jueves, 7 de enero de 2010

¿Dios juega o no a los dados?

La camisa del hombre feliz.
Jugada maestra del destino. Como nos gusta que las cosas no sean lo que parecen, esa vuelta de tuerca: el drama de Edipo; las brujas que mienten con la verdad de McBeth; el asesino que es el protagonista; los muertos que viven...

La imaginación se vuelca para desmantelar la lógica de la realidad, esa realidad a la que no podríamos admirar, si no se dejara apresar. Intentamos darle sentido, buscarle relaciones, encontrar cabos sueltos para atarlos. La necesidad de creer que la entendemos, que no nos domina, que pisamos firmes.
Pero no tenemos ni idea.

Qué grande poder jugar con ella, retorcerla, domesticarla y hasta burlarla.
Las paradojas, los círculos cerrados del destino escrito, los enigmas que adornamos con soluciones plausibles porque no soportamos la certeza de no saber. La imposibilidad de ver un final. Necesitamos que nos mientan con la verdad.
Y además, al quedar como leyendas, es hasta hermoso, si no nos paramos a pensar qué las causó: ese miedo al vacío de un azar que podría ser el que nos gobernara.

3 comentarios:

  1. Al séptimo día Dios descansó... y desde entonces se dedicó a vivir su vida. No se por qué nos empeñamos en llamar su atención, en querer que nos mire, si su trabajo concluyó. Ahora nos toca el nuestro. Si juega a los dados o al billar, no es asunto nuestro.

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  2. Si todo es puro azar, efectivamente, que juegue a lo que quiera. De hecho,si es la casualidad lo que creó el universo, no es necesaria su figura--o equivalantes-- en absoluto, ¿para qué un orden moral si todo es azaroso?

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  3. jajajajajaj, gracias chicas me habeis alegrado el día, uff!!, menos mal...

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