martes, 31 de mayo de 2011

Relato: Él

Se miraron, ojos contra ojos.
Él nunca había sido de hablar mucho, pero ahora no decía nada, se limitaba a estar ahí, callado, sin moverse. Sus ojos, expresivos por lo general, ahora apagados, fríos, inertes. No había asomo ninguno de emoción, no se le escapaba por la comisura de su boca, esa risa que siempre ocultaba cuando iba a decir algo que sabía divertido, pero que le era imposible esconder del todo y acababa haciéndole brillar el rostro. El tic, tan tierno y a la vez tan exasperante, de tocarse la oreja cuando le era difícil decir lo que tenía que decir, no lo hizo ni una sola vez en todo el rato en el que su compañera llevaba a su lado.
Siempre era ella quien más hablaba. Se pasaban las tardes así; él escuchándola contento de oírla, y compartiendo, en su silencio tímido, las palabras que nunca supo usar del todo bien. Los días se sucedían apacibles, sin más sobresaltos que los obstáculos diarios, los inconvenientes normales de unas vidas sin complicaciones, con unos problemas sencillos, aunque ellos, con frecuencia, los agrandasen para sentirse más fuertes y plenos por haberlos resuelto.
Les encantaba pasear al atardecer, tomar algo en esa terracita inmutable, donde lo único que cambiaba eran los dueños, que aprendían en solo tres visitas, que él pedía un anís y ella una mistela fresquita y se quedaban ahí, mirando los transeúntes, susurrando alguna que otra frase, felices, para al rato, con una gran sonrisa, pagar él mientras ella esperaba un paso por detrás, para irse, una vez hecho el trámite, tranquilamente paseando paseo abajo, cogida de su brazo.
En ese encuentro último, no se irían juntos. La mistela fresquita se calentaría en la copita de cristal sin que se la beban, sin tener ya jamás un anís, por compañero de mesa.
Ella se despidió de su compañero, levantándose y sin querer mirar atrás, y él, como tenía por costumbre, no dijo nada. No pudo ni seguirla con unos ojos que ya no eran suyos.

lunes, 30 de mayo de 2011

Ausencias

Cuando falta alguien, todo lo que le rodeaba se anima, es su esencia: ella.
Es imposible no verla en su reloj, que ya no mirará de reojo para saber la hora, ni en su ropa, que ahora esperará colgada en el armario sin que la espera termine jamás, los libros que al abrirlos, buscando sus ojos que los leían, nos dirán donde le gustaba detenerse más, por el roce de sus páginas, que se abrirán solas en un punto concreto, o si entre las mismas dejó olvidada alguna señal, uno de esos papeles que no quieres tirar pero tampoco conservar, y abandonas entre las palabras, y con sobresalto incluso, nos encontremos con uno que esté escrita por ella, ver su letra es como escucharla hablar de nuevo; impresiona, no está pero sigue estando.
La muerte, la ausencia más extrema, es quien más anima todos esos enseres de quien ya no los usará jamás. Los coges, los sopesas, recuerdas o imaginas, cómo los usaba su dueño. Y ellos, los objetos, se sienten desubicados, extraños en diferentes manos, inútiles quizá; la ropa no ajusta, la pluma no escribe con fluidez, los adornos no se sienten en su sito cuando los volvemos a depositar donde buenamente creemos que estaban, pero donde nunca dejaremos igual.
Quizá, por eso, en el mundo antiguo, en las tumbas ancestrales, cuando moría alguien se enterraba junto a él todo lo que le perteneció, lo que amó y lo que le dio identidad, para que no se despertara solo en la Eternidad.
Y puede que para los objetos nunca dejen de ser quienes eran: la prolongación de una personalidad que se creó entre ellos.

domingo, 29 de mayo de 2011

Conexión

Cuánta gente que ya no vive y no has conocido nunca, se echa de menos, identificándote con sus palabras, sus logros, lo que dejaron atrás, por lo que los admiras; personas que han aportado y apuntalado tus pensamientos, ideas, emociones, que sientes cercanas, y que nunca te han visto ni lo harán.
Se les admira desde el tiempo, desde más allá del ahora; abrimos uno de sus libros y es como si los convocáramos, están ahí, mirándonos, discutiendo sus puntos de vista, compartiendo sus emociones, pensamientos, descubrimientos: las hojas dejan de ser papel manchado de rayitas para convertirse en imágenes, en presencias; estamos juntos, vemos lo que querían contarnos, les escuchamos escribirlo.
Nos sentimos parte de ellos, siendo conscientes de que nunca fuimos parte suya. Nos arropan y arrullan con sus palabras, o nos sacuden con sus tesis o asombran con su ingenio. Los ojos siguen el camino de sus pensamientos y se mezclan con los nuestros. Somos uno solo; da igual que esté muerto hace siglos, o vivo en el otro confín del mundo, somos uno solo en ese momento que se ha desgajado del Tiempo, se llega a tocar con el instante en el que lo escribieron y ahora se lee.
Hay una conexión irrompible entre todos ellos y nosotros.
Los conozco y me conocen: somos ese trance en el que la pluma mancha con tinta lo que los ojos recorren con sed, y ese momento no empezó ni terminó: es eterno.

viernes, 27 de mayo de 2011

Cruces

Cuando vemos la vida de alguien completa, desde arriba, comprobamos, casi sin excepción, que en momentos clave, algo vino a cambiar el rumbo natural de su destino.
Eso te hace pensar que si en todas las vidas que se nos muestran, a veces y en más de una ocasión, un acontecimiento tuerce sus cursos, es que en las nuestras también existen esos momentos en los que si se aprovechan, si se saben ver, cambiarán los pasos, modificarán el camino. Son cruces inesperados que nos llevan a otros puntos distintos de la ruta señalada.
Estoy convencida de eso.
Pero lo complicado es querer ver esos desvíos, esa senda secundaria que nos trastoca todo y que más bien parece una mala idea que una buena. O en la misma senda algo sucede que la cambia y seguir en ella es lo correcto, no buscar una alternativa.
Lo difícil sigue siendo vivir, optar, soñar. Nunca se sabe a priori, lo que después, a posteriori es tan evidente.
El destino es lo que nosotros elegimos a cada segundo.

jueves, 26 de mayo de 2011

Años

Los años pasan, y vemos cómo nos pasan. Es un continuo irrompible, sin posiblidad de cambio; cuando avanza, nunca retrocede: el único camino es hacia adelante. Es invariable. No hay bifurcaciones, ni segundas elecciones que se superpongan a la elegida, solo un camino de ida, porque aunque se vuelva, aunque se quiera retroceder lo andado, nunca se logra.
El devenir y el cambio es inamovible, el tiempo, inflexible y nosotros en medio de una vida que consiste en aprender a vivirla, a ser nosotros mismos tras encontrarnos entre infancias, educaciones, malos aprendizajes, ilusiones, realidades, sueños y lo que a cada uno nos llene ese tiempo avasallador de todo, pero a la vez aliado.
Es el único que nos traerá las respuestas.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Imaginación

Me gusta ver las cosas con la dimensión de la imaginación.
Desde chica, observar un árbol, por ejemplo, me gustaba, lo admiraba, me quedaba mirándolo y de repente, sin ser consciente, pasaba de ser un simple árbol a tener historia propia con unas propiedades más allá de tronco, ramas, hojas y raíces; se volvía una criatura completamente diferente a la que veía: sus partes volaban, o de repente, eran pétreas o de cristal, quizá fuera el disfraz de un gigante que estaba ahí escondido o un ser humano maldito debido a sus errores..., luego me fijaba en los animales que lo recorrían, y los pájaros, los insectos, los bichitos microscópicos que lo habitaban eran los protagonistas de mis pensamientos.
Y así con todo.
Es hermoso analizar la Naturaleza desde la física, la biología, las matemáticas... pero también desde la imaginación.

martes, 24 de mayo de 2011

Somos

No creo que nadie sea responsable de haber pedido venir a esta realidad. Pero estamos en ella. No hay más. Eso no dependió de nuestra voluntad. No conscientemente, al menos.
Lo que sí depende de nosotros es cómo somos, qué somos, para qué somos. Ahí ya no se pueden delegar responsabilidades, ni escurrir el bulto; somos lo que nosotros hacemos de nosotros.
Y aunque muchas veces nos miramos y no nos gusta lo que vemos, podemos cambiarlo, mejorarlo, empeorarlo, todo es posible. Habiendo sido imposible la elección de respirar -que se sepa-, no lo es la responsabilidad de cómo hacerlo.
Esa libertad más allá de las circunstancias que nos rodean y nos pautan la lucha, es la libre elección de movernos, de actuar como creemos y queremos. Y esa es la mayor lucha de todas; porque muchas veces, contra quien luchamos es contra nosotros mismos y nuestra pereza, desánimo, desgana, y falta de imaginación y ambición.

lunes, 23 de mayo de 2011

Invictos

El instinto más fuerte, el de la conservación de la propia vida, es el motor de todos los demás. Desde el insecto más simple que lucha contra un cristal para huir, o el sistema unicelular más elemental que se resiste a morir, hasta nosotros, la raza que se supone, más evolucionada.
No sé si somos la más avanzada, pero sí sé, que aún sabiendo que las circunstancias nos son totalmente desfavorables, nos aferramos a la vida a pesar de que haya dejado de ser ni la sombra de esa Vida: Los presos en las condiciones más extremas, los enfermos terminales, los que sobreviven a las catástrofes, naufragios, desiertos, los que respiran bajo escombros, ruinas, destrucciones... hay miles de casos, estremecedores todos, de supervivencia límite.
Pero aún hay más, no solo queremos superar lo que se nos vino encima, sino que en la vida cotidiana, en nuestras esperanzas, en nuestra comprensión de lo que vemos y oímos, aún sabiendo que no se cumplirán, que estamos destinados a hacer lo que no queremos, que somos jirones de los sueños de nuestro propio destino, aceptamos la realidad y soñamos que podremos cambiarla, y luchamos contra ella, y nos agarramos a la vida, a una que a veces, pierde todo sentido.
Aunque nos sepamos carne de cañón, seguimos adelante, porque nunca, nunca, querremos creer que lo somos.
Queremos vivir invictos, sin que la vida nos viva nuestra propia manera de entenderla.

domingo, 22 de mayo de 2011

Pasos

La única manera de llegar a cualquier lado es paso a paso. No hay más.
Cuando se ve la montaña que tienes delante y quieres subir, o la distancia que hay entre tus pies y la meta que ves allá lejos... te entra un escalofrío de impotencia y cansancio, que no es nada aconsejable, si hay que emprender la marcha.
No hay que mirar demasiado lejos, una vez visto el horizonte, y andar, tramo a tramo, y la cima, o la meta, o la palabra fin, o ese bebé convertido en adulto, esa nota final, casi siempre la tónica, no será algo inalcanzable, sino manejable, cotidiano; será el mismo paso.
Lo que falta mejor ni mirarlo: solo soñarlo, imaginar cómo será llegar hasta ahí. Si lo controlas exhaustivamente, te desmoralizas, decaes, comprobando lo que queda; como cuando mirabas las páginas que había que estudiar y comparabas el grosor con las que ya te sabías. Con la primera hoja hecha, y las mil que todavía quedaban, era una empresa titánica.
Así que mejor soñar, y dar un paso detrás de otro, detrás de otro.
Se llega.

viernes, 20 de mayo de 2011

Abstracción

La capacidad de abstracción es una de las mejores: lograr meterte en un libro viviendo cada página, escuchando las palabras, viendo lo que nos van contando; o entrar de lleno en la conversación que tienes con quién sabe cómo hablar y leer en el aire sus pensamientos, ilusiones, proyectos que se hacen sólidos en ella; o escribir desde esa dimensión increíble que es la que tenemos dentro y ni sabemos, solo al verla sobre el papel, la reconocemos como algo nuestro, quizá la más nuestra, la oculta; o absorbiendo una película desde la pantalla que nos envuelve en su historia o riéndonos o saboreando la ternura que nos despierta un niño, el nuestro, quizá, o el que surge de vez en cuando en el adulto que lo aún lo lleva...
Creo que si se es capaz de vivir el momento con intensidad, sin pensar en los momentos que lo circundan, se saborea mejor todo; las emociones, equilibradas como no, pero siempre lo más libres posibles, lo más cerca de uno. Aunque a veces, implique más dolor, más claridad, más nitidez que si las viviéramos tamizadas, sin pena ni gloria.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Importante

Entre todo lo urgente se nos escapa el tiempo para lo importante. Es una pena. Y es casi siempre cierto.
No viene mal, aunque se dejen de hacer cosas, parar y escuchar a quien tienes cerca, o llegar más tarde pero fijarte en el camino, o pensar con tranquilidad en lo que deseas y no haces, y ver si se puede o no lograr.
Son tópicos, lo sé, muchos de ellos escritos hasta la saciedad, incluso con cursilería, en frases almibaradas y empalagosas, de esas que ahora vienen con imágenes de flores o paisajes de ensueño, una autoayuda mística barata. Pero no dejan de ser ciertos.
He asistido a la preferencia de una madre ante un piso impecable que llevar al niño al parque; ver la tele, antes que escucharlo; acumular dinero -que no ganarlo-, antes de tener tiempo para ti mismo y los demás...
Si lo urgente nos atropella, lo importante nos pasará factura...y ya lo está haciendo...

lunes, 16 de mayo de 2011

Miedo

Todos entendemos lo que es una pesadilla, el miedo, el espanto, aunque el motivo de terror no sea el mismo para todos.
Hay quien teme a los insectos, otros a los fantasmas, puede que uno a la oscuridad o a los sitios cerrados. Da igual, el escalofrío que nos recorre la espalda es idéntico sea cual sea la imagen que nuestra mente nos proyecta cuando se habla de miedo.
Y lo que más espanto provoca es la nada; el no saber, el tener que imaginar qué habrá al otro lado, ya que cada uno verá lo que menos quiera ver: su propio pavor.
En 1984, la novela de George Orwell, la tortura final, la que acaba con la cordura y la resistencia de todos y cada uno de los ciudadanos rebeldes, está en la famosa celda 101. Ahí cohabitan todos los horrores posibles. Se despacha el terror a la carta: saben qué aborrecen, qué es lo único que no lograrán superar jamás y los enfrentan a ello, sin aspavientos, sin decorados ni preámbulos, los dejan para que arrostren lo que nunca podrán superar.
Qué arma espantosa usar tus propios demonios desde fuera de uno, para hundirte. Y eso es algo que se hace más allá de la literatura.

sábado, 14 de mayo de 2011

Uno o mas

¿Y si sí podemos vivir varias vidas?
¿Y si somos todas las vidas?
¿y si, efectivamente, soñamos que somos solo uno que vive entre millones de vidas, pero somos todas ellas; un mero intento, en el descanso, de asimilar una realidad, un descansar del día, de las dificultades que nos trajo?
¿y si somos todos, no solo uno?
El despertar sería la muerte, simil harto usado, pero práctico. Una vez abiertos los ojos, recuperaríamos la unidad, desdoblada en el sueño, y sabríamos del universo con todas las experiencias acumuladas en las diferentes vidas vividas en el ensueño. Igual estamos solos ahí, en ese universo, igual somos el Dios que nos creó, puede que queramos volver a dormirnos para sentirnos acompañados de nuevo, fragmentándonos en miles de experiencias. Puede que no queramos despertar, que estemos mejor soñando que no somos solo uno, sino que vivimos acompañados, interconectados, queridos, odiados, buscados o dejados... pero juntos. Muchos.
Puede que ser dios sea demasiado solitario y nos guste cerrar los ojos, crearnos y dejarnos solos.

viernes, 13 de mayo de 2011

Multitudes

Las relaciones humanas son extrañas.
A veces, entre la multitud, pienso qué sucedería si hablase con alguna de las personas que la crean, como si fuera amigo; seguro que se apartaría, incómodo por la situación. Solo nos dirigimos a quienes conocemos, con quienes tenemos una unión. Es un modo claro de defensa ancestral, los enemigos atacan desde el desconocimiento.
En occidente, además, somos más reservados y celosos de la propia intimidad, no se suele hablar, así como así, con un desconocido. Cosa que evita peligros pero también sorpresas agradables.
Las gentes miran a quienes conocen, por eso la fama es terrible para quien la provoca, porque le desbordan las miradas de los que creen saber de él; lo han visto, pero él, no a ellos: situación terrible sentirte que todos te conocen y tú no sabes ni el nombre de los que te miran con familiaridad.
Al revés, ¿cómo sería? ¿conocer a todos sin que nadie te conociera a ti? También espantoso. Nadie que te mostrara simpatía de los que reconoces.
Son ideas que surgen cuando camino entre multitudes. Ideas múltiples.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Felicidad

Para ser feliz también hay que hacer un esfuerzo, es algo que mucha gente no entiende.
Se queda esperando a quién sabe qué, y suspira porque nada llama a su puerta. Es una actitud muy generalizada. Lo sé, la veo con frecuencia.
Dejar la tristeza requiere de la voluntad, dejar de ser arrastrado por la corriente de los pensamientos negativos, de la desesperanza, necesita de una firmeza mayor de la que se cree.
No solo los remolinos del agua arrollan sin contemplaciones; las fuerzas grises del ánimo doblegan voluntades, rompen risas, destrozan vidas... hay que estar muy atento para agarrarse a cualquier tronco salvador y esperar a recuperar fuerzas para salir de las corrientes.
La mente tiende a continuar el camino que aprendió, simple ahorro de energía, somos nosotros quienes hemos de dominarla y llevar sus riendas. Si hay que reír, aun sin ganas al principio, hay que hacerlo. Si hay que salir del agujero en el que se está, se sale, porque si no, se tiene el peligro real de acomodarse en la melancolía, sentarse en la pasividad y dejar pasar el tiempo con la excusa de que no somos felices.
La felicidad se busca, no se encuentra -no solo-.

martes, 10 de mayo de 2011

Imaginación

Existen objetos cotidianos susceptibles de convertirse, a nuestros ojos, en mágicos; cada uno tendrá los suyos, como los sueños, pero seguro que muchos coincidirán en que, por ejemplo, un espejo es uno de ellos, otros bien pueden ser cuentas de cristal, trocitos de mercurio -a pesar de lo venenoso, o tal vez por ello-, piedras con formas extrañas o muy pulidas, una lupa, imanes, alfileres con la cabeza bien gorda y de colores, tizas, gelatina... cientos, si empezamos a enumerar.
Qué maravilloso entrar en el mundo de lo fantástico de la mano de un trocito de azogue que refleja el contrario de lo real, o ese metal tan suyo que se une y desune a nuestro placer, o ver bailar la gelatina brillante antes de comerla, como si fuera la ventana de la casita de chocolate de Hansel y Gretel. Con las tizas se pueden trazar contornos sin el límite del papel porque su soporte puede ser el asfalto, las paredes, el mundo entero...
Una de las maravillas de lo anodino es que depende de pocos factores para que deje de ser banal y brille; de niños todos hemos tenido nuestros tesoros encantados y preciosos, esos que los adultos miraban con desprecio. No es bueno ser adulto si no se sabe cruzar un espejo.

domingo, 8 de mayo de 2011

Contar

Una tarde de teatro junto a una buena amiga, actriz y cantante. Un buen té, una buena conversación y sumergirte en el mundo, siempre irrealmente real, de los escenarios.
Una buena historia se puede contar de muchos modos; en cine, en teatro, narrada, escrita... y todas ellas tienen su propia magia.
Es estupendo poder bajarte de la realidad un ratito y verla desde una butaca o sofá, si la lees, y aprender de lo que te rodea.
Como escritora, creo que se asimila mejor la vida si podemos distanciarnos de ella, y verla como espectadores, para luego transformarla de nuevo en algo más vivo y vital.
Todos creamos la realidad desde nuestro punto de vista, contamos con nuestra visión, idiosincrasia, imaginación y creatividad lo que vemos, lo que querríamos ver, lo que unos ojos vieron y nos contaron. Creo de verdad, que al poner en palabras o imágenes lo cotidiano, lo comprendemos, lo aceptamos y lo vivimos.

viernes, 6 de mayo de 2011

Lluvia

Andar bajo la lluvia no es algo que me desagrade.
Es más, creo que me gusta. Prefiero que no diluvie, pero si lo hace, una vez estoy completamente chopada, me da igual; noto como el agua cae por mi pelo, moja mi rostro, empapa la ropa, los pies ya no va con cuidado para no pisar charcos, andas con los zapatos llenos de gotas.
En Londres, como no, me sucedió varias veces, y la última vez que caminé sobre agua fue en Roma, estas fiestas, tan lejanas ya, una vez acabadas.
Ver las ciudades a través de ese velo turbio, y a la vez nítido, de una cortina de agua, tiene su encanto; buscar alerones para evitarla, sentir las gentes corriendo a tu lado, cada una cubriéndose como puede, el tráfico intenso que se crea siempre, el cielo plomizo, ese fresco, si es verano, que alivia el asfalto y limpia los edificios que has ido a contemplar, las calles que has ido a pasear, ese olor a ozono, a hierba que crece, a tierra ávida de humedad, algo que parece que en una ciudad no habría de darse, que no es como en el campo, pero que se da; la naturaleza crece por entre cualquier resquicio, cualquier grieta, cualquier roto en el hormigón, en los ladrillos, en las calles.
Un buen día de lluvia muestra a la ciudad como es, con sus fallos urbanísticos, su cara más oculta, sus habitantes más de ir por casa. Es como acompañar al anfitrión en el desayuno, aún sin vestirse ni arreglarse, con la cara de sueño y esa intimidad que une, al tomar el primer café de la mañana, apenas hablando, mirando a nada, haciendo planes para el día.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Relato, Venganza

Era un juego.
Yo hacía como si estuviera siempre de acuerdo y ellos me aceptaban. Era fácil, se les veía venir de lejos. No me costaba ningún esfuerzo jugarlo. Sabía muy bien quién era. Quienes eran; pobres entes desnortadas, que en grupo, se sentían seguros de cualquier intromisión exterior.
Al principio era hasta divertido, dejarme de lado para mimetizarme entre ellos, ese grupo blindado al que solo se podía pertenecer si estabas siempre de su parte. Me intrigó mucho; acceder fue complicado, te miraban con suspicacia, te planteaban preguntas, todas ellas trampas, te inducían a mostrarte como eras, pero yo las pasé perfectamente. Y ese reto es el que me enganchó completamente: el hacerles ver que me lo creía, que estaba a su altura. Siempre con mis pensamientos a la cabeza y lo que había de decir, al alcance de la mano.
Me aceptaron, una última demostración les convenció: renegué de mí mismo, de lo que me gustaba, de lo que sí creía, y sin problemas. Qué fácil. Las palabras carecen de contenido real, se puede mentir sin que estallen o se vuelvan contra uno mismo, acusándote de traición; son meros sonidos fónicos que liberas cuando y como quieres.
Pero estaba equivocado.
Esas palabras soltadas con alevosía y premeditación, solo para engañar, sin más necesidad de mentir que la misma mentira, se volvieron contra mí.
Ya en el grupo tuve que seguir ocultándome, camuflándome entre falsedades; me hice vulnerable porque los que estaban más allá de ese clan no supieron entender que mis afirmaciones eran juegos; me dieron la espalda. Sin darme cuenta, empecé a depender de ese montón de personas enajenadas, obstinadas contra toda lógica y razón. Mis pensamientos comenzaron a enturbiarse; ya no estaba tan seguro de si lo que decía era mío o solo para ellos. Mi mente fue perdiendo fuerza.
Les llegué a necesitar de verdad, lo que les decía ya era lo que pensaba. No era ningún juego. Si no estaba con ellos, ya ni siquiera estaba, ni era, ni quería ser. Abatido, escuché el eco de mis primeras mentiras. No dejaron de retumbar contra mi conciencia, ahora ya vacía de mí mismo. Ahora ya vencido por ellas, por las palabras: Sí están vivas. Y sí saben vengarse.

martes, 3 de mayo de 2011

No se puede

No creo que se deba celebrar el asesinato de nadie, bajo ninguna circunstancia, y menos que el mundo lo jalee.
Ni un terrorista, ni un asesino, ni un dictador, nadie merece que se baile sobre su tumba. Nada más hacerlo, se pierde toda la razón, lo blanco se convierte en negro y el negro se confunde con el blanco.
Cierto que la historia de la humanidad está escrita con sangre, traición y secretos. Pero eso sigue sin justificar que, una vez más, el hombre sea un lobo para el hombre.
No podemos, de nuevo, jugar con los acontecimientos, creernos en una película, de guión malo y maniqueo, y cerrar los ojos cuando quieren para no ver qué hay detrás de todo.
El Ser Humano no evoluciona. Es un hecho. Quizá eso sea ser humano.

domingo, 1 de mayo de 2011

Nada

Un día se acabará todo.
No lo pensamos, lo sabemos.
Mientras vivimos, nos encontramos con pequeños ensayos de la muerte; gente que se nos va, amigos que perdemos, relaciones que se extinguen, trabajos que terminan, libros que se cierran, ideas que no logran materializarse, sueños que al despertar se rompen. Cientos de ejemplos que nos presentan, cada uno a su modo, lo que será aquello que no sabemos cómo será.
Desde el principio se ve el final, y ese final, nos pone en perspectiva, nos ayuda a querer empezar.
Lo más difícil es que tendemos a querer repetir las situaciones en las que hemos sido felices, y cuando acaban, echamos de menos revivirlas y a veces, no buscamos lo nuevo sino lo que se parezca a lo perdido.
Puede que la muerte sea eso, una búsqueda de la vida. O puede que sea la clave para entender el porqué de haber respirado. O simplemente sea la nada.