jueves, 28 de enero de 2016

Tecnología

Teniendo toda la información posible al alcance de la mano, o del teclado, siendo privilegiados de la tecnología que nos acerca lo lejano, pudiendo ver en nuestras pantallas el mundo entero, tanto en tiempo como en espacio, con una facilidad para crear y mostrarlo, antes impensable, nos topamos con millones de gatos, cientos de millones de fotos banales donde el café que se está tomando cobra la relevancia absoluta, frases manidas, información parcial y falsa, situaciones innecesarias, arte en minúscula..., un muestrario para el olvido.
La mente no se abre sola, el esfuerzo para tener opinión propia no es solo teclear, la incapacidad de entender lo que se lee, la falta completa de rigor o de originalidad, la búsqueda de la propia identidad se pierde entre tanta imagen irrelevante y tanta palabra sobada.
La técnica que nos abre el mundo, no es la llave para entrar; somos nosotros. Un nosotros cada vez menos propio.
Menos mal que hay excepciones.

lunes, 25 de enero de 2016

Somos

Siempre es durísimo constatar que la vida sigue perfectamente sin uno. Si tú paras, el mundo no lo hace contigo. Donde eras importante, dejas de serlo, solo el recuerdo de tu sombra continúa. Y no es malo, es necesario, pero duele; no es fácil asimilar, cuando lo ves, que al irte, y regresar, nada es igual aunque sea lo mismo. Ya no estás, la gente se mueve sin ti, las cosas sobrevivien a la ausencia de tu tacto, de tu mirada. Has tenido que parar, pero no el resto, que funciona exactamente igual, sin cambios en ese oscilar ondulante de ausencias cubiertas por presencias nuevas... en tu pupitre se sienta otro, en el trabajo otro explica, en las risas de ellos, no está la tuya... pero siguen, todo sigue sin ti.
Es lo que hace que podamos soportar las ausencias; olvidarlas. Con cariño, pero con firmeza, las llevamos a esa zona de niebla donde los márgenes dejan de ser nítidos.
Somos fantasmas de nuestra propia presencia. Ausencias vivas.

jueves, 21 de enero de 2016

Sinopsis nuevo libro El día a día

Nuevo libro a punto, la presentación será en abril, seguramente el jueves 7, en la Fnac de Valencia, ya diré fecha exacta, pronto os paso la portada de El día a día.

Esta es la primera sinopsis de la novela. 

El día a día es la historia de los miembros de una familia a los que se les aparta brutalmente, cambiando sus destinos. Obligados a adaptarse a un ambiente hostil, cada uno lo logra, o no, a su modo.
Los protagonistas, dos hijos y sus padres, se presentan poco a poco a lo largo de la novela, creando un mosaico que el lector va completando a medida que la historia avanza.

Las vidas que han de vivir, a raíz de la brutal separación, ya no son suyas; son los restos prestados de unas vivencias que no quieren o saben comprender. Son los pasos que jamás debían haber recorrido: sus luchas contra ese día a día prestado.

lunes, 18 de enero de 2016

Y ver...

Cristales rotos, crujir de hierros, paisajes fuera de foco. Niebla oscura que impide respirar, luces negras que apagan y ciegan.
No hay nadie, ¿quién podría haber? No hay nada, ¿qué querría ser?
Tumbados, yacentes, restos de lo que vivió, humanos que fueron, sueños que alguna vez se soñaron, ahora desperdigados, inmóviles, imprecisos, completamente inertes, pedazos de lo que fue y ya no es.
Entre ellos, aún a pesar de ellos, a través de ellos, encima y debajo, algo se mueve, se moverá, irá y vendrá, la desolación solo lo es si existe el contraste de la luz, la vida, la esperanza, los ojos que ven y no que miran, rebelión sin causa, causas sin causa, casualidades y causalidades, azar espantoso en todo, la incapacidad para ajustar y reajustar parámetros, variables, sonidos, palabras que se escapan y vuelan solas.
Ante una maraña, un caos, una mezcolanza imposible de discriminar, un tinte, una pátina, un tono, un ambiente del color de las telarañas
negro transparente, gris tupido, realidades inflamables, horrores a flor de piel, desgarros sin tejido, hilos sin color.
Almas sin sus luces, sin compañía ni en filas, árboles que no lo son porque nunca lo fueron, rastrojos agostados en forma de copa, nada.
Inmersión en un paraje, el único que a veces se presenta, el que nadie quiere pisar, el repudiado, donde el mundo respira con asma, ese lugar, existe. Y visitarlo es obligado. Y posar la planta del pie sangrante necesario. Y abrir los ojos cerrados imprescindibley llorar. 
Y angustiarse. Y suplicar. Y desbocar. Y no ver un final ni un principio ni un medio. Y no ver. Y ver que no hay nada que ver.

viernes, 15 de enero de 2016

Primeras páginas de Errantes

Soy Alba, o mejor dicho, lo seré dentro de nueve meses, cuando mi madre, que acaba de saber que me espera, tras un parto difícil vea, a la vez, nacer el día y a mí; de esa coincidencia viene mi nombre.
Tengo un don que he de aprender a manejar desde aquí, si no quiero que se convierta en maldición: sabré ver dentro del alma de los demás. Nadie me mentirá sin que lo sepa, el disfraz de las palabras será transparente. Es un don terrible y peligroso, habré de dominarlo a la perfección. Si lo consigo, podré cambiar cualquier acontecimiento antes de que pase; lo que ocurre sucede porque se ha pensado antes.
Por lo pronto, voy a alterar el destino de mi madre.
Ella, por supuesto, ya tiene nombre pero nunca lo dice; es muda y analfabeta, así que deja que los demás le pongan el que quieran cada vez, aceptándolos con una suave sonrisa; en mi madre todo es dulce y delicado. Es una mujer menuda, frágil, que vive una vida equivocada. Yo le daré un giro a su destino, bueno, en realidad lo hará mi padre. Él sabrá quererla.
La vida de mamá solo ella la sabe; no debió de haber sido fácil, otra persona cualquiera quizás no la hubiese sobrevivido, pero mi madre, de apariencia tan desvalida, es resistente a cualquier adversidad. Sé su secreto, no ha podido ocultármelo a mí, que estoy en ella. Ha aprendido a salirse de la realidad; si el cariz que toma es peligroso o desagradable, deja su cuerpo solo, mientras se refugia en una esquinita de su mente. Ahí tiene escondido lo más bello que ha ido encontrando a lo largo de sus días: una muñeca con tres vestidos, dos muy bien confeccionados y el tercero más bien torpe –creo que lo hizo ella misma–; cuentos de dibujos brillantes, y uno especial, que al abrirlo y girar las páginas, muestra en relieve lo que dicen las letras que nunca aprendió a leer; hoja tras hoja surge, de la nada, un palacio de cartón protegido por una fosa profunda habitada por cocodrilos, un bosque de árboles milenarios que susurran contra el viento sabios consejos, un gran pez de fauces abiertas a punto de tragarse un anzuelo, una montaña nevada que esconde tesoros de enanos avaros, y, al final, una mesa vestida de banquete real.
En su rincón hay muchas cosas; juego con ellas ahora que las tengo a mano, porque cuando nazca, lo ocuparé casi todo, desplazándolas un poco, lo justo para que a mamá le quepan recuerdos míos.
Se conoce su vida a partir de cuando tenía más o menos diecisiete años, tres menos que ahora, porque la encontró su patrona actual y desde entonces, ya hay gente conocida en el pueblo a quien preguntar que ha ido entrelazando sus días con los de ella y que creen sabérsela; no se encontrará a nadie que tenga la sensatez de pensar que quizás no es la que ven; que solo hayan sido testigos de tres años de su existencia, no les preocupa ni poco ni mucho: es la muda de la Casa Verde. Con esa generalidad, algunos detalles y novedades que aportan para avivar las tertulias, no siempre animadas del casino, dan por cerrado el pasado, el presente y el futuro de mi madre.
Dentro de unos años se encontrará, por los caminos, con su infancia, pero a quien va a conocer esta tarde, es a una prostituta retirada, que en su jubilación regenta la casa más elegante de toda la zona: la Casa Verde, y es curioso porque no está, ni nunca estuvo, pintada de ese color, ni por dentro ni por fuera. En realidad nadie sabe muy bien el porqué de ese nombre: lo lógico sería la Casa Roja, pues de ese color es tanto el interior como el exterior, incluidos los marcos de las ventanas, unos cortinajes pesados de terciopelo granate, y las luces indirectas de tono rojizo responsables de un ambiente bastante tétrico nada más entrar, que ayuda, sin embargo, a crear esa atmósfera irreal que tranquiliza a los clientes, auxiliándoles en su propósito de olvidar que están ahí, habiendo dejado afuera, a plena luz del sol, las buenas costumbres, remordimientos, temores y responsabilidades.
Por fuera la casa es como cualquier otra; su discreción es lo más meritorio, lo que la ha convertido en la más frecuentada de los alrededores. Aunque no engaña a nadie.

miércoles, 13 de enero de 2016

Errantes


Segunda edición de Errantes

Hola a todos. aquí os paso el enlace de Errantes, que pronto estará en Amazón para que recorra el mundo entero, si alguien los acoge. Ahora está en la Casa del libro. Me encantará que os guste. 


Gracias, siempre.


lunes, 11 de enero de 2016

No es oro todo lo que reluce

Es divertido, a la vez que un poco triste, ver cómo siempre han exisistido listillos que juegan con la ingenuidad de la gente y se aprovechan de ella para colar productos de pacotilla.
Uno de los iconos del Lejano Oeste, indiscutible, es el vendedor ambulante, ese mercachifle que intenta vender a la gente elixires milagrosos que todo lo curaban, ya fuera la calvicie, la gripe, la obesidad. Ahí están, clamando su mercancía junto con sus ganchos entre el crédulo público, que picaba y se llevaba todas las botellas que podían.
No retrocedo a las curas milagrosas de meigas ni hechiceras, pero ahí queda dicho. Desde que el mundo es mundo, se intenta el engaño.
Y ahora en pleno siglo XXI no iba a ser el final. Los anuncios increíbles, tanto en prensa, como en televisión y ordenador -que se note, al menos en la difusión, que estamos avanzados-, se sigue intentando vender timos: que si esto te hará más joven, más delgada, corta mejor, pinta sin manchas, calienta en invierno, cura en verano..., seguimos bombardeados por los mismos embaucadores de antes, y sí, siguen vendiendo.
Es que claro, quién pude resistirse a creer en los sueños, a que por el módico precio de tanto, se consiga lo que la voluntad o las circunstancias nos lo pone difícil... somos fáciles de engañar porque queremos creer que no es un engaño. Sólo un sueño cumplido.

jueves, 7 de enero de 2016

Niños

 De niños no creo que haya nada mejor que esperar con esa ilusión totalitaria infantil que se cumpla lo que se escribió en una carta, a cambio de haber sido buenos.
No creo que sean los regalos en sí los que hagan que los niños se sientan tan entusiasmados, sino que los traigan seres mágicos, personajes de cuento, jueces del Bien y del Mal, seres absolutos como ellos.
Los niños creen. Y esa fe hace que efectivamente, estas fechas sean especiales. Nos contagian a los adultos y nos reducen a los críos que fuimos, casi oímos junto a ellos el paso de los camellos o el ruido del trineo o vemos las siluetas de esos Reyes Magos cargados de regalos; hasta distinguimos entre los demás el que hemos pedido en esa carta con letra infantil, apenas inteligible, bordeada de sueños.
Son días para ellos, para la infancia, para recordar a la familia, sabores únicos, olores jamás repetidos, casas ajenas calentitas, un ir de aquí para allá, y todo eso unido al nudo en el estómago del susto de si nos traerán o no lo que pusimos en esa carta festoneada de azul y echada en ese buzón de correos especial. Como esos días.

lunes, 4 de enero de 2016

Poema: Descanso

Párpados que apagan la realidad,
ojos ciegos que miran adentro
a quién uno imagina ser, siendo.

La mente descansa de las urgencias
dónde no hay trabas, 
solo ideas.

El cuerpo incorpóreo se agita,
las ilusiones exigen espacio
antes de no ser nada.

Lo que será manda
al mundo que mejora
bajo esos ojos cerrados.