sábado, 30 de junio de 2012

Relato 2 Parte; El secuestro

A las siete el primero.
Si antes de saberlo estaban asustados -aunque alguno había aún, que todavía sólo se preocupaba por el mero retraso en una cita, o el inconveniente que el incidente pudiese tener en su pequeño día-, saber que podían ejecutar lo dicho, les obligó a encararse a cada uno con sus miedos. Al vacío negro del tiempo al detenerse. A los proyectos de lo no vivido. A la certeza de que lo realizado siempre será insuficiente.

Todos miraron con alivio, aunque sólo fuese por unas horas, al hombre de la chaqueta azul que fue el primero en ser apartado de ellos.
Ahora, el grupo de tres, aumentó a cuatro y los diecinueve restantes dejaron de atenderles para repasar sus vidas y lamentar la casualidad de haber entrado hoy, precisamente ahora, en el edificio. Nadie tenía una razón que los justificase en ese maldito recinto, incluso los que ahí trabajaban. “justo hoy después de la gripe, un día más y…” “por no querer acompañar a mi suegra al médico”


El hombre de la chaqueta azul no sabía cómo actuar. El cigarro le habría dado cinco minutos de familiaridad con sus movimientos. Al habérselo negado, se quedó quieto, de pie, extraño a sí mismo, sin atreverse a sentarse ni en la silla que tenía a su derecha ni en el suelo.
En esa postura se cansaba, llevaba  así más de seis horas, desde que entró. Justo diez minutos antes de que lo hicieran los tres, amenazando, gritando. Hubo confusión, el ambiente se fue enrareciendo.
Primero la incertidumbre, la negación del peligro real, todos lo disfrazaban de una mera experiencia. “Algo que podré contar”. Más tarde, ya con las voces de la policía amplificadas desde fuera, vino el temor.

viernes, 29 de junio de 2012

Relato 1 Parte; El secuestro

-¿Puedo fumar?
El hombre del pasamontañas se lo negó con un movimiento de cabeza. El otro suspiró hondo. Estaba tenso, se notaba los músculos doloridos, los labios le habían temblado antes, al formular la pregunta. La voz que se escuchó, en absoluto coincidía con la que estaba acostumbrado oírse al hablar. Sudaba frío y le costaba fijar idea alguna. Su mente se negaba a aceptar lo que le estaba pasando.


-¡Tú, ven!
Con un sobresalto todos se giraron, aunque nadie se dio por aludido, todos esperaban que ese “tú”, no fuese un “yo”.
Sólo una frase antes, él creía que no podría ser peor: “Precisamente ha sido hoy, ahora, que he decidido entrar aquí. ¡Con la de días y momentos que hay!.”. Y ese “tú” era “él”.

-¿Es a mí?
-Sí. ¡Ven!
Él se separó del grupo que aliviados, cobardes, ni le miraron cuando se alejó de ellos acercándose a los otros tres, aquéllos que habían irrumpido en el edificio hoy, a esas horas, para trastocarles la rutina, para enfrentarles a la de ellos. Dos posiciones opuestas en una misma estructura. Los tres hombres estaban ahí. Y les daba igual los otros veinte, les daba igual, incluso, ellos mismos.
Entre los veinte había mucha confusión, murmullos, sollozos, pero curiosamente no se oía nada. Todo estaba como acolchado, los movimientos lentos, los ruidos tenues, la desesperación sorda. Nadie se atrevía a destacar. Nadie, desde que escucharon a uno de los tres, tras comunicar sus exigencias a la policía, que si no se las concedían irían matando uno a uno, hora tras hora de retraso a sus peticiones, a todos los rehenes.

miércoles, 27 de junio de 2012

Observar

Hay veces en las que se vive fuera de la vida, una suerte de vida donde se observa la Vida, no se es activa; solo testigo de cómo los demás la viven. Una mirada atenta a esas acciones en las que por un motivo u otro no se forma parte. Quieta, te mueves como un fantasma corpóreo, comprobando cómo las personas van evolucionando, dando vueltas y recorriendo trechos, ilusionándose ante esas acciones realizadas que darán lugar a hechos creados desde ellas. Y ves, desde esa barrera, la evolución del tablero vital de esas piezas vivas. Y deduces las partidas, anticipando jugadas, finales, rodeos. Y aciertas porque no estás en él, no eres parte integrante del tablero, solo una pieza invisible que observa, entremezclada entre ellos, visibles y reales, lo que acabará siendo un juego cerrado. Lo que ahora solo es un movimiento tras otro. Vidas vistas tras el velo de la inacción. Solo así se logra comprender lo imposible; el dudoso privilegio de no ser siendo.

lunes, 25 de junio de 2012

A tiempo pasado

Es fácil entender las cosas una vez sucedidas, ahí ya se tienen, no sólo todos los datos, sino los resultados. Lo complicado es entender qué está pasando mientras ocurre con toda la incertidumbre de algo sin final.
Se puede prever, incluso intuir, pero no saber. El riesgo es el único compañero, dependiendo de la clarividencia de cada cual, o su capacidad de deducción, es posible ver una opción más claramente que otra, pero aún así, hay que saltar al vacío. Y cada uno ha de dar su propio salto, no es lícito ni empujar a nadie ni retenerlo, como mucho, si se quiere, esperarlo con una toalla y una sonrisa por si quiere salir.

A nivel social ocurre igual; no se puede saber cómo va evolucionando nada hasta que el tiempo que se quiere analizar da paso a otro, entonces variables y conclusiones se discuten y se crean perfiles, explicaciones a-posteriori, razones obvias..., pero claro, a toro pasado, y aún con todo eso, en muchos tramos de la historia se es incapaz de entender claramente cómo fue para que pasara lo que sucedió.

Pero lo que sí está claro es que estamos sumergidos, individual y colectivamente, en una época de la historia, la nuestra, que dará que hablar a los sociólogos, historiadores y filósofos del otro cachito del tiempo, porque algo no acaba de funcionar del todo. No sé qué se está dejando detrás, porque sólo se sabrá cuando sea historia, pero espero que algo estemos dejando. Al menos que este individualismo feroz, este hedonismo social, esta falta de norte generalizada marque algo hermoso, que no se convierta en el humo sin fuego que parece ser.
Solo el tiempo nos dirá qué hacemos haciendo lo que hacemos ahora.

sábado, 23 de junio de 2012

Lo oscuro

Solemos sorprendernos gratamente cuando algún conocido da un salto y se pone, durante un tiempo, por delante de lo cotidiano; un premio, un acontecimiento que rompe la rutina, lo que sea..., y si es muy sobresaliente nos gusta decir que lo conocemos, y nos sentimos orgullosos.
Pero a veces, aquellos a los que conocemos y destacan, lo hacen para mal; salen en los medios de comunicación, no por haber descubierto, realizado, ganado algo sino por todo lo contrario, por haber destruido, roto y arrinconado algo. Los ladrones, los asesinos, los desalmandos también tienen conocidos y a veces, la persona que ves en la pantalla, esa que ha cometido una atrocidad, es un rostro que ves a menudo, con quien has compartido tiempo o infancia.
Cierto que también decimos que lo conocimos, pero ya no con orgullo, sino con un velo turbio, oscuro, algunos morboso, otros incrédulos, de que se haya hablado con el protagonista del horror.
Es así, a veces, la gente que conocemos no sólo destaca para bien sino para mal. Y si los primeros pueden llegar a darnos envidia, sana, los últimos, nos dan escalofríos y nos muestran el abismo negro que todos bordeamos.

jueves, 21 de junio de 2012

Tiempo y cárcel

Siempre he pensado que el tiempo es una cárcel y que los primeros barrotes se colocan cuando empiezas a aprender a medirlo.
De niños da igual hoy que ayer que mañana, y más aún el mes pasado o el año que viene; se vive al instante, con todo lo de hermoso y terrible que tiene, ya que se vive de manera absoluta, es lo que hay aquí y ahora; aún no hay recuerdos o si existen son difusos y vagos.
Con el lenguaje comienza a forjarse la jaula, pero todavía queda el concepto tiempo, la experiencia de anticipar, de recuperar, de soñar.
Pero llega y con ella, se cierra la puerta. Ya está, estamos dentro del paso inexorable del segundo a segundo, sin poder saltarnos ni uno, quizá, el sueño, la necesidad de que esas gotas de tiempo se aceleren, sea una liberación vital del goteo diario, un descanso de la rutina carcelaria temporal.
Pero dentro de esa prisión, la que nos separa de lo deseado con lo real, estamos libres para movernos, para romper rutinas si es necesario, o para crearlas, para vivir en el tiempo, acortando el espacio que media entre nuestros sueños y sus metas.

lunes, 18 de junio de 2012

Tiempo

-¿Y adónde va el año viejo?
-A ninguna parte
La niña mira al padre con ojos incrédulos.
-A algún sitio irá.
-No. El tiempo ni se va ni viene. Transcurre.
Unos cuantos pasos en silencio. La pequeña pensando, el padre distraído sin enterarse de la trascendencia de las preguntas de su hija. Cosas de críos que no paran de preguntar.

“¿Qué vas a hacer esta nochevieja?”; “Pues aún no lo sé. ¿Y tú?”; “Supongo que lo de siempre”, “Ya”. Las chicas pasan al lado del padre y la hija. Van arregladas, andando sin prisas. Les sobra el tiempo.

-Papá, si el año no se va, ¿por qué hay que despedirlo?
-Es una costumbre. ¿Qué había dicho tu madre que comprásemos?
-Leche.
-Cierto.

“Pues yo te digo que esto no pasaba”; “No, no pasaba”; “¡Ay!”. Dos ancianos parados en una esquina, dejan de hablar mirando a la niña y su padre. Sonríen a la pequeña; niños. Hijos. Nietos. Tiempo.

viernes, 15 de junio de 2012

Haríamos si...

Al día nos vienen a la mente miles de ideas, realizamos cientos de proyectos, vivimos docenas de vidas, pero no nos paramos en ninguna idea en concreto, ni continuamos con alguno de esos proyectos ni, por supuesto, cambiamos de vida.
Eso sólo lo logra la imaginación.
La vida real, con sus imposiciones, nos acota y ata corto; nos concede, únicamente, una vida, unos cuantos proyectos y una docena de ideas. Quién no ha sido actor, escritor, virtuoso instrumentista, conferenciante, deportista de élite en segundos, pero para serlo de verdad, se necesita paciencia, tiempo, dedicación, suerte, esperanza..., se necesita toda la vida.
Y qué rabia da tener sólo una. No cabe todo. Porque lo peor de las ideas es que hay que elegirlas, seleccionarlas y reconducirlas. Son el inicio. Y si no las mimas, se van; desaparecen.
A lo largo del día, intento retenerlas, las anoto o memorizo, pero al igual que se hace con las mariposas cuando las prendemos con un alfiler; mueren, dejan de volar, de ser bellas y tan sólo queda el rumor de lo que fueron.
Si las ideas pudieran solidificarse en proyectos y éstos en vidas, cuántas cosas haríamos.

jueves, 14 de junio de 2012

Atisbos

Cuántas veces hemos querido adelantar el tiempo para que pase o llegue un acontecimiento odiado o deseado. Cuántas veces habríamos querido asomarnos tiempo arriba, atisbando por una esquina para comprobar que seríamos, qué pasaría, cómo sería nuestra vida...
Las dudas se disiparían si tuviéramos la certeza de los resultados, los mismos por los que estamos luchando ahora a ciegas; puede que no surgiera la desmoralización, que al ver el final, no cejáramos en el empeño, ése que cuesta tanto de levantar cada día, que le gusta tumbarnos, haciéndonos dudar de si hemos de tirar por aquí o por allá o si simplemente, tendríamos que dejarlo, abandonar por saber que estamos bien errados.
Sí, es una posibilidad.
Pero también, saber el futuro, podría acarrear el efecto contrario; al creer que lo tenemos bien cogido, un giro vital inesperado, haría que se escapese, dejándonos sin nada, como le sucedió a McBeth, que creía tener su reino seguro, ya que los bosques no andan, e inmortal, porque todos los hombres nacen de mujer, sin entender, hasta que ya fue inútil, que los oráculos mienten con la verdad, y que nuestra verdad es, solo, lo que hacemos de ella.

martes, 12 de junio de 2012

No, no es fácil

Vas andando despacito, con cuidado de no pisarte las ilusiones, mirando hacia adelante, suavecito, para no perderte nada. Hay momentos de desánimo en los que nada acaba de valer la pena, en los que sólo andar, mirar, ver, salir de uno mismo, los hace más llevaderos.
No es fácil, a veces, nada fácil.
Pero el mar está para cruzarlo.
El camino siempre cambiante ya dará respiro, mientras tanto, hay que respirar solos, despacito, andando con cuidado de no dejar atrás lo que te hace ir hacia adelante, sintiendo los pies que surcan la tierra, para no perderte nada. Caminar, aunque sea en círculos, pero no parar. Adelante. El sentido ya vendrá.
A pesar de que, a veces, no sea fácil.

domingo, 10 de junio de 2012

Brillando

Creo que en toda infancia hay una atracción irresistible hacia todo lo que brilla. Como pequeñas urracas, los niños se lanzan a por cualquier trocito de luz; cristalitos, piedras pulidas, trozos de lágrimas de cristal, cuentas, abalorios, papelitos de plata o de colores..., caleidoscopios de objetos inservibles para los adultos, maravillosos tesoros para los niños.
A mí aún me siguen llamando la atención, me gusta lo que brilla, me acerco a mirar cuando veo algo que desde el suelo chispea, refulge llamándome.
Entiendo que los aborígenes se admiraran ante la bisutería traída adrede para lograr lo que lograron; expolios y trueques desventajosos para ellos, pero imposible resistirse.
Y cuanto menos valor tengan esas gotas del luz, más bonitas son. Porque lo hermoso que tienen es eso; luz y no valor material, son sueños escondidos, deseos encerrados que nos llaman, que se encienden.
Quién puede resistirse a una ilusión que llama brillando.

viernes, 8 de junio de 2012

Mitología

Convivimos, desde siempre, con seres imaginarios, el Hombre no sabe, o no quiere, vivir sólo.
Cualquier civilización, por antigua o modesta que haya sido, ha creado dioses, mitos, leyendas, gentes extraordinarias que se mezclan con nosotros, pobres mortales.
No sólo los niños -o escritores y visionarios- ven natural hablar de hadas, trasgos, enanos, ogros, fantasmas, no, cada uno de nosotros nombra diariamente a más de un ser fantástico. Cualquier devota, de cualquier religión, te pone al día en santos y santas, cuyas vidas son híbridos entre realidad y ficción cuando quieras; de fantasmas y fenómenos paranormales o elucubraciones místicas, las puedes encontrar hilados entre cualquier conversación de a pie, sin ir más lejos.
Es cierto, no hay nadie libre de referentes imaginarios, los más cultos o escépticos, irán a buscar sus metáforas en personajes literarios inmortales, pero no por ello, más reales.
Necesitamos ese mundo invisible que nos refleje, nos muestre caminos, enseñanzas y miedos.
¿Qué seríamos sin ellos? Quizá simples criaturas sin norte ni imaginación, quizá aún no seríamos ni Humanos.

miércoles, 6 de junio de 2012

Barrios

Con las prisas se suele comprar en las grandes superficies y creo que de vez en cuando, hay que pasarse por las pequeñas tiendas del barrio, ajeno o propio, no para comprar cosas prácticas sino para sumergirse en ellas, en sus dueños y su clientela, que suele ser mayor, y escuchar las historias que se cuentan, algunas casi folletines, que van evolucionando de día en día, de barra de pan en barra de pan; te enteras de operaciones, enfermedades, esperanzas humildes y alegrías domésticas. La interacción entre el dueño o dueña y sus parroquianos es entrañable.
Hoy en una pequeña panadería he visto que había un perchero de donde colgaban muchos sacos del pan, de esos de tela a cuadritos con el nombre "pan" bordado con mimo o de ganchillo sobrio, y me pregunté para qué estarían ahí, para venderse, quizá, pero no, son los sacos de pan de las clientas que los dejan y así el panadero los llena del pan recién horneado y ellas, a la vuelta de las otras compras, tienen sus barras calentitas y mimadas. No sé por qué me vino a la mente una guardería de panecillos.
Una señora mayor vino a por su saco, y mientras pagaba le contaba su última entrega familiar y el panadero le hablaba sobre Rusia y lo cara que estaba la harina, y los dos, satisfechos de la conversación y la transacción, se despidieron hasta mañana.

lunes, 4 de junio de 2012

La imaginario

Convivimos, desde siempre, con seres imaginarios, el Hombre no sabe, o no quiere, vivir sólo.
Cualquier civilización, por antigua o modesta que haya sido, ha creado dioses, mitos, leyendas, gentes extraordinarias que se mezclan con nosotros, pobres mortales.
No sólo los niños -o escritores y visionarios- ven natural hablar de hadas, trasgos, enanos, ogros, fantasmas, no, cada uno de nosotros nombra diariamente a más de un ser fantástico. Cualquier devota, de cualquier religión, te pone al día en santos y santas, cuyas vidas son híbridos entre realidad y ficción cuando quieras; de fantasmas y fenómenos paranormales o elucubraciones místicas, las puedes encontrar hilados entre cualquier conversación de a pie, sin ir más lejos.
Es cierto, no hay nadie libre de referentes imaginarios, los más cultos o escépticos, irán a buscar sus metáforas en personajes literarios inmortales, pero no por ello, más reales.
Necesitamos ese mundo invisible que nos refleje, nos muestre caminos, enseñanzas y miedos.
¿Qué seríamos sin ellos? Quizá simples criaturas sin norte ni imaginación, quizá aún no seríamos ni Humanos.

sábado, 2 de junio de 2012

Una cosa detrás de otra

Hay días en los que cabe de todo;como si cada hora fuera vivida en diferentes lugares: puedes andar entre calles deprimidas donde, para evitar que la gente salte, hay hincados sobre la parte alta de sus paredes cristales que sólo con mirarlos duele; sentarse en el césped verde y observar cómo los niños se divierten mientras los padres, vigilantes, se relajan -quizá los mismos críos que si no tuvieran cristales esos muros, los asaltarían, o los mismos padres que si vivieran más abajo, los pondrían-; asistes a un concierto en una capilla bizantina de clave, viola da gamba y voz de contralto que te retrotrae a ambas épocas, sentada en la tuya propia; te mezclas con personas vestidas con sus mejores galas y perfumadas hasta el mareo, que beben y prueban canapés de sabores encontrados; mezclas a veces afortunadas, otras, menos; tomas un café con amigas entrañables a la que cuentas tus planes, esos que nunca acaban de llegar y que cuando lo hacen, estás en otras cosas ya, y los disfrutas después.
Hay días en los que todo cabe, otros en los que parece que nada sucede, los más van pasando y uno recoge de ellos ese sabor a cotidiano que nos va marcando el ritmo, los menos son los excepcionales; el cúmulo final de un camino que se recorre en los días más humildes, los llenos de esfuerzo, pasitos y pequeñas alegrías, los más normales; de ahí salen los llamados grandes días, todo quimera sin esas horas de atrás. Pero a veces, cuesta tanto andarlas, aunque no hay otra manera de llegar a un sito que no sea con un pie detrás de otro, un día detrás de otro, una ilusión detrás de otra.