jueves, 29 de octubre de 2015

Relato para la Noche de las Ánimas: ANA

 Esta leyenda la tenemos que empezar en una mañana de otoño no muy fría y debajo de una lápida. Ahí es donde Ana decidió que ya estaba bien, que ya no quería seguir de muerta.
El inicio de este proceso irreversible lo dio un capricho del destino, pues quiso la vida, con sequías y malas cosechas, con hambruna y plagas, que los habitantes del pueblo que rodeaba al cementerio, se marchasen lejos en busca de otros nortes, desperdigándose cada uno con sus sueños, sin volver a saber nadie de nadie, dejando las casas para escombros y los huesos para el olvido.
Así pues, la muerte no pudo reunir a Ana con sus padres y hermanos bajo la misma tierra perdida en la eternidad. A las demás ánimas, todavía doloridas por la vida, y mucho más conformes con su condición de muertas, les trajo sin cuidado que los vivos dejasen de ir a visitarlas. Pero a Ana, que fue la última y más joven sepultada antes del éxodo, no. Sus recuerdos no le llegan tan lejos como su lápida recuerda a todo aquel que quiera leerla:

1887-1899
ANA RUBIO MARÍN
TUS PADRES Y HERMANOS NO TE OLVIDAN

Y esa última frase, escrita para siempre en presente, que Ana estaba condenada a leer una y otra vez, y la injusticia vital del olvido, más que la muerte, fue lo que la empujó hacia el peligroso umbral que existe entre lo inerte y lo animado.
     Cuando las últimas flores, ya nunca más renovadas, se confundieron con la tierra, Ana empezó, sin ayuda de los vivos, a recordarse a sí misma. Sabía que una mala enfermedad fue lo que la quitó de viva, pues la evidencia que todos los muertos tienen para reconocer su nueva condición, en Ana, es el susurro del doctor a su madre; "No tiene cura, solo queda esperar y rezar". 
     Confusamente recuerda a un hombre vestido de negro, que despedía un olor muy intenso, cada vez que movía sus brazos hacia su frente. Le oyó, pero no le entendió, hablaba en latín. Lo mismo le pasaba cuando iba a misa con sus padres los domingos, no entendía nada, aunque le gustaba cómo retumbaban las palabras por toda la iglesia y cómo el eco las alejaba y acercaba, convertidas en olas invisibles.
Pero, ahí en su cama no sonaban tan soñadoras, y tenía calor, mucho calor. Un calor que le abrasaba sus pulmones cada vez que intentaba refrescarlos con aire… y a partir de ahí, poco a poco fue retrocediendo hacia atrás en sus recuerdos, que se mezclaban sin sucesión en el tiempo. El olor del perfume de su madre cuando la arrullaba. El susurro de su padre conversando con el abuelo. El dolor que le hizo su hermano al estirarla del pelo… y poco a poco, llegó a otro tipo de recuerdos, llegó a los recuerdos que sólo dan la muerte y la constancia. Llegó a recordar lo que su madre sentía mientras la arrullaba y lo que el abuelo pensaba mientras le hablaban y el porqué de los celos de su hermano.
Era como un caleidoscopio reflejado, a su vez, en un espejo. Era la eternidad. Pero no era suficiente para Ana vivir muerta lo ya pasado, quería, en su rebeldía a desaparecer de la memoria de los vivos, ser recordada. Ana estaba decidida a regresar de dónde vino y ver lo que las otras almas no añoraban.
Se cerró el círculo sobre ella y se supo repudiada. Había cruzado lo incruzable, ya no estaba sólo muerta. Sabía lo que tenía que hacer, como lo supo, instintivamente, al nacer y al morir. Cogió sus huesos envueltos en su mortaja y bien agarrados, para no perder su identidad, salió por un sendero lleno de hojas, que no crujieron bajo sus pies, a recordarse una y otra vez, usando las almas, aún encadenadas al cuerpo que a bien tuvieran verla, en ese estado que entre los vivos llamamos fantasmas.

lunes, 26 de octubre de 2015

Caos

Si fuéramos conscientes de que vivimos sobre un minúsculo planeta que da vueltas sobre su eje y alrededor de un sol que algún día dejará de brillar, que forma parte de una galaxia que a su vez está contenida en un Universo que ya se ha demostrado que no es infinito y que acabará o expandiéndose o contrayéndose, a ver qué opción es peor, digo, si fuéramos conscientes de semejante inestabilidad, mezcla fortuita entre absurda y genial, no nos preocuparíamos tanto de ciertas cosas.
Pero es imposible no hacerlo, nuestro propio universo, el que contenemos en nuestro yo profundo, o no tanto, ha de atarearse con lo que nos circunda; con que los precios suben, los niños crecen, los amigos no llaman, la pareja nos da problemas, no llego a donde quiero, no se cumplen las expectativas... nuestras vidas nos parecen mezquinas cuando las comparamos con otras, más terribles o importantes; nuestro rostro, al que veces vislumbramos en los espejos, nos sorprende mirándonos, acuciados por los problemas diarios y corriendo de un sitio para otro a ver si arreglamos algo... pero sin ser conscientes de donde tenemos puestos los pies: Sobre un suelo perdido en un universo desconocido.
Esta realidad debería situarnos y permitirnos vivir mejor, con más confianza en el caos, pues de ahí sale y surgió todo.

jueves, 22 de octubre de 2015

Respiremos

Hay temporadas donde parece que los mismos sucesos se precipiten o les pase a mucha gente conocida; hay fechas donde naces bebés, se celebran casamientos, no paran de haber accidentes o buenas noticias, o se mueren: esta época parece que toca morir. 
No hay día en que no me entere del fallecimiento de alguien conocido, aun de manera lejana. "¿Sabes?, la señora del quinto ha muerto", "¿Cómo puede ser? si la vi hace nada"... 
Efectivamente, ese comentario tan poco original es el que se hace cuando te informan de que precisamente esa señora a la que no hace tanto, ni tan poco como crees, saludaste, ya no volverá a decirte nada en el rellano nunca más.
Y eso da qué pensar: ahora estás, ahora no estás; no tiene por qué haber previo aviso: tan solo dejas de ser lo que solías ser, y con esa ausencia, replanteas a los que quedamos las incógnitas ancestrales a las que no sabemos contestar y con las que vivimos, hasta que seamos nosotros los que sorprendamos al resto; "pero...¿cómo? si la vi ayer..."
Hasta entonces, respiremos.

lunes, 19 de octubre de 2015

Estados irreales

Momentos donde uno se recoge, abstrayéndose.
Grietas en la manera de mirar el entorno y a uno mismo que agudizan los sentidos interiorizándolos. 
El tiempo transcurre desordenadamente, agrandando los segundos para contener esos pensamientos nítidos, algo inquietantes, que surgen cuando el mundo se nos congela.
Dentro de esa burbuja hervimos en una realidad a la que no prestamos atención; evoluciona por debajo de la cotidiana. 
Es entonces cuando vemos esa mosca, que no para de acicalarse con sus patas, chocar contra el cristal de la ventana que nos muestra esa calle, agrandada en sus detalles, incolora o demasiado chillona, depende.
Sentimos las ideas cruzarnos, sin orden ni necesidad de fijarse, sabiendo que una de ellas tiene la clave de toda la existencia pero que por eso mismo, solo se pasea por nuestra consciencia, libre. No la alcanzaremos jamás. 
Eso sí, su estela, ilumina algo la oscuridad de la incomprensión, aunque apenas sea en esos estados irreales adonde a veces nos asomamos.

jueves, 15 de octubre de 2015

Edades y palabras

Un niño chico conversando con su abuela, ambos en sus mundos lejos del mundo. 
El pequeño sin dominar las palabras, le cuenta lo que solo la madre entendería si estuviese cerca, con una seriedad y concentración admirables. La abuela le responde; a ella sí se la entiende aunque no se la comprenda: habla de otros tiempos, de gente ya muerta, de días acabados; muestra sus recuerdos como si no lo fueran y siguieran vivos.
Se miran y sonríen. El nieto la escucha mientras la mujer anciana comparte con él esa vida que fue, que no es, pero sigue siendo ahora, entre ellos. Luego él le cuenta lo que ella imagine y atenta le acaricia la manita.
Dos personitas unidas por la intimidad de las palabras, a pesar de que en uno ni lo sean todavía, y en la otra se filtren desde el pasado.

lunes, 12 de octubre de 2015

Tecnología

Me gusta observar, mirar a la gente como va andando y hablando por sus móviles, si te acercas un poco, sigues la conversación sin problemas, van contando sus asuntos como si estuvieran en el salón de su casa, cosa que no hacen si están diciéndoselo a un amigo presente. Es curioso, pero al hablar con un interlocutor que no está, es como si nosotros tampoco, como cuando un niño cierra sus ojos y dice, no estoy, no me ves.
Se escuchan sin querer problemas laborales, sentimentales, prácticos, triviales, cotidianos. Tenemos una puerta abierta a sus vidas desde ese creerse solos. Y cada vez se ven más personas solas que cogen el teléfono para sentirse acompañados en el trayecto, o con música, para lo mismo.
La tecnología parece que esté hecha para invadir el mundo de uno, esa soledad necesaria para escuchar los propios pensamientos. Si es así: Peligro.

jueves, 8 de octubre de 2015

Nueva novela

En marzo, bajo el sello de Sargantana, saldrá mi nueva novela. 
El proceso siempre ilusiona, siendo lo mismo cada vez, no lo es. Las historias que me dictaron sus personajes ya tienen ganas de andar solas. Espero que os las encontréis por el vuestro y os acompañen un tramo.
Gracias por leerme


Quimeras

Lo que vemos no es nunca lo que es. No solo por la barrera de nuestros sentidos sino por nuestra propia limitación al entender, ver, oír, sentir y deducir.
Somos lo que creemos ser, y no suele coincidir con lo que somos; si nos conociéramos, si pudiéramos encontrarnos fuera de nosotros, igual no querríamos ser ni amigos; creo que nos decepcionaríamos profundamente, porque no coincidiríamos en nada.
Hacer el esfuerzo de comprender que no entendemos, que no sabemos, que la vida no es solo sueño sino espejismo, nos liberaría de la carga de creernos algo más de lo que somos; nadie aun siendo todo.

lunes, 5 de octubre de 2015

De oráculos y destinos

Cuánto se dice sobre el Destino, el Azar, qué de movimientos ha creado: Oráculos, Religiones, Supersticiones.
Desde que los humanos sabemos que vamos a morir, queremos dejar algo detrás y asegurarnos que hay algo más adelante. 
Tenemos consciencia de nuestros actos y sabemos que dependemos de ellos y de algo más; sin saber qué mas, intuimos, o queremos intuir, que no solo contamos con nosotros, si así fuera, la responsabilidad abismal que tendríamos sería insoportable; si solo nuestras acciones fueran el motor del futuro, del presente, de la vida, nos quedaríamos paralizados antes semejante carga; insoportable para un simple humano, para eso se crearon los Dioses, el Azar, el Destino y lo demás, porque si tuviéramos que caminar por el presente atentos a cada minuto, sin saber en cuál se decide nuestro futuro, no seríamos capaces de ser.