lunes, 31 de octubre de 2016

Acuerdos

Ayer, de nuevo, manipulamos el tiempo; los relojes marcan otra hora, nos situamos más lejos del sol, oscurecerá igual, pero en nuestra apreciación, se hará de noche antes. Qué fácil parece así mover el Tiempo, es solo cuestión de ponerse de acuerdo. Aquí no valen opiniones, se pueden tener, claro, pero acatando la orden. Se mueven las manecillas y punto. Como con los semáforos, en rojo paras, o las consecuencias son tan obvias que nadie cuestiona el no hacerlo.
Es triste que solo nos pongamos de acuerdo en normas tan básicas, en aquellas en las que ir en su contra nos perjudica: no se puede ir una hora, antes o después, descompasado con el resto; no se debe tentar a los colores...
Pero en cosas más vitales, importantes y trascendentes, las opiniones nunca se aúnan solo marcan más las diferencias
.

viernes, 28 de octubre de 2016

Quizá

Un día cualquiera, normal, como todos, puede dejar de serlo de inmediato. Un accidente, un encuentro, una novedad, un giro insólito que ataca directamente la rutina, agitándola y despertándonos. Que el suceso sea bueno o malo es independiente, con que sea inesperado ya cumple.
A partir de él, se crearán nuevos movimientos, desajustándolo todo; horarios, ideas, sentimientos, acciones, pensamientos. Nada quedará indiferente, hasta que de nuevo, la normalidad lo suaviece, limando los cantos de lo extraordinario hasta que se domestique, sea manejable.
Lo bueno está en que no se necesite de un acontecimiento, feliz o no, que venga recordarnos lo que tenemos, que esa rutina no llegue nunca a ser una losa, que las horas no se repitan, que las pequeñas cosas se encarguen de diferenciarlas, recuperando esa capacidad infantil, incansable, de sorprenderse siempre con lo mismo, porque un niño jamás ve nada igual. Saben que cada piedra del camino cuenta una historia y que si las sabes escuchar, nunca es la misma.
Es convocar conscientemente el asombro, el descubrimiento y la añoranza que teníamos, o tenemos, cuando las circunstancias nos eran, o nos son, novedosas. Intentar ver lo viejo como nuevo. Las personas sentenciadas por una enfermedad mortal e inminente, apuntan que aquello que despreciaban por habitual ahora lo encuentran de lo más excepcional, ven lo que habían dejado de mirar. La vida.
Uno se habitúa solo a respirar y quizá eso sea el problema.

martes, 25 de octubre de 2016

Entrevista de RNE sobre El día a día

Pongo el enlace de la entrevista hecha por Radio Nacional de España de mi novela El día a día, por si queréis escucharla. 
Gracias.


https://www.youtube.com/watch?v=-VUAAvocnSY





http://editorialsargantana.com/?product=el-dia-a-dia


https://www.amazon.es/s/ref=nb_sb_noss?__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&url=search-alias%3Dstripbooks&field-keywords=eva+monzon

lunes, 24 de octubre de 2016

Fotografías del minuto

Cada época tiene su idiosincrasia, y en todas ha sido rechaza y alabada por igual: es el tiempo quien decide si fue para bien o para mal. Lo único que podemos hacer mientras la vivimos es vivirla bajo nuestra apreciación personal, que será más o menos acertada con lo que el juicio de otros, en un futuro, verán; claro que a ellos les será fácil juzgarnos, cómodamente instalados en su presente -nuestro futuro-, analizando su pasado -nuestro ahora-; es obvio torear a toro pasado.
Uno de esos elementos que será juzgado -y ya lo está siendo-, es el fotografiar para mostrar, indiscriminadamente, cada paso que damos: es difícil no seguir la pista a quien, desde que se levanta, nos muestra tanto lo que desayuna, con quien, dónde, cómo, hasta lo que cena, pasando por casi cada hora de su día. Somos testigos de sus amigos, familia, clima, ciudad, momentos más o menos íntimos, estados de ánimo algo simplificados. Todo. 
Antes era más bien mortal, acercarse a casa de un amigo tras un viaje o evento, porque con seguridad, nos daría la tarde mostrándonos montones de fotos, con explicación verbal pormenorizada, de cada una. Insoportable del todo. Ahora nos bombardean al minuto. Y contraatacamos mandando las nuestras. 
Somos personajes de nuestra propia ficción diaria. Nos vemos viviendo, nos fotografiamos para sabernos importantes, nos objetivamos porque parece que recordar lo que vemos, desde nuestros ojos, ya no sirve: debemos vernos viéndonos.

jueves, 20 de octubre de 2016

El nuestro

Paso a paso, pie tras pie, mirando a lo lejos, fijándonos en lo cercano, a veces, girando para echar una última ojeada a lo que dejamos atrás, recorremos segundo a segundo lo que será inamovible.
Y solo una vez. 
Y solos. 
Que nadie venga a decirnos que es ahí o allá donde tenemos que pisar, porque nadie lo sabe, ni los que nos lo indican, ni nosotros. Solo andamos dependiendo de lo que vamos aprendiendo o acumulando, será nuestro error y nuestro acierto, ser o dejarnos llevar; andar o parar; quejarnos o no hacer demasiado caso, el justo, el necesario para no parar, porque aunque nos dejemos caer, los segundos siguen, aunque nos detengamos el tiempo no lo hace. La vida sigue sin nosotros. Y no debería ir sola, las expectativas del camino son a veces el mismo lastre, otras el motor. Qué difícil acompasar el ritmo de los sueños, realidades, desilusiones y esperanzas al paso de un camino hecho de tiempo. El nuestro.

lunes, 17 de octubre de 2016

Ideas flotando

Hacer y deshacer. 
Es fácil realizarlo todo en la mente, en un instante, en una tarde; qué alto se llega, qué bien sale, cuánto reconocimiento se obtiene. Lo que se idea es siempre ventajoso. 
Ahora hazlo.
Ni se hace en un instante, ni sale perfecto, ni te lo alaban, ni te lo reconocen, ni te gusta, ni es lo que pensaste. Pero es el único modo de hacer. Haciendo, ajustando realidad a proyecto ideal, independizándote del aplauso ajeno, ir en equilibrio entre tu expectativa y tu criterio. Hacer independientemente de que se vaya deshaciendo entre la realidad.
Es la meta, es el camino, es la conciliación del pensamiento, siempre rápido y perfecto, con la realización, siempre lenta, obtusa, coja y desagradecida. Pero si no es real, no es nada. Una idea flotando en la nada, es eso: nada.

martes, 11 de octubre de 2016

Poema: Guiándonos.



(para Santiago Blanco, in memoriam)


Enmudecer hablando,
comunicar en silencio,
búsqueda del sinsentido diario.
Rutina absurda de la ilusión.

Perderse entre las brumas
que deja el sueño al despertar.
Tratar de seguir unos pasos
que aún no han sido dados,
que  pueden no realizarse jamás
por pereza, desánimo, desilusión.

Hablar a gritos,
silenciar al que habla.
No ver lo que fácilmente ven,
negar nuestra ceguera,
acotándonos aún más.

Miedo a descubrir nuestro interior
a los demás, tan iguales en el afán
de intentar destacar.

Iluminar el sueño del alma mientras duerme
para que su despertar no sea en vano,
ni su día a día lacerante.
Que nos hable, en silencio, guiándonos.



lunes, 10 de octubre de 2016

Hundimientos

Se dice que en el hundimiento del Titanic, entre el caos; la búsqueda frenética de unos con otros, mantener el orden riguroso y privilegiado de las personas destinadas a intentar salvarse en esos botes salvavidas insuficientes, no por falta de dinero sino por exceso de orgullo en el diseño de un barco que se creó para no naufragar, se dice que los músicos nunca dejaron de tocar y los camareros jamás dejaron de servir los canapés en bandejas acercándose a las personas con su amable frase, tranquilizadora por lo cotidiano y nada extraordinario, de "¿quiere uno?".
Supongo que eso solo ocurrió, como la salvación, en la cubierta de los de primera clase, donde un cuarteto de cuerda y emparedados de pepino y crema de salmón eran la oferta. Abajo, con las puertas bloqueadas, los de segunda y tercera, no serían amenizados ni con cuerdas ni con delicatessen alguna.
Tampoco sobrevivieron muchos de esa zona para contar la crónica de ese accidente increíble, posible tan solo por la conjunción de varios elementos: la Naturaleza, que siempre esconde lo más terrible bajo la superficie; la falta de pericia y confianza del capitán y la soberbia humana que sobrevaloró su capacidad.
Una tragedia que repetimos a diario

viernes, 7 de octubre de 2016

Otra cosa

A la conclusión que hemos llegado, y a la que llegamos siempre, una amiga poetisa y yo cuando hablamos, es que lo importante de escribir no estriba en estar delante de personas que te escuchen, hayan sido convocadas o no, amigos o incondicionales. Lo que mueve la poesía, las palabras, son las ganas, la necesidad de escribirlas, esa desazón que te recorre por dentro hasta que las liberas; ese agobio diario si no te has puesto a plasmarlas en el papel, en la pantalla; es salpicarlas por todas partes, que no dejen de mojarlo todo, cualquier superficie, cualquier lector que las atrape y se las lleve consigo, para reescribirlas, para que le crezcan por dentro y le den una pequeña lucecita, un ligero calor, ese cosquilleo agradable que hacen al moverse cuando están en uno.
Eso es escribir. Lo demás son daños colaterales.

lunes, 3 de octubre de 2016

Lo oscuro


Solemos sorprendernos gratamente cuando algún conocido da un salto y se pone, durante un tiempo, por delante de lo cotidiano; un premio, un acontecimiento que rompe la rutina, lo que sea..., y si es muy sobresaliente nos gusta decir que lo conocemos, y nos sentimos orgullosos.
Pero a veces, aquellos a los que conocemos y destacan, lo hacen para mal; salen en los medios de comunicación, no por haber descubierto, realizado, ganado algo sino por todo lo contrario, por haber destruido, roto y arrinconado algo. Los ladrones, los asesinos, los desalmandos también tienen conocidos y a veces, la persona que ves en la pantalla, esa que ha cometido una atrocidad, es un rostro que ves a menudo, con quien has compartido tiempo o infancia.
Cierto que también decimos que lo conocimos, pero ya no con orgullo, sino con un velo turbio, oscuro, algunos morboso, otros incrédulos, de que se haya hablado con el protagonista del horror.
Es así, a veces, la gente que conocemos no sólo destaca para bien sino para mal. Y si los primeros pueden llegar a darnos envidia, sana, los últimos, nos dan escalofríos y nos muestran el abismo negro que todos bordeamos.