Vidas acotadas por otros. El hombre es un lobo para el hombre. Hay miles de biografías de personas que tuvieron que sobrevivir al ser humano, que han de sobrevivir. Hambrunas, guerras, dolor, traiciones, odio..., y lo peor es que ha sido y será siempre así. La humanidad tiene ese punto inhumano en el que aflora todo lo que de cruel tenemos, y la única esperanza es que a pesar de los pesares, no se ha podido exterminar la bondad, la ilusión de ver otro día, el amor y la vida.

No hay nadie que no se horrorice ante esas alambradas, esa injusticia, esas muertes evitables. Nadie. Pero alguien es quien construye esas vallas, quien dicta esas normas, quien deja que mueran sin dignidad. Alguien. Nadie. Todos.

Sí, no es una entrada muy optimista, pero a veces hay que fijarse en nuestro alrededor y ver que no todos tienen un alrededor al que les guste mirar. Demasiados, diría yo.




viernes, 8 de enero de 2010

Deseos

Hoy me han regalado una cajita cilíndrica preciosa, con su cadena para colgarla al cuello. La he abierto; nada. “¿Sabes qué has de guardar en ella?”. No, no lo sabía. Intenté adivinarlo. Imposible, aunque hubiera dicho más disparates de los que dije. Mi amiga, con esa sonrisa tan suya que ilumina todo, me contestó encantada del efecto que me haría. “Es para contener deseos”. “¿Cómo se pueden guardar aquí?”. Miré el cilindro labrado de plata al modo oriental, y luego a ella. Nueva sonrisa, nuevas palabras; “Escribiéndolos”. Como siempre, lo más sencillo es la solución. Cogimos un papel y cortándolo en trozos muy chicos, para que nos quepan muchos, nos dedicamos a pensar bien qué desear.

Ella también tenía su cofrecito cilíndrico y con el bolígrafo en la mano, nos dimos cuenta de que no es tan fácil concretar deseos. Me imaginaba estar ante el Muro de las Lamentaciones, con mi petición escrita, buscando hueco entre las fisuras de las piedras. O ante un pergamino oriental dibujando, más que escribiendo, en esa caligrafía suya tan mística, mi oración para los dioses, y se me hacía más sencillo que anotar lo que sé que quiero. Pero claro, ahora tenía la responsabilidad de dejarlos grabados en esos papeles para meterlos dentro de la urnita de plata, y no podía dejar fallos por si la magia funcionaba y se concedían. El cuento de los tres deseos no dejaba de reírse de mí durante todo el rato. Hay que desear con cuidado, por si se cumplen.

Le pregunté cuántos podía meter, y vimos que los papeles-deseo bien apretados, caben muchos. Aún así, para empezar, nos decidimos por dos. Y ahí están; redactados impecablemente para que no se nos pongan en nuestra contra y no se pueden burlar de nosotras los genios. Ahora, a esperar.

Sí, lo sé. Pero… ¿qué más da? Por lo pronto, parte de uno, ya se me ha cumplido, simplemente, con que ella me lo haya regalado.

Sí, también lo sé. Y es que en realidad la vida no es más que un círculo cerrado que a veces creemos abierto.

jueves, 7 de enero de 2010

¿Dios juega o no a los dados?

La camisa del hombre feliz.
Jugada maestra del destino. Como nos gusta que las cosas no sean lo que parecen, esa vuelta de tuerca: el drama de Edipo; las brujas que mienten con la verdad de McBeth; el asesino que es el protagonista; los muertos que viven...

La imaginación se vuelca para desmantelar la lógica de la realidad, esa realidad a la que no podríamos admirar, si no se dejara apresar. Intentamos darle sentido, buscarle relaciones, encontrar cabos sueltos para atarlos. La necesidad de creer que la entendemos, que no nos domina, que pisamos firmes.
Pero no tenemos ni idea.

Qué grande poder jugar con ella, retorcerla, domesticarla y hasta burlarla.
Las paradojas, los círculos cerrados del destino escrito, los enigmas que adornamos con soluciones plausibles porque no soportamos la certeza de no saber. La imposibilidad de ver un final. Necesitamos que nos mientan con la verdad.
Y además, al quedar como leyendas, es hasta hermoso, si no nos paramos a pensar qué las causó: ese miedo al vacío de un azar que podría ser el que nos gobernara.

martes, 5 de enero de 2010

Malos recuerdos

Cuando los recuerdos son dolorosos fantasmas de lo que dejamos de tener y no imágenes brillantes de lo que tuvimos, nos invaden el presente tanto, que nos hacen prisioneros de sus sombras y nos impiden olvidarlos.
Son fotografías crueles que a cada paso se disfrazan de lo que tenemos delante, haciéndonos creer que siguen aquí, nos sobresaltan solapándose con la realidad, engañando a nuestros sentidos para que todavía nos cueste más alejarnos de ellos, nos hacen revivir, casi vivir, las mismas sensaciones imposibles de las que están hechos. Nos retrotraen continuamente a ese fondo del tiempo del que viven, es como si para vivir ellos, nos necesitaran completamente atrapados en el momento que se crearon. Telarañas engañosas tejidas de nuestras propias emociones.

Menos mal que también existen esas otras reminiscencias hechas de luz que nos recuerdan que sabemos salir de esas trampas perversas de lo que fue y ya no es. Menos mal.


lunes, 4 de enero de 2010

Distorsión

El Bien y el Mal.
No existen de forma absoluta, es cierto, pero a veces, los actos de seres excepcionales sí apuntan a un extremo o a otro, aunque como en todos, se den mezclados.
Puede que no exista esa diferencia tan clara como en los términos que las definen, que tan sólo sean, como tantos otros, constructos humanos para definir comportamientos, para entender y clasificar el universo en el que nos movemos. Pero lo que sí es verdad es que hay actos terribles, decisiones vitales completamente destructivas con la vida, con lo que se supone que más tendríamos que salvaguardar.
Qué lleva a un ser humano a despreciar otras vidas, es algo oscuro, por mucho que se hayan tipificado perfiles psicológicos de asesinos en serie, escrito estudios de atrocidades, investigaciones sociológicas sobre pogromos, libros o ensayos de todo tipo, aún no se sabe cómo un ser humano deja de serlo.

Hay un punto de inflexión en sus mentes en el que todo se trastoca, la visión del mundo se distorsiona y se asume lo terrible como normal. Eso es innegable. Sus experiencias las miran como en un espejo resquebrajado, el reflejo es una pesadilla. Sus actos, en consecuencia, también.

Vivir es decidir qué se hace con la vida. Y la libertad de elegir es la misma para todos: para los que salvan vidas y para los que las destruyen. Puede que se necesiten las dos caras de esa elección. Puede que sí.

domingo, 3 de enero de 2010

Revisiones

Las verdades y mentiras implantadas. No hay nadie que se libre de esa morralla. Como el tiempo no nos da para cotejarlo todo, tendemos a fiarnos de la información que nos da la gente que apreciamos o consideramos. Y ahí vamos asumiendo ideas que nos moldean, pero que no hemos hecho el esfuerzo de comprobar. Es un acto de fe.

La adolescencia socava las ideas paternas, pero en su lugar, vienen las de los amigos que nos deslumbran. Unas por otras. Es un cambio, no una purificación.
Es más adelante cuando nos enfrentamos a la realidad de esas premisas erróneas cuando sospechamos que si una no es verdad, las otras tampoco tienen la garantía de serlo. Investigamos entonces todos los axiomas que nos han acompañado hasta ese punto, y el caos que se crea, nos agota. Pero de ahí surgen nuestros propios enfoques, no los que adoptamos, sino los que nos son afines a nosotros y a nuestra experiencia.
Esos pilares los iremos renovando o afianzando, según, y serán los que trasmitamos a los demás como verdades. A ellos les tocará tener que revisarlos al crecer.
Hay gente que nunca lo hace, quedándose con las pautas de los otros, sin hacer el esfuerzo de comprobar si encajan en sus vidas. La valentía de sumergirse en el vacío no la tienen todos, es más cómodo seguir a los de delante, pero así no sabrás nunca si era ahí donde querías ir.
La imitación y la mimética contra la dificultad dolorosa de replanteárselo todo, con la dificultad añadida de asegurarse que no se cambian unas ideas prestadas por otras igualmente ajenas, sino la de ir al fondo mismo de uno a por las suyas. Aunque sólo se encuentre una. De ella surgirá el resto.

sábado, 2 de enero de 2010

Miles

No hay nada más apasionante que la vida misma, las infinitas posibilidades que tiene y las historias que crea en cada uno a partir de obstáculos y superaciones. Uno no es más el resultado de las elecciones propias ante lo que la vida le pone delante. Como un juego. Y que no lo sea.
De ahí surgen las diferentes combinaciones vitales. A veces, las cartas con las que se comienza son malas, incluso pésimas, pero el juego no está perdido, ni mucho menos. El ingenio y la capacidad de superación entran en acción. Una buena baza.

Me encanta escuchar el resultado de esas decisiones. Las vidas contadas siempre tienen una luz que las cierra, resaltándolas, cualquier historia es asombrosa una vez vista en su totalidad; ninguna parece anodina. Ninguna.

Mientras las estamos viviendo es más difícil verlas, falta la perspectiva de la objetividad, de lo cerrado, pero ya terminada, cualquiera es digna de libro. Los detalles nimios pasan a convertirse en momentos claves, los errores, en grandes cambios. Todo encaja.
Nos gustan porque reconocemos esas mismas intersecciones que tenemos delante, angustiándonos y alegrándonos con las decisiones que tomaron otros. Ellas son nosotros, son todas y cada una de las vidas, que por obvias razones de límites temporales, no podemos ser.

Sólo tenemos una vida, pero vivirla también implica el descubrimiento de las infinitas posibilidades que habríamos podido experimentar, vivir. Pero el tiempo no nos da más que para escucharlas, leerlas, contarlas…, y se nos queda corto.

viernes, 1 de enero de 2010

Esquemas

Hay hechos o realidades, que cuando te las cuentan por primera vez, impresionan. Cada uno tendrá la suyas propias. A mí me resultó chocante que hubieran ciudades con nombre de animales, era muy chica y no entendía que León pudiera ser mamífero y ciudad a la vez. Empezaba a romper esquemas, con lo que cuesta crearlos...
También me impactó saber que a un cadáver le sigue creciendo el pelo y las uñas bastante tiempo después de dejar de estar vivo. La sensación fue entre asco, escalofrío, risa y terror. Imaginar un muerto en su tumba al que le crecían uñas y cabello era algo paradójico y perverso.

Cada uno tenemos nuestro indiosincrático repertorio de sucesos que rompen la lógica de las cosas, una trasgresión que va dejando de ser ingenua a la vez que nuestra mente crece y aprehende que suelen haber más excepciones que normas.