miércoles, 29 de abril de 2015

A veces

No actuar. Esperar.
A veces, hay que saber darle tiempo a las acciones emprendidas, dejar de ir de un lado para otro. Con ese ajetreo no se acelera nada, en todo caso, hasta se tiene la sensación de ir más lento.
Esperar, no amontonar acciones.
No es posible, muchas veces, cerrar lo empezado, terminar como uno quiere lo que quiere. Es complicado y difícil tener que sentarse y esperar. Esperar a lo que se hizo y se empujó desde la cima de la ladera, baje rodando solo, y que alguien, al otro lado, lo reciba, lo sepa entender y lo complete. Los proyectos, igual que nosotros, dependen de muchos factores.
No se puede hacer todo, ni ser todos, ni pretenderlo todo.
Aunque se quiera.
No se puede.
Actuar, esperar, desear, soñar. Vivir.

lunes, 27 de abril de 2015

Todo

Es gratificante intercambiar palabras, pero aún lo es más compartir el silencio. Sentirse plenamente comprendido sin necesidad de diálogo, a gusto con la ausencia de cualquier estorbo que amenace romperlo. Sólo se podría admitir un suave contacto, un leve roce, una ligera presión. Nada más.
Esos momentos blancos dicen más y son mas profundos que horas de conversaciones, planes, caminos, imágenes. Sólo cerrar los ojos y escuchar lo inaudible, lo que ni uno sabe que lleva dentro ni se dice; el ruido diario lo enmudece.
Silencio en compañía. Sin tensión. Sin tiempo.
El lujo de oír tu silencio escuchando ese otro silencio igual de mudo y vital, nos confiere la sensación de entenderlo todo sin necesidad de explicar nada, lo que no logran las palabras, eternas liantas. Pueden pasar minutos, segundos, horas o años, en la misma posición sin hablar, intercambiando sensaciones conocidas, recuperadas o nuevas: un transvase ancestral de paz, tranquilidad.
Puede que nuestros antecesores se sintieran así hace tanto, no hace nada, ante el fuego, recogidos, sin apenas modo de hacerse entender por un lenguaje incipiente pero ya hermanados en las emociones, lucha, curiosidad, afán por estar juntos; necesidad de ser unos en otros. Quizá ese silencio atávico sea el que se convoca cuando encuentras con quien compartirlo.

Y en ese silencio se dice todo.

viernes, 24 de abril de 2015

Ideas

Al día nos vienen a la mente miles de ideas, realizamos cientos de proyectos, vivimos docenas de vidas, pero no nos paramos en ninguna idea en concreto, ni continuamos con alguno de esos proyectos ni, por supuesto, cambiamos de vida.
Eso sólo lo logra la imaginación.
La vida real, con sus imposiciones, nos acota y ata corto; nos concede, únicamente, una vida, unos cuantos proyectos y una docena de ideas. Quién no ha sido actor, escritor, virtuoso instrumentista, conferenciante, deportista de élite en segundos, pero para serlo de verdad, se necesita paciencia, tiempo, dedicación, suerte, esperanza..., se necesita toda la vida.
Y qué rabia da tener sólo una. No cabe todo. Porque lo peor de las ideas es que hay que elegirlas, seleccionarlas y reconducirlas. Son el inicio. Y si no las mimas, se van; desaparecen.
A lo largo del día, intento retenerlas, las anoto o memorizo, pero al igual que se hace con las mariposas cuando las prendemos con un alfiler; mueren, dejan de volar, de ser bellas y tan sólo queda el rumor de lo que fueron.
Si las ideas pudieran solidificarse en proyectos y éstos en vidas, cuántas cosas haríamos.

miércoles, 22 de abril de 2015

Nunca

Pocos niños no son curiosos, con esos ojazos bien abiertos mirando el mundo que se les ofrece.
En cuanto son capaces atraen objetos a la boca para conocerlos, más tarde los manosean como ciegos, para quedarse con sus contornos y texturas, después, siguen explorando preguntando, señalando, deduciendo de los elementos más simples para comentarnos sus conclusiones, de una lógica aplastante. Mirándolo todo como el que cree que lo que ve puede llegar a no estar mañana.
Paulatinamente, dejan de curiosear, preguntar, interesarse por lo de afuera y comienzan a verse por dentro, ya saben que el mundo no va a cambiar, y sienten que ellos mismos sí lo hacen. Las preguntas son menos fáciles de contestar, sus ojos, menos abiertos, empiezan a soñar.
Y en ese punto crítico dejan de ser niños, se aventuran, de nuevo, a recorrer el mundo, uno que ya no puede ser descrito por quienes les llevaban de la mano, sino por su consciencia, encontrándose con otros niños antiguos con los que compartirán deducciones, experiencias.
Crecerán, crecemos, pero no nos olvidemos jamás de abrir los ojos, de preguntarnos y contestarnos. Nunca.

lunes, 20 de abril de 2015

Caos

Si fuéramos conscientes de que vivimos sobre un minúsculo planeta que da vueltas sobre su eje y alrededor de un sol que algún día dejará de brillar, que forma parte de una galaxia que a su vez está contenida en un Universo que ya se ha demostrado que no es infinito y que acabará o expandiéndose o contrayéndose, a ver qué opción es peor, digo, si fuéramos conscientes de semejante inestabilidad, mezcla fortuita entre absurda y genial, no nos preocuparíamos tanto de ciertas cosas.
Pero es imposible no hacerlo, nuestro propio universo, el que contenemos en nuestro yo profundo, o no tanto, ha de atarearse con lo que nos circunda; con que los precios suben, los niños crecen, los amigos no llaman, la pareja nos da problemas, no llego a donde quiero, no se cumplen las expectativas... nuestras vidas nos parecen mezquinas cuando las comparamos con otras, más terribles o importantes; nuestro rostro, al que veces vislumbramos en los espejos, nos sorprende mirándonos, acuciados por los problemas diarios y corriendo de un sitio para otro a ver si arreglamos algo... pero sin ser conscientes de donde tenemos puestos los pies: Sobre un suelo perdido en un universo desconocido.
Esta realidad debería situarnos y permitirnos vivir mejor, con más confianza en el caos, pues de ahí sale y surgió todo.

viernes, 17 de abril de 2015

Quien se es

Si no nos tuviéramos a nosotros mismos, ¿cómo apreciaríamos la vida? quiero decir, que sin nuestra manera única de percibir las cosas, si no fuéramos organismos individuales irrepetibles, pero a la vez, iguales a todos... seríamos un ente donde, como los ojos de las moscas, contemplaríamos el entorno sin filtro de una manera caleidoscópica y desde todos los puntos de vista, pero sin sacarle partido, ya que al no ser nosotros, al no tener opinión, nos daría igual ver la de los demás.
Ese era uno de los puntos que no me gustaba de chica entre las opciones que se dan para después de la muerte; ser un todo. Ahí también se pierde la individualidad, el yo, ese yo imperfecto y traidor, pero al que reconocemos como entidad, y creo que es esa pérdida la que angustia al pensar en la muerte.
Se dan muchas salidas a ese trance, pero muy pocas nos respetan ese yo que tanto nos está costando sacar adelante.
La reencarnación tampoco me convencía; pasar por otro yo, desde el principio, tener que olvidar uno para construir otro, sentirte a gusto en esa piel, para luego no sólo perder una identidad sino muchas, y yo pensaba, y con cuál te quedas una vez muerto de nuevo, si con todas, ya te has diluido de nuevo...
Supongo que una vez muerto, si hay consciencia de ello, y ya libres de las limitaciones perceptivas mortales, el yo será tan distinto que sólo ahora podemos elucubrar sus características.
Mejor vamos viendo como es ese yo aquí y ahora.

miércoles, 15 de abril de 2015

Qué es vivir

Lo que cada cual se responda es, en gran medida, el patrón básico de cómo irán moviéndose por sus días. Y esas respuestas, además, irán cambiando con ellos a lo largo de sus experiencias vitales. Así la contestación a la pregunta, ya de por sí difícil, se multiplica en complejidad.
Se podría decir que la vida es lo que se va viviendo, que no existe ningún plano base sobre el que rectificar tabiques al gusto, que lo que a uno le sirve, al otro no, que sólo se saben las actuaciones correctas aposteriori, cuando ya no hay esa segunda oportunidad para rectificarlas. Hay que tirar de intuición, conocimientos, riesgo y fe, fe de que hagamos lo que hagamos, en realidad, lo hacemos bien, ya que eso es vivir: actuar con respecto a la conciencia que tenemos en cada momento con los recursos de los que disponemos en ese preciso instante.
Vivir es saber que la vida depende de uno, a pesar de tener la sensación de que es todo lo contrario. Y que sólo se puede actuar de segundo en segundo. Hoy será ayer, así que hay que mirar bien qué se hace hoy, ahora, porque no sólo nos va configurando a nosotros mismos, sino que vamos edificando lo que seremos.
Vivir, qué sencillez abrumadoramente compleja.

lunes, 13 de abril de 2015

Exigencias

Se le exige mucho a la vida y poco a nosotros.
Le pedimos que sea alegre, fácil, nos dé éxito, felicidad, oportunidades; qué brille. Esperamos que nos mime sin tener que hacer nada, solo respirar. 
La vida es neutra, es lo que hacemos de ella. 
La sociedad, donde estamos integrados, nos pauta, nos dicta, queramos o no. Es parte de la vida esa capa social impuesta por el espacio y el tiempo que nos ubica, donde hemos de aprender a ser. 
Se confunde la vida, con el entramado hecho por los hombres, con la capacidad, o incapacidad, de situarnos, tanto en nosotros mismos, como entre esa red y esa vida, que siempre es más que la suma de sus partes.
Es desde dentro donde aprendemos a movermos hacia fuera. Y ese fuera, normalmente, va por libre: solo nos contiene. Hemos de equilibrar esa balanza asimétrica, esa ósmosis siempre complicada entre lo que somos y lo que seremos. 
Quizá exigiéndonos mucho a nosotros y poco a la vida.

viernes, 10 de abril de 2015

Cifras

Hay quien postula que el mundo entero puede interpretarse en números, que la Naturaleza es legible, que ellos son la base de cualquier actividad. Incluido el arte.
Cierto que la música es matemática pura y el sonido, longitudes de ondas: el La, para serlo, ha de estar a 440 Hz.
Los colores también vibran, dependiendo de a qué velocidad, será azul o amarillo; se ve el que el objeto rechaza; el único color que no posee. Vemos el que no hay.
Las palabras también se pueden substituir por números, cuántos códigos apasionantes lo hacen y lo han hecho. Y sólo han podido descifrarse a su vez, por números y sus combinaciones --uno de los más espectaculares, en su cifrado y descifrado, fue el utilizado por los alemanes en la Segunda Guerra--.
Con la ciencia, es obvia la utilización de los números, no vale la pena ni mencionarlo, estadística incluida, que agrupa parámetros, que en un principio, no eran susceptibles de ser contados.
El universo tampoco se escapa, ni el infinito ni su principio...
Así parece que todo se puede contar, y si no, se busca el modo de hacerlo.
Es una forma de comprender lo que nos rodea.
Eso sí, en todo esto, algo me da vértigo, y es que nos basamos en axiomas; en que dos más dos, siempre da como resultado, cuatro..., pero ¿y si no es así? Seguro que ese mareo, también se puede expresar numéricamente. La ley de la incertidumbre está ahí.
Si somos fórmulas matemáticas, podríamos buscar un resultado mejor.

miércoles, 8 de abril de 2015

Generaciones

Cinco niños jugando en un parque, cada uno al lado del otro en sus cosas, pero juntos, como si en realidad estuvieran compartiendo el juego; uno canta mientras mueve un palito en el suelo, y de vez en cuando, mira al compañero que remueve el contenido de un cacharro con un cuchara sucia, y que al sentirse observado se retira un poco, chocando con una nena más pequeña que ellos que se conforma con estar ahí, sentada sobre su pañal, inmune a la dureza del suelo, mirando con sus ojos grandes y asombrados el árbol que tiene enfrente; las hojas se mueven y eso parece gustarle. El cuarto y quinto niño deben ser hermanos, se les ve que están acostumbrados a estar juntos y su comunicación es menos rudimentaria, están sentandos enfrentados y el más mayor va hablando, no se sabe si para él o para el hermano, ya que no espera respuesta y el otro no le hace demasiado caso.
Los adultos que los vigilan, un tanto aburridos, intentan pasar el tiempo; hay una anciana, dos madres y un padre, y entre ellos también parece que están compartiendo algo, aunque si te acercas un poco te das cuenta de que como sucede con los hijos, cada uno va a su ritmo y las frases que se intercambian son rutinarias e intercambiables, no una verdadera conversación; la abuela, directamente, ni entra en el simulacro, se ha llevado la labor, un jersey rojo presumiblemente para la nieta, y va murmurando el número de puntos que lleva para no perderse, pero bien podría incluirse en el todo; "¿Cómo fue el domingo, entonces?"; "Ya te digo, pero es que es para no creerlo, tú fíjate"; "Sí, claro, no, no siéntate tú, yo de pie estoy bien"; "cuatrotresdosunocambiocincocuatro".
Tres generaciones en un parque pasando la tarde, fragmentos de conversaciones, juegos, miradas, y si se busca con más profundidad se puede intuir lo que no se oye, el lenguaje del cuerpo: cómo el padre mira con más interés a una de las madres, la abuela suspira recordando cuando venía con su hijo hace tanto; las dos amigas disimulan que el marido no las acompañe y hablan de los hijos sin tocar el tema de la soledad.

lunes, 6 de abril de 2015

Años

-¿Y adónde va el año viejo?
-A ninguna parte
La niña mira al padre con ojos incrédulos.
-A algún sitio irá.
-No. El tiempo ni se va ni viene. Transcurre.
Unos cuantos pasos en silencio. La pequeña pensando, el padre distraído sin enterarse de la trascendencia de las preguntas de su hija. Cosas de críos que no paran de preguntar.

“¿Qué vas a hacer esta nochevieja?”; “Pues aún no lo sé. ¿Y tú?”; “Supongo que lo de siempre”, “Ya”. Las chicas pasan al lado del padre y la hija. Van arregladas, andando sin prisas. Les sobra el tiempo. 

-Papá, si el año no se va, ¿por qué hay que despedirlo?
-Es una costumbre. ¿Qué había dicho tu madre que comprásemos?
-Leche.
-Cierto.

“Pues yo te digo que esto no pasaba”; “No, no pasaba”; “¡Ay!”. Dos ancianos parados en una esquina, dejan de hablar mirando a la niña y su padre. Sonríen a la pequeña; niños. Hijos. Nietos. Tiempo.

miércoles, 1 de abril de 2015

Cenizas

¿Qué siente el fénix cuando arde?
Me pregunto si sabe que renacerá, o si por el contrario, se abandona, casi agradecido a las llamas porque ya hacía tiempo que estaba débil, apagado, apático, triste al comprobar sus plumas mustias, opacas. El final.
No sé si cada vez que ese incendio renovador le reduce a cenizas le duele, o lo espera con el ansia de la renovación.
Qué animal más extraordinario, renacer de sus cenizas, resurgir de su propia decadencia, levantar el vuelo aún más fuerte que antes de morir abrasado por un fuego que no quema, renueva.
Pero... ¿y si no lo sabe? Qué espantoso tiene que ser sentirse arder, no entender ni de donde salió el fuego, ni por qué le envuelve. Impotente protagonista de un proceso ancestral que le reducirá a un polvillo gris. A nada. Pero no para él.
Cómo será cuando cada una de esas partículas se busquen de nuevo, para unirse, recuperando la energía, la forma, la belleza imperfecta de la vida.
Desde lo inerte surgirá con más fuerza, más libre, porque ha vencido a la muerte.
Bella metáfora, bonito consuelo. O terrible maldición: depende de saber si el fuego te consumirá o te liberará.