jueves, 14 de junio de 2012

Atisbos

Cuántas veces hemos querido adelantar el tiempo para que pase o llegue un acontecimiento odiado o deseado. Cuántas veces habríamos querido asomarnos tiempo arriba, atisbando por una esquina para comprobar que seríamos, qué pasaría, cómo sería nuestra vida...
Las dudas se disiparían si tuviéramos la certeza de los resultados, los mismos por los que estamos luchando ahora a ciegas; puede que no surgiera la desmoralización, que al ver el final, no cejáramos en el empeño, ése que cuesta tanto de levantar cada día, que le gusta tumbarnos, haciéndonos dudar de si hemos de tirar por aquí o por allá o si simplemente, tendríamos que dejarlo, abandonar por saber que estamos bien errados.
Sí, es una posibilidad.
Pero también, saber el futuro, podría acarrear el efecto contrario; al creer que lo tenemos bien cogido, un giro vital inesperado, haría que se escapese, dejándonos sin nada, como le sucedió a McBeth, que creía tener su reino seguro, ya que los bosques no andan, e inmortal, porque todos los hombres nacen de mujer, sin entender, hasta que ya fue inútil, que los oráculos mienten con la verdad, y que nuestra verdad es, solo, lo que hacemos de ella.

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