lunes, 24 de octubre de 2016

Fotografías del minuto

Cada época tiene su idiosincrasia, y en todas ha sido rechaza y alabada por igual: es el tiempo quien decide si fue para bien o para mal. Lo único que podemos hacer mientras la vivimos es vivirla bajo nuestra apreciación personal, que será más o menos acertada con lo que el juicio de otros, en un futuro, verán; claro que a ellos les será fácil juzgarnos, cómodamente instalados en su presente -nuestro futuro-, analizando su pasado -nuestro ahora-; es obvio torear a toro pasado.
Uno de esos elementos que será juzgado -y ya lo está siendo-, es el fotografiar para mostrar, indiscriminadamente, cada paso que damos: es difícil no seguir la pista a quien, desde que se levanta, nos muestra tanto lo que desayuna, con quien, dónde, cómo, hasta lo que cena, pasando por casi cada hora de su día. Somos testigos de sus amigos, familia, clima, ciudad, momentos más o menos íntimos, estados de ánimo algo simplificados. Todo. 
Antes era más bien mortal, acercarse a casa de un amigo tras un viaje o evento, porque con seguridad, nos daría la tarde mostrándonos montones de fotos, con explicación verbal pormenorizada, de cada una. Insoportable del todo. Ahora nos bombardean al minuto. Y contraatacamos mandando las nuestras. 
Somos personajes de nuestra propia ficción diaria. Nos vemos viviendo, nos fotografiamos para sabernos importantes, nos objetivamos porque parece que recordar lo que vemos, desde nuestros ojos, ya no sirve: debemos vernos viéndonos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario