viernes, 28 de noviembre de 2014

Hacer

Es fácil entender las cosas una vez sucedidas, ahí ya se tienen, no sólo todos los datos, sino los resultados. Lo complicado es entender qué está pasando mientras ocurre con toda la incertidumbre de algo sin final.
Se puede prever, incluso intuir, pero no saber. El riesgo es el único compañero, dependiendo de la clarividencia de cada cual, o su capacidad de deducción, es posible ver una opción más claramente que otra, pero aún así, hay que saltar al vacío. Y cada uno ha de dar su propio salto, no es lícito ni empujar a nadie ni retenerlo, como mucho, si se quiere, esperarlo con una toalla y una sonrisa por si quiere salir.
A nivel social ocurre igual; no se puede saber cómo va evolucionando nada hasta que el tiempo que se quiere analizar da paso a otro, entonces variables y conclusiones se discuten y se crean perfiles, explicaciones a-posteriori, razones obvias..., pero claro, a toro pasado, y aún con todo eso, en muchos tramos de la historia se es incapaz de entender claramente cómo fue para que pasara lo que sucedió.
Pero lo que sí está claro es que estamos sumergidos, individual y colectivamente, en una época de la historia, la nuestra, que dará que hablar a los sociólogos, historiadores y filósofos del otro cachito del tiempo, porque algo no acaba de funcionar del todo. No sé qué se está dejando detrás, porque sólo se sabrá cuando sea historia, pero espero que algo estemos dejando. Al menos que este individualismo feroz, este hedonismo social, esta falta de norte generalizada marque algo hermoso, que no se convierta en el humo sin fuego que parece ser.
Solo el tiempo nos dirá qué hacemos haciendo lo que hacemos ahora.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

¿o no?

Manga por hombro, a veces uno tiene la sensación de que nada está en su sitio; es como un gran chiste sin gracia; lo evidente es imposible, las esperanzas puestas en un empeño claramente erróneo, gente involucrada en gente equivocada, sueños irrealizables que estallan en la cara...
Y sí, hay veces que cumplir un anhelo es cuestión de tenacidad, pero en otros casos la derrota está cantada. ¿Cómo distinguir? Gran pregunta.
Normalmente se sabe, uno intuye que por ahí no es, algo escuece, tortura, rasca. No fluye; demasiadas dudas, esfuerzos más allá de lo razonable, lloros excesivos, búsqueda de afirmaciones demasiado frecuentes..., avisos todos de que algo no encaja, de que vamos por un camino demasiado trillado. No es el nuestro.
Ahí viene el replanteamiento de profesión, vida, pareja, amistades, ciudad, casa, ilusiones. Y con él en la mano, vuelta de nuevo a comprobar, si esta vez el trayecto solo será duro, difícil, arduo, pero no imposible.
Hay que saber rectificar a tiempo para conseguir lo que queremos, no lo que nos habíamos empeñado en querer. Sí, es complicado distinguir, pero en el fondo lo sabemos, si dejamos a un lado la cobardía, el orgullo herido y el miedo al cambio, muy adentro conocemos dónde estamos, qué queremos y en qué punto nos perdimos. ¿O no?

lunes, 24 de noviembre de 2014

Amistad

No hacía sol, pero la compañía lo iluminaba todo.
Buscando un buen banco, bajo los árboles, haciendo crujir las piedras, oliendo el césped mojado, mirando un cielo no muy azul no muy gris, se han intercambiado palabras, emociones, recuerdos, mientras se comía una ensalada preparada con cariño, saboreada como merece, cortada entre prisas y rutinas extenuantes, pero no incapacitantes, ya que se está aquí, mejor que en ningún otro lugar, compartiendo años en un instante, intentando averiguar si se ha evolucionad algo durante el paso de los años, si se es quien se fue, cosa imposible, o más bien se es quien se quiere ser; sin la timidez de antes, con la fuerza de la experiencia.
Con el sabor del aceite duro y sabroso, tomando infusiones, no al sol, pero sí bajo él. Hablando de nada, de todo, de ser, de soñar, de esperar que mañana surja otro rato donde eternizarse y poder compartir sonrisas, comida, años y amistad.
Gracias, siempre.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Abismos

Solemos sorprendernos gratamente cuando algún conocido da un salto y se pone, durante un tiempo, por delante de lo cotidiano; un premio, un acontecimiento que rompe la rutina, lo que sea..., y si es muy sobresaliente nos gusta decir que lo conocemos, y nos sentimos orgullosos.
Pero a veces, aquellos a los que conocemos y destacan, lo hacen para mal; salen en los medios de comunicación, no por haber descubierto, realizado, ganado algo sino por todo lo contrario, por haber destruido, roto y arrinconado algo. Los ladrones, los asesinos, los desalmandos también tienen conocidos y a veces, la persona que ves en la pantalla, esa que ha cometido una atrocidad, es un rostro que ves a menudo, con quien has compartido tiempo o infancia.
Cierto que también decimos que lo conocimos, pero ya no con orgullo, sino con un velo turbio, oscuro, algunos morboso, otros incrédulos, de que se haya hablado con el protagonista del horror.
Es así, a veces, la gente que conocemos no sólo destaca para bien sino para mal. Y si los primeros pueden llegar a darnos envidia, sana, los últimos, nos dan escalofríos y nos muestran el abismo negro que todos bordeamos.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Maneras

Maneras de vivir,
sentires diferentes,
bullicios desconcertantes,
olores penetrantes,
callejuelas laberínticas,
gritos aturdidores.
Mentes ocupadas de maneras diferentes,
unidas en su sentirse vivas,
distintas en sus opciones.
Todos podríamos ser todos.

Cada instante es eterno
y en uno solo se da
todo el ciclo vital;
a cada segundo se nace, 
se ríe, se muere, se duda,
se traiciona, se odia, se ama.
Cada segundo es la vida completa
del que podríamos haber sido
del que quizá seamos, 
riendo, naciendo, 
muriendo, traicionando.
Cada segundo solo nos recuerda
que no somos nada.
Suspendidos en el infinito, desconocido,
sin tiempo,
sin línea más allá del segundo constante,
diferente, turbante,
bullicioso, innegable.
Maneras de vivirlo

lunes, 17 de noviembre de 2014

Extremos

Dentro de la creación, innerente a ella quizá, cohabita normalmente una tendencia oscura que no se da tanto en otros parámetros.
Hay como una necesidad tirana que arrastra hacia la disciplina adecuada. El artista no es que sea diferente al no artista, teniendo en cuenta que todos tenemos en nuestras personalidades los mismos ingredientes, sólo varían las cantidades, digo que el artista posee en su centro una necesidad vital de crear y que si no se canaliza, se malogra, se convierte en algo oscuro y no en la obra de arte a la que estaba destinada.
Por ejemplo, las mentiras. Los escritores han de fabular, inventar, crear con la realidad, es algo más fuerte que ellos mismos. Está ahí el mundo para ser reeinventado, y si no se lleva al papel, se lleva a la mentira, y desde ahí a sentirse culpables, estafadores, o simples infelices, en vez de cogerlas, moldearlas y crear.
Con las demás disciplinas sucede lo mismo: un niño que no para quieto, quizá sea bailarín; una persona que busca y rebusca el equilibrio, sería un buen intérprete; un exagerado, un actor... cientos de ejemplos.
El lado oscuro tiene también su lado luminoso. Sólo hay que elegir.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Arriesgarse

Dejar algo detrás de cada día, que no pasen en vano esas veinticuatro horas en las que está fragmentado, que conste que hemos recorrido todos los segundos para algo, para alguien.
Trascender, mirar atrás y constatar que nuestro paso no fue invisible, sirvió.
Todos buscamos anclarnos en la marea absurda del caos. Es gratificante tomar el timón, ser, no sólo estar.
Los años pasan igualmente, qué mejor que dejemos nuestra impronta, nuestros sueños convertidos en realidad. No permitirnos, por pereza, por desidia, por excusas, abandonarlos, abandonarnos.
Aunque para eso tengamos que forzarnos, incomodarnos, traernos a la dura disciplina que conlleva convertir lo onírico en realidad. Y cuesta.
Hay que ser valientes, luchar contra los límites para eliminarlos, derrocarlos, ampliarlos, construir sin ellos, lo que muchos, creerán quimeras. Incluso a pesar de que lo sean.
Arriesgarse a ser ese que se sueña.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Moscas

Es entre fascinante, y algo tonto, ver cómo las moscas, o cualquier insecto volador, quieren salir de un recinto por una ventana cerrada, golpeándose continuamente a cada intento contra el cristal sin lograrlo, pero ellas siguen. Y siguen. 
Da igual las veces que han procurado avanzar por ese lugar imposible, como mucho, dan unas vueltas por la zona, y otra vez; sin remedio se aplastan contra ese muro invisible, incomprensible, que las aparta de lo que transparenta, de ese exterior liberador.
Y de ahí no se van. "Pobres"; pensaba de niña, no saben.
Ahora de adulta las sigo observando, pero mientras a la vez que las miro golpeándose contra esa realidad invisible, veo a los que estamos fuera, en ese lugar al que quiere ir donde las personas nos chocamos también, una y otra vez, contra paredes invisibles que nos ofrecerían algo más, si las traspasamos... o eso creemos. Y seguimos. Una y otra vez, todos embistiendo esas barreras que no vemos, pero están, sin que nadie haya aprendido aún a abrir la ventana.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Juegos vanos

Hay gente, suelta y en grupos, que tiende a dar por sentado que se le hagan favores. 
Es una actitud que no se sabe reconocer al principio, solo notas que algo falla cuando te acercas a ellos.
Cuando van en grupo, normalmente dentro de algún grupúsculo religioso, se sienten con el privilegio de que los demás les hagan favores sin sentir la necesidad de la reciprocidad; es lo normal, a ellos se les da; el resto está ahí para eso. 
Es una actitud, que cuando la descubres, la reconoces enseguida. La altivez del amo. Viven la amistad y las relaciones desde la asimetría absoluta del tú estás aquí para servirme, basada en una convivencia grupal de lazos de favores, pero solo entre ellos, entre su propia secta: los demás, como mucho, podemos ofrecerles cosas, ellos nunca a nosotros, los que estamos fuera. Solo faltaría.
Bueno, ahí están.
Los que van por libre también tienen esa actitud de complacencia y falta total de simetría: son personas que no saben devolver sonrisas, ni favores, ni llamadas, ni cariño: solo acaparar lo que les den, elegir entre quienes se les acercan y fomentar el acercamiento de los que les dan lo que quieren en esos momentos, para más tarde, despreciarlos sin más; ya no les sirve.
Es peligroso confundirse con ellas, creerlas amigas, intentar no fallarles. La amistad es algo más profundo y sobre todo, algo menos egoísta.
Dar sin recibir, recibir sin dar es un peso muerto que aplasta a quienes juegan ese juego.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Trascender

El miedo a lo desconocido, el sonido del viento, la lluvia, reconocer que tras la luna saldrá el sol, despertar a las leyes físicas, entender los sonidos que hacen otros, ser conscientes del propio cuerpo, sorprenderse pensando algo y entendiéndolo y viéndolo.
Dar un paso más allá de la intuición, de la mera supervivencia, pasar de respirar a saber que se respira: Tuvo que se aterrador para los primeros hombres, esos homínidos que se posaron sobre sus dos pies y aprendieron a utilizar las manos. De repente, algunos hubieron de dar el cambio en sus mentes, entender, reconocer sus pensamientos, darles voz a los sonidos. Y ver a los que se quedaron atrás, con pena supongo, pero sin pausa. Condenados a encontrarse a lo largo de la geografía mundial. Condenados a aprender, a pensar, a trascender, a ser.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Vigilia y sueño

La ilusión se alimenta de realidad, sin ella, languidece y muere.
Solo de sueños es difícil levantarse, cierto que sin ellos nunca lo harías, pero qué es una esperanza que no desee ser real. Nada. Mera distracción, o simple cobardía. A un deseo se le ha de conceder la vida. No es digno atraparlo y retenerlo como excusa; se tiene que trabajar para él, para que cobre vida.
Es compleja y contradictoria esa frase que te previenen contra lo que desees porque podría convertirse en realidad. Si no quisieras esa verdad, no lucharías al lado de esa ilusión.
Creo que un sueño sin despertar no es sueño, sino pesadilla. Los ecos que despierte en vida sí serán dignos de su vigilia: entonces empezará de verdad a soñar.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Cojos

Si la realidad no nos gusta, normalmente, cortamos de aquí y de allá hasta hacerla a nuestra medida.
En esto de hacernos trajes con ella, puede dar lugar a casos espeluznantes, donde la persona vive fuera de lo real, viendo lo que no hay y negando lo que ve. En general, nos cuesta bastante asimilar que lo que nos sucede, no es lo que queremos que pase; la yerba siempre es más verde al otro lado, sea éste cuál sea, el asunto está en no apreciar el color de la que tenemos más cerca. Así, la vida de los otros se nos muestra más interesante que la que llevamos que en la comparación pierde, pareciendo más gris -sin sospechar, que por la misma regla de tres, los demás la verán verde brillante-.
A pesar de esa insatisfacción, que hasta cierto punto es buena ya que nos lleva a superarnos, lo que más se practica es el disfrazar los hechos hasta que nos ajusten.
La mente desmenuza el entorno y nos lo presenta cómo sería si pudiéramos moverlo a nuestro gusto, igual que las hermanastras de Cenicienta, en su versión original, que cuando les presentan el zapato de cristal y en él ven el posible reino, y al probárselo y constatar lo obvio; que no les cabe, deciden, sin dudarlo, cortarse los dedos del pie para que entre: Adaptan el pie al zapato, y ya está.
Esa barbaridad es la que hacemos continuamente, al menos, hasta entender que la vida ha salido así y si por ahí no es, otros rumbos habrán. Aunque gente hay que sigue negándolo.
Más de uno va por los caminos cojo.