martes, 29 de octubre de 2013

Imágenes sobre imágenes

Detrás de una puerta hay otra que abres y que da a un pasillo largo y eterno que comienzas a recorrer, las piernas se cansan pero la mente insiste y no las deja flaquear, las distrae pensando en cualquier cosa, y cuando menos te lo esperas, cuando ya iban solas, llegas al final de ese interminable corredor donde quizá hayan transcurrido años, siglos mientras lo recorrías. Te encuentras con que hay otra puerta. La intentas abrir pero no cede. Estás un rato maniobrando el pomo y hasta la golpeas con el cuerpo, pruebas con los insultos, pero no hay caso: no se abre. Miras a tu alrededor pero solo están las paredes que crean el pasillo por donde viniste. Se te pasa por la mente regresar. Los pies aún duelen, la mente rechaza la idea. Te sientas, después de haber intentado de nuevo abrir la puerta que impide que avances. Puede que hasta caigas en un duermevela que te sumerja en la sensación lejana de que habías abierto una puerta que conducía a otra y que esta daba a un pasillo kilométrico que terminaba a su vez en una puerta cerrada donde te acurrucabas a soñar.

lunes, 28 de octubre de 2013

Errantes, enlace

Hoy os pongo el enlace de la novela.
http://www.parentesiseditorial.com/ERRANTES-isbn-9788499192413.html


Y el miércoles, otro fragmento.

Gracias

viernes, 25 de octubre de 2013

Primera página de ni nueva novela ERRANTES



Soy Alba, o mejor dicho, lo seré dentro de nueve meses, cuando mi madre, que acaba de saber que me espera, tras un parto difícil vea, a la vez, nacer el día y a mí; de esa coincidencia viene mi nombre.
Tengo un don que he de aprender a manejar desde aquí, si no quiero que se convierta en maldición: Sabré ver dentro del alma de los demás. Nadie me mentirá sin que lo sepa, el disfraz de las palabras será transparente. Es un don terrible y peligroso, habré de dominarlo a la perfección. Si lo consigo, podré cambiar cualquier acontecimiento antes de que pase; lo que ocurre sucede porque se ha pensado antes.
Por lo pronto, voy a alterar el destino de mi madre.
Ella, por supuesto, ya tiene nombre pero nunca lo dice; es muda y analfabeta, así que deja que los demás le pongan el que quieran cada vez, aceptándolos con una suave sonrisa; en mi madre todo es dulce y delicado. Es una mujer menuda, frágil que vive una vida equivocada. Yo le daré un giro a su destino, bueno, en realidad lo hará mi padre. Él sabrá quererla.
La vida de mamá solo ella la sabe; no debió de haber sido fácil, otra persona cualquiera quizás no la hubiese sobrevivido, pero mi madre, de apariencia tan desvalida, es resistente a cualquier adversidad. Sé su secreto, no ha podido ocultármelo a mí, que estoy en ella. Ha aprendido a salirse de la realidad; si el cariz que toma es peligroso o desagradable, deja su cuerpo solo mientras se refugia en una esquinita de su mente. Ahí tiene escondido lo más bello que ha ido encontrando a lo largo de sus días: una muñeca con tres vestidos, dos muy bien confeccionados y el tercero más bien torpe ¾creo que lo hizo ella misma¾; cuentos de dibujos brillantes, y uno especial, que al abrirlo y girar las páginas, muestra en relieve lo que dicen las letras que nunca aprendió a leer; hoja tras hoja surge, de la nada, un palacio de cartón protegido por una fosa profunda habitada por cocodrilos, un bosque de árboles milenarios que susurran contra el viento sabios consejos, un gran pez de fauces abiertas a punto de tragarse un anzuelo, una montaña nevada que esconde tesoros de enanos avaros, y, al final, una mesa vestida de banquete real.
En su rincón hay muchas cosas; juego con ellas ahora que las tengo a mano, porque cuando nazca, lo ocuparé casi todo, desplazándolas un poco, lo justo para que a mamá le quepan recuerdos míos.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Errantes

Acaba de llegar mi novela Errantes. En nada está en las librerías, y pronto la presento.
Y como dije, esta semana, el viernes, pondré el principio del primer capítulo aquí.

Gracias a quienes me leéis

lunes, 21 de octubre de 2013

Nada nuevo bajo el sol

No hay nada seguro, lo que creemos tener no lo tenemos, lo que pensamos saber, no es tan cierto. La vida en sí misma es insegura. Nos agita y vapulea quitándonos y dándonos lo que ni imaginamos, todo es cambio: hemos de adaptarnos. Esa seguridad cómoda que como espejismo nos parece real, no lo es.
Nada bajo el sol lo es.
Los cambios continuos es la única variable inamovible. Lo que ahora es, no lo será un día cuando abramos los ojos y veamos que todo es distinto a lo soñado, planeado, vivido, y a pesar de eso, se ha de seguir, desde la incertidumbre de estar vivos.
Una puerta sin puerta que nos muestra, invariablemente, lo lejos que estamos de esa comodidad cotidiana que estalla en mil pedazos cada día. Unos más que otros.

viernes, 18 de octubre de 2013

Entre zonas

Hay preguntas incontestables que seguimos haciéndonos, desde que aprehendimos que no somos eternos.
Una de ellas, es qué sentirá un suicida, por qué adelanta su final, hasta qué punto se arrepiente, cuando ya ve que no hay remedio, de haberse despedido de sí mismo antes de hora.
Los mitos y elucubraciones que se han acumulado a lo largo de la historia sobre ese momento entre la vida y la muerte son muchas y la mayoría hermosas; esa despedida de un estado al otro es lo que más cercano creemos tener; desde Caronte y su barca, las monedas sobre los párpados para pagar el peaje, incinerar el cuerpo para que el humo llegue mejor, enterrar los restos con todos sus bienes y mascotas para que no esté solo cuando despierte en la otra orilla, hasta esa luz que dicen se ve al final de un túnel oscuro donde se proyecta la vida que se vivió, pero esta vez con sentido.
Es como si creyéramos que en esos segundos en los que todavía no morimos pero ya no vivimos, nos dieran la clave: saber antes de desaparecer, o saber que nunca dejaremos de recordarnos. Una última concesión a nuestra capacidad humana de ser uno mismo. La que nos da miedo perder en la Nada.
Por eso, uno que ha acelerado el proceso, a la fuerza, ha de experimentar algo diferente, ya que antes de dar el paso, pertenecía al otro lado, vivía desde él, y ni la vida con su fuerte instinto, le recuperó: ya había cruzado el margen antes de atravesarlo.
Ese instante de tránsito, donde se crean fantasmas y aparecidos, es una zona para soñar que vives, si ya has muerto o que moriste si aún estás vivo.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Distancia

Qué pocas veces se puede retener el momento, qué poca gente puede llenar un espacio y convertirlo en eterno sin límites, vínculos más allá de los vínculos, vidas compartidas en la distancia, sin tiempo ni fin.
Qué difícil sentirse uno mismo con alguien a quien no vives a diario pero sí está cada día, desde más allá del comienzo, dentro, al lado, presente en la ausencia. Esas amistades que nos han configurado y regalado parte de lo que somos y seremos. Y que a veces, pocas, puedes compartir con ellas mismas, bajo un trocito de realidad. Son recuerdos vivos que ayudan a que la grisura de los días se iluminen durante unos instantes eternos, ayudando a sobrellevar el tedio del día a día, de la espera, de los sueños, de la realidad que siempre viene a poner las cosas en su sitio, pero que también, en ocasiones, nos permite experimentar esos momentos reales como pocos aunque imposibles.
Hay personas que son parte de nosotros sin ser parte de lo cotidiano. Y no por eso son menos importantes en nuestro andar diario. Quizá lo sean más.

lunes, 14 de octubre de 2013

Vistas

Hay imágenes que resaltan entre las demás: un árbol de hojas moradas; una calle mojada que refleja como un espejo lo que ve permitiéndotelo ver a ti mientras avanzas; una escena con niños que juegan o se pelean o piden o lloran; escaparates coquetos, otros más siniestros, como los de ese taxidermista un tanto polvoriento y descuidado que eterno, nos muestra ojos de vidrio, cabezas apolilladas, cuerpos de serrín; olores que se ven porque nos traen recuerdos de lugares y personas que olían igual; cielos con nubes, sin ellas, negros, blancos, estrellados, lunáticos; pasajes silenciosos; calles bulliciosas; paradas de autobuses donde se escuchan conversaciones de todo tipo; gentes que pasan, que se paran, que se miran, que te miran.
Imágenes que por lo que sea captan la atención, y con ellas, te diluyes, te fundes; descansas de las tuyas propias y te llenan.
Imágenes vivas.

viernes, 11 de octubre de 2013

Historia, historias

La Historia está escrita con las grandes vidas y hechos de grandes personas y acciones, pero no solo con eso, también entran, y sin ellas no existiría, esas historias mínimas repletas de la vida diaria de todos nosotros, los que hacemos hueco a los grandes que traen los cambios. 
Esas historias de cada día, brillantes en su cotidianeidad, son el entramado real de la Humanidad. 
No hace falta irse a encontrarlas en los libros, se ven a cada paso, a cada momento, en cada esquina: ese mendigo que monta una especie de mercadillo hecho con trozos de lata en forma de bicicletas o ceniceros, con libros desechados, juguetes rescatados a la basura, con la dignidad intacta porque vende, no pide. Los que no han tenido tanta suerte con la inteligencia y se pasean por las calles luciendo su manía, como uno que se disfraza cada vez de algo diferente, ya sea mariachi, médico o ejecutivo. pero muy bien arreglado, tanto que su hermana se queja de lo que les cuesta los trajes, la ruina. Esas mujeres que antes de comprar para la familia comentan a su modo doméstico de entender la política lo que sucede. Los ancianos que miran pasar desde los bancos a los jóvenes que no saben si van o vienen.
Las historias que somos.
La Historia que hacemos.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Ojos cerrados

Cerrar los ojos, relajarse, permitir que el tiempo transcurra, por el mero placer de dejarlo marchar sin necesidad de más, es tan necesario como aprovecharlo, mimarlo... hay tan poco. La soledad así convocada se llena de uno, acaparando la totalidad del instante.
La mente libre vuela recorriendo caminos ya hollados o se aventura por sendas desconocidas, buscando aquello que ni nosotros sabíamos que queríamos encontrar, pasos etéreos que recorren atajos imposibles de ver con los ojos abiertos, distraidos por la vida, atareados en ella, sorprendiéndos con imágenes imposibles que vienen a tocarnos el hombro, suavemente, despertándonos inquietudes, renovando posiciones, ayudando en esa oscuridad intima a ver lo que la luz nos ciega.
La armonía de la soledad buscada, de los sentimientos libres, del intento de comprender el absurdo coherente de un tiempo, del Tiempo que tenemos, que hemos de tejer con sueños realizados. Pero primero los hemos de desear.
Cerrar los ojos, escucharnos desde dentro, saber que sólo ahora, solos, estamos más cerca de todo. De nosotros.

lunes, 7 de octubre de 2013

Romper

A veces con cambiar mínimamente las cosas, el giro es impresionante.
Estamos convencidos de que somos invariables, que lo que nos rodea lo es: esa calle de siempre, esos comercios, árboles, gente. Y no es verdad.
No solo no te bañarás en el mismo río dos veces sino que jamás nada se repite. Creemos que lo hace; no es así, ni nuestro rostro es igual cada día, ni los pensamientos, emociones, y resoluciones lo son. Tendemos a crearnos un mundo asequible donde para vivirlo, nos habituamos a lo que nos rodea, así el cerebro, siempre listo, optimiza sus recursos, pero somos más que la suma de nuestras partes, y esa economía mental, a veces, se vuelve en nuestra contra. 
Cuando vivimos engañados en nuestro pequeño entorno, cuando aburridos de él, empezamos a no verlo, hay que cambiar ligeramente el modo de actuar, romper ese hábito correcto porque pronto dejará de ser útil para ir en nuestra contra.
Se ha de renovar lo rutinario con nuevos enfoques porque si no corremos el peligro de creernos que ya lo tenemos todo hecho, y ni siquiera hemos empezado.

viernes, 4 de octubre de 2013

Hay días

Hay días en los que cabe de todo;como si cada hora fuera vivida en diferentes lugares: puedes andar entre calles deprimidas donde, para evitar que la gente salte, hay hincados sobre la parte alta de sus paredes cristales que sólo con mirarlos duele; sentarse en el césped verde y observar cómo los niños se divierten mientras los padres, vigilantes, se relajan -quizá los mismos críos que si no tuvieran cristales esos muros, los asaltarían, o los mismos padres que si vivieran más abajo, los pondrían-; asistes a un concierto en una capilla bizantina de clave, viola da gamba y voz de contralto que te retrotrae a ambas épocas, sentada en la tuya propia; te mezclas con personas vestidas con sus mejores galas y perfumadas hasta el mareo, que beben y prueban canapés de sabores encontrados; mezclas a veces afortunadas, otras, menos; tomas un café con amigas entrañables a la que cuentas tus planes, esos que nunca acaban de llegar y que cuando lo hacen, estás en otras cosas ya, y los disfrutas después.
Hay días en los que todo cabe, otros en los que parece que nada sucede, los más van pasando y uno recoge de ellos ese sabor a cotidiano que nos va marcando el ritmo, los menos son los excepcionales; el cúmulo final de un camino que se recorre en los días más humildes, los llenos de esfuerzo, pasitos y pequeñas alegrías, los más normales; de ahí salen los llamados grandes días, todo quimera sin esas horas de atrás. Pero a veces, cuesta tanto andarlas, aunque no hay otra manera de llegar a un sito que no sea con un pie detrás de otro, un día detrás de otro, una ilusión detrás de otra.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Escombros

Hay veces que un edificio en ruinas, o en esa fase de demolición en la que todavía no es puro escombro, queda como partido, mostrando impúdicamente lo que las paredes ahora inexistentes guardaban; las distintas habitaciones con sus papeles pintados, algún cuadro, muebles que no se quisieron llevar o no pudieron, porque les pilló desprevenidos su hundimiento, sanitarios, objetos que de lejos nos recuerdan a los que tenemos en casa: lámparas, muñecos, alfombras. Sobrecoge.
Es el cuerpo agonizante de lo que todavía no está muerto, del que estuvo vivo. Es desolador, incluso inquietante, ver abiertamente aquello que la gente que habitaba en ese espacio, ahora roto, utilizaba y quería. Intimida un poco, como si estuviéramos espiando algo indebido, mirar esos espacios descarnados que los acogía. Era el hogar, el refugio del mundo de unos propietarios que forzosamente han tenido que abandonarlo. Habitaciones que nunca habríamos visto y ahora se muestran desnudas, impúdicas pero a la vez, turbadas, incompletas, asustadas, abandonadas a su suerte sin acaban de entender qué ha sucedido.
Una de las imágenes más impactantes tras una catástrofe, un bombardeo, es la de esos edificios abiertos, destrozados, imposibles de habitar pero todavía llenos de lo cotidiano, igual que una casa de muñecas a la que se puede ver con un simple movimiento de sus paredes, pero siniestra.
Contemplar las ruinas de algo que en su día nos acogió, siempre duele.